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Capítulo 34 : Charlas con Snape y Firenze Maratón 1 / 5

—Quiero darte las gracias— era su segundo día de monitor en la clase de pociones con los grupos de primer grado; a regañadientes Albus había aceptado tras revisar los exámenes de Ginna y Annie que Wilhemina estaba preparada para trabajar con grupos de niños pequeños.

—¿de que? Preferible tenerte vigilada en el salón que imaginar donde podrías estar deambulando— contestó Snape señalándole una silla –por cierto, revisa estas tareas— le extendió el brazo con varios pergaminos.

Se trataban de las tareas de segundo grado, la mayoría eran trabajos mediocres hechos de mala gana, con excepción de un trabajo en especial, detallado al máximo, con letra redondita y clara además que era un escrito limpio y sin manchas de tinta.

—¿Granger?— revisó el nombre —¿de qué familia viene?—

—Se trata de una sabelotodo insoportable, creo que es hija de muggles—

—Para ser un trabajo de una sangre sucia me sorprende—

—Además es la mejor amiga de Potter— resoplo Snape sin dejar de leer los pergaminos de grados mayores.

—¿Amiga de Harry? ¡vaya!— rebuscó entre los pergaminos –pero... es un trabajo pésimo— opino tras revisarlo –resulta que la sangre sucia es mejor en pociones que el niño que mató a mi papá—

—Solo es suerte por parte del chiquillo—

—Y extrema confianza por parte de papá— concluyó la chica, Snape guardo silencio pero estaba totalmente de acuerdo.

—Recibí carta de Fleur— quería tener su confianza, desde la ocasión que leyó su correspondencia había decidido avisarle –te envía saludos—

—Gracias— respondió sin mirarla.

—Dice que Anushka está hospitalizada—

—¿Te preocupa? Por lo que llegue a leer esa chica y tu no son grandes amigas—

—No, pero me resulta curioso el por que está hospitalizada; dicen que intentó suicidarse—

—¿Suicidarse o llamar la atención?— la miró de lado sin dejar de trabajar.

—Creo que llamar la atención – dejó los pergaminos para verlo de frente y darse cuenta de su reacción –dice que está enamorada de un profesor—

—Suele suceder—

—¿Mucho?—

—Algunas veces, por ahora Lockhart es el causante de muchas bajas calificaciones—

—¿Pero él ha aceptado a alguna de las alumnas?—

—Imposible, está prohibido—

—Hummm— murmuró algo molesta.

—¿Qué sucede?—

—¿Te ha pasado eso?—

—No que yo sepa— respondió dejando de lado los pergaminos para mirarla –regularmente no dejo de ser el causante de sus pesadillas— Mina rio en voz baja —¿dije algo gracioso?—

—No— aguantó tratando de borrar la sonrisa de sus labios –pero me parece increíble que no te pasara—

—Pues no es increíble, simplemente sucede— resoplo volviendo a su trabajo.

—Y...¿si alguna vez llegara a pasarte?—

—¿Tener a una chiquilla pendiente de mí? ¡olvídalo!— farfulló molesto –es tan ridículo que no he pensado en ello siquiera—

—¿Ni una posibilidad pequeñita?—

—Wilhemina, eso es perder el tiempo y energías en cosas inútiles y sin sentido— le contestó muy serio, con la mirada fija, helada y vacía – mucho menos arriesgar mi vida y libertad por una chiquilla estúpida, caprichosa y absurda.. como por ejemplo tu amiga Lammar—

—Oh— fue todo lo que dijo, los castillos que construyó en las nubes se disolvieron de inmediato; retomó en silencio su trabajo.

—¿Y que sucedió con tu amiga Lammar?— le preguntó una hora después, a punto de terminar la revisión de tareas.

—Fue a un hospital muggle y se robó muestras de sangre contaminada, creyó que la hepatitis o el vih le provocarían una muerte dramática—

—¿Y?—

—Se puso mal del estomago, al parecer se deshidrató y solo quedó en eso— termino de revisar y le devolvió los pergaminos –terminé, regreso a mi habitación—

—¿No cenas con tus amigas?— ya tres días después de haber comenzado las clases niveladoras, el trío de chiquillas de nuevo eran grandes amigas.

—No— suspiro –no tengo ganas, tal vez le pida algo a Jum— y salió sin decirle nada más.

Severus no comprendió nada del porque la muchachita se quedara seria y confundida, se encogió de hombros y comenzó a guardar sus pergaminos y libros, cenaría algo y se iria a dormir temprano.

Lo que quedaba de la semana no salió de su dormitorio si no era indispensable, y cuando lo hacía era como una sombra arrastrándose por los rincones oscuros, cabizbaja, suspirando y odiando cualquier risa que escuchara; la tarde del viernes noto una actividad extra en todo el colegio, muchos profesores corrían, incluso Severus casi chocó con ella cuando Minerva lo mando llamar con uno de los prefectos, aprovecho la confusión y salió a caminar como tantas veces lo hizo cuando pequeña, su cumpleaños número quince se aproximaba y no quería llegar a el... para que?

En eso pensaba cuando llego al lago, su agua negra reflejaba la luz de las estrellas y el crepúsculo pintaba un hermoso cuadro, se sento a la orilla, en las piedras... escucho unos pasos detrás de ella...era Firenze

—¿Meditando? O...¿sufriendo?— dijo sin saludarla

—La segunda opción— contesto mirando fijamente el lago

—...Que ganas con ello?— se echo a su lado contemplando los reflejos chispeantes en la superficie acuosa.

—Nada...solo sentirme más miserable y hacerme de fuerza para lanzarme al lago— Firenze tomo su mano y volteo a mirarlo, sus ojos brillaban, su rostro reflejaba algo distinto...

—No hay nada peor que sufrir por amor ¿verdad?— le sonrió como nunca lo había hecho –eso te convierte en algo más que una bruja...o una elfa— Mina parpadeo confundida

—¿Quieres decir que es bueno esto que siento?—

—El sufrir por alguien que amamos o amar incondicionalmente es lo que nos hace diferentes de muchos... hay humanos que pasan toda su vida sin entender este sentimiento y son afortunados si lo descubren en el último segundo de su existencia... no voy a preguntarte por quien tienes este sentimiento tan profundo...— sonrió cómplice –pero se que con esfuerzo lograras tu cometido— el gesto de la chica debió reflejar todo el escepticismo del mundo porque soltó una carcajada –¡pero no me mires así!, yo creí que nunca sabría lo que era esto...el amar, y ahora...tengo a quien amar y que me ama—

—Si claro... tu eres bien correspondido...sin embargo yo... si digo pio me quedo sin amor, sin corazón, sin vida...tengo que callarlo— asintió levemente

—Eso es lo que por ahora debes hacer...callarlo, dejar madurar lo que sientes... por ahora eres una niña aun, una niña que aun no sabe si jugar con muñecas o amar desenfrenadamente, nos toma dos años aprender a hablar, y el resto de la vida debemos aprender a callar en el momento oportuno— suspiro y le dio un par de palmaditas en la mano— él se dará cuenta tarde o temprano, no sé si te vaya a aceptar o no... pues su coraza es muy fuerte— sonrió – y en tal caso te sugeriría que trataras de vivir y madurar todo en ti, tus sentimientos, tu mentalidad ¡todo!— guiño un ojo –no creo que las niñitas lloronas depresivas le gusten...a tal caso Myrtle lo hubiera conquistado en un dos por tres— la miro fijamente

—¿Estás muy enamorado verdad?— intento sonreír, pero después de una semana sus músculos faciales parecían congelados, le brindo una mueca de lo más ridícula

—Si...y mucho, y felizmente ella me corresponde, y veras que si te esfuerzas podrás ser correspondida—se levanto y le ayudo a su vez a levantarse –ahora vuelve al colegio y quédate en tu dormitorio— indico muy serio –están pasando cosas oscuras, y tu menos que nadie debe andar vagando por ahí, ¿entendido?— asintió pensando en lo que le dijera, fue cuando se dio cuenta que emprendía el galope hacia la silueta de su novia, una centauro de ojos hermosos que había conocido meses atrás.

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