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Capítulo 11 . Maratón 2 / 5

Wilhemina se despertó ya tarde, pegó un salto de la cama y se vistió rápidamente, ¡llegaría a pociones al menos con quince minutos de retraso!

—... la pureza de los ingredientes, la zona donde se han recolectado y el tipo de almacenaje que le demos a cada uno determinará la calidad de nuestras pociones, revisen en la pagina 45 de su libro de texto los cuadros de...— Snape se interrumpió molesto al escuchar el chirrido de la puerta; obviamente se trataba de su pequeña pupila.

—¿disculpe profesor?— tímida la pelirroja se asomó por la puerta entreabierta.

—¿Qué espera? ¿redoble de tambores o fanfarrias?— la riño su profesor provocando risillas entre los demás alumnos —¡tome su lugar de inmediato!— Mina entró corriendo al salón —¡diez puntos menos para slytherin!— anunció y al momento los alumnos de esa casa comenzaron a chasquear los labios molestos.

Mina se guardó de mirar en su entorno, sabía que la miraban enojados y hasta una pelotita de pergamino le dio directamente en la nuca, debió tratarse de alguno de los troles que días antes la golpearan.

—¿profesor?— un tanto asustado un niño Griffindor levanto la mano —¿debo entender según el texto que las acromantulas de nuestro bosque son las mejores para las pociones?—

—Señor Allen aprenda a elaborar sus cuestionamientos— respondió Snape –si usted se refiere a que la raza que habita el bosque prohibido es una de las más puras y que es capaz dar una calidad inigualable a las pociones... si, así es— temblando David bajó la mano y volvió a su libro.

—¿Pero como pueden capturarse si son tan agresivas profesor?— Mina soltó su pregunta sin levantar la mano, sin embargo no la ignoró ni la riñó su tutor.

—¿Le consta que son agresivas?— le cuestiono levantando la ceja, por como llegó al castillo sucia y pegajosa era obvio.

—Una... anoche... intentó que sus crías me comieran— susurró apenada y un poco confundida, el mismo Firenze lo había puesto al tanto cuando la dejó frente a él; un murmullo en el salón vibro por un momento.

—Le pregunté si llegó hasta el nido de Argog, respondió que no— sin dejar su tono frío la encaró fijamente.

—Llegué hasta el árbol que tiene el tronco grueso y deforme— respondió nerviosa –la araña me...— Snape la interrumpió de golpe.

—¡ese es el primer problema con ustedes!— enojado dio un golpe en el escritorio —¡restan importancia con adjetivos comunes a todo... una cosa es una simple y estupida araña y otra es una acromántula señorita Snape!— con increíble agilidad señaló con su varita el anaquel de ingredientes y un frasco llegó a sus manos, lo destapo y sacó una enorme tarantula que le arrojó a su entenada que temblando no le quitaba la vista de encima al repulsivo animal, ahora el silencio invadió el aula, ninguno de los alumnos sabía que la niña tenía algún vinculo familiar con el profesor y él lo había soltado de golpe dejando a los alumnos en un estupor de incredulidad.

-esa es una araña ¿le encuentra parecido con las acromantulas?- siseo sin dejar de mirarla, Mina tragó saliva y con la punta de su varita tiró a la tarantula de su mesa de trabajo.

—No señor...yo...— tartamudeo aun mas nerviosa –la... acromántula tenía un nido en uno de los matorrales bajo el árbol— siguió con su experiencia –no me atacó aunque estaba cerca de mi, entre las ramas, me asustó haciéndome caer cerca del nido de las pequeñas—

—Entonces usted fue testigo de que ese animal no era simplemente una araña— respondió irónico –esta especie es muy inteligente, Argog tiene más de cincuenta años de edad y nuestro estimado guardabosques –esto lo dijo sarcástico – tuvo a bien conseguirle una pareja, por eso nuestra especie es la más pura en todo el mundo, cuando a la profesora de cuidado de criaturas considere, les hablará del método de crianza de las acromantulas, las pequeñas nacen del tamaño de su mano, viven un par de semanas en un matorral previamente seleccionado por la madre tras un tiempo de observar el transito de potenciales victimas que proveerán a sus pequeñas de alimento.—

—hay muchas— musitó Mina estremeciéndose por el recuerdo.

—¡pero si te hubiera atacado no estarías aquí!— espetó una niña olvidándose del profesor, la chiquilla se trataba de una slytherin heredera de una de las familias sangre limpia más antiguas del país, Ginnevra Galph era conocida por altanera, violenta, pretenciosa y tendía siempre a buscar ser el centro de atención; no permitiría que una simple mestiza pelirroja le robara cámara, ni aún llevando el apellido Snape.

—¡me rescató Firenze!— se defendió Mina, odiaba que le dijeran mentirosa –tengo ropa con telaraña en mi dormitorio— concluyó resoplando.

—Sería interesante para la clase ver esa prueba de su aventura— burlón Snape le señaló la puerta, Mina no supo que hacer — ¡traiga su ropa en este instante!— le ordeno con un grito y la niña salio corriendo, un minuto después volvía con los jeans ya rígidos por la seca telaraña.

Durante media hora Snape se dedicó a aclarar las dudas de los niños que curiosos tironeaban de la fuerte seda, durante ese tiempo Mina también fue cuestionada por sus compañeros, la joven Galph olvidó entonces su pose de chica inalcanzable y se acercó a la pelirroja.

— ¿Cómo son?— preguntó señalándole en el libro un dibujo a tintas de una acromántula comparándola en tamaño con un mago adulto –dicen que miden tres metros—

—esta mediría unos dos sin contar las patas— una sensación de asco estremeció a la mestiza –pero las bebés son como del tamaño de mi mano, tienen unos ganchitos en las patitas que te hacen cosquillas cuando caminan por tu piel— imito con sus dedos el movimiento de las patas arácnidas.

—¿Cosquillas?— intervino una niña Gryffindor de nombre Anna —¡debió ser asqueroso!—

—si, estaba muriéndome de miedo— susurró Mina recordando el momento –me arrojaron telaraña a la cara y no podía ver, casi no podía respirar y fue cuando Firenze me salvó—

—¡vaya! ¿y...no te castigo el profesor Snape?— con tono confidente Anna le murmuró al oído.

—hasta ahora no— respondió en el mismo tono mirando de reojo a su tutor que la ignoraba olímpicamente –supongo que va a reservarlo para después de la comida— suspiro en el momento en que Snape llamaba la atención de los alumnos.

—¡tienen el resto de la clase para dividir los restos de telaraña que trajo su compañera, en cuanto terminen van a aprender a almacenarlos!— ordenó y los chicos comenzaron a trabajar.

—¿Quieren trabajar conmigo?— Galph miraba a sus amigas un tanto aprensiva –a mis demás compañeros no les agrado mucho— confesó.

—pues... me esperan en mi mesa— respondió Anna –pero...— se encogió de hombros —¡que diablos! Me quedo aquí— y de dos pasos fue por sus libros y volvió a la mesa de trabajo –Wilhemina ¿te quedas?—

—si...yo... ¡claro!— la solicitud por parte de la niña Griffindor la confundió un momento, pero fue por sus libros y se acomodó entre las dos chicas.

Durante la siguiente hora platicaron bajito, hacían notas sobre lo que había dejado Snape y lograron envasar una buena porción de telaraña según las indicaciones que el profesor dejara en el pizarrón.

—¿tienen compañeros en herbología?— preguntó Ginna un poco apenada, no estaba acostumbrada a que alguien le agradara pero ese par de niñas le habían caído muy bien y no quería perderlas.

—Allen y Shumpike— respondió Anna — ¡pero a David lo veo en los entrenamientos básicos de quidditch! Si quieren nos sentamos juntas— propuso y Mina asintió entusiasmada.

—¡Claro, solo déjenme entregar la telaraña y las alcanzo!— feliz de tener con quien charlar se levantó de su lugar y dejó el frasco a un lado de los demás en la mesa de Snape.

—¿una Gryffindor y una sangre limpia?— la cuestiono en voz tan baja que solo ella lo escucho sin saber que contestar –solo no llegues a querer tanto como lo haces, no es justo que sufras decepciones por confiada— concluyó Snape levantándose de su sitio dirigiéndose a los demás alumnos – Quiero para mañana una composición sobre las acromantulas, sus aplicaciones en pociones, pociones elaboradas con partes de estos animales y por un punto extra una ilustración exacta de una acromántula adulta, le pedirán a Rubeus que califique cual de ellas merece el punto extra— concluyo entrando a su oficina y cerrándola de golpe.

—¿punto extra?— murmuró Flint

—¿Snape?— la vocecilla de David le siguió

Salieron del salón extrañados y confundidos por esa actitud tan inusual en su profesor de pociones.

—¿eres su hija?— Anna no digería aún que el profesor de pociones la llamara por su apellido –pero... ¿Cómo?—

—Annie— sonriendo picara Ginna se detuvo frente a ella –es obvio...juntas a un mago y una bruja en una habitación, considerando al profesor debió embriagarla lo suficiente para...— sonriendo pícaramente se interrumpió, Mina la veía un tanto molesta.

—El profesor Snape me adopto, no soy su hija— informó tímidamente, todavía no se acostumbraba a socializar —papá murió hace años, mamá murió hace poco— susurró tratando de evitar la mirada de las chicas.

—¡ups lo siento pero... no soy la persona más sutil del planeta!— Ginna se disculpo.

—¡Y todos creyendo que Snape había sido envenenado por ti!— soltó Anna con una risa – se rumoreaba que estabas en Azkaban y Snape en San Mungo—

—Esos días me llevó a Londres, a legalizar su tutoría, a comprarme cosas— contestó Mina sonriendo, ¿tanto le temían que la creían capaz de envenenar a Snape? – el profesor Dumbledore lo designó mi tutor en lo que aparecían mis abuelos o algún familiar—

—¿Quiénes eran tus padres?— Anna la tomo delicadamente de la mano, se detuvieron a la entrada de los viveros.

—Mamá era una elfa, papá fue...— Ginna la interrumpió

—¿una elfa?— suspiró aliviada —¡claro, por eso tu piel blanca y pecosa! Además de tu cabello y tus orejas— continuo –cuando entraste al colegio nadie entendió el por que eras tan distinta—

—Recuerdo que también mencionaron tus ojos— intervino Anna –pero...— la observo detenidamente poniendo nerviosa a la niña –tus ojos son normales, solo que tienen un color muy bonito— sonrío –creo que te debemos una disculpa Wilhemina—

—nos decías... ¿quien era tu padre?— insistió Ginna ávida de enterarse de todos los detalles que no le concernían.

—papá... lo mataron hace años, había un tal Lord...— se interrumpió ante el gesto de horror de Anna.

—¿Tu padre era auror?— la Griffindor estaba entre horrorizada y admirada –tu padre debió ser muy valiente para enfrentar a quien tu sabes y a sus seguidores— susurró –dicen que Snape fue uno de ellos—

—Lo que se es que traiciono a quien ustedes saben— cuchicheo confidente Ginna –por eso está aquí, después quien ustedes saben mató a los padres de Harry Potter y el niño lo mato—

—realmente no recuerdo mucho de papá, tenía cinco años cuando murió y por lo que me dicen murió la misma noche en que murió Voldemort— Ginna y Anna le callaron con un alarmado shh.

—¡no digas su nombre!— gimió Annie asustada —¿no te da miedo?—

—¿un nombre? No...la verdad no— contestó sin atinar a que más decir mientras entraban al vivero –pero si, esa misma noche mi padre murió a causa de una maldición— el tema se ponía cada vez mas difícil, debía mentir y sin embargo pensó que darle uno toques de verdad la ayudarían a salir del atolladero.

—Snape debe sentirse muy culpable... adoptar a una niña huérfana gracias a quien ustedes saben, es como unirse al enemigo— susurró Anna al momento en que la profesora de herbología entraba al vivero.

Guardaron silencio el resto de la clase, trabajaron muy bien juntas y ganaron puntos para ambas casas; terminando la clase se despidieron pues era hora libre y Anna tenia practica de quidditch y Ginna taller de tareas.

—¿nos vemos en la comida?— Ginna se alejaba lentamente junto con Annie.

—¡claro!— contesto sonriente Mina dirigiéndose a su dormitorio privado, haría su tarea y comería con sus amigas por primera vez en el comedor.

Antes de entrar a su dormitorio, tocó tímidamente a la puerta del aula de pociones, un "adelante" la hizo saltar nerviosa y entró casi de puntillas, Snape revisaba los trabajos del grupo de tercer grado.

—¿Qué quieres?— pregunto muy serio, Mina ya sabía que era su forma de ser, así que no se preocupo tanto.

—primero, quiero disculparme por mi escapada— susurró, estaba de pie a un lado del escritorio del profesor mirando atentamente la punta de sus zapatos.

—¿Te has dado cuenta que no es tan sencillo ser rebelde?— la cuestiono sin siquiera mirarla.

—si profesor, de no haber sido por Firenze yo...— titubeo –de cualquier forma entendí mi lección—

—disculpa aceptada— suspiró Snape – ¿que es lo segundo que quieres decirme?—

—yo... profesor... ¿me das permiso de ser amiga de Anna y de Ginnevra?— aun no se animaba a levantar la vista, sintió el helado dedo de Severus tomándola por la barbilla haciéndola mirarlo de frente.

—¿mi permiso?— confundido la veía fijamente —¿Por qué?— la niña ya no le dijo "papá" y recordar la manera en que se lo prohibió le causo una extraña sensación... ¿eso era la culpa? Y aun así la chiquilla le respetaba lo suficiente como para pedir su permiso para entablar amistad con niñas de su edad.

—no se como conducirme, que decir— suspiro un poco nerviosa –preguntaron por mis padres, les dije que estaban muertos y di a entender que mi padre no era...bueno..."él"— susurró – pero no entiendo, tienen tanto miedo hasta de mencionar su nombre ¿y si meto la pata?— la ultima frase la soltó con un ligero dejo de ansiedad en la voz.

—la costumbre se hace ley Mina— respondió Snape soltándole la barbilla –durante el tiempo en que tu padre ascendió al poder la gente temía que apareciera él o alguno de nosotros tan solo con mencionar su nombre— los recuerdos le estremecieron.

—¿papá quería entonces gobernar al mundo?— curiosa se apoyó en el escritorio, Snape se puso de pie y le indicó que fueran a su propio dormitorio, era la primera vez que la niña entraba ahí.

—Tu padre no era un vulgar conquistador— susurró Snape señalándole un diván donde la niña se sentó mirándolo atenta, él sirvió un poco de vino en una copa y a la niña le sirvió jugo, ella aprovecho para echarle un ojo a su alrededor, una cama enorme con doseles verdes, un ropero inmenso y una puerta que seguramente daba al baño, además de eso, tres inmensos libreros llenos hasta el tope, una mesa de madera con un avanzado equipo de pociones y un mueble de madera y cristales con envases en su interior –nosotros buscábamos algo más que el poder, no solo controlar al mundo mágico y al muggle— le dio el vaso de jugo tomando asiento en un mullido sofá.

—¿entonces?— le instó a seguir hablando, era más interesante que el aburrido profesor de historia de la magia.

—él buscaba tanto la pureza de la sangre mágica como la vida eterna, como magos y brujas consideraba que teníamos la facultad de vencer a la muerte—

—¿pero estaba equivocado?— susurró Mina bebiendo su jugo.

—¿te digo la verdad?— continúo en un tono bajo, casual y relajado raro en él, la niña asintió –muchos, entre ellos Albus, creemos que tu padre no ha muerto, aunque esa noche que viste en el pensadero no encontramos sus restos—

—cuando mato a tu amiga— recordó incomoda la niña.

—si, fui el primero en llegar pues temía lo que finalmente sucedió, consideré que él le perdonaría la vida y sin embargo ella siempre tan necia prefirió morir por su hijo— gruñó molesto— creemos que el hechizo que utilizó para matarla rebotó cuando disparo al niño, matándolo a él— dio un largo trago a su copa y guardó silencio, como recordando esos oscuros días.

—pero dices que no encontraron su cuerpo— la chiquilla lo miraba curiosa —¿crees que siga vivo?—

—como te dije, no sabemos nada, no encontramos su cuerpo, no encontramos ni la mas leve señal de que algo quedaba – la miró fijamente – ni siquiera en ti he encontrado nada de él— Mina sonrío tiernamente –eres más parecida a tu madre—

—explícame algo— se movió algo incomoda, no le gustaba o mas bien no entendía que le provocaba su tutor con esa mirada profunda –si papá y ustedes no querían el poder, si buscaban la vida eterna ¿Qué consiguieron?—

—como en toda guerra logramos el poder por un tiempo— suspiro –después comenzamos a pagar el precio, yo... perdí a la única persona en el mundo que me interesaba, otros mas terminaron en la prisión mágica, algunos fueron condenados a muerte por el beso del dementor y quienes lograron salvarse fue por pura suerte— dejó la copa en la mesita a su lado y entrelazo sus dedos en un acto de meditación – muchos dijeron encontrarse bajo la maldición imperius—

—El primer día de tu clase nos dijiste que era posible evitar la muerte con una poción— curiosa lo sacó de su silencio.

—¡Al menos pusiste atención!— resoplo Snape haciendo girar el vino dentro de la copa con un suave movimiento –hay pociones que nos ayudan a evitar la muerte...si... pero como te decía, no tenemos prueba de ello—

—¿papá utilizó alguna?— susurró interesada en el tema.

—tu padre nos hizo investigar mucho, por ello me tenía mucha confianza, fui su pocionista oficial, nadie más le proporcionaba pociones curativas, venenos o tormentos envasados más que yo— respondió orgulloso –todavía era estudiante y me designo una investigación que se alargó por meses sobre una poción en especifico que se complementaba con conjuros, sin embargo tu padre siempre previsor... no me dijo todo— torció los labios como en un gesto de contrariedad –habría sido fascinante encontrar todas las piezas del rompecabezas— murmuró como volviendo al pasado glorioso de los mortífagos.

—¿te gustaría vivir eternamente?— la niña curiosa se había acercado y se puso de rodillas frente a él colocando su carita pecosa sobre sus rodillas mirándolo fijamente, acto que lo puso momentáneamente nervioso.

— En este momento no tengo motivación alguna para buscar esa meta— respondió carraspeando y levantándose de inmediato, claro que en el pasado le habría gustado vivir eternamente compartiendo ese valioso conocimiento con "ella".

—A mi no me gustaría— confesó Mina levantándose sin dejar de mirarlo –creo que en algún momento me quedaría sola...mas sola— se encogió de hombros con una sonrisa triste en los labios.

—si... sería difícil— respondió Snape y buscando cambiar de tema miró el reloj de pared –si no te apresuras no llegas a tiempo al comedor con tus amigas— susurró con un tono cordial, Mina por un momento se quedó de pie confundida sin saber que mas decir.

—¡gracias!— sonriendo de oreja a oreja se abalanzó hacia su tutor aferrandose a él y dándole un fuerte abrazo, salio corriendo dejándolo sin entender el arrebato de la niña.

Conforme se acercaba al comedor, Mina fue deteniendo su animada carrera, el recuerdo de las risas y burlas de la primera noche con el comedor lleno la atemorizó, por un segundo pensó en desistir y comer como era su costumbre sola y encerrada en su dormitorio.

—¿Qué pasa?— Anna llegó sorprendiéndola un poco —¿no te dio permiso el profesor Snape de comer con nosotras?— sonriendo la tomó del brazo llevándola directo al centro del comedor.

—si...solo que...— titubeando y mirando hacia todos lados como ciervo asustado Mina se dejo llevar por su amiga.

—Entiéndela, la ultima vez que entró aquí no la recibimos bien— la justificó Ginna entrando inmediatamente detrás de ellas –no te preocupes Mina— sonriendo ayudó a Anna a guiar a la pelirroja a una mesa casi solitaria.

—¿Qué tal la practica de quidditch?— Ginna comenzó la conversación ya con sus amigas sentadas a la mesa y sirviéndose un poco de ensalada — ¿listos para recibir patadas en su leonino trasero?— rió bajito mientras Anna se servia sopa y entornaba los ojos.

—ustedes deben de estar listos para caer de sus escobas linda— sonrío a Mina – ¿vas a asistir al juego del fin de semana?—

—¿al juego?— la niña se quedo con la pierna de pollo en los labios, Annie y Ginna la miraban expectantes – no lo se... es fin de semana y tengo algunos deberes – desvió la mirada, ¿Cómo decirle a sus nuevas amigas que le aterraba asistir a un evento multitudinario?

—¡Vamos Mina, no te cortes!— insistió Ginna — ¡es más!— y sin decir otra cosa se levantó de su lugar caminando decididamente hacia la mesa de profesores, Wilhemina no se había percatado de que Snape llegaba también al comedor.

—¡Ginna!— gimió asustada, si se atrevía a pedirle a Severus permiso tal vez hasta la encerraría y le prohibiría tener amigas... aunque no entendía por que su tutor haría algo así.

Ginna se acercó a Snape respetuosa e intercambiaron algunas palabras, el profesor de vez en vez dirigía una mirada hacia donde se encontraban Annie y Mina, retomaba la conversación con la joven Galph y después de un par de minutos la chica volvía a su mesa.

—Dice tu tutor que si cumples con tus deberes de fin de semana, puedes asistir al partido— sonriente informó a sus amigas.

—¿le dio permiso?— Anna no se la creía, Snape era capaz de dar un permiso.

—¿En serio?— Mina miraba alternativamente a su amiga y a su tutor que en ese momento tomaba un buen vaso de jugo –pero... ¿tu juegas también? ¿Dónde me voy a sentar? ¡voy a estar sola!— el pánico poco a poco comenzó a aflorar en su voz.

—¡tranquilízate!— Con una risita Anna la interrumpió – te vas a sentar con los Slytherin, así que si vas a apoyarme pero no lo dices en voz alta lo entenderé— enfatizó su sonrisa –y además la señorita Galph es una inútil con la escoba, ella va a hacerte compañía—

—¿inútil yo?— falsamente ofendida Ginna asentó con fuerza su copa en la mesa – no considero el quidditch como una actividad propia para mi, además que para viajar no requiero de una inútil y fea escoba, me ensuciaría la ropa, terminaría despeinada y con el maquillaje hecho un asco— actuó tan mal su papel de princesa ofendida que las tres niñas comenzaron a reír haciendo eco en el enorme comedor.

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