En el bosque Azulino
En el bosque Azulino
La celda era oscura y húmeda, los gritos y gemidos no dejaban de escucharse. Pero en lo único que Ringo podía pensar era en su hija, sabía que podía confiar en Luhui, después de todo él dejo su vida para acompañarlo y ayudarlo.
―¡Cuánto tiempo sin verte Ringo! ―aquella voz de mujer lo sacó de sus pensamientos y su mirada se centró en la puerta donde se veía una silueta―. En verdad deseaba que no te encontraran.
―Yo también lo deseaba ―dijo en un susurro mientras la mujer entraba atravesando las rejas como si fueran una ilusión―… pero las cosas no siempre son como uno las desea.
―Dímelo a mí ―una luz comenzó a brillar en el pecho de aquella mujer, era tenue pues provenía de un pequeño cristal, pero le permitió verla mejor, su cabello era verde y largo, su ojos dorados y sus orejas puntiagudas.
―¿Leela? ―preguntó Ringo algo sorprendido.
―Creí que no me recordarías.
―¿Qué haces aquí? Sabes que es peligroso.
―No te preocupes por mí… ¿Dónde está la flor de Lín?
―No lo sé, pero estoy seguro de que está bien ―la mujer se acercó más a él y lo miró a los ojos.
―Havtorn la está buscando, comenzó a presionar a las pitonisas, en muy poco tiempo va a tener una pista sobre dónde buscarla… hay que sacarla de Ryokudo pronto.
―Lo sé, ¿cómo quieres que lo haga desde aquí?... Y en verdad no sé dónde está ―dijo Ringo desviando la mirada mientras se ponía de pie, y al hacer eso su brazo atravesó a la mujer que estaba delante de él, como si solo fuera una cortina de humo―… ya había olvidado que puedes proyectarte.
―Te dije que no tenías que preocuparte por mí.
―¿Por qué estás aquí? Tú tienes más posibilidades de encontrarla que yo… ¿Dónde estás?
―En el bosque de Shentos ―los ojos de Ringo reflejaron su incredulidad― poco después de lo de tu madre logre salir de Ryokudo, esto es un caos desde entonces y te aseguro que el rey y sus hijos están deseosos de asesinar a tu hermano.
―No son los únicos ―susurró Ringo antes de soltar un suspiro―… ¿Puedes hacer algo por Willow?
―Quisiera, pero tú hermano ha hecho algo y es imposible traspasar el muro, nada entra ni sale
―Havtorn no tiene ese poder ―dudó un momento y luego susurró―… rayos, tienes que buscar a Rose, ella tiene que saber algo, pregúntale de los cristales.
―Haré todo lo que pueda, cuídate y si quieres volver a ver a tu hija no lo hagas enojar ―dijo con una sonrisa algo triste, mientras su cuerpo comenzó a desaparecer en una nube plateada que en pocos segundos se esfumó.
…
Hacia dos días que andaban casi sin descanso, esquivando cada poblado que se cruzaban y usando caminos poco transitados. Aun así se enteraron que había soldados por todo el reino buscando a una joven que encajaba perfectamente con la descripción de Willow. Esa noticia preocupó y alteró mucho más a Koda. Por ese motivo decidió apurar el paso y reducir los tiempos de descanso, cosa que estaba molestando bastante a la platinada muchacha, por suerte ya estaban muy cerca de su destino, a lo lejos podía verse una extensa sección azul y Koda decía que ese era el bosque al que iban, el bosque Azulino.
Llegando al bosque Willow noto que a unos cuantos kilómetros podía verse el muro, sabía que al igual que Xiwang, el bosque donde creció, este bosque era atravesado por el muro. Toda su vida la había pasado a orillas del bosque, pero nunca llegó a recorrerlo hasta el muro.
―El gran muro, tiene más de 700 años, 100 metros de ancho y 400 de alto, realmente imponente.
―¿Por qué todo se ve rosado sobre el? ―preguntó la muchacha apuntando hacia el cielo sobre el muro.
―Es la barrara mágica que crearon y mantienen los pocos hechiceros del reino.
―Creí que no se hacía magia de este lado… ¿Por qué necesitan una barrera mágica?
―Está prohibido, pero hay descendientes de magos y personas que simplemente nacen con poderes especiales, el rey trata de controlar eso y aquellos que no lo siguen mueren o son perseguidos por todo el reino ―hizo una pequeña pausa y suspiró―… la barrera es por los dragones…
―Dragones, se dice que son criaturas hermosas ―agregó Willow con una pequeña sonrisa en sus labios.
―Solo sé que son enormes, vuelan y pueden arrojar fuego, hielo o rayos, se dice que un humano no puede tocar su piel en ninguna de sus formas, a menos que ellos lo permitan, pues un rose te dejaría graves quemaduras… he escuchado mucho sobre ellos, pero nunca eso de que son criaturas hermosas ―respondió Koda con una sonrisa de lado.
―¿Crees que pueda ver uno algún día? ―preguntó la platinada ignorando el ultimo comentario del doctor, no tenía por qué contarle que los arboles eran quienes le habían dicho aquello.
―Todo es posible, pero por ahora solo vamos a centrarnos en nuestro destino, ya estamos muy cerca del bosque, por favor presta mucha atención este lugar es mucho más peligroso que Xiwang.
Ya estaban frente al bosque y para sorpresa de Willow hacia donde mirara todo era azul, los arboles aunque de diferentes especies eran todos azules, hojas, pasto, piedras, incluso la tierra tenían una extraña tonalidad azul.
―¿Por qué es todo azul?
―De este lado nadie lo sabe, creo que va a ser mejor que caminemos, los caballos están muy cansados.
Desmontaron y comenzaron a adentrarse en aquel mar de árboles azules. El lugar le resultaba extraño, estaba plagado de ruidos que desconocía y se hacía más oscuro mientras más se adentraban. Willow sintió una corriente fría recorrer su escalda y sus ojos rápidamente buscaron a Howl, que se había convertido en un pájaro, pero no lo encontró, era imposible distinguir cualquier ave entre tanto azul, la platinada se llevó dos dedos a la boca y silbó.
―¿Tú padre te enseño eso?
―Sí, aunque también dijo que era muy poco femenino ―respondió Willow con una sonrisa en su rostro mientras miraba a Howl que ahora volaba dando vueltas a su alrededor―. Howl no te alejes.
Rápidamente el ave se posó en la silla del caballo y se transformó en un hurón.
―¿Sabes que siempre me ha dado curiosidad esa mascota?
―Es una quimera, según mi padre es un regalo de mi madre… es una especie poco común.
―Sí. Si no me equivoco debe ser la única quimera que queda de este lado del muro.
―Qué raro que los cazadores de magia del rey no lo encontraron todavía ―la voz de mujer, algo ronca llamo la atención de ambos, que al instante se detuvieron y centraron su vista en un roble que había a unos cuantos metros―. Luhui Dasem ¿Qué haces aquí? ―preguntó una mujer asomándose detrás del roble.
―Kala, ¿Cuánto tiempo sin verte? Luces igual ―la mujer sonrió y se alejó más del árbol. Su cabello era rojo y corto, sus ojos dorados y llevaba un vestido largo de color gris.
―Mucho tiempo, y creo que ya sabes que las brujas ave no envejecemos ―respondió con una sonrisa mientras se acercaba a ellos― ¿Y qué traes aquí?
―Ella es Willow, tenemos algunos problemas y necesitamos un lugar para escondernos por un tiempo ―Koda se apresuró a responder mientras aquella mujer se detenía frente a Willow.
―No puede ser… ¿Quiénes son tus padres? ―preguntó con evidente sorpresa, acercando su rostro al de la muchacha. Willow dudó un momento y miró a Koda en busca de ayuda.
―Su padre es Ringo ―la mujer se puso seria, lo miró y luego volvió a inspeccionar a la platinada.
―¿Y tú madre?
―Solo Ringo sabe quién es, ¿puedes dejar de hacer preguntas Kala? Necesitamos un lugar seguro.
―Bien, vengan conmigo ―dijo comenzando a caminar y adentrándose entre los árboles.
Willow iba detrás de Koda, miraba a esa mujer moviéndose entre los árboles y le recordaba a ella misma caminando en el bosque Xiwang, pero había algo en esta mujer que no terminaba de agradarle, algo en sus ojos al escuchar el nombre de su padre. En verdad no sabía bien que era, pero algo en su interior y en el aire le decía que no confiara en ella.
Sintió varias ramas acariciando su cabeza y brazos, algunas incluso parecían llamarla, de repente noto que algunas raíces comenzaban a levantarse del suelo a su paso, como si quisieran retrasarla. Con una mirada muy cuidadosa inspecciono todo a su alrededor.
―Sera mejor que se apresuren ―dijo la mujer volteando con una sonrisa maliciosa en el rostro― los soldados llevan mucho tiempo esperándolos.
Al instante se vieron rodeados por un gran número de soldados enfundados en sus armaduras. Koda rápidamente desenfundo una espada, pero ya había al menos cinco hombres apuntándolo con sus espadas y lanzas.
―Eres una maldita arpía ―dijo furioso Koda mientras los hombres lo desarmaban.
―Tú eres un idiota si todavía crees que hay algún lugar seguro en Ryokudo ―dijo entre risas la mujer mientras se acercaba lentamente a Koda―. La verdad es que el rey paga muy bien y me hizo una promesa muy interesante…
―Baja de ahí ahora ―la voz de uno de los soldados llamó la atención de Kala y Koda que rápidamente miraron hacia donde estaba el otro grupo de soldados y los vieron a todos mirando hacia arriba.
Las ramas de los árboles se torcían con mucha facilidad empujando y levantando a Willow en aquel mar de hojas azules y la muchacha comenzó a moverse entre los arboles como si flotara, ignorando los gritos de los soldados.
―Si no bajas ahora Luhui se muere ―la voz furiosa de esa mujer resonó en el bosque.
Willow volteó y miró hacia abajo. Las manos de aquella mujer se habían convertido en enormes garras que comenzaban a clavarse en el cuello de Koda.
―Willow no, vete ―las plumas que habían aparecido en el cabello de Kala se erizaron y sus garras apretaron más fuerte, haciendo un pequeño corte en el cuello de Koda, de donde comenzó a emanar un pequeño hilo de sangre. Willow se quedó helada, los ojos de aquella mujer le decían que no dudaría en quitarle la vida allí mismo, y ella no podía permitir eso, el doctor Koda era el único amigo que le conocía a su padre, casi podía decir que era de la familia. Volvió a mirar a su alrededor y vio a Howl volando a unos pocos metros de ella.
―Vete Howl ―ordenó sin levantar la voz y con un suspiro acaricio una de las ramas de las que se estaba sujetando y estas comenzaron a descender lentamente, hasta dejarla otra vez en el suelo. La furia destellaba en los ojos violetas de la platinada mientras los soldados comenzaban a rodearla―. Puedes estar segura de algo, vas a apagar por esto.
―Claro, pásame la cuenta cuando quieras ―respondió entre risas la mujer mientras su cuerpo volvía a la normalidad.
―Yo no necesito hacerlo el bosque lo hará ―dijo Willow mirando a su alrededor, mientras los arboles parecían comenzar a encerrarlos.
La risa de Kala se escuchó fuerte en el lugar mientras los soldados comenzaban a llevarse a Willow y Koda. Los ojos de la platinada miraron hacia arriba y rápidamente encontraron a Howl que volaba de rama en rama siguiéndola. Willow negó con la cabeza tratando de que su pequeño amigo entendiera que no debía seguirla y de repente un rayo rojo golpeo a Howl.
―NOOO ―gritó Willow, mientras el ave comenzaba a caer y era detenida por las ramas de un árbol. Rápidamente los ojos de Willow volaron al lugar de donde había provenido aquel destello de luz y se encontró con Kala que mostraba una sonrisa maliciosa y apuntaba con su mano, convertida en garra, hacia arriba justo donde había estado Howl.
La muchacha volvió a sentir la furia creciendo en su interior y de repente una gruesa rama golpeo de lleno a esa mujer. Los arboles comenzaron a golpear a todos, retorciéndose como si fueran de goma. Ramas y raíces se movían como si tuvieran vida propia. Koda y Willow comenzaron a forcejear para liberarse de sus captores, y entre la confusión y el lio que estaban provocando los árboles, consiguieron lo que querían. Comenzaron a correr tratando de alejarse, Willow iba adelante y podía escuchar los pasos de Koda siguiéndola, las ramas golpeando las armaduras y los gritos de los soldados… de repente un destello de luz golpeo con un árbol que estaba a unos metros de Willow, lo que hizo que la platinada volteara un instante y en ese preciso momento un rayo disparado por Kala la golpeó. Sintió un golpe eléctrico recorrer todo su cuerpo y perdió la consciencia.
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