EPILOGO
Cinco meses después.
—¿Estás segura de querer hacer esto, Drea? —La rubia, quien ha estado durante todo este proceso me interroga. Creo que, después de los meses que había transcurrido, me sentía un poco lista, aunque la idea de hablar de todo lo que había pasado, no dejaba un buen sabor en mi boca.
Asiento, porque sé si abro la boca, mi voz podría traicionarme.
—Bien —dice, tomando una respiración. Sabía de antemano que nos encontrábamos nosotras solas, pero eso no hacía que la situación fuera más cómoda—. Si te sientas más cómoda, puedes recostarte...
—Estoy bien así —Aclaro mi garganta y trato de sentarme lo más derecha posible, eliminando un poco la tensión sobre mis hombros.
—La primera pregunta es acerca de Bruno, ¿estás cómoda con eso?
No, no estaba nada cómoda con eso, pero, asiento, sabiendo que tenía que enfrentar todo esto si quería que mi vida fuera mejor de ahora en adelante.
—¿Qué sentiste la primera vez que él te empezó a golpear?
—No supe cómo procesarlo —digo, siento que mi ceño se frunce ante el recuerdo de lo ocurrido años atrás, cuando yo era una simple adolescente—, él estaba borracho y todo sucedió tan rápido... ambos nos sorprendimos cuando ocurrió, él se disculpó al segundo y yo simplemente lo perdoné.
—¿Tobías te golpeó alguna vez?
—No —digo, rápidamente—, no nos conocimos de la mejor manera posible, tuvimos varias discusiones, pero él nunca me golpeó físicamente.
—¿Físicamente?
—Sí —tomo una lenta respiración—, recuerdo que una vez me llamó puta, pero lo solucionamos y creo que por eso todo siguió bien con él. Arreglábamos nuestras diferencias.
—¿Crees que tu relación con Bruno y con Tobías tienen cosas similares?
—Sí y no —miro a los ojos a la doctora—, ambos tuvieron una posición de mando conmigo, ambos eran posesivos, pero la posesividad de Bruno nunca pude controlarla y siempre me hacía sentir incomoda, con Tobías nunca pasó eso. Él demostraba ser posesivo, pero nunca dejó de demostrar que todo lo que me decía, lo hacía con amor.
>>Siempre tratando de cuidarme, a mí y a mi integridad. Bruno sólo me veía como su posesión. Una cosa.
La doctora asiente, y no sé si soy capaz de vislumbrar una sonrisa en su rostro, porque su cabello se interpone en mi visión.
—Todo este tiempo hemos hablado sobre cómo te sientes sexualmente con respecto a los hombres y llegamos a un acuerdo de que no te sientes cómoda, pero eso cambió con Tobías, ¿por qué?
—Esa es una pregunta que estoy tratando de resolver aún —miro mis dedos, porque me siento un poco avergonzada—, Tobías siempre fue cuidadoso y nunca me dejó sola después de tener relaciones.
>>Me hizo sentir amada.
—Con Bruno, ¿cómo te sentías con él?
—Era un animal —murmuro, tragando duro—, sólo le interesaba su placer propio y nunca me trató como alguien importante, siempre fui su "espero que mejores la próxima vez". —Siento una lágrima deslizarse por mi mejilla y no dudo en limpiarla. Él no merecía una sólo lágrima mía. Ya no más—. Siempre creí que era culpa mía, que nunca sería capaz de complacerlo, pero después me di cuenta de que a un animal como él nada iba a complacerlo.
—A Bruno lo catalogaron como un ninfómano, que se desarrolló en una psicopatía y lo terminó llevando a cometer más violaciones y dos asesinatos que se resolvieron luego de su muerte.
Ya sabía eso.
Era lo único que brillaba en los periódicos durante el mes que estuve en el hospital.
Prometida de Tobías Vidal, Drea Castille, asesina a violador con sus propias manos. Fue la primera plana de varios diarios y revistas. Eso me hacía sentir bien y mal. Había acabado con la vida de una persona que no merecía lastimar a nadie más, pero todo eso decantó un gran ataque de los medios a la familia de Tobías.
Todos me defendieron y, gracias a ello, pude sobrellevar todas las cosas que acontecieron durante ese tiempo.
—¿Cómo describirías tu vida antes de conocer a Tobías Vidal?
—Vivía un día a la vez —murmuro—, creo que lo único que me mantuvo cuerda y un poco feliz fue el señor Midas y mi trabajo en el refugio de animales.
—¿Pensaste en el suicidio?
—Muchas veces —No miento, la sola idea de seguir viviendo como lo estaba haciendo hasta entonces, no valía la pena, sin embargo, sabía que, si yo no estaba ahí, el señor Midas no me tenía a mí, tendría el mismo final que todos los animales abandonados y eso me dolía mucho más.
—¿Crees que tu amor por los animales mantuvo el pensamiento del suicidio lejos de tu mente?
Asiento. No iba a discutir eso. Mi tiempo trabajando en el refugio fue lo mejor que tuve después de haber "superado" a Bruno. Me mantuvo cuerda y anclada a la realidad.
—Sé que durante todas las sesiones que hemos tenido, has dicho que Tobías te mantuvo fuerte, pero yo no creo eso —dice, sonriendo—, a pesar de todo lo que pasaste, siempre trataste de hallar las cosas buenas por las cuales vivir y lo hiciste por ti, para poder ver lo bueno que te rodea. No lo hizo el señor Midas, Drea, lo hiciste tú. Tú te mantuviste atada a la vida para poder disfrutar de todo lo que tenías y es por ello que seguimos aquí.
>>Pero no te has dado cuenta de ello.
—Sigo intentando creer eso, pero es un poco difícil, doctora —digo, observándola—, pero antes de adoptar al señor Midas y pedir trabajo en el refugio, no me importaba nada. Me mudé de casa pensando en que si me alejaba de ellos sufrirían menos si algún día me encontraban muerta...
—Pero ese día nunca llegó y es lo que importa, Drea. Siempre debes pensar en ello. Piensa en las altas esperanza que tu vida tuvo por el simple hecho de que te importaron todas las personas a tu alrededor.
>>Siempre les digo esto a mis pacientes que piensan que el suicidio es una salida. Nunca lo harán por el simple hecho de que saben lo que es sentir dolor y no quiere pasar ese dolor a las personas que aman.
—No siempre es tan fácil.
—No —dice, dándome la razón—, pero en la mayoría de casos sí lo es.
Asiento, porque no estaba al tanto de eso.
—Bien, Drea —dice, cerrando su libreta—, creo que, por hoy, es suficiente. Has hecho un gran avance y no quiero presionarte más. Sería perjudicial para tu salud mental.
—Aún no estoy tan loca, doctora —No puedo evitar burlarme, pero ambas sabíamos que podría empeorar si simplemente tocará un solo interruptor en mi cabeza. Ella me da un abrazo, sin siquiera dudarlo, tal y como siempre lo hacía al terminar una terapia—. Muchas gracias.
—No tienes nada que agradecer, Drea.
Cuando se separa de mí, veo lo que vi la primera vez que la conocí. Una persona en la que puedo confiar y una persona que no se interesa por cosas como el dinero y fama.
Ella fue quien me buscó a mí, luego que me dieran el alta del hospital. Se había acercado a mi ofreciendo sus servicios. No puso precio y hoy, luego de cinco meses de terapia, seguía sin cobrarme las citas.
Fue como un ángel caído del cielo.
—¿Qué tenemos que hacer al salir de aquí, Drea?
—Tener altas esperanzas.
>>Altas esperanzas a la vida, al amor y no enfocarnos en cosas negativas. Somos lo que vivimos y no lo que nos hacen vivir.
Con el tiempo aprendí que yo no era lo que Bruno quería de mí. Yo era lo que yo hacía de mí. Mi amor por los animales, por mi familia, por mis seres queridos eran lo que me había convertido en lo que soy. Sin importar todo lo malo que me había ocurrido, mi esencia no tenía que cambiar por ello.
Tenía que mantenerme fuerte y con altas esperanzas a un mejor futuro.
—Esta vez no te acompañaré afuera, no quiero discutir de nuevo con él —No puedo evitar reír e indico que no hay ningún problema.
Ella me da un último abrazo y soy libre de abandonar su consultorio. Cuando salgo, lo primero que entra en mi campo de visión es un pequeño cachorro de pitbull, al cual llame Limbo.
Un par de ojos azules me observan y no puedo evitar sonreír cuando se levanta de la incomoda silla. Tiene el ceño fruncido y sé que empezará a quejarse, sin embargo, antes de que diga algo, beso sus labios.
—Tu sabes cómo calmar a la fiera, Drea.
—Sé cómo controlar a mí fiera. —Tobías suelta una risa y rodea mi cintura con su grueso brazo. Desde el acontecimiento de hace 5 meses, no había dejado de usar sudaderas, aun no me sentía cómoda vistiendo la ropa que solía usar, sin embargo, por ahora, me sentía mejor así.
Tal vez muchas personas o mujeres apoyen las cosas que hago, sin embargo, Yo había terminado siendo del grupo de chicas que habló tarde, pero que sí le creyeron. Gracias a Marta me había enterado de la cantidad de chicas que denunciaban sobre una violación y todas eran tratadas como las culpables.
Creo que, gracias al poder que tenía Tobías, todo eso había cambiado con respecto a mí, sin embargo, nunca dejé que él me acompañara a ninguno de los juicios y durante todo ese proceso, negué todas las conexiones con él. Algo que no le gustó, pero que me dejó hacer.
Sin embargo, los rumores de que era su prometida, siguieron fuertes. Algo que ayudó a movilizar todas las cosas.
Era triste saber que en casos como estos, el dinero y el poder eran los que hacia justicia.
—Te tengo una sorpresa —Tobías irrumpe mis pensamientos.
—Cada vez que mencionas una sorpresa, terminamos peleando.
—Tal vez —dice, sonriendo—, pero me gusta ver cuando lloras por felicidad.
El abre la puerta para que yo pueda salir mientras me entrega la correa de Limbo. El pequeño pitbull blanco camina moviendo su cola delante de mí y, cuando levanto la mirada, me detengo de golpe al ver a todos los chicos del refugio frente a mí. Ariana, la chica torpe, aún estaba ahí, trabajando con ellos. Carlos, tan alto como siempre, junto a un serio Marcos, más allá diviso a Lila y Lilian junto a Nora, quien me espera sonriente con los brazos abiertos.
Libero la correa de Limbo y corro hacía la mujer que me recibió con los brazos abiertos en el refugio. Cuando llego con ella, al igual que una madre, me rodea con sus brazos y la siento soltar un suspiro hondo.
—Mi niña —Su voz es un poco gruesa y aún recuerdo como suena cuando está enojada, sin embargo, está vez tiembla un poco—, ¿cómo estás? —Se separa un poco de mí y me observa con detenimiento—. ¡Mira que aún puedes estirarte, mujer!
—¿Qué hacen aquí? —Los miro a todos, quienes había venido durante los días de mis juicios, a pesar de no ser tan apegados, sentía todo su apoyo—, ¿Dejaron el refugio solo?
—Para nada, sólo vinimos a hacer una entrega... un tanto especial, la verdad —Mi ceño se frunce cuando veo a Lila, quien sonríe de oreja a oreja.
—¿Recuerdas que hubo una vez un perro que llegó al refugio con sus orejitas cortadas y un ciego de un ojo? —Asiento, ante la pregunta de Marcos, nunca lo olvidaría. Zeus fue uno de los perros que en peor estado había llegado al refugio, pero que se recuperó casi en un abrir y cerrar de ojos.
—Sí —digo—, encontró una familia suplente hasta que encontrará una familia oficial, ¿por qué?
—Ya encontró su nueva familia.
—¿Quiénes son? ¿Investigaron todo sobre ellos? ¡recuerden que hay que tener cuidado a quienes entregan los perros!
—Yo mismo investigué a la familia —Ariana interviene, sonriendo como toda una niña—. Uh, hola Drea, creo que la última vez que nos vimos estabas algo enojada —Se ríe, un poco insegura.
No dudo en acercarme y darle un fuerte abrazo para luego decirle—: Tu torpeza me ayudó a encontrar al amor de mi vida, gracias, Ariana.
—Tobías es un gran hombre, Drea, me alegro mucho queseas feliz junto a él —Asiento, porque no sé qué más decir. Tobías, a pesar de que no tuvimos el mejor inicio, me demostró la clase de hombre que es y, estaba encantada con todo lo que él hacía.
Mi atención es captada por Marcos, quien se acerca a la furgoneta y, cuando está se abre, no puedo evitar que la sorpresa me golpee fuerte. El pequeño perro, que tiempo atrás había bañado y él cual me había hecho llorar por el estado en el que se encontraba, hoy es un perro completamente diferente. Su pelaje está completamente curado y lucía brillante y saludable. Sus orejas que, a pesar de haber sido cortadas, siguen luciendo un poco caídas, como si estuviera triste, pero las cuales me habían enamorado tiempo atrás.
Zeus no duda en saltar fuera de la furgoneta y yo termino en el suelo, aceptando todo el amor que él me brinda. Su cuerpo se retuerce y un par de lágrimas se liberan de mis ojos cuando observo a mis viejos amigos.
—¿Quiénes son los nuevos dueños? Podría estar en contacto con ellos y...
—Su nueva mamá se llama Drea —Nora, quien observa la escena con diversión, dice, haciendo que mi atención caiga completamente sobre ella y la mira con confusión—. Espero que este pequeño te ayude a sanar todo tu corazón, mi niña.
>>Zeus, al igual que tú, son fuertes y saldrán adelante en las peores situaciones. Espero que ambos sean felices.
—No están hablando en serio —digo, completamente sorprendida—. Acabo de adoptar a Limbo y y y....
—Podemos tenerlos a ambos, Drea —Tobías interviene, cargando al cachorro —. Hay mucho espacio en casa y estoy segura que Peyton y Cameron estarán más que contentos.
—¿Estás hablando en serio? —Tobías asiente hacía mí.
—Además, Nora me partirá la cara si Zeus no se queda contigo —dice, riendo, luego, se agacha hasta que queda a mi altura—. Yo les pedí que buscaran uno de los perros que aún no estaban adoptados y Nora me contó sobre Zeus, no lo dudé ni un segundo.
>>Creo que Zeus es lo que nos mantendrá a flote y junto a él mejorarás. Volverás a ser tú, cariño.
No sé qué diablos decir y sólo acepto gustosa cuando Tobías me entrega a Limbo y el pequeño no duda en lanzarse sobre Zeus y empezar a lamerlo. Así recibía Limbo a todos.
Y, sin saber qué diablos me depararía el futuro, sé que, justo ahora, no podía pedir nada más.
Me sentía amada, era amada y yo amaba sin importar todo lo que pasó.
Y era lo que realmente importaba.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro