Capítulo 19
El resto del curso pasó lentamente para Severus en el colegio, los exámenes eran largas horas mientras él dedicaba sus pensamientos a ¿Cómo decirlo? Analizar el por que el día que dejó a la chica en su casa no pensara en Lily ni un momento.
Evidentemente el problema de Wilhemina era importante, se justificó del profano olvido con el hecho de que le apasionaba la investigación sobre la especie a la que pertenecía Artanis. ¿Especie? Sonaba como un insulto, sin embargo era la manera en que el ministerio designaba a los humanoides no registrados en sus enormes, polvosos e inútiles fajos de pergaminos.
Lord Voldemort sin embargo encontró algo en ellos, en los despreciados elfos como para dar cacería a toda la tribu, como para permitirse el lujo de dejar escapar a la hermosa mujer; Lord tenía entonces planeado todo desde un principio, preñar a una elfa y tener un hijo con ella ¿pero para que? Los pergaminos que entregó Prudence no decían nada sobre un híbrido, en la historia de la magia nunca se habló de este tipo de ¿aberraciones?
Y de nuevo durante el resto del curso no pensó mucho en la joven sangre sucia que meses atrás todavía le provocaba dolorosas pesadillas, tristes recuerdos y la amarga sensación de soledad. No, por ahora no se sentía solo, diariamente debía recibir puntualmente pergamino por parte del elfito reportando las actividades de su entenada.
"No quiso comer hoy amo profesor" fue suficiente para que enviara un pergamino amenazando con visitarlos, cinco minutos después de enviarlo un nuevo reporte por parte de Jumble diciendo que Mina comía todo lo que le preparaba ¿temería un nuevo crucio de su parte?
Por otro lado Wilhemina se distraía leyendo con sumo interés los libros que Severus había guardado desde sus tiempos de estudiante, la mayoría con temas oscuros que le provocaban temores infantiles como dormir en la oscuridad, tomar la varita del lado equivocado, pronunciar mal un hechizo.
Su cuerpo era realmente estorboso, se sentía torpe y regularmente se tropezaba con un escalón en la escalera en especifico, sumando el hecho de que su tutor había olvidado comprarle un par de zapatos o al menos unas zapatillas deportivas la obligaba a andar descalza por la casa, de no ser por el maldito escalón ella estaría mucho más cómoda.
Lo peor de ese encierro era la soledad, Jumble no se atrevía a platicar mucho con ella, costumbre implantada en el colegio "ninguna interacción con el alumnado" rezaba el reglamento escolar; Severus no le enviaba ni una notita y ello terminaba por hacerla sentir totalmente abandonada.
Afortunadamente para ella el curso terminó y esa noche se esmeró por tener una cena especial en casa.
—Al amo profesor no le va a gustar la idea— sentencio Jumble cuando Mina invadió su sancta sanctórum de la cocina.
—Solo voy a hacer un postre— rezongó la chica subiéndose las mangas de la sudadera –no voy a hacer venenos—
Y pasó el resto del día batiendo, revolviendo, amasando y cocinando hasta que la casa comenzó a invadirse de un dulce aroma; Severus lo percibió en cuanto entró al recibidor y extrañado se dirigió de inmediato a la cocina.
—¡no entres!— gritó Mina saliendo de un salto, era obvio que daba los últimos toques a algo que estaba sobre la mesa de la cocina.
—Le dije que usted se disgustaría amo profesor— chillo Jumble, por fin un adulto responsable en casa le daría la razón.
No les contestó, se encogió de hombros y subió las escaleras pesadamente, a leguas se le notaba el cansancio físico, pero sobre todo, el cansancio mental que le hundía los hombros. En cuanto entró a su dormitorio se quitó la capa y la túnica; los resultados de los exámenes de sus alumnos no eran tan malos, sin embargo su ego profesional le decía que las últimas semanas estuvo tan distraído que el menos brillante de los Ravenclaw había logrado un "Excelente" en su materia.
Unos golpecitos tímidos lo sacaron de su momentánea confusión profesional.
—¿Estas bien profesor?— Mina al otro lado de la puerta ya se encontraba preocupada, su tutor no era un hombre muy expresivo, sin embargo verlo tan agotado encendió las alarmas de la joven. Severus ni siquiera se levantó, un clic en la chapa indicó a Wilhemina que podía entrar, ver a su profesor desparramado en la cama, con los ojos cerrados y más pálido de lo que recordaba la asustó.
—¿Estas bien?— insistió —¿quieres que te traiga algo de cenar?— con paso trémulo se acercó a la cama, apenas y percibía la respiración de Snape.
—Solo necesito dormir un mes entero— murmuró en un gruñido.
—Entonces solo dejó esto aquí— informó obligándolo a abrir los ojos, Mina llevaba una charola con una muy bien lustrada jarra de plata y una taza vacía, además de un plato con algo parecido a una sopa además de otro plato con una generosa rebanada de pay de cerezas. Dejó la charola en el escritorio lo más cuidadosa que pudo y salio en silencio cerrando detrás de ella la puerta.
Haciendo un pequeño esfuerzo Snape se sirvió el líquido que resultó ser un té relajante, lo olisqueo un poco según su costumbre desde que supo sobre los venenos y sacudió la cabeza, era estupido pensar que la chica lo envenenara. El té resulto muy agradable, el calorcillo le confortó y comenzó a tomar la sopa, era sencilla pero agradable al paladar, siguió con el pay tomando pequeños trozos lo que degustó, sobre todo tenía un buen sabor ¿o tenia tanto apetito que hasta ese humilde bocadillo le sabía a gloria? Pensó en bajar a cenar para acompañar a la chica, pero el té hizo su efecto y solo al terminar el postre se acomodó en la enorme cama, a los cinco minutos dormía tranquilamente.
Cuando Severus despertó era más de las diez de la mañana, algo que estaba fuera de sus costumbres, es decir, despertar gritando a las dos, cuatro y cinco de la mañana, entonces levantarse, mientras se da una ducha sufrir amargamente con sus recuerdos, vestirse mientras piensa en sus odiados enemigos, el camino al comedor lo dedicaba a pensar que hacer si Lord de alguna manera volvía al mundo de los vivos, durante el desayuno odiar a McGonagall por entrometida y cerrar su mente a Albus para que no detectara el deseo creciente de pulverizarla con un bonito conjuro de incendio.
Más esta mañana se levantó descansado, fresco y ¿de mejor animo? Cuando entró a la ducha, fuera de toda costumbre se miró a los ojos mientras se afeitaba, el reflejo le devolvió una imagen un tanto distinta, no había ojeras, tal vez pálido por la falta de sol pero esa palidez verdosa que le caracterizaba desapareció en una sola noche de buen descanso, sus ojos no estaban enrojecidos por la falta de sueño o por las furtivas lagrimas que derramaba en sus sueños inconciente, pensando en... ¡ha si, Evans!
—Buenos días amo profesor— le saludó respetuoso Jumble mientras terminaba de disponer la mesa para el almuerzo.
—¿Por qué no me despertaron temprano?— pese a la buena noche de sueño no deseaba perder esa imagen de gruñón insoportable.
—No diste orden alguna profesor— Mina bajaba las escaleras en ese momento –me alegra saber que nuestro té sirvió de algo— sonriente llegó a la mesa sentándose al lado de su tutor –y no me hagas esa cara que no te dimos ningún tipo de veneno— continúo hablando haciendo un simpático puchero— solo fue un simple té que Jumby trajo de Diagon—
—Tenemos mucho que hacer ahora que has...crecido— fue su parca respuesta, no estaba acostumbrado a que alguien se preocupara por él –tenemos que ir al ministerio y a San Mungo para...— La chica lo interrumpió indolentemente.
—¿volver al hospital? ¡Olvídalo!— rezongó –no quiero que me tomen como bicho experimental o no se que— la fría mirada de Snape la hizo guardar silencio.
—Imagino que no ha de resultarte agradable ser la única mestiza elfo/mago que existe, sin embargo lo eres y debes entenderlo –la miró fijamente –obviamente no permitiré que te realicen una vivisección— siseo— aunque debo admitir que hay momentos en los que no dudaría en hacerla yo mismo— la chica trago saliva nerviosa –pero por ahora no se trata de mi placer personal— la pobre ya temblaba como hoja al viento— solo vamos a que calculen tu edad, ver que resuelve el ministerio en este caso y entonces tomar alguna decisión sobre todo en lo relacionado a tu educación— y como si nada volvió su atención a su bien merecido café matutino y al "Profeta" del día.
—yo...yo...yo— Wilhemina tartamudeaba nerviosa, no sabía que decir o como defenderse de la letanía previa de su tutor.
—tu...tu...tu ego se ha confundido supongo— resoplo con fría burla Snape tras el diario –como sea, busca algo más que ponerte en cuanto terminemos de almorzar— Mina se levantó de un golpe y su tutor bajó el diario para verla fijamente –te dije que cuando terminemos... apenas estoy comenzando a almorzar y no te he dado permiso de retirarte ¡siéntate!— la orden fue tan duramente dada que ella no tuvo opción, se sentó de nuevo y picoteo nerviosa su platillo.
—Necesito ropa— murmuró asustada— no tengo ni siquiera un par de zapatos—
—Jumble— llamó Snape y el elfo apareció de inmediato –ve a Diagon y trae a madame Malkin, explícale que necesitamos...— miró a la chica –lo que necesita mi hija— ordenó y el elfito desapareció de inmediato, diez minutos después una empleada tocó la puerta.
Casi eran las seis de la tarde cuando llegaron al ministerio tras una larga revisión en San Mungo; por fin la chica vestía decentemente y para incomodidad de su tutor lucía endemoniadamente preciosa. Solo un simple vestido negro, medias de lana negras, zapatos escolares y la larga capa, la chiquilla no necesitaba mas para ponerlo un poco nervioso, nada que pudiera controlar pensó él mientras arribaban a la oficina de legislación mágica.
—¿¡que te ha sucedido!?— sorprendida su trabajadora social que la visitaba cada mes para vigilar que se le cuidara como a todo niño saltó de su silla para recibirlos.
—Un desafortunado accidente— comenzó Snape y la chica hizo cara de preocupación –como sabe, Wilhemina no ha tenido una buena aceptación en el colegio, varios alumnos la ha molestado y al parecer... se puso a jugar con mis libros y mis pociones—
—¿Mina?— la mujer la miró fijamente, la chica asintió.
—Estoy harta de que se burlen de mi, es todo— susurró tímida –no volveré a hacerlo, lo prometo—
—¿le ha dado algún tipo de castigo profesor?— pregunto la trabajadora social buscando en Snape signos de haber maltratado a la niña.
—¿no es suficiente castigo perder de golpe casi tres años de una valiosa infancia?— contestó él entregándole unos documentos –en San Mungo me dicen, como yo mismo corroboré, que no hay antídoto y que simplemente va a quedarse así— la señalo despectivo— como sea, me han enviado con usted para que tome nota del hecho y evalúe si es necesario hacer cambios en los documentos de la niña—
—Claro con suerte te libras de mi en cuatro años— murmuró Mina enojada provocando una sonrisa en su asesora.
—El que hayas crecido mágicamente no tendría valor legal alguno, sin embargo— hojeo el informe médico— los estudios que te hicieron indican que tu madurez intelectual y mental también han aumentado— ajustó sus gafas leyendo el documento mas atenta, tras un par de eternos minutos dio un suspiro –me temo que... debemos corregir tus documentos—
Snape estuvo a punto de dar un salto de alegría más se contuvo, sobre todo cuando esa emoción momentánea desapareció al ver el rostro triste de la chica.
—Creo profesor que debemos hablar en privado— continúo la mujer —¿podrías dejarnos un momento?— Mina asintió y salio de la oficina sintiéndose terriblemente desgraciada, si el doctor había dicho que tenia aproximadamente quince años, significaba que en cuatro años a lo sumo, su tutor tendría la libertad de cancelar la adopción, pensando en ello se sentó en una banca fuera de la oficina, las sombras de su guardián y la trabajadora social se delineaban perfectamente en el vidrio de la puerta, hablaban en susurros, un par de veces Snape pasó sus dedos por el cabello y la mujer se quitó los anteojos, tras un rato su tutor salio serio de la oficina.
Ansiosa esperó que le dijera un poco de lo que habló con la trabajadora social, sin embargo no le dijo nada, avanzó hacia el elevador y la esperó frente a este, ella caminó hacia Severus en silencio, sin saber que pensar o que pasaría.
—oficialmente tienes trece años— le dijo sin verla siquiera, muy atento a los documentos que la trabajadora social le había dado –necesitas profesores particulares—
—¿ya no voy a volver al colegio?— intimidada por lo que presentía se atrevió a preguntar.
—terminas primer curso y durante vacaciones vas a tener que avanzar tus materias, es todo lo que puedo decirte por ahora— salio del ascensor en cuanto llegó al piso principal, Mina lo siguió de nuevo en silencio, entraron a una de las chimeneas y directamente aparecieron en su casa de la calle de la Hilandera.
—Me temo que debo dejarte por unas horas, supongo que...— la muchacha lo interrumpió.
—sabre comportarme, no te preocupes profesor— estaba triste, asustada y muy nerviosa, en silencio subió a su dormitorio, Snape no le quitó la vista de encima hasta que la puerta de la recamara hizo un discreto golpe.
De inmediato Severus volvió a la chimenea, al momento siguiente ya estaba en la oficina de Albus que sorprendido se puso de pie para recibirlo.
—¿sucede algo Severus?— preocupado Dumbledore le indico que tomara asiento.
—El hechizo que provoco el desarrollo de mi hijastra no es reversible— dijo sin más –un sanador de San Mungo la revisó y tiene una edad física y mental de trece o catorce años, su madurez también se desarrollo— suspiro— la mujer del ministerio, su asesora... me ha sugerido que la niña reciba educación especial—
—¿Qué deje el colegio?— confundido Albus no comprendía el por que.
—en sí sus palabras fueron que la niña requería educación especial, vigilancia especializada también... cosa que no tenemos aquí— ¿Por qué le molestaba el hecho? Finalmente era lo que deseaba, deshacerse de su vieja promesa pues con el tiempo se había echado encima otras que consideraba más importantes.
—¿te ha sugerido algún sitio en específico?—
—por ahora debe terminar su curso normal, tal vez si lo que hizo no la afecta durante un año, podría matricularla en Beauxbatons— se encogió de hombros –supuestamente han abierto un grupo especial para estudiantes como ella desde hace cuatro años—
—¿hay mas?— Dumbledore arrugó la nariz, no esperaba una noticia así.
—cuando "él" estuvo en el punto más alto de su poder, muchos de sus seguidores de otras especies buscaron...incrementar sus poderes— Snape no quitaba la vista de sus manos incomodo por recordarle al director cosas del pasado – los Lammar debes recordar que son una de las familias más prominentes del continente, él es vampiro y su esposa es una banshee con ascendencia mágica— Severus cerró los ojos para hacer memoria –muchos de sus seguidores se fueron a extremos impensables, algunas brujas tuvieron el valor de procrear con seres como sátiros, una murió al querer seducir a un centauro—
—vaya— el asco flotó en el arrugado rostro del anciano –al menos la niña no se sentirá tan sola después de todo—
—supongo— respondió Snape –entonces he decidido que Wilhemina termine el segundo grado en el colegio mientras voy preparándola para asistir a Beauxbatons, necesito que envíes un pergamino a Olympe para solicitar la inscripción en tercer grado— levantó la ceja incrédulo –en el ministerio me dijeron que es un buen nivel para que se integre con adolescentes como ella—
—al menos podrás deshacerte de ella antes de lo que pensabas— sonrío con tristeza Albus – de alguna manera tenia las esperanzas que siendo padre— Snape lo vio mal –adoptivo en este caso— aclaró el anciano –podrías darte la oportunidad de...—
—las oportunidades han pasado y no las tomé— contestó el pelinegro poniéndose de pie –por ahora lo importante es que Wilhemina tenga una vida normal— ajustó su capa –así que te dejo, se ha quedado muy inquieta en casa y aprovechare las vacaciones para que trabajemos en sus estudios— entró a la chimenea y con un gesto se despidió del director, segundos después desaparecía en una verde nube de cenizas.
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