Prólogo.
Las hadas habían existido desde epocas tan antiguas que ni siquiera se tenía conocimiento del comienzo de esta especie tan particular, las cuales poseían inmensas y resistentes alas poseedoras de plumaje en el caso del macho; mientras que la hembra poseía unas alas más pequeñas y frágiles, las mismas eran más llamativas en cuanto a diseño y colores y tenían cierta transparencia.
A parte de sus fantásticas alas, también adquirían un curioso don al nacer y esto dependía de cada hada: se trataban de poderes sobrenaturales. El macho solía tener un poder y rara vez dos, en tanto la hembra siempre había sido más propensa a obtener más de dos poderes, lo que recompensaba el hecho de que sus alas eran más pequeñas y menos fuertes. Entre esos poderes existían los que se presentaban con más frecuencia entre los cachorros, como lo eran manipular la tierra (terraquinesis) y el aire (aeroquinesis).
Fuera de aquellos poderes más usuales en hadas, también se hallaba la capacidad de manipular el fuego, llamada piroquinesis; el agua, nombrada hidroquinesis; el poder controlar objetos con la mente, conocida como telequinesis; la capacidad de teletransportarte al lugar que desees y otros cientos de poderes más. Sin embargo, había un poder que se trataba del más importante y poco común que adquirían las hadas, que era el poder hacer magia a través de tu mente, siendo capaz de brindar la facultad de obtener cualquier poder al que naciera con este poder.
Con todo eso no cabía duda de que las hadas eran una especie totalmente fantástica, capaz de maravillar a quien quisiera con sus increíbles capacidades y enorme corazón. No obstante, los humanos no opinaron de la misma manera hace cientos e incluso miles de años, porque ellos tenían la creencia de que se trataban de seres oscuros y sucios, que eran demonios que habían emergido del infierno con apariencia atractiva tan solo para engañarlos y llevarlos a la muerte. Aunque los humanos creyeron ser más inteligentes y no cayeron en la supuesta trampa que aquellos seres les tendían, fingir ser bondadosos y de gran corazón para asesinarlos cruelmente luego.
Y antes de que las hadas pudieran cometer su supuesto plan y llevar a la humanidad a la extinción, ellos lo habían hecho primero, aniquilando a esos seres alados de formas inimaginables y crueles, acabando con toda hada que se les cruzara en el camino. Aquella masacre terminó llevando casi al borde de la extinción a las hadas, aunque algunas de ellas lograron salvarse de terminar entre las manos ensangrentadas del hombre.
Aquello había sucedido hace aproximadamente cien de años (cuando finalmente acabaron con la mayor cantidad de hadas posible), y aunque las matanzas contra ellas habían terminado en gran medida los últimos años, no faltaba la gente que aún lo hacía por aún tener creencias como aquellas. Tampoco se podía restar de la ecuación a la gente que agredía verbalmente a las hadas, quienes convivían con ellas en algunas partes del mundo. Ellas seguían esforzándose por repoblar el mundo, a pesar de que era complicado ya que conseguir una pareja no era tarea fácil a sabiendas de que eran pocas y esparcidas por distintas partes del planeta.
La situación era complicada para las hadas, quienes convivían de forma constante entre los humanos ya que de forma inevitable sus mundos habían chocado. Sus ambientes se habían complementado y por lo tanto debían realizar las mismas cosas de la vida cotidiana que el ser humano. Y aunque eso era un avance todavía no se podía restar a la gente que las agredían, y es que eran realmente molestas e hirientes con los, comúnmente, blandos sentimientos de las hadas.
Ellas podrían simplemente atacarlos teniendo en cuenta de que eran poderosas gracias a sus habilidades, pero no querían caer tan bajo como el hombre. La especie no tenía el corazón igual de oscuro como ellos, matar o dañar no estaba en su vocabulario y era algo inaceptable, tenían el corazón demasiado enorme y blando como para ello, aunque claro, no siempre era así.
Entre esas hadas de frágiles sentimientos existía Lee Felix, un hada de dieciocho años que era portador de enormes alas blancas y el poder de la magia, que rara vez se solía contemplar. Su melena se relucía en un tono plateado con brillos, sus brillantes ojos eran dominados por un azul eléctrico y sus labios eran propiamente rosáceos y fulgentes.
Él era sumamente etéreo y resaltante entre los demás, destacándose por encima de todos con su atractiva apariencia y habilidades únicas.
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