Ringo
Ringo
El cuerpo de Willow parecía petrificado, hacía ya varios minutos que estaba en el suelo abrazando a su perro. La mayoría de los soldados ya se habían marchado junto con los que se llevaron a su padre, solo quedo un pequeño grupo que estaba revisando la casa.
Sintió que alguien la sujetaba del hombro y lentamente se giró para ver quién era.
―Willow, tenemos que irnos ―escuchó la voz del doctor, y aunque estaba a su lado, sonaba como si estuviera muy lejos―… si nos encuentran estamos perdidos.
La mente de la muchacha estaba llena de preguntas, escuchó a los caballos alejarse hacia el pueblo y llegó a la conclusión de que solo el doctor podía darle las respuestas que necesitaba.
―¿Por qué los hombres del rey se llevaron a mi padre? ―las palabras salieron con dificultad, pero con cada una de ellas su rostro mostraba mayor decisión.
―Primero alejémonos de aquí… no es recomendable volver a la casa y tampoco al pueblo ―dijo el hombre pensando hacia dónde ir.
Willow suspiró y comenzó a andar con pocas ganas, adentrándose más en el bosque.
―¿Viene?
―¿Sabes qué el interior de Xiwang es muy peligroso?
―Mis 17 años de vida los he pasado en este bosque, a mí no me harán nada y si usted no daña nada del bosque, también estará bien.
Fue todo lo que dijoy solo siguió caminando, por lo que el hombre se vio obligado a seguirla. Después de andar unos minutos ya no se veía el prado o el camino, hacia donde miraran solo había árboles.
―Bien… ¿me va a decir que sucede? ―preguntó Willow sentándose bajo un roble.
―Sí, solo déjame pensar un momento ―dijo antes de soltar un suspiro―… le dije muchas veces a tu padre que te dijera la verdad, creo que finalmente no me queda otra que hacerlo yo…
―No puede ser… mi padre no me oculta nada ―agregó la muchacha con una mirada seria, mientras soltaba a Howl, quien rápidamente se acurruco a sus pies.
―Hay dos cosas de las que nunca te habló ―dijo Koda con una sonrisa triste.
―Mi madre y… su pasado ―susurró Willow después de meditarlo un momento, el doctor asintió con la cabeza.
―Jesen Nilavu no existe ―Willow abrió sus ojos como platos al escuchas esto―, el verdadero nombre de tú padre es Ringo Gurín, segundo hijo de Gatsuur Gurín antiguo rey de todo Ryokudo.
―No es posible, mi padre solo es un pobre hombre que pasó toda su vida en este bosque ―interrumpió la platinada muchacha sin poder creer lo que escuchaba, mientras Koda se sentaba en el suelo frente a ella.
―Willow sé que puede ser difícil de creer, pero todo lo que te voy a contar es verdad ¿quieres escuchar o no? ―la expresión del hombre era seria. La muchacha dudó por un momento y finalmente asintió― Bien, esta va a ser la clase de historia que nunca tuviste…
“Gatsuur, fue uno de nuestros grandes reyes, fue el último en conseguir un tratado de paz con los habitantes del Sekishokudo, donde ambas partes acordaban quedarse en sus lados del muro, y para terminar de cerrar el tratado se acordó un intercambio. La hermana del rey Rose se convertiría en la esposa del rey dragón y a su vez Magenta, hermana del rey dragón, se convirtió en la segunda esposa de nuestro rey Gatsuur.
Aya era la primera esposa del rey, y estaba embarazada cuando se hizo la segunda boda, cosa que no le gustó para nada. Esas dos mujeres no se llevaban para nada bien, y la situación empeoro cuando Aya noto que Gatsuur quería más a Magenta que a ella.
Aya le dio su primer heredero a nuestro rey, Havtorn un niño saludable y fuerte que se parecía bastante a ella, esto la hizo feliz hasta que se enteró que Magenta estaba embarazada. Havtorn tenía un año y medio cuando nació Ringo, tú padre, increíblemente no tenía ninguna marca mágica, ni poderes.
En fin, las dos mujeres se odiaban y por ende los dos niños también. Gatsuur decidió separarlos de sus madres a los diez años, quería que aprendieran a convivir y llevarse bien, después de todo Havtorn algún día seria rey y Ringo su consejero. Pero hay corazones que no cambian sin importar el tiempo y el de Havtorn es uno de ellos.
Cuando Gatsuur enfermó Havtorn tomó su puesto temporalmente y tú padre comenzó a cumplir con su papel de consejero, así descubrió los planes de su hermano, por lo visto Havtorn quería expandir el reino y tomar las tierras del Sekishokudo. El rey Gatsuur murió antes de enterarse de esto y lo primero que hizo Havtorn como rey fue desterrar a Magenta, tirándola desde el muro nuevamente hacía su antigua tierra, lo que rompió el tratado hasta entonces vigente.
Ringo abandono el castillo y su nombre esa noche. Desde entonces el rey lo ha buscado con desesperación.”
―¿Cómo es posible que nunca me haya contado eso? ―preguntó Willow con expresión seria.
―Tú padre decía que su vida inicio aquí, tenía todo lo que quería y mucho más de lo que podría haber soñado.
―¿Por qué Havtorn lo quiere? Él no ha hecho nada…
―Al irse del castillo tú padre solo se llevó una cosa, y por eso lo han estado buscando ―Koda miró a su alrededor―, tenemos que irnos Willow.
…
Después de casi un día de viaje incesante sobre los caballos bell, una raza proveniente del Sekishokudo mucho más veloces que cualquier otra criatura existente, llegaron al castillo. Todo lucía muy diferente a como Ringo recordaba, no había niños corriendo, personas gritando o haciendo compras, los soldados parecían una plaga, había tantos que era imposible contarlos, por lo visto habían desplazado a los antiguos habitantes para darle lugar a los soldados y sus familias.
El castillo se veía bastante lúgubre, los tapices habían sido cambiados y en muchas paredes se exponían los “trofeos” de guerra que Havtorn había obtenidos en esos años, alas de hadas, aletas y escamas de sirenas y tritones, armas, colmillos, pieles y muchas otras cosas de las diferentes criaturas que habitaban a las orillas del muro, pero se notaba que algo le faltaba a su colección.
Tóri encabezaba el grupo, y Ringo iba rodeado por Drys y otros tres soldados. Así entraron en el gran salón. Se escuchaba el cuchichear de las personas y todos cabeceaban tratando de ver al prisionero, y frente a ellos, sentado en su enorme trono de oro y joyas, se encontraba el mismísimo rey Havtorn, su cabello azul se escondía bajo la corona roja, sus negros ojos destilaban frialdad, y la sonrisa que sus delgados labios mostraban, no anunciaba nada bueno. A su derecha se encontraba Elena, su reina, una de las mujeres más hermosas del reino, de cabello rosado y largo que terminaba en delicados bucles, ojos grises como cielo tormentoso y piel que parece porcelana; y a la izquierda del rey estaba esa mujer, Ringo sintió como la ira crecía en su interior, no había nadie a quien odiara tanto como a esa mujer, después de todo Aya era la culpable de la muerte de su madre.
―Al fin, después de 18 casi 19 años volvemos a vernos ―dijo el rey haciendo señas para que sus hombres se alejaran un poco.
―¿Tanto me extrañabas? ―respondió Ringo con una sonrisa socarrona.
―Lo único que extrañe de ti es lo que me robaste ―dijo Havtorn entre dientes.
―Yo no te robe nada ―la mirada del rey fue aún más fría y rápidamente se desvió a Tóri.
―¿Encontraron el cristal?
―Lo siento mi señor, pero no había rastro del cristal, al menos en su vivienda no estaba ―ahora los ojos de Havtorn mostraban furia.
―¿Dónde está? ¿Quién lo tiene? ―dijo levantando la voz.
―¿Ya buscaste en Sekishokudo? ―preguntó Ringo con una sonrisa socarrona.
―Eres un maldito, debí desterrarte junto con aquella “mujer” ―esa última palabra salió bañada en asco…
―Note que falta un trofeo en tú galería… deberías ir por él, después de todo tiene el cristal que tanto deseas ―dijo Ringo tratando de quitarle importancia a la provocación de su hermano.
―¿Crees que soy idiota? El cristal no está en Sekishokudo, tú no entraste allí, alguien más lo tiene ―su mirada volvió a centrarse en Tóri―… vuelve a buscar donde lo encontraste, tiene que haber alguien, esposa, hijos, amigos, una mascota, lo que sea ―Ringo comenzó a reír y la mirada asesina de Havtorn se posó en él…
―Ahora eres tú el que cree que soy un idiota.
…
“Podía sentir el agua cubriendo sus pies, estaba en una cueva y las paredes estaban cubiertas de cristales de diversos colores, que brillaban iluminando el lugar. A lo lejos podía ver algo de luz y sus pies la llevaban hacia allí.
―Willow ―la voz era muy dulce y resonó en toda la cueva. Una sonrisa se formó en el rostro de la joven y apresuró el paso.
―No te vayas ―esa era una voz diferente, parecía de hombre, y tenía un dejo de súplica.
Willow se detuvo y giró, a lo lejos solo había oscuridad y algunas manchas de colores producidas por los cristales.
―¿Quién está ahí? ―preguntó con cuidado la muchacha, tratando de descubrir que se escondía en la oscuridad.
―No te vayas ―volvió a repetir la voz.
Willow comenzó a adentrarse lentamente en aquella oscuridad con los brazos extendidos, la luz de los cristales era demasiado débil y por más que se esforzara no lograba ver nada. De repente sintió una exhalación de aire caliente que golpeó su mano.”
Los ojos le pesaban, podía sentir el olor y el tibio cuerpo de Howl acurrucado a su lado. Abrió los ojos y se encontró con las rojas hojas de sauce meciéndose sobre ella.
―Qué bueno que despertaras, tenemos que irnos Willow ―la muchacha se volteó y encontró al doctor Kodaacomodando cosas en unos morrales.
―¿Y eso?
―Es lo que pude sacar del pueblo, te conseguí algo de ropa, no fue fácil han dejado a varios soldados tendremos que tener muchos cuidado al irnos ―dijo ofreciéndole unas botas y una capa a Willow―, esto te quedara, por suerte la mayoría de los soldados son jóvenes y no me conocen.
―¿A dónde iremos? ―la voz de Willow estaba cargada de tristeza.
―Al norte, cerca de Rokazul hay un bosque conocido como Azulino, y las historias que lo rondan son iguales o peores que las de esté ―Willow le lanzó una mirada incrédula―, en lo más profundo de ese bosque viven unos amigos de tú padre.
―¿Por qué irnos a ese bosque? Podríamos quedarnos aquí.
―No, los que se llevaron a Ringo volverán y las personas del pueblo les hablaran de ti ―dijo Koda poniéndose de pie y cargando los morrales en los dos caballos que había conseguido―. Willow es hora vamos.
―Un momento por favor.
Willow se colocó las botas y la capa, miró el árbol y una sonrisa triste apareció en su rostro, acarició el tronco y algunas de las ramas le devolvieron la caricia en su rostro, antes de soltar algunas hojas que Willow guardo en su bolsillo.
―No estés triste, volveré, lo prometo ―y sin más se alejó del árbol, sus ojos ya estaban algo húmedos cuando llego a donde estaba su caballo, miró a su alrededor buscando a Howl y al no encontrarlo se llevó dos dedos a la boca y silbó. Desde la copa de un árbol cercano apareció un pájaro negro con el pecho blanco, que rápidamente busco un lugar en el hombro derecho de la platinada.
Sin más rodeos ambos montaron en sus caballos y emprendieron la partida, les esperaba un viaje largo y seguramente algún problema, recorrerían todo lo que fuera posible dentro del bosque.
Koda sabía muy bien que lo único que le importaba a Ringo era la seguridad de su hija, él jamás lo perdonaría si algo le pasara a Willow, por eso su única opción era llevarla al bosque Azulino, hogar de magos, brujas y las ultimas hadas y criaturas mágicas que quedaban en Ryokudo. Los últimos seres que no acataban las órdenesdel rey y, en cierta forma, estaban a favor de Ringo.
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