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9.

—¿En serio tengo que ayudarte a atender un parto? —Mi queja es ignorada por Jacob. El hijo mayor de Nora, había regresado del pequeño descanso en la casa de su abuela, el cabello castaño del alto hombre me hipnotiza por un segundo, me traía a la mente el recuerdo de mis manos enredadas en el cabello de Tobías.

—¿Prefieres perder tu tiempo respondiendo llamadas? —La burla en su voz me hace rodar los ojos.

La decisión de Nora, en dejar a Ariana bajo mi cuidado, me parecía más un castigo para mí, que para la castaña. Tenerla todo el día sentada junto a mí, respondiendo llamadas y limándose las uñas, era verdaderamente irritante.

—No la odio —digo, refiriéndome a Ariana—. El único problema es que no ha madurado, aun para estudiar medicina veterinaria.

—Tiene 19 años, Drea —Jacob se detiene, tendiéndome un par de guantes cuando llegamos a la jaula de una de las perras que estaba lista para alumbrar—. No todos hemos trabajado duro desde pequeños, sólo le hace falta una sacudida.

—¿Jacob, en serio es necesario que haga esto? —El recuerdo de la última vez que atendí un alumbramiento junto a Nora, me hace entrar en pánico. Los gritos por parte de la rubia, me hacen estremecer de pies a cabeza.

—Marcos no vendrá hasta pasado el medio día, Drea, y no quiero que la castaña arruine todo, eres mi única salida.

Jacob se ríe de mi mala interpretación de un berrinche y me empuja al interior de la jaula, luego, el ingresa y cierra la puerta detrás de él. La visión del pastor alemán tirado en el suelo con un gran estomago a punto de estallar me hace agachar a su altura para acariciar su cabeza.

La perra parece agradecerlo y lame mi mano con cariño.

—Tu mantenla ocupada —Jacob dice, a lo que asiento con rapidez—. Puede que uno de los cachorros nazca muerto, y es por eso que estamos aquí, no quiero perder a ninguno.

—¿Es la perra que ingrese hace una mes, no? No se notaba que estuviera preñada.

—Bueno —Jacob se ríe una vez que se sienta en el suelo junto a la perra—. Las mujeres saben ocultar muy bien las cosas cuando se lo proponen.

—¿Qué quieres decir? —Los ojos cafés de Jacob se clavan en los míos, y por un ligero momento me siento incomoda. Si, él era verdaderamente apuesto y si, también había rechazado salir con él en varias ocasiones.

—Ariana me dijo que estabas saliendo con un hombre —Dice, como si no le importara, y me hace sentir incomoda, por el simple hecho de referirse a Tobías mientras manosea a una perra lista para alumbrar—. También me dijo que era bastante mayor...

—Ariana puede decir lo que quiera —Mi enojo sale a simple vista, pero realmente no me importa—. No estoy "saliendo" con Tobías —Sé que en cierto punto estoy mintiendo, porque, aunque no estuviéramos saliendo, había tenido más sexo con él que con mis ex novios—. Él sólo está siendo mi chofer hasta que mi auto salga del mecánico. Por culpa de ella tuve un ligero inconveniente con un choque.

—Si —El chillido que suelta el animal me llama la atención, y es cuando me percato del que el primer cachorro estaba saliendo. Era realmente incomodo—, también me dijo eso.

Miro a otro lado, intentado no sentirme más incomodo de lo que estaba.

Ciertamente, desayunar antes de atender un alumbramiento, no había sido la mejor idea del mundo.

—Marcos me dijo que los vio besándose —Bueno, ahora sí que no tenía salida—. No es por entrometerme, Drea, pero según lo que Marcos dijo, no creo que sea el indicado para ti.

—No quiero hablar sobre eso mientras metes la mano en la vagina de una pobre perrita —Dijo. Los ojos café del pastor alemán se dirigen a mi, y por un momento soy capaz de sentir el dolor del pobre animal.

Ciertamente no quisiera estar en su lugar.

***

—Necesito que me dejes cuatro formularios de adopción en mi escritorio, Drea —Nora parece realmente apurada, cargando cuatro de los collares que usábamos para sacar a los perros cuando una familia quiera adoptar—. Creo que después de todo, los volantes que Lila repartió si sirvieron, tengo a 4 familias esperando para ver a los perros, Jacob y Marcos me ayudarán —Sus ojos se detienen sobre Ariana, quien aun no podía mirar a la rubia a los ojos—. Ariana, encárgate de alimentar a los gatos. Y por favor, no dejes que ninguno se escape.

—Yo la ayudaré —Me ofrezco, no queriendo que Ariana tuviera otro accidente. Lo que sabía, si algo más se salía de las manos de la castaña, sería el último trabajo que realizaría en el refugio—. Suerte con los perros, ojala encuentren una familia.

—Lo mismo de espero yo. —Nora se marcha con una simple mirada a Ariana, cerrando la puerta detrás de ella.

—Nora me odia.

—Próximamente yo —Digo, recordando la casi pelea que había tenido con Jacob sobre mi inexistente relación con Tobías—. Eso de andar de cotilla con Jacob es algo que en serio me molesta, Ariana.

—¿De qué hablas? —Ariana parece confundida, pero en cuanto dejo de mala gana la comida de gatos en sus brazos, parece que logra entender mis palabras—. Sólo le dije lo mismo que dijo Marcos —Frunce el ceño por un momento, pero se relaja casi al instante—. En realidad, Marcos dijo que se habían besado...

—Mi vida privada no les concierne a ninguno de ustedes. —Gruño, tirando de la castaña para que empiece a caminar. Ariana suelta un suspiro por lo bajo, completamente rendida.

—Lo siento, no lo volveré a hacer.

—Eso tenlo por seguro —musito, para mí misma, pero la castaña es capaz de escuchar mis palabras y soltar un "¿eh?" por lo bajo—. Desde mañana empiezo mi último mes de trabajo aquí.

—¿Te irás? —Ella pregunta, asiento, tratando de dejar por terminada la conversación, pero ella intenta continuarla—. ¿Por la universidad?

—Ariana...

—¡Lo siento! —Se disculpa, soltando una risa algo nerviosa—. Sólo intento ser amigable... pero todos me lo hacen más difícil.

—Te acostumbrarás. —Digo, mis pasos se detienen en cuanto llegamos al ala de los gatos. Ariana se encarga de colocar la comida en el suelo y, con mucho cuidado y supervisión mía, logra alimentar a todos sin causar un sólo problema.

Para cuando volvemos a nuestro lugar de trabajo, Nora se encuentra con tres familias, entregándole los papeleos pertinentes, junto a collares de regalos.

Mis ojos no se detienen en cuanto observo a dos de los perros más cariñosos que había tenido el refugio; Gus y Ángel. Los mismos nombres fueron asignados por la animada Lila, quien se había encargado de rescatar, uno de ellos había sido atropellado por un alcohólico, y Ángel; el que había llegado más grave, tenía un caso particular de sarna luego de haber pasado años en la calle.

—Espero que no tengan ningún problema con ellos —Nora dice, dándose cuenta de nuestra presencia—. Se llevan parte del refugio.

Una vez los papeles son entregados, cada una de las familias con mascota nueva, abandonan el lugar, dejando únicamente a una niña de unos 10 años, junto a sus padres, quienes esperaban atentamente a Nora.

—Drea —Me llama, no tardo en acercarme a ellos y saludar con una sonrisa—. ¿Cuántos cachorros tenemos listos para adoptar?

—Justo hoy nació una camada de cinco —Digo, recordando el mal rato que pase junto a Jacob—, pero no es posible que se lleven a ninguno, aun toman leche de la madre, como podrán darse cuenta.

Los ojos de la madre, se detienen sobre mí, y la decepción parece adornar su rostro.

—En serio queríamos un cachorro —dice, apretando los hombros de su hija—. Como ve, será la primera mascota de nuestra hija, y pensé que un cachorro sería perfecto para enseñarle que todos tenemos obligaciones.

Cuando estoy a punto de decir algo, la puerta se abre, dejándome con la palabra en la boca, y con una confusión demasiado grande. Tobías Vidal se encuentra de pie en la entrada del refugio, cargando una caja para gatos, junto a la pequeña pelirroja (la cual terminó siendo su sobrina).

—Pueden pasar y ver al resto de los perros... —Sacudo un poco la cabeza, tratando de dejar toda mi concentración en ella—. Puede encontrar muchos que serán de su agrado, ninguno de ellos son agresivos y serán una gran compañía para su hija.

—Bien —Nora dice, observando a Tobías por el rabillo del ojo—. Yo me encargaré de enseñarle los perros, Drea, debe arreglar unas cosas.

Cuando Nora lleva a la familia hacia el ala de los perros, la tensión desaparece de mis hombros, pero tan rápido como se va, regresa una vez que noto la presencia de Jacob detrás de Ariana, sus ojos no se separan de Tobías, y parece que mi mirada lo dice todo.

—¿Podemos ayudarlo en algo? —Ariana es la única que logra romper el incomodo silencio, y en cierto modo, lo agradezco—. ¿Ocurre algo con su gato?

—En realidad no es nada grave —Dice, su ronca voz recordándome la noche pasada. El hormigueo en mi vientre no tarda en aparecer. Mis muslos se unen casi con vida propia, y no paso por alto la mirada que Tobías me lanza—. En el folleto que nos entregaron decían que ayudaban con duchas a los gatos y perros.

—Así es —Jacob toma la punta, colocándose detrás de mi escritorio. El castaño me lanza una sonrisa sarcástica, y tengo ganas de lanzarle comida de perro para que todos le salten encima—. Drea, ¿puedes ayudar al señor...?

—Tobías Vidal.

—Bien señor Vidal —Jacob suelta. Su irrespeto y sarcasmo hacía Tobías me hacen enojar ¿Por qué tenía que comportarse de aquella forma? —. Puede dejar un número y en cuanto Drea termine con su gato, lo llamaremos.

—En realidad —Tobías sonríe, mirándome de arriba hacia abajo—. Pasare por tigre y por Drea en cuanto su turno termine.

El respingo por parte de Jacob me hace soltar un resoplido, y de mala gana, me acerco a Tobías para tomar la caja con Tigre. La niña pelirroja parece aun o más incomoda que yo en el concurso de meadas.

—Ninguno de los dos tiene derecho a incomodarme en mi lugar de trabajo —Observo a Jacob, totalmente enojada—. Ni cuando sabes que es mi último mes de trabajo aquí logras comportarte como un hombre de tu edad —Me giro en dirección a Tobías, quien arquea una ceja en mi dirección—, y tu, no tienes ningún derecho de venir aquí y armar un concurso de meadas, no soy de tu propiedad, y nunca lo seré, señor Vidal. Ahora si me disculpan —Muevo un poco la caja entre mis manos—. Tengo cosas más importantes que hacer que perder el tiempo con ustedes dos. Ariana vámonos.

La castaña se sobresalta, pero termina caminando detrás de mí, completamente apurada. No dice nada, pero sé que en cualquier momento soltará la lengua, ya sea adulándome, o tratando de aclarar huecos en blanco.

Los cuales no estaba dispuesta a llenar.

Tener que enfrentarme a Tobías, luego de amanecer completamente sola en medio de la sala de mi departamento, no era nada cómodo. ¡Él imbécil ni se digno a dejar una nota!

Aun en el fondo sabía que no debía esperar nada de aquella extraña relación, pero también, una parte muy profunda en mi interior, quiso despertar en la mañana y encontrarlo junto a mí, rodeándome con sus brazos.

Ariana me ayuda entre gruñidos y algunos arañazos a bañar a Tigre, quien parece bastante enojado, pero mi enojo sobre pasaba el mío, y al parecer el pobre gato sabía que no debía meterse con una española enojada.

Para cuando mi jornada de trabajo termina, espero junto a en el interior del refugio, esperando a Tobías bajo la intensa mirada de Jacob.

Marcos esta junto a él, pero no se atreve a acercarse a mí luego de recibir un largo discurso sobre meterse en la vida de los demás.

¿Qué derecho tenían ellos a decidir sobre mí?

¿Soy lo suficientemente madura para mantener el papeleo del refugio pero no para tener una relación (basada en sexo) con un hombre mayor?

¡Ja! Que se jodan por idiotas.

Un suspiro que no sabía que tenía contenido, se libera en cuanto las luces del auto de Tobías me ciegan por un corto minuto. Tomo la caja de Tigre, y me preparo para lo que será una discusión, la cual no quería mantener.

Sólo quería llegar a casa, y lanzarme sobre mi cama mientras acaricio al señor Midas, al cual ya tenía algo abandonado.

Necesitaba tiempo con mi gato, y Tobías Vidal no me lo iba a impedir.   

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