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Capítulo 4

La oficina del Director le impresiono dejándola maravillada con tantas cosas brillantes; cuadros, telescopios, libros, tapices, cortinas aterciopeladas... tan embelesada se encontró que no se dio cuenta que el director la observaba desde un hermoso sillón ubicado tras un escritorio lujosísimo, hasta que un graznido la hizo voltear para encontrarse con un ave extraña, hermosa, pero que nunca había visto o al menos recordara haber visto en el pasado, subió los pocos escalones hacia el escritorio del profesor Dumbledore sin quitarle la vista a la bonita ave.

—Al parecer mi fénix te ha sorprendido— Dijo Albus mientras la chiquilla no podía quitar vista del ave que también la miraba con curiosidad – ¿pero que te ha pasado Mina?— el tono de voz que uso la hizo salir de su distracción y volteo a ver al anciano que a su vez le miraba sorprendido, miro incrédula su uniforme...sucio, roto de las mangas... un dolor punzante en el estomago y la sangre reseca de su nariz y labios la devolvió a la realidad.

—¿esto?— señalo su uniforme roto, y en un segundo paso por su mente el recuerdo de sus compañeros de clase –lo siento profesor, soy una torpe y caí de un árbol –mintió esperando con ello evitar más problemas con Flint y su pandilla, pero algo en la mirada del profesor le hizo darse cuenta que él ya sabia algo.

— ¿Ya fuiste a la enfermería?— pregunto mientras hacia una notita y un gorrion entraba por la ventana tomando la notita con su pico y saliendo de inmediato

—Herrr... no es necesario Director, estoy bien— contestó titubeante, instantáneamente un dolor en el estomago le hizo pensar que tal vez "bien" no era la palabra correcta, en ese momento entro al despacho el profesor Snape con un gesto de alarma que también sorprendió al Director

— ¿Que pasa Albus?— pregunto mas camino hacia Mina que levantó en vilo y comenzó a revisarle los moretones que comenzaban a marcarle el rostro – ¿estas bien?— cuestiono en un desconocido tono alarmado mientras la revisaba de los brazos y de no ser por que el Director lo detiene le hubiera revisado debajo de la ropa el estomago apaleado.

— ¡Tranquilo Severus!— le llamo la atención alzando la voz haciendo que el profesor Snape se detuviera –según entiendo – dijo mirándola fijamente –el Sr. Flint y sus amigos son los responsables de su actual estado.

—Tal vez— susurró Snape con gesto molesto que la niña no entendió, ¿Por qué le enojaba que Albus adivinara lo que le sucedió? —Lo castigue por agredirla en clase— contesto tomando asiento en la silla a un lado de la niña.

— ¿Y de cuando a la fecha castigas alumnos por agredirse entre ellos?— pregunto Albus con una sonrisita traviesa.

—Pues...pues...— sin entender el por que, Snape dudaba al contestar, así que subió su escudo protector –pues a partir de este curso por supuesto, estoy harto que terminen lanzándose pociones e ingredientes por todo el salón—

—Perdonen profesores...— interrumpió Mina – ¿me mando llamar por algo Director?— Snape la miró furioso de reojo, sin embargo era más la curiosidad de la chiquilla.

–Anoche tuve una extensa conversación con el sombrero seleccionador, y pues, mis deducciones fueron correctas, por derecho de sangre perteneces a Slytherin— su rostro se ensombreció – Sobre tus recuerdos, no hubo mucho que encontrar ya que quien te dejo con nosotros se cuido bastante dejando un hechizo desmemorizador muy avanzado, creado por una magia que no conocemos a fondo, nos costará tiempo encontrar una manera de hacerte recordar—

—Podríamos intentar utilizar el pensadero para que vea lo poco que recuerda— intervino Snape, aparentemente el reto de sacar unos recuerdos alterados y ocultos por una magia desconocida lo inspiraba un poco a salir de su rutina.

—Profesor— los interrumpió curiosa – ¿que es un pensadero? ¿Se pueden sacar de mi cerebro los recuerdos? – sabía que haría su quinto papel de tonta en el día pero detestaba quedarse en ascuas.

—Mediante un hechizo— comenzó a explicarle Albus – usando tu varita sacamos los pensamientos y los vertemos en este recipiente – con un gentil movimiento de su mano abre mágicamente un gabinete que tiene espejos y en el centro un pedestal con un plato hondo cubierto de grabados que luce muy antiguo – en el podrás ver tus pensamientos desde fuera de tu cuerpo y podrás analizarlos y hacer tus conclusiones—

—ha...— musitó disimulando su sorpresa –y como voy a sacar mis pensamientos si no...tengo varita— los dos profesores se miraron sorprendidos.

— ¿No le compraron varita?— el profesor Snape estaba entre sorprendido y furioso.

—Pues... no— farfulló Albus – estaba en la enfermería ¿como la llevábamos a Ollivander's? Además tampoco lo notaste durante tu clase— El anciano se defendía como un niño provocando una sonrisa en la chiquilla.

Snape bufo y se puso de pie –¡tal parece que para que las cosas se hagan bien, debo hacerlas yo!— A este nivel Mina no pudo contener una risita, el pobre director tenia una cara de niño regañado y el profesor Snape estaba tan enojado que una venita comenzaba a saltarse en su frente –¡no cuenten con la niña el día de hoy, vamos a ir a Gringotts porque supongo que no han abierto su cuenta de fideicomiso ¿o me equivoco?— miro molesto al director, ahora era un poco de pena lo que ella sintió por el anciano, sobre todo por como lo estaba regañando su jefe de casa.

—Pues... no Severus, no hemos podido ir... además— el director se puso de pie – ¡tu también lo olvidaste! ¡Ni siquiera notaste en tu clase que la niña no tenia varita!— repitió su débil defensa ya utilizada e ignorada por su interlocutor.

Snape aspiro hondo, cerro los ojos y comenzó a masajear la vena que saltaba en su frente, indudablemente tenia un dolor de cabeza de campeonato – pues, supongo señor Director – su voz era acido puro –que entonces la Srita. Wilhemina y yo nos tomaremos a partir de esta tarde hasta el próximo lunes para arreglar sus asuntos legales en Londres, hacer compras que la señorita necesita y... voy a tomarme un descanso en pago al trabajo extra que realizare— sonrió burlón, aparentemente esperaba una oportunidad de escapar del colegio.

— ¡Una semana!— de no traer anteojos parecería que los ojos del director se hubieran salido de sus cuencas – ¡pero tienes clases que dar!—

—por ser error tuyo, imparte mis clases— sugirió frío –Mina no puede comenzar sus clases si no tiene registro en el ministerio, no puede estar en el colegio si no tiene varita, además tiene únicamente uniformes y supongo que también debe ir a San Mungo para una revisión, quizá podamos encontrar algo para minimizar su problema ocular—

— ¡Pero mi vista esta perfecta!— reclamo la aludida hasta que recordó sus pupilas viperinas – ha... por "eso" – murmuro y Snape le puso su mano en el hombro obligándola a sentarse de nuevo.

—entonces... Albus— con un gesto el profesor le señalo al director un montoncito de pergaminos –necesito tu autorización por escrito de tomarme... siete días y que por cuestiones administrativas permites que lleve a la Srita. a Londres – Albus ya no tuvo mas que tomar una pluma y un pergamino , en uno garabateo un par de palabras, en otro, dudo un poco y con un gesto llamo a Severus, no hablaron pero era obvio que no sabían que escribir en el documento.

— Por lo que te dijo el sombrero – susurró el profesor Snape

—Seria lo más apropiado— contesto Albus

— ¿no seria complicar mas las cosas? –la voz del profesor de pociones era apenas audible; la chiquilla incomoda se revolvió en su silla descubriendo que detestaba ser ignorada.

—Creo que deberías consultarlo en el ministerio, aprovechando tus vacaciones –respondió Albus con sarcasmo.

— ¿Vacaciones?— el pelinegro levanto la ceja y lo miro escéptico – ¿con todo esto les llamas vacaciones?—

— ¡Lo que sea!— Albus ya se impacientaba.

—Ejem— carraspeo Mina tratando de llamar su atención pero siguieron ignorándola.

— ¿Estás seguro que son todos los tramites?— pregunto Snape a Albus que ya firmaba el pergamino y sacaba cera para sellarlo.

—Si, seguro... creo... de cualquier forma –titubeaba – por cualquier asunto me envías una lechuza o usas la red flu—

—Depende de que asunto sea— un brillo en los ojos de Albus provocaron escalofríos en Snape, lo conocía perfectamente y "algo" se le ocurrió al anciano, algo que tal vez no le agradaría.

—Así es— Sonriente Albus volvió a su sillón – ¡quiero verte antes de que partan hacia Londres!— ordenó el director.

—Perfecto— por fin el profesor tomo los documentos y los enrollo, Mina se puso de pie sin esperar una indicación más.

— ¿Entonces que hago profesores?— claramente confundida los miro alternativamente.

—No es necesario que prepares equipaje, Severus llevará lo necesario para los tramites y cuando vuelvas seguimos con este tema— sonriente saco un platón lleno de los bichos que sabían tan bien y la niña tomó algunos.

—Nos vemos el próximo lunes Albus— burlón el joven profesor ondeo los rollos de pergamino mientras salía – ¡vamos Wilhemina!— ordeno.

—Hasta luego Director— Mina salió corriendo siguiendo el ruido de la larga túnica hasta que llegaron al salón de pociones.

La clase que esperaba al profesor se sobresalto y un silencio sepulcral invadió el aula cuando entraron, el profesor delante de ella, con su túnica ondeando y ella corriendo tras él.

—Se suspende esta clase, retírense –ordeno y en un tris el lugar estuvo solo –Wilhemina por favor ve a dejar tus cosas a tu habitación, cámbiate pues estas hecha un desastre y te veo aquí en cinco minutos— sobra decir que la niña salió corriendo.

Al entrar a su habitación no sabia que pensar, por un lado seguía sin saber nada de ella, por otro está por realizar un viaje a un lugar llamado ¿Londres? No entendía que demonios tramaban el director y el profesor, pero si es para ir a comprar su varita cualquier cosa pierde importancia además ¿Qué podía hacer ella? No tenía a quien mas acudir o a quien pedirle que hiciera todo eso que los adultos en la dirección habían decidido en su lugar.

Al entrar al salón de pociones se encuentra con su profesor totalmente transformado, no pudo evitar un gesto de sorpresa al verlo vestido sin esa túnica que lo hacia lucir como un murciélago gigante, vestía un elegante traje negro que la dejó boquiabierta.

—cuando dejes de hacer caras tontas nos vamos – la miraba fijamente y quizá algo incomodo, así que ella solo asintió –bien, sígueme –ordenó y obediente caminó tras él hacia una puerta que estaba en el muro izquierdo de la pizarra, entraron a una oficina con la chimenea apagada –vamos a usar la red flu, me imagino que no la has usado o no recuerdas como hacerlo, vas a entrar conmigo y te vas a sujetar bien, no hables ni pienses en nada porque no quiero que terminemos en una chimenea equivocada –advirtió, la niña solo asintió, entro en la chimenea e inmediatamente entro Snape tomando un puñado de un polvo que estaba en un pequeño plato sobre la chimenea – Ministerio de Magia – dijo el profesor mientras arrojaba el puño de ceniza a los rescoldos en la chimenea y con su otro brazo la apretaba fuerte hacia él, todo comenzó a girar y con la mano que soltó las cenizas tapo sus ojos y de golpe dejaron de girar.

— ¿ya llegamos? – pregunto Mina con voz trémula, su estomago y su cerebro seguían girando.

—ya— contesto y Wilhemina abrió los ojos descubriendo que ya no estaban en la oficina aledaña al aula de pociones sino en un enorme recinto con cientos de chimeneas por donde entraban y salían muchas personas –tienes polvo en la nariz – el profesor se inclino y con un pañuelo limpio los restos de polvo de su rostro y sacó de un bolsillo de su pantalón unos lentes oscuros –póntelos –susurro cubriéndola — muchos aquí temen al recuerdo de unos ojos como los tuyos, así que ocultémoslos—

— ¡Severus!— un hombre lo saludo desde lejos, Snape se irguió y lo saludo con un ligero movimiento de cabeza – ¡vaya donde vengo a encontrarte! – el recién llegado era alto y calvo, un hombre grande que vestía una rara túnica de colores

—Que hay Kingsley – respondió –te presento a una nueva alumna...Wilhemina – la niña muy educada extendió su mano que el estrafalario auror apretó afectuosamente.

—hola pequeña, ¿que les trae al ministerio profesor Snape?— pregunto mientras caminaban hacia una enorme fuente, Severus dio una palmadita en la espalda a la niña para que se adelantara, así que corrió hasta la fuente para admirarla, sumergió distraída sus manos en el agua fresca, de reojo vio que Snape platicaba algo con su amigo y algo dijo que el hombretón volteo a verla sorprendido y luego recibió uno de los folios que había firmado Albus, lo leyó y volvió a mirarla con gesto preocupado, siguieron hablando por un buen rato, Mina se distrajo entonces contando las monedas en el fondo cuando el profesor llego con ella.

—Vámonos— ordeno tomándola con suavidad del brazo.

— ¿Que paso?— le cuestiono un tanto confundida mientras la guiaba hacia unas cajas de donde salía gente.

—Vámonos— repitió y la metió en una de las cajas –por ahora no podemos hacer nada, Kingsley va a ayudarnos y volveremos en dos días, así que aprovecharemos para visitar Diagon y Londres—

Mina se encogió de hombros, si su profesor estaba tranquilo ¿para que preocuparse entonces? Era obvio que siempre sería una persona distante y que no debería esperar muchas explicaciones de su parte, entraron a la caja donde quedaron un poco apretados y ella no dejaba de sorprenderse ante cada cosa que escuchaba o veía.

Al salir, la mano de Snape buscó la suya y con un suave apretón protector la guío por una calle solitaria, comenzaron a caminar hasta desembocar en una calle abarrotada por donde pasaban objetos que ella desconocía totalmente, un poco asustada se detuvo mirando fijamente a su profesor, le daba miedo ver a tanta gente, el ruido que hacían esos objetos que pasaban a gran velocidad frente a ella; Snape se detuvo y la miro sin decir nada, algo en él la tranquilizo, tal vez la fría mirada ya no era tan fría o quizá menos aterradora que esos objetos que rugían avanzando veloces o la multitud que les rodeaba, así que siguió con el camino que le indicaba el profesor.

—esos son automóviles, vamos a buscar hospedaje para estos días— contestó Snape a las preguntas no formuladas y levanto el brazo haciendo que uno de los autos se detuviera – al Chelsea Bridge – le ordeno al conductor, Mina procuraba no hacer caras de asombro pero ese mundo era totalmente distinto al que recién había conocido, después de atravesar media ciudad, al llegar a su destino y despachar al taxista la tomo del brazo y entraron al lugar, todo decorado de manera muy elegante –espera aquí— le ordeno mientras la dejaba sentada en una salita donde había revistas, tomo una y comenzó a hojearla, un toquecito en la espalda la hizo voltear y le mostró una tarjeta –todo arreglado hija, vamos— ¿hija? Confundida por el adjetivo se alzó de hombros y dándole la mano lo siguió obediente.

— ¿su equipaje caballero? – le pregunto un hombre con un traje que a la niña le pareció gracioso y le provocó una sonrisa radiante.

—Llegará mas tarde— contesto Snape – por ahora mi hija necesita descansar— el hombre que pregunto por el equipaje le sonrió con ternura.

—Como ordene— el hombre le indicó el camino y entraron a uno de los elevadores, Mina seguía sin hablar y solo observaba sorprendida lo que le rodeaba –si me permite señor— Snape miró fijamente al empleado asintiendo –le felicito por su hija, es tan bonita y tan tranquila, muchos jóvenes de la edad de la señorita ya vienen haciendo bulla recién entran a las instalaciones buscando la alberca o la sala de juegos—

—Gracias— respondió Snape y Mina lo miró curiosa, entonces se hacia pasar por su padre ¿Por qué lo haría? Durante el viaje en el ascensor decidió dejar que su profesor decidiera todo, si él decía que era su padre, entonces así debería de ser. Llegaron a la planta marcada con el numero 23 y después de atravesar un pasillo el hombre les cedió el paso hacia una habitación enorme, con un ventanal con vista al rio y la niña no pudo evitar un gesto de sorpresa corriendo hacia la ventana.

—Mina— la llamo Severus

— ¿si...papá?— se acercó obediente

—esta es su habitación señorita— indico el empleado señalándole una habitación anexa donde la chica entró de inmediato, era totalmente distinta a su dormitorio donde había pasado la noche anterior, tenia ventanales enormes por donde entraba el sol, flores en muchos jarrones, una chimenea y una cama enorme, escuchó como la puerta se cerraba mientras saltaba en la cama en una explosión de inmensa alegría como no había tenido en mucho tiempo.

—procura no romperte una pierna— la voz del profesor la detuvo en sus saltos, lo vio recargado en la puerta del dormitorio, salto de su cama y corrió a abrazarlo.

— ¡Gracias!— no sabia que mas decir, estaba feliz, estaba en un lugar que en su vida había imaginado, en una habitación hermosa, con alguien que la cuidaba y la hacia sentirse segura.

—Tranquilízate o puedes enfermarte— fue su única respuesta y le dio una palmadita en la cabeza –no olvides, aquí soy tu padre y de cometer un error no solo nos sacan del lugar, puedo terminar en la cárcel – indico un tanto preocupado por las continuas distracciones de la niña.

—No se preocupe profe...— guardo silencio de golpe – ¡no te preocupes papá!— sonrío y nuevamente comenzó a saltar en la cama.

—Tenemos muchos trámites que hacer— le informó lacónicamente –así que descansa que salimos en un rato más— y dando media vuelta la dejó rebotando en la enorme cama.

Casi a media tarde salieron y saludó animosa al empleado que le sonrió horas antes, tomo de la mano a "papá"; en la entrada del hotel había varios autos de alquiler detenidos, durante el descenso en el elevador aprendió algunas cosas, y era obvio que ella quería aprender mas, al abordar el taxi mientras Snape ordenaba que les llevaran a St. Christopher's Place Mina no paraba de parlotear, el auto arranco y se interno en el trafico de la tarde.

Llegaron a una calle llena de comercios, la niña nota que aquí la gente viste ropa muy diferente, no hay túnicas o escobas o gorros, las mujeres visten desde pantalones a vestidos de colores, hay chicos y chicas vestidos totalmente de negro, niñas de su edad vistiendo prendas multicolores.

— ¿Vamos a comer algo?— Era evidente el malestar de Snape al encontrarse rodeado de esa gente que a la niña le ha parecido fascinante, cuando le formula la pregunta señalando unas mesas en una terraza Mina asiente distraída ¿Por qué a Snape no le gusta esta gente?

Después de que Severus ordena la comida, le llama la atención que la parlanchina de la chiquilla esté ahora tan callada ¿será que como con sus alumnos, ella se sienta molesta con su presencia? Como siempre se guarda esas preguntas, más la niña parece adivinar lo que piensa porque lo mira fijamente detrás de la oscura mica de los lentes.

— ¿No te gusta estar aquí papá?— niña inteligente piensa Snape, no ha olvidado sus ordenes — ¿papá?—

—No— fue toda su respuesta y se distrae mirando fascinado una gota de agua que escurre de su vaso.

— ¿Por qué?— insiste, Snape se arrepiente de su pensamiento inicial, podría ser inteligente pero también una mocosa entrometida.

—No somos iguales— contestó de nuevo y Mina los observa volviendo de nuevo su mirada fija en él.

— ¿Por qué?— un pequeño malestar comienza a nacer en el estomago de Snape, había que explicarle a la chiquilla todo lo de su fobia a los muggles.

—Ellos son muggles— para Snape estaban contestadas todas las dudas que podía tener Mina.

— ¿Qué es muggles?— ¿es en serio? Snape bufo molesto, el mesero en ese momento les llevó sus órdenes de hamburguesas con papas y decidió guardar silencio mientras preparaba las papas de la niña con cátsup y mostaza.

—muggle, es una persona sin magia— respondió mientras Mina mordía una papa y hacia un gesto de disgusto.

—¡no me gustan!— murmuró la niña tomando una papa limpia del plato de Snape, si alguno de sus alumnos se hubiera atrevido a tan solo rezongarle un "no me gustan" ya estaría convertido en salamandra muy a pesar de los reclamos de Minerva y sus alegatos sobre el reglamento escolar.

—Toma— le cambio sus papas sin condimentos y distraído empezó a consumir las de la niña –en la escuela no debes hacer esto ¿entendido?—

— ¿Qué?— lo miro un poco confundida, miró su plato y sonrío — ¡ha si! Decirte papá y cambiar mi comida por la tuya— sonrió –no soy tan tonta, allá eres un profesor malo y terrible— rió bajito –debes seguir siendo malo y terrible— concluyó.

— ¿Y por que la risa?— molesto la miró con el peor de sus gestos, Mina lo miró y tomó otra papa de su plato ofreciéndosela.

—Porque no eres tan malo— Snape mordió la papa que la niña le ofrecía sin quitar el gesto de enojo – aquí eres mi papá, así que no eres tan malo—

Snape se quedó sin habla, veintiséis años luchando consigo mismo para ser el más terrible y odioso de todos los profesores de Howgarts y el más malo de todos los mortífagos para que "ella" viniera y con una tierna sonrisa borrara de golpe todas sus malas intenciones.

—No me dijiste por que odias a los muggles— volvió a hablar la niña que ya mordisqueaba la hamburguesa sin dejar de verlo.

—Porque son diferentes— respondió atacando su propia comida.

—yo también soy diferente— musitó ella lógicamente dolida por su respuesta — ¿me odias?— detrás de las gafas Snape adivino los pálidos ojos mirándolo con tristeza.

—no se puede odiar a lo que no se quiere— gruño dando un trago a su bebida, Mina se quedó estática, puso la hamburguesa en el plato y con dificultad pasó el bocado.

— ¿Tampoco me quieres?— suspiro agachándose.

—Mina no lo veas así, es decir— Snape se sintió abrumado –es decir...— ¡que demonios le dices a una niña de once años totalmente sola en el mundo que se ampara a tu sombra desde que te conoce! Lo menos es decirle fríamente esa estupidez.

—Déjalo— susurró desviando la mirada con las manos sobre las piernas.

—Wilhemina, entiende que eres una personita desconocida para mi, no quiero que pienses falsamente que voy a ser tu mejor amigo o quizá tu protector incondicional, no debes confiar así en quienes apenas conoces— gruño Snape molesto de darle explicaciones, sin embargo muy dentro de él y aunque le costara aceptarlo, le debía muchísimas explicaciones mas profundas.

Mina ya no contestó, su mirada estaba perdida en el vacío y de nuevo se sentía tan sola y desamparada como la mañana en que despertó en la enfermería.

—Termina tu comida— le ordenó Snape sin saber que más decirle, Mina negó con suavidad sin decirle palabra alguna –no me obligues a hacerte comer— siseo tan bajo que apenas la niña le escuchó, pero tan solo le respondió encogiendo los hombros.

Snape suspiro furioso, el papel de niñero no le quedaba y sinceramente le costaba mucho trabajo controlar su mal carácter, y aun con todo eso la había hecho sentir mal rompiendo ese pequeño lazo de confianza que comenzaba a trenzar la niña. Sin pensárselo más, sacó su varita discretamente y bajo la mesa señalo a la chiquilla.

— Vas a terminar tu comida— le ordeno a Mina que ahora estaba relajada con la mirada perdida, la niña obedeció de inmediato cenando tranquila y sin decir palabra alguna.

Si Albus había utilizado legeremancia en ella, ¿por que no utilizar un imperius para evitar que se debilitara por no comer?

Salieron en silencio del restaurante, Severus tuvo literalmente que obligar a la niña a darle la mano e incómodamente callados caminaron por el centro comercial; a Mina no le interesaban los aparadores ni que las chicas la vieran burlonas por portar su uniforme escolar.

—Necesitas ropa extra— se atrevió a farfullar Snape parado frente a una tienda de ropa para jovencitas, Mina se encogió de hombros — ¡maldición niña, responde ya!—

—Puedes obligarme a hacerlo como en la comida— respondió ella sin mirarlo –total, solo te molesta mi presencia—

—nunca dije eso Wilhemina— se defendió un tanto incomodo –solo fui sincero— la guío hasta unas bancas libres y la miró fijamente – ¿tu puedes querer a quien no conoces?— la niña se guardo un poco de contestarle, levanto el rostro y lo miro fijamente.

—por ahora no has hecho nada como para no quererte— suspiro.

— ¿Entonces tu sin conocer a la gente la quieres?— Mina asintió –eso puede causarte mucho dolor—

—Tal vez— suspiro ella –pero es de las pocas cosas o sentimientos que recuerdo –intentó sonreír –se que debo ser una buena niña, que debo respetar a mis mayores y debo querer a quienes me quieran, y si no me han hecho mal alguno entonces...—

—Son unos valores muy extraños— respondió en voz baja Snape –debió enseñártelo tu madre—

—no lo se, tal vez lo hizo papá... mi verdadero papá— respondió Mina.

—Créeme, tu padre no lo haría— gruño y de inmediato continuo hablando al ver que Mina estaba por preguntarle algo – date la oportunidad de conocerme para que sepas si debes quererme o no... y déjame conocerte para saber si debo odiarte o no ¿te parece bien?—

—Eres raro— fue toda la respuesta de la niña que sonrío tranquila –pero si así quieres que sea— se encogió de hombros –así va a ser... papá—

Severus suspiro aliviado, al menos ese día había cumplido con su meta.

—Vamos entonces por tu ropa— respondió poniéndose de pie y dándole la mano –no quiero que vivas eternamente enfundada en ese uniforme— ¿Por qué dijo eso? Ni él mismo lo entendió pero el ver a las pequeñas ratitas muggles cuchicheando burlonas al paso de Mina le enfurecía bastante, ella merecía verse bien y lucir como una chiquilla normal aunque por ahora no lo era; como él cuando tenía su edad.


Que os parece Severus le tiene algo de afecto a la pequeña Mina 


Se despide la Severusiana española , un beso a todas mis Severusianas 



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