Capítulo 1
Advertencia de la autora original : Este Severus Snape va a ser un Out of Character, va a ser un poco distinto al que Rowlin nos mostró, verán mi propia visión de lo que es un mortífago, así que quienes sean sensibles a la violencia ya están advertidos. De igual manera va a ir cambiando un poco, dentro de esa locura que se requiere para ser un verdadero Dead-Eater hay un ser humano oculto por las circunstancias y la meta es que ese ser humano resurja tras tantos inconvenientes, tras tanto dolor y muerte un ser humano debe renacer.
Si no te gusta un Severus Snape oscuro, asesino, pedófilo y demás monerías que se supone hace un seguidor del mal, un ser que se alimenta de la muerte entonces no leas.
Este no es un fic lindo al menos por algunos capítulos, está siendo re-editado y revalorado para sacar a un Snape de adulto, un Snape violento, un Snape pervertido y perverso como debe ser un mortífago. Se ha advertido a los lectores.
La distancia apagaba poco a poco los lamentos y cantos, la pira funeraria brillaba cada vez menos, opacada por el brillo de la luna llena; un ser etéreo corría entre los árboles llevando de la mano a otra más delgada y delicada cubierta por una túnica, que trataba inútilmente de llevarle el paso a quien la dirigía, infinidad de veces cayo de rodillas y la figura alta inmisericorde la arrastraba un par de metros, obligando a la mas pequeña levantarse con las piernas enlodadas, raspadas y sangrantes; ¿cuanto corrieron? La distancia fue incalculable más el amanecer les sorprendió en esa carrera sin tregua ni piedad; el sol iluminó lentamente a una agotada niña de aproximadamente diez años, que sudaba copiosamente, jadeando buscando llevar algo de oxigeno a sus agotados pulmones, su ropa estaba desgarrada sucia de fango y sangre que manaba de los múltiples raspones y golpes recibidos por las ramas y arbustos que se interponían en su desconocido camino.
Eran aproximadamente las siete de la mañana cuando la niña cayo y le fue imposible ponerse de nuevo en pie, sus oídos zumbaban y el pecho parecería explotarle, la alta figura de un hermoso elfo de los bosques, altivo y con un brillo de siniestro en la mirada soltó despectivamente la amoratada e hinchada muñeca y avanzo un par de pasos.
- ¿Por que?- susurro a media voz la niña con mirada suplicante.
- Por nacer- masculló el elfo y con un ágil movimiento desenfundo algo de su cinturón, el agudo grito de la niña resonó por entre los árboles espantando a las aves, después el silencio.
El olor de la tierra húmeda invadía sus sentidos, el frescor de la mañana erizaba su piel y la niebla matutina humedecía los largos y negros cabellos. Al percatarse de encontrarse realmente solo en la inmensidad del bosque el joven soltó el maletín que llevaba en su mano derecha y echo su cabeza hacia atrás inhalando con fuerza deseando llenar su interior con ese frescor y esa paz que lo envolvía, al inclinarse para recoger el maletín, un grito agudo de terror lo puso alerta y corrió en la dirección que le pareció de donde provenía.
La niña estaba tirada en el terreno bañado de rocío, los cascos de un caballo sonaron a su alrededor y una mano le levanto la cabellera apelmazada en sudor y sangre, el joven centauro reviso con curiosidad con la mirada a la pequeña que respiraba con dificultad como si el alma se le fuera en cada suspiro, estuvo a punto de levantarla cuando una voz masculina lo detuvo
-¡Aléjate de ella! - grito el hombre de cabellos negros – un movimiento más y...- sigilosamente el hombre salió detrás de unos árboles empuñando diestramente su varita.
El centauro entorno los ojos con fastidio y se retiro unos pasos de la niña.
-¡Yo no le hice nada profesor Snape! - respondió con un resoplido y pegando nervioso en la tierra con sus cuartos traseros - ¡escuche su grito y vine corriendo temí que se tratara de alguna hermana!-
Snape bajo lentamente la varita mirando con cautela a su alrededor, no podía agredir al joven Firenze pues ponía en juego la débil paz que en esos momentos se vivía.
-¿Viste a alguien?- susurro mientras se acercaba sin bajar la varita, atento a cualquier ruido.
-Nada, cuando llegue estaba la niña tirada - finalizó impaciente - ¡profesor creo que debería llevarla a la enfermería, luce muy mal!-
-No podemos arriesgarnos a llevar a esta niña, si se trata de una muggle estaríamos en aprietos no solo con el director sino con el mismo Ministerio - un escalofrió recorrió su espalda pues hacia poco tiempo su cabeza todavía tenia precio en el ministerio y un escándalo con muggles lo pondría nuevamente en la mira.
- No es muggle- susurro Firenze mientras con una pata delantera movía un poco a la niña -¡definitivamente no es una muggle!- recalco con sorprendida mirada en sus bellos ojos.
Snape se quito la capa que le cubría del frió matinal, algunos rayos de sol se filtraban entre los árboles haciendo reflejos entre las ramas, cubrió a la niña totalmente y con cuidado la levanto.
Madame Poppy se encontraba organizando las pociones cuando el ruido de los cascos del centauro y la puerta de la enfermería la hicieron voltear.
- Firenze ya sabes que...- se interrumpió cuando detrás del centauro entro el profesor Snape.
-¡Vaya por Albus!- ordeno el hombre mientras depositaba a la niña en una cama y la enfermera lo miraba sorprendida -¡¿que no me escucho?!- grito furioso y la enfermera salió corriendo en busca del anciano director.
Severus acomodo con cierto nerviosismo el pequeño y frágil bulto en la camilla, Firenze lo miraba nervioso y de vez en cuando daba golpecillos con sus cascos en el blanco piso de la enfermería – será mejor que salgas a tomar un poco de aire- susurro entre dientes el profesor- no creo que a Poppy le agrade limpiar tu vomito o atenderte en un ataque de histeria- el centauro no supo si agradecer que se le liberara del compromiso de permanecer en el lugar o si ofenderse por los ácidos comentarios, así que dio media vuelta y se topo de frente con el Director del colegio.
-¿Tan rápido te retiras Firenze?- le saludo con una media sonrisa el profesor Dumbledore.
-Tengo que... ¡este no es mi asunto Albus!- gruño Firenze y dio un par de pasos que resonaron en el pasillo
-No creo que pienses eso querido amigo...-sonrió sin voltear a verlo – espero contar contigo en caso de necesitar aclarar esta situación-
-Así será profesor – respondió Firenze sin mirar atrás, Albus cerró la puerta y los cascos poco a poco se fueron alejando mientras se acercaba a la camilla donde Severus había depositado a la niña.
-Firenze fue el primero en encontrarla, no vio a nadie yo llegue después- informó Snape al anciano mientras Poppy entraba con una jarra de agua que humeaba y buscaba toallas limpias en un anaquel.
-Es extraño- fue lo único que dijo Dumbledore mientras Poppy depositaba la jarra en la mesita de noche y en una tarja vaciaba un poco de agua caliente y mojaba una toalla – ¿alguna vez la viste Poppy?-
-Alumna no es Albus, no la he visto en ninguno de los lugares mágicos que he visitado – contesto mientras retiraba con cuidado la túnica del profesor Snape –por su piel tan blanca diría que es irlandesa –susurro mientras pasaba con cuidado maternal la toalla húmeda por el rostro de la niña – es pecosa y su cabello rojo... ¡por Merlín!- grito y como si se hubiera topado con la cría de un basilisco soltó a la niña y retrocedió asustada – ¡no es una niña normal!-
Albus y Severus se acercaron rápidamente, no veían nada raro en la niña, hasta que Poppy con mano temblorosa les indico que le movieran el cabello para descubrir sus orejas Severus lo hizo de manera tan suave que mas parecía que el viento moviera el cabello, Albus y Snape mismo se quedaron de una pieza sorprendidos
-Poppy mantén en secreto la estancia de la niña en la enfermería, estamos a unas semanas de recibir a los nuevos alumnos y no queremos que se sepa que ella esta aquí...por ahora- se acercó un poco más para ver de cerca el rostro de la niña –no es normal que los elfos abandonen a sus niños- susurro en tono preocupado, levanto el rostro y miro a Severus que lucia más pálido de lo normal y cuya mano aun sostenía ligeramente el cabello de la niña pero que ahora temblaba ligeramente –¿Severus?... ¡Profesor Snape!- le llamo con firmeza para hacerlo salir de su ensimismamiento.
- ¿he?... ¿si Albus?- respondió el aludido como saliendo de un encantamiento retirando su mano de la cercanía de la niña.
-¡que nadie sepa que ella esta aquí! ¿Entendido?- repitió su orden – ¡y sobre todo, no quiero que te presentes en la enfermería hasta que sepamos la verdadera procedencia de esta pequeña!- ¿acaso la niña tendría que ver con esas confesiones del joven ex mortífago?
-Profesor- respondió dócilmente el pelinegro haciendo un leve inclinamiento –me retiro tengo trabajo pendiente- y sin mas salió de la enfermería, visiblemente afectado por su descubrimiento.
Esa noche las pesadillas cambiaron, ya no era Lily cayendo lentamente tras recibir el golpe de la mortal maldición de Lord, no era él interponiéndose para evitar que ella muriera, no era el sueño recurrente de un mundo alterno donde no existía un James Potter o un Tom Riddle y vivía con una familia de ensueño donde Evans y él encabezaban una hermosa progenie en una preciosa casa que era destruida hasta los cimientos por él mismo; ahora era una elfa de roja melena, bañada en sangre que en su agonía murmuraba algo, el rojo liquido se confundía con la larga y lacia cabellera resaltando la blanca y tersa piel, se acercó para escucharla mejor y escuchó el llanto de un bebé; con mano trémula retiro la espesa cabellera y una pequeñita lloraba desesperada mirándolo fijamente con unos hermosos ojos violetas.
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