#O7
Desperté totalmente solo y con un dolor de cabeza tan intenso que se sentía como si mi cabeza explotaría en cualquier momento.
Escuché pasos apresurados y luego los gritos de Ray, quien parecía mamá preocupada:
— ¡Ay, qué bueno que estás aquí! Por la mierda, Gerard. ¡Te dije que no debíamos venir! —Exclamó.
— Ray, ya cállate. No aguanto la maldita cabeza.
Mi amigo suspiró, asintiendo. Me ayudó a levantarme y después nos fuimos. Suponía que Frank ya estaba en su casa, pero esperaba que siquiera me levantara. Éramos vecinos, después de todo.
Al llegar a casa, las cosas no mejoraron siquiera un poco: Mamá me gritaba y reclamaba por llegar hasta ahora.
— ¡No es posible, Gerard! ¡Ni siquiera eres mayor de edad! ¿¡Qué te pasa?! Me tenías preocupada.
Y me sentí una mierda. Mi madre me soportaba incluso que fumara en casa, pero esto era bastante. Ella quería que fuera un buen hijo, después de que papá falleciera, yo era el hombre de la casa y su más grande orgullo.
Y entonces me puse a pensar, ¿qué diría mi madre si supiera que cada noche me toco frente a un hombre mayor, que él hace lo mismo, y que acabo de perder la virginidad con alguien que apenas y conozco?
Vaya... Las cosas no sonaban tan mal en mi cabeza...
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