|MAKIP| Park Jimin
Dos años antes de la tragedia
Park Jimin siempre había sido un chico serio, destacado en clases y tímido. Era vergonzoso y cerrado, introvertido. Y la culpa de eso no la tenía nadie más que su madre.
Park Sunni ocasionaba el 70% de problemas que su hijo llevaba diariamente. Una doctora y bióloga especializada en plantas y retirada que le hacía la vida imposible a sus dos hijos en cuanto su esposo salía por la casa.
Sus sueños se vieron frustrados en cuanto el gobierno dejó de depender de ella en una de las misiones más importantes de hacer crecer alimentos en Marte, y es por eso que su frustración la llevó a idear planes y convertir a sus hijos en seres realmente interesantes.
Sus hijos, Park Jihyun y Park Jimin, eran su acto de distracción. El primero siendo cinco años menor que el segundo y éste culpándose día a día de no poder sacar a su hermano de ese enfermizo lugar.
Del laboratorio de su madre.
Porque Park Sunni era adicta a los cosméticos también, ocasionando reacciones alérgicas a sus hijos en cuanto creaba uno y los probaba en la piel de ambos.
Hasta que un día, el experimento crucial funcionó. Y desde entonces, la tortura aumentó.
Jimin, desgraciadamente, no pudo hacer nada contra ella para frenarla. Su padre estaba demasiado ocupado en su trabajo como para darse cuenta de que cuando los niños iban a la escuela, verdaderamente estaban en el laboratorio del sótano de su esposa. Daba tanta pena.
El hecho de verse como ratas de laboratorio, el estar semanas intoxicado o no comer ni beber por días por posibles reacciones.
Su madre le inyectaba a ambos todos los días veinticinco mililitros de ácido aceitoso de spirea, una flor bastante llamativa, junto a algún conservante de maquillaje natural y biológico hecho por ella misma.
Los primeros síntomas fueron pequeñas rozaduras.
Los segundos y terceros fueron ronchas enormes por todo el cuerpo.
Y aún así, tuvieron que seguir adelante, practicando cada día para conseguir dominar sus poderes y satisfacer a una madre poca orgullosa de los resultados que estaban obteniendo sus hijos en los últimos días.
Pero todo no iba a ser de color rosa y, es por eso, que cuando Jimin despertó sobresaltado una noche de invierno, supo que las cosas no iban bien. Las taquicardias tomaban su frágil corazón, sus venas se veían irritadas bajo la piel y sus ojos se pigmentaban de un tono rojo casi rosa. Al igual que su cabello. El rubio natural se había ido por completo, no quedaba nada de él y, por mucho tiempo que Jimin pasase lavándose el cabello, no se iba ese color fucsia.
Salió en busca de ayuda, ojeaba a su alrededor con la mirada perdida y ojos pesados. Fue entonces cuando se encontró con su madre a mitad del pasillo y ésta le dedicó una mirada indescifrable.
— Inútiles. Tuve hijos inútiles. —Escupió con rencor—. Jihyun no ha superado la prueba y tú tienes una cara de muerte. Escúchame bien, Park Jimin. —Sostuvo su magullado rostro y le miró fijamente—. Si el experimento falla, tú tendrás la culpa de que mamá deje de ser feliz y tenga que recurrir al suicidio, ¿entendiste? Eres la última salvación, sabes que no debes contarle a nadie sino mamá también se pondrá triste y tú no quieres eso. Tú quieres ver a mamá contenta por los resultados, saliendo en todas las noticias y siendo reconocida por una maldita vez.
— ¿Jihyun? —Jimin aún estaba procesando el hecho de que su madre le había dicho indirectamente que su hermano había fallecido por todos los cambios químicos a los que se había sometido. Parpadeó confuso y negó con la cabeza—. La felicidad de Mimi era Jihyun... a ti no te gusta ver feliz a tus hijos, si tú acabaste con mi felicidad, ¿por qué iba a hacerte feliz a ti?
— Porque soy tu madre.
— Eras. —Masculló—. Todo el mundo sabrá lo psicópata que eres. Todo el mundo verá con sus propios ojos lo que le hiciste a tus hijos. ¡Te encerrarán en un agujero y tirarán ese jodido agujero!
Aunque no tenía demasiadas fuerzas, inhaló con furia y retrocedió sintiendo la sangre por sus venas hervir, literalmente.
— Jihyun no está porque me ha cedido su poder. —Concluyó—. ¡Él sólo quería ser feliz al igual que yo y ha tenido que morir para hacerme más fuerte y poder derrotarte! ¡Nada me parará ahora que me abrió los ojos!
Se echó sobre su madre en un ruido seco, forcejeando sobre ella mientras su corazón dolía como mil infiernos aún, apretando con fuerza los ojos y tratando de mantenerla sobre su cuerpo. Su madre era ágil, Jimin estaba débil.
Logró inmortalizarla y sujetar sus manos, la puerta de casa se escuchó ser abierta.
— ¿Cariño? ¿Los niños ya se fueron a dormir? —Era su padre, Jimin tenía las fuerzas de su lado.
— ¡Estamos en el pasillo de la habitación de Jihyun! —Gritó a plena voz, forcejeando con su progenitora.
Los pasos se acercaban, el ruido aumentaba con cada uno de ellos y eso le ponía nervioso. Parecía estar encerrado en una habitación con mucho ruido, movía su cabeza para distraerse. Entonces, recordó su saludo con su hermano. Juntó sus manos, formó una pistola con cada una al dejar sólo sus dedos índice y corazón al frente y apuntó al cielo, llevando su mano de inmediato al rostro de su madre. Al instante se vio de un tono rojo con violencia, lleno de burbujas y raspones.
Jimin retrocedió asustado, sus manos al aire, chocando con la puerta y cayendo de manera fatal de espaldas mientras su dedo golpeaba su ojo en un intento por sostenerse de algo.
Lo demás, lo recordaba borroso.
Su padre llegando al pasillo, tomando el cuerpo sin vida de su madre con el rostro desfigurado por completo, las sirenas de policía llegando frente a su casa y Jimin sin poder moverse. Los oficiales de policía entrando a la casa y tomando el cuerpo sin vida de la mujer, hallando como culpable al chico que temblaba en espasmos mal controlados y su ojo derramaba sangre, blanco por completo. No sabían qué tipo de fenómeno se encontraba frente a sus ojos, pero lo averiguarían.
Mientras, la imagen de la mirada decepcionada de su padre, le sigue doliendo en lo más profundo de su ácida alma.
Y le dolerá más saber el rechazo de sus amigos, el temor a acercarse a su persona.
Pero esa es otra historia...
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