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Uno.

La noche había caído luego de un largo y agotador día, las estrellas iluminaban fervientemente el cielo oscuro, destellando de forma incesante en aquel desconocido universo. La larga melena dorada del chico admirador del cielo ondeaba con delicadeza gracias al frío viento de aquella noche, sus pequeños ojos grisáceos contemplaban con la mayor maravilla el universo, como si se tratara de lo más magnífico que podría existir.

Y a pesar de que eso podría ser cierto, el rubio creía que existía algo aún más magnífico, el cual era merecedor de obtener toda su atención y completa admiración, se trataban de: las hadas. Una especie fantástica que desde que tuvo uso de razón le ha robado el sueño de tanto pensar en lo geniales que eran, ellas tenían la facultad de volar y obtener poderes, lo cual era increíble y siempre le ha llamado la atención en exceso, incluso al punto de que le han dicho que tenía una obsesión.

Él siempre había deseado con todo su ser tener la oportunidad de admirar una en persona y en todo su esplendor, poder acariciar sus alas y admirar cómo manejaban sus poderes. Últimamente había estado haciendo una extensa búsqueda sobre la especie, encontrando la información necesaria sobre estas como lo fue la matanza contra ellas. Todavía no lograba comprenderlo, era como si tomara la información para poder procesarla pero su cerebro se negaba rotundamente a dejarla acceder. ¿Cómo era posible que hubieran asesinado a las hadas hasta que casi se extinguieran? para su persona ellas era magníficas, fantásticas, geniales, superiores en cualquier aspecto y todos los adjetivos positivos existentes.

Lo que también lograba robarle la emoción de asombro, es que las hadas no se hayan defendido contra ellos a sabiendas de que eran más poderosas y podían acabar con la vida de cada uno con tan solo soplarles. Bueno, aquello en el caso de que dominaran el viento, pero ese no era el tema. Ellas pudieron perfectamente llevar a la humanidad a su extinción, sin embargo no habían realizado ningún ataque contra ellos, lo cual se podría justificar únicamente con el hecho de que eran muy bondadosas y frágiles.

El rubio creía que los humanos necesitaban al menos una pizca de la bondad de las hadas, porque eran crueles y egoístas en demasía. Algún día quería toparse con alguno para contagiarse con algo de esa bondad, porque no podía negar que no podía resistirse a esa naturaleza egoísta.

Cerró sus ojos con relajación y dejó que un suspiro se escapara. Volvió a elevar sus párpados, admirando una última vez el cielo estrellado para después abandonar su balcón e ir hasta su cama. Con suavidad se recostó en ella, extendiendo su brazo hasta donde su celular se situaba, tomándolo y encendiéndolo. Sonrió atontado cuando observó la foto de su novio en el teléfono utilizado como fondo de bloqueo, mientras que el fondo de pantalla lo ocupaba una modelo que era una hada. Eran pocas quienes podían llegar a ese puesto.

Con un suspiro soñador fue hasta el contacto de su novio para enviarle un mensaje, no le había hablado en todo el día ya que el estudio había consumido su tiempo en gran medida, para su suerte se trataba del último examen de ese trimestre y podía relajarse después de eso.

Hannie ~♡

Buenas noches, cariño.
¿Qué tal te ha ido en el día?
yo me ocupe de estudiar y
ahora estoy tan agotado.

Volteó su teléfono boca abajo y respiró profundo, sentándose en su lugar para observar los dibujos de hada que había hecho y los cuales había pegado en la pared. Las había hecho desde pequeño hasta ese punto de su vida, así que habían dibujos de todo tipo, desde el más feo hasta el más bonito. Él las consideraba preciosas por el simple hecho de que eran hadas.

Sonrió de nuevo cuando el sonido de la notificación llegó a sus oídos, volvió a voltear el teléfono y prosiguió a leer el mensaje de su novio.

Buenas noches, HyunJinnie.
Honestamente yo también
hice lo mismo y ahora me
propuse descansar.

Descansa bien, príncipe, espero que mañana podamos aprobar luego de tanto esfuerzo.

Estoy seguro de que el
esfuerzo no será en vano.
Ánimo, Jinnie.

Unos segundos luego de leer el mensaje, bostezó. El sueño comenzaba a invadirlo después de ese día cansador, entonces se dispuso a responderle al chico para apresurarse en dormir.

Gracias, cariño.
Es mi hora de sueño así que
debo despedirme. Nos vemos mañana, te quiero.

Duerme bien, te quiero.

Y con eso HyunJin pudo dormir correctamente.

Con la calma que le regalaba la fría noche, el hada sobrevoló uno de los árboles del extenso campo, posándose sobre una de las ramas para admirar hacia la lejanía, oscura y sin nada que la resaltará significativamente, tan solo un montón de césped. Acomodó sus blanquecinas alas y se sentó en la rama, su eléctrica mirada fue hacia el cielo con interés, observando las estrellas y pensando en qué podría haber más allá de lo que él conocía.

Desde pequeño le había gustado contemplar el cielo y pensar qué podría existir allá afuera, todo lo que él ni siquiera podría imaginarse allá en lo desconocido. Sonrió con nostalgia al recordar lo que alguna vez le habían dicho sus padres "Cuando nosotros ya no estemos contigo, mira las estrellas, entre algunas de las tantas estaremos nosotros, mirándote desde allá arriba y estando igual de orgullosos de ti que siempre" Tal vez por esa razón adoraba ver cada noche las estrellas, con la esperanza de decrifrar dónde se encontraban.

Él los extrañaba en demasía, tanto que si le fuera posible volvería en el tiempo solo por evitar haberles insistido ir a aquel bosque donde un par de humanos acabaron con la vida de sus padres. Detrás de un árbol se le había pedido que se escondiera, en tanto eso sus padres intentaron defenderse sin lastimar a los oponentes; sin embargo, no había servido de nada, pues de un estridente disparo les había arrebatado la vida.

Y era sumamente doloroso, porque él lo había visto absolutamente todo, desde cómo la bala había atravesado el órgano vital de ambos hasta el cómo comenzaron a desintegrarse, volviéndose insignificante polvo en la húmeda tierra.

Y tal vez hubiera sido mejor que se hubiera ahorrado una vida en donde requería de sus padres pero no los tenía consigo y hubiera sido asesinado de igual manera, pero una bondadosa mujer lo había rescatado, hallándolo solitario entre los árboles mientras lloraba en espera de poder ahogarse con sus lágrimas y no volver a ver la luz del día. Desde ese día ella lo había criado como su hijo, aún sabiendo que era un pobre hada de tan solo siete años.

El peliplateado se sentía sumamente agradecido, porque tal vez ningún otro humano hubiera tenido la misma compasión por él, un hada sucio y miserable. Quizá si otra persona lo hubiera encontrado no dudaría en matarlo, pero ella lo había hecho y no podía estár más agradecido con esa mujer, a quien en verdad podía llamar madre.

───¡Lixie! ───exclamó la mujer desde su hogar, probablemente llamándolo para dormir.

Entonces él alzó vuelo y se dirigió hasta su hogar.

Espero que les haya gustado el primer capítulo 🌹

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