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Capítulo 21

Wilhemina bajó un par de horas después, en la radio mágica sonaban algunos villancicos y el árbol lucia hermoso iluminado con cientos de pequeñas flamas mágicas, unas cajas de regalo bajo la frondosa y perfumada decoración navideña soltaban destellos al resplandor de la chimenea encendida.

La mesa estaba decorada por Jumble, que colocó candelabros y velas encendidas, algunas coronas navideñas también con velas y un pavo precedía la cena, postres y comidas con un delicioso aroma invadían el ambiente.

— ¡Wow esto es navidad!— susurró emocionada, Snape salió de entre las sombras, fumaba una pipa.

—no, no lo es todo esto, podríamos prescindir de tan deliciosos manjares y hasta del ridículo pino pero podríamos tener la mejor de las navidades— dijo mientras se acercaba a ella, un poco más amistoso y quizá hasta más accesible.

— ¿Entonces?— la confusión se reflejaba en los ojos violetas y una sonrisa de alegre expectativa flotaba en sus labios.

—Soy el menos indicado para decírtelo, no quiero ser un gastado cliché— respondió Severus dando una chupada a la pipa, pocas veces se daba ese pequeño y absurdo placer del buen tabaco.

— ¿dime como voy a entenderlo? No me vas a explicar pero dices que no es todo eso— señaló al árbol, los regalos, la mesa elegantemente servida; Severus apagó la pipa y dejándola en una mesita avanzo hacia la chica ofreciéndole el brazo y guiándola hacia el comedor.

—A su debido tiempo entenderás todo, por ahora vamos a cenar— gentil le acomodó la silla y Jumble apareció en ese momento –puedes sentarte con nosotros Jumble— invitó Snape al pequeñajo que casi se fue de espaldas ante la invitación.

—pero, pero amo profesor— gimió apretujándose las manos el elfito –yo solo soy...— Mina lo interrumpió.

—El profesor te ha invitado, además eres también mi amigo— susurró señalándole la silla a su lado –vamos Jumby, siéntate aquí, a mi lado—

Jumble no podía creérselo, veía sus gastadas prendas y veía a sus amos elegantemente vestidos, con timidez se subió a la silla que le quedaba un poco alta.

—Vas comprendiendo lo que es— complacido Snape comenzó a servir un poco de sopa –es convivir con tus amigos, con tu familia si es que la tienes, con quienes te tienen un cariño sincero, un afecto real—

—Oh vaya— susurró Mina – entonces... ¿me tienes cariño? – le pregunto mientras recibía el plato con sopa.

—Somos algo así como una familia— respondió Severus esquivando la respuesta –lo que te he dicho lo repetía mi madre año con año... hasta que mi padre...— se interrumpió, no dejaría que esa negra nube de recuerdos opacara la primera navidad que realmente deseaba disfrutar.

Wilhemina entendió que debía guardar silencio, respetar la interrupción de su profesor considerando su esfuerzo por darle una noche tranquila, tal vez un poco normal sin ser desagradable como acostumbraba ser diariamente; comenzaron a cenar primero en silencio hasta que se dieron cuenta de que Jumble miraba asombrado su plato, luego a Mina y al profesor.

— ¿Qué sucede?— la muchacha preocupada tomó la mano de su amigo que temblaba sin control.

—Es que, ¡es la primera vez que Jumble come en la mesa principal con los amos!— gimió nervioso.

—Come que se enfría— ordenó Severus sin tomar mucha atención en la crisis nerviosa del elfito –eres amigo de mi...— pensó por un momento las palabras apropiadas – eres amigo de Mina y eso es suficiente—

Jum ya no dijo nada mas, comenzó a comer su sopa y ya en el tercer platillo conversaba animado con su amita.

Severus rebanó por primera vez en su vida un pavo, era más difícil que desollar a un muggle, pero le era satisfactorio al ver la cara de alegría de la pelirroja; terminaron de cenar y se levantaron casi al mismo tiempo de la mesa, Mina fue al árbol decorado y tomó una de las cajas mientras Jumble servía tres enormes copas con helado y lo llevaba a la estancia, Snape en un extraño momento de paz se sentía cómodo y podría decirse que hasta contento, que expresaba de la manera más efusiva, guardando un silencio sepulcral.

— ¡Ten!— sonriendo Wilhemina le entregó la enorme caja — ¡ojalá te guste!— confundido Severus tomó la caja y lentamente la comenzó a desenvolver.

Se trataba de un libro antiguo, escrito en latín y con grabados que evidenciaban el tema, magia oscura, pociones venenosas; confundido miró a la chica.

—nunca dejamos de ser lo que somos en realidad— contestó riendo de su respuesta a la pregunta no formulada –se que todos estos libros no harían nada de gracia al profesor Dumbledore, y este en particular no lo vi en tus anaqueles, la persona que me lo vendió entendió que era un regalo especial, es un libro muy antiguo, escrito en un latín que no han podido descifrar completamente—

—Saben que era para mi entonces— murmuró hojeando curioso el valioso ejemplar.

—lo compre con un anticuario muggle, en una de las librerías del centro de Londres— confesó ella – ¡el pobre viejo no sabía lo que tenía en las manos!— sonriente se sentó a los pies del sofá de Severus que tomó asiento lentamente, apreciando cada detalle de la gastada portada.

Jumble les acercó la charola con sendas copas de helado, tímido y sin decir nada más se retiró llevando para si mismo una buena dotación del dulce postre, Mina comenzó a paladearlo y le pareció extraño que el sabor parecía haberse multiplicado, acrecentando su delicada textura, aumentando los deliciosos sabores.

— ¡Rico!— fue lo único que pudo decir la chica, no podía parar de saborear el postre, era tal su emoción al comerlo que Severus por curiosidad probo una porción muy pequeña.

Al principio no fue el sabor ni la textura, una deliciosa onda cálida cubrió su lengua y paladar, era algo que conocía, algo que tenia años de no probar, no se trataba de algo que hubiese marcado su infancia o juventud al menos con forma de alimento; extrañado probo una mayor porción dejándose llevar por ese extraño helado.

— ¿De que sabor es?— preguntó a la chica en un murmullo, ella permanecía con los ojos cerrados y una expresión de paz total.

—sabe a los dulces que hacia mamá— contesto como si estuviese en éxtasis –sabe a sus abrazos, sabe al pastel de mi cumpleaños, sabe a tu abrazo— respondió ella sin darse cuenta, Snape un poco aturdido por el postre y la respuesta de la chica dejó la copa a un lado, no se derretía y curioso fue a la cocina, Jumble murmuraba algo entre sollozos.

—Jumble te extraña mamá— susurraba lloriqueando –Jumble te extraña papá—

Un poco alarmado Severus revisó el empaque del helado, todo lucía normal, frutas, crema, hasta que lo encontró "esencia de pluma de jobberknoll", el uso de toda la pluma para la poción de la memoria le era conocida, sin embargo ignoraba que se utilizara en postres, sobre todo en algo que consumieran los chicos ¿Qué querría recordar a la edad de Mina? Curioso probó el helado concentrándose en esa etapa... le supo a miel y fresas, frambuesas y crema, al perfumado cabello de Lilian Evans, a su sonrisa, a sus ojos esmeraldas; algo despertó en sus dormidas emociones que sin pensárselo dio un nuevo bocado esperando recordar con más claridad esas sensaciones de su infancia... la roja y lacia melena de Evans comenzó a rizarse, la piel era más blanca y pecosa, enfoco sus pensamientos en el rostro que llegaba a su mente, Wilhemina le sonreía con dulzura, Snape abrió los ojos sorprendido, el helado había llegado a un sabor delicioso, que nunca en su vida había probado... afortunadamente no había nadie más en el comedor, solo él y el enorme envase de helado que dejó como si se tratara de la peor poción envenenada.

La chica sin embargo se dejaba llevar por los sentidos, era algo extraño para ella, el helado le daba cosquillas en la garganta, le provocaba risitas nerviosas y un cálido rubor comenzó a sonrojar sus mejillas, Snape le arrebató la copa casi vacía.

— ¡nunca vuelvas a comprar esto! ¿Entendido?— no estaba furioso, ni siquiera enojado, lo notó confundido y las manos le temblaban.

— ¿Qué sucede?— ella también temblaba, una extraña emoción la hacia sentir relajada pero a la vez estaba a punto de estallar como un cohete.

—Es solo...— Snape tartamudeo, su voz grave se percibía nerviosa –prométeme que nunca más vas a comprar esto— la miró fijamente a los ojos, fue entonces cuando ella se dio cuenta del por que de la prohibición, no sabía si también él se había dejado llevar por esas extrañas emociones, pero ella si, se dio cuenta que de nuevo temblaba, que de nuevo sus mejillas se ruborizaban, que algo quería explotar dentro de ella, pero no era el postre.

—Si yo... me disculpo profesor— tímida agacho la mirada –la próxima vez voy a consultarte sobre que comprar—

—Perfecto— contestó Severus también un tanto incomodo –y... es mejor que vayas a dormir, mañana debes prepararte, volvemos al colegio—

Mina no contestó, asintió dócilmente y subió a su dormitorio, paso la noche en vela pensando en todas esas extrañas cosas que sintió, y sobre todo, el recuerdo de los ojos negros de su tutor y la curiosidad de entender el por qué de repente los delgados labios de Severus le parecían tan atractivos, el por qué querer conocer la sensación de tocarlos evito que durmiera al menos unos minutos.


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