Ya era poco más de una semana sin ver al hombre tatuado.
Y al contrario de lo que Ray esperaba, yo estaba aun más ansioso por verlo, por sentir su piel, por besarlo, y por sentir su miembro invadiendo mi cavidad.

Esa noche ya estaba a punto de dormir, pero mi teléfono sonó, indicándome que tenía un nuevo mensaje. Sin muchas ganas de siquiera mover el brazo miré el mensaje:

¿Ahora estás aburrido de mí? Estoy esperándote. ¿O prefieres que vaya hasta tu casa? Desde aquí te estoy viendo, me encantaría que vieras mi entrepierna, hay un gran bulto. Ya me imagino tu linda boquita lamiéndome, bebé.

La saliva pasó con pesadez por mi garganta. Suspiré y cerré los ojos intentando asimilar todo. Joder, sabía que era él. Me mordí ligeramente el labio inferior y me levanté, ubicándome frente al gran ventanal.

Él estaba casi en total desnudez, lo único que lo cubría eran unas bragas rojas junto a un liguero del mismo color.

Me sonrió con cinismo y se retiró por cortos segundos de su lugar. Comenzó a bailar a cierto ritmo, por lo cual supuse que había puesto música.

Mi vista estaba atenta a cada maldito movimiento que hacía, se estaba tocando frente a mí y yo no hacía nada, simplemente estaba estático imaginando cada puta cosa que quería junto a aquel hombre.

Mi teléfono sonó indicando una llamada entrante, lo tomé sin poner atención al remitente y contesté, siendo recibido por jadeos, gemidos que gritaban mi nombre y una canción de fondo que no conocía.

En ese momento me percaté que aquel descarado me estaba llamando, me gemía en el oído y yo no apartaba siquiera un poco el maldito artefacto.

— Vamos Gee, tócate para mí, tócate para daddy. Sé que estás duro, sé que tu cuerpo me pide a gritos.

Y así como si fuera mi amo, mi cuerpo acató sus órdenes sin esperar nada. Tomé mi miembro y aun escuchando sus gemidos, los míos le hicieron coro.

— Mhm... Sí... Fra-ank ah...

— B-bien bebé ah... Hazlo má-as fuerte... quiero escucharte mejor mhm...

Y gemía, me tocaba, me estaba volviendo loco sin siquiera penetrarme.