Reencuentro
—Este mundo es un asco — Marloc mascullaba en la oscuridad de su mente, para luego recordar lo que Nadira y Quiket le dijeron, llenando de frustración al hombre — mi brazo izquierdo, está temible extremidad — las muertes hechas y provocadas por su brazo vinieron a él y algo dentro del hombre crecía, era algo asfixiante, una cosa que lo iba cambiando de poco a poco, su reflejo apareció enfrente, su mano derecha tocó su lado aún humano con melancolía.
—He cambiado tanto y tengo el presentimiento que esto seguirá así — aún seguía afligido por su cambio del tono de su pelo y no ayudaba nada que la cosa verde del lado izquierdo de su cara creciera, incluso formando un pequeño cuerno. Temía mirar debajo de su ropa, por temor a encontrar más de su cuerpo cambiado.
“Tu lo decidiste, tu te fusionaste con el abismo y aquí está el cambio, lo inevitable”
Contó su versión humana, quien se materializó en la oscuridad de su mente, Marloc molesto se abalanzo sobre su otro yo.
—¡Lo sé! ¡Se lo que hice y tengo la convicción de seguir adelante! Todo sea.. — su voz se detuvo recordando a los infantes — por ellos. Yo.
“Te diste cuenta. Todo se trata de ti. ¿Acaso sabes de sus deseos? ¿Qué es lo que ellos están buscando? ¿Fueron contigo porque no tenían opción?”
—Ellos tal vez me usaron, pero aún siendo así yo debo asegurarme de no ser necesario para ellos — se negaba a ceder al llegar tan lejos.
“Que pena, necesitas saber que todo esto es por algo. Tú serás destrozado por ellos ya lo sabes, nada bueno puede salir de estos seres”
Sus palabras le dolían, pero existía verdad en ellas, intento hablar pero su voz no salía.
“Es fácil decir, pero eso no significa nada, tus acciones siempre han flaqueado, si morimos que sea por algo, aunque esto sea solo un estúpido deseo, una ilusión. Recuerda por qué dejaste de ser Matthew. Existió un motivo por el cual abandonarlo. Deja los engaños, está es nuestra vida ahora.”
—Si, lo recuerdo. Deje de ser humano con esta maldición, sin vuelta atrás — toda duda se desvaneció y su antiguo yo cayó al suelo.
“Creo será nuestra última plática, algo más crece y lo has notado, solo mira la espada.”
Marloc despertó, encontrándose con un paisaje nocturno, este apenas notó el cielo de noche, pequeñas esferas decoraban el negro mantel, incluso vio una gran luna azul, su tamaño impresionó al hombre.
—Es impresionante ¿Verdad? — escucho la voz de Quiket, quien parecía haber dormido a un lado del humano — recuerdo nuestro paisaje nocturno y no era tan asombroso como este.
—Yo, creo que es la primera vez que lo notó, mis noches fueron muy caóticas — pero si, es bello.
—En este mundo también existe la belleza, es como todo. Incluso yo en mis viajes he descubierto la amabilidad de estos seres — miraba a Minrietta con aprecio.
—Me sorprende que hayas vivido tanto tiempo aquí — miraba a la pequeña criatura peluda.
—Tengo más dones que el habla, con ello saco partido, pero también otros logran eludir mi don — contó reacio a revelar la naturaleza de este dote.
—¡Miren allí está! — grito Minrietta señalando el domo de cristal y el arco de piedra que estaban por atravesar.
El grupo se asombro de ver una villa repleta de vida, muchos árboles existían allí, al igual que un castillo, la lava era limitada por otro muro, para dar paso a una gran corteza de piedra, seguido de una masa de agua dulce, está tenía varios canales, similares a los de Venecia, criaturas de varias formas andaban por los puentes, varias encapuchadas, otros de tres metros, incluso por debajo del puente se desplazaban seres arácnidos con cientos de patas, enormes cristales adornaban las calles, estos evocaban luz propia iluminando la villa, era un paisaje fantástico y siniestro. Marloc se sintió embriagado por un aire aventurero.
—Fue tan rápido — pronto se dio cuenta del problema y de que tenía el tiempo encima — ¡Necesito llegar a tierra! ¡No tengo tiempo!
—¿De que hablas? El río de lava es la manera más rápida de llegar, a cualquier otro le tomara horas llegar — le contaba con calma el gato.
—Puede ser, pero debo encontrar a unos niños, ellos están siendo obligados a participar en una contienda por el trono — le contaba impulsivamente, sin notar que Minrietta escuchaba.
—¡Baja la voz! — le pedía el felino antes de que fuera tarde.
—¿Qué no confiabas en ella? — cuestionaba las palabras del peludo.
—Si, pero el tema del emperador es diferente — le dejaba en claro.
—¡¿Ustedes saben que los herederos están aquí?! — la monstruo parecía contenta de oír la noticia, pero su alegría se desvaneció en un instante — ¡Y ustedes los quieren atrapar!
Tomo una lanza y con ella apunto a Marloc, este agarro el mango de su arma, pero por algún motivo no la desenvaino.
—¡Espera! ¡Espera! ¡Espera Minrietta! ¡Recuerda que dijiste que yo tenía cierto parecido con tu padre! No quieres hacernos daño — intentaba el felino calmar la situación antes de que no pudiera dar marcha atrás.
—Si, siempre con ese aire de que el mundo les debe algo, esa soberbia — bajo el arma por un instante, pero volvió a levantarse — pero no puedo dejarlos ir, yo al igual que algunos en este sitio desean lo mismo, la seguridad de los herederos. Nadie está por encima de ellos. Lo siento — estaba apunto de atacar a Quiket.
Marloc entonces tiro su arma a los pies del monstruo de piedra, esto confundió tanto al felino como a la atacante.
—Yo también quiero protegerlos, pero temo que estén involucrando a esos niños en algo que no desean — explicaba el desarmado hombre con ambos brazos al aire.
—¡Ellos no pueden tener una vida como cualquier otro! ¡No ves que están marcados para este emperador! ¡La única manera de que puedan vivir es que suban al poder! — esto hizo pensar a Marloc, podía notar que tenía razón en casi todo.
—Déjame ir a verlos, yo los rescaté y me encariñe con ellos. Permíteme verlos, si realmente no existe otra forma tengo que asegurarme que ellos no se lleven una mala impresión de mi antes de partir — sus palabras parecían pesarle a Minrietta, parecía entender esos sentimientos.
—Si juras no hacerles dañó te llevaré con su guardián — dijo la capitana del navío, Marloc lo juro inclinándose para mostrar su convicción.
Minrietta amarró su navío en la orilla, Marloc y Quiket vieron como se acercaban dos entidades flotantes, parecían estar compuestos por sábanas negras muy harapientas, pero su gran boca revelaba tener un gran número de dientes, sus largos brazos esqueléticos parecían de un muerto, el felino se oculto detrás del humano, temiendo de los dos seres, Marloc les hizo frente con su mano en su arma.
—¡Lárguense pordioseros! — vociferaba la mujer que fue en auxilio, los espectros huyeron — tengan cuidado con los Dungan, pocas cosas pueden dañarlos.
—Si es así ¿Por qué huyeron? — cuestionaba Quiket aún con los pelos erizados.
—El amuleto de mi padre — mostró un pedazo de roca con un grabado extraño en él — siempre los espanta.
—Bien, eso lo resuelve, tú serías mi guardián — restregaba su cabeza sobre la pierna de la monstruo.
—Seria un honor para mí Lord Quiket — decía Minrietta con pena.
El grupo se adentro al mercado, donde los vendedores les ponían los ojos encima, parecían muy interesados en el gato, este viajaba en medio de Marloc y Minrietta, el hombre estaba cubierto por una capucha que le dio la mujer, al igual que una máscara de un demonio azul, monstruos alados caminaban junto a ellos, algunos de ellos carecían de ojos y su piel era grisácea, otros tenían plumas, pero mandíbulas largas, semejantes a la de los cocodrilos, un nuevo ojo rojizo apareció a un lado de su rostro, pero Marloc no hizo ningún revuelo solo ello.
—¿Le interesa comprar dientes de Rauino? — le abordaba a Marloc un monstruo insectoide, sus ojos miraban por todos lados, parecían incapaces de quedarse quietos.
—No, no por ahora — respondió siguiendo su camino.
—¡Oiga! ¡Oiga! ¡Compré mis nectaria! — aparecía otro con aspecto reptiliano, de grandes ojos, parecían hinchados, mostraba pequeños frutos dorados.
—¡No! ¡No la queremos! — se entrometió Minrietta, tomando del brazo a Marloc.
La mujer de roca los llevo dentro de un establecimiento repleto de carnes, Marloc no deseaba averiguar de que clase, allí estaba un monstruo de una gran cantidad de ojos, estaba compuesto por grandes extremidades redondas y largas, estás envolvían su cuerpo, ocultándolo.
—El morador del desierto chilla — resonó una extraña voz del monstruo.
—Y la manada se reúne — contesto Minrietta para sorpresa de sus compañeros.
El monstruo se quitó de donde estaba revelando un pasaje subterráneo, el grupo se adentro en este camino empedrado y húmedo, sin dudas el camión rosaba muy de cerca con los canales de agua dulce, este túnel también tenía pequeños fragmentos de cristal, permitiéndoles ver, más adelante encontraron a otro monstruo a unos metros de distancia, era un Minotauro, pero de su boca brotaba otra cabeza, su quijada se rompió y sobre está nueva cabeza una flama se posaban.
—El ave es libertad — mascullo el centauro tomando un gran martillo en sus manos, era claro que sí no respondía correctamente serían aplastados por el arma enemiga.
El hombre y el gato no pudieron evitar sentirse nerviosos, al notarlo el minotauro, su martillo encendió fuego, ellos miraron a Minrietta quien parecía disfrutar del impacto que les causaba a sus compañeros.
—Y la corona es una prisión lujosa — respondió la monstruo, el martillo detuvo la ignición.
—Pasen — se hizo a un lado, despejando el pasillo, donde en el fondo una puerta con varios detalles y relieves, tenía uno bastante grande, era una cara, está parecía gritar.
—No tiene picaporte — exclamó Marloc al llegar frente la inusual entrada.
—Es una puerta que solo se abrirá si las invitados acceden a la orden que le impusieron dar a este objeto — contaba la monstruo — debemos poner nuestros brazos en la boca de esa gran cara.
—¿Cuál es la orden? — cedió el felino a la curiosidad.
—Es morir si dañamos al tesoro detrás de esta puerta — eso dejaba muy en claro la seguridad del lugar.
—Pero que siniestro — añadió Quiket.
Los tres colocaron sus brazos, recibiendo el grabado de la orden impuesta, en un tono naranja brillaba sobre sus pieles, los cerrojos de la puerta se abrieron.
—¡¿Quién eres tú realmente Minrietta?! — le sujeto del brazo, impidiendo que se escapara — sabes mucho sobre su seguridad, nadie que fuera un simple peón sabría tanto.
—¿Te importa tanto que dejaras ir tu oportunidad de verlos? — le cuestionó señalando el interior.
Un cuarto lujoso con varias comodidades se mostró delante de ellos, incluso tenía un pequeño riachuelo, varias telas cubrían diferentes secciones del amplio lugar, una cama repleta de almohadas, seguido por una mesa con muchos manjares, con jarrones de bebidas, pero antes de poder ver más allá salieron de entre las telas azules los dos hermanos, estos miraron asombrados a los tres extraños, Marloc se alegraba de volver a verlos, aún cuando no era reconocible por su máscara, entonces apareció Lerios, vistiendo un esqueleto de un ser extraño de seis brazos y lo que parecía ser picos en la espalda, su cráneo contaba con tres cuencas donde solo el slime asomaba sus dos ojos.
—¿Minrietta? Traes compañía, que inusual — exclamó molesto, acercándose al grupo y se dirigió a Marloc — deberé pedirte que te retires tu máscara.
Sin oponerse se retiró la máscara azul, mostrándose a Rapan, Gilp y a Lerios, estos tres se sorprendieron ante su inesperada visita.
—¡Tu! ¿Sigues vivo? — aún siendo capaz de verlo dudaba de su presencia.
—¿Señor Bell? — los niños dijeron sorprendidos a unísono.
—No gracias a ti — saco su espada para atacar al monstruo que lo traicionó.
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