41 |FINAL|
N/a:
¡Hey, yo de vuelta por aquí! ¡Lo sé, lo sé! Ha pasado muchísimo tiempo, pero la universidad me consume más de lo que creí. Sin embargo, ¡estoy de vuelta y con el capítulo final de Wildfire! Sí, ya les había indicado antes de que la historia ya estaba en su punto final, triste pero es la realidad. Si alargaba esto, sería simplemente escribir capítulos porque sí y pensé que era el momento de darle el final que merecen Drea y Tobías. Antes de terminar esta historia, quería re-escribirla, sin embargo, quería continuarla, y aquí está. Oficialmente ha terminado un largo camino.
Sin embargo, hay una buena noticia. ¡Falta el Epilogo! como es normal en mis historias, no soy capaz de despedirme sin un epílogo y espero publicarlo tan pronto como pueda. Creo que, despues de todo, Drea y Tobías lo merecen.
Pensé que nunca la terminaría, pero aquí estamos. Nuevamente dandole fin a otra historia.
Sin más que decirles, los dejaré continuar con su lectura, no sin antes recordarles que pueden pasarse por el resto de mis historias, si gustan.
¡Nos vemos!
~*~
—¡Necesito que se escondan bien! —Sizeo, dentro del auto, viendo como uno de los agentes que yo mismo había contratado estaba de pie como si nada cerca al lugar de encuentro. El mismo lugar donde había encontrado a Drea junto a ese gilipolla—. Se cubren bien, o yo mismo los despediré a todos.
—Tranquilo, señor Tobías —dice uno de ellos—. Estamos asegurándonos de que no haya ninguna trampa alrededor. Con este tipo de personas debemos esperarnos lo peor.
Mi teléfono suena, y no puedo evitar ocultar mi nerviosismo. Respondo sin siquiera dudarlo, sabiendo de quién se trataba.
—Estoy aquí —Mateo suelta, sin esperar respuesta de mi parte. Estoy a una calle del sitio y no veo señal alguna de Alsina. Suelto un suspiro. Aún cuando sigue tomando medicina para él dolor, él continuó insistiendo para que lo dejara venir, con el pretexto de que tenía que cuidar de mí, cuando yo tenía que cuidar de él.
—¿Sabes que aún estoy a tiempo de enviarte a casa, no?
—Lo sé —dice, con tono serio—, pero sé que Preston y Cameron estarán triste si algo le pasa a Drea, todos estaremos mal si algo le pasa a esa extrovertida mujer, Tobías.
>>Además, no quiero ver a mi hermano sufrir por mierda del pasado. Tú no tienes la culpa de nada, Tobías.
—Alsina no lo ve de esa manera. Todo lo que pasó es culpa de nuestro padre, él debería estar arreglando toda su mierda, pero no puede hacerlo. Sus errores lo persiguieron hasta matarlo y junto a él nuestra madre.
Mi conversación con Mateo termina tan pronto como soy capaz de visualizar a Alsina sujetando del brazo a una mujer delgada y es cuando lo noto. El cuerpo bajo esas enormes prendas es Drea.
Mí Drea.
—¿Tobías?
—Está aquí —digo, sin siquiera dudarlo—, trajo a Drea con él, si ella está aquí, creo que notó algo de nuestro plan— Maldigo por lo bajo y, sin más, corto la comunicación que tengo con los agentes que yo mismo había contratado—. Necesito que contactes al padre de Drea y los chicos, creo que después de todo sí necesitaremos ayuda.
—¿Crees qué?...
—Nunca confíes en americanos, Mateo.
Termino la llamada con mi hermano y no dudo en revisar la guantera de mi auto. A pesar de todo, no quería usar un arma frente a ella, pero haber visto a Drea junto a Alsina, sabía que él rubio se olía nuestro plan.
No tenía tiempo para fallar.
La delgada figura de Drea me decía que tenía que sacarla del calvario que ese hijo de puta la estaba haciendo vivir.
Guardo el arma en la parte trasera de mi pantalón y, sin más, bajo del auto, encaminándome a la cajuela del auto de Mateo, quien no estaba tan lejos como lo había indicado. Paso junto a él y le indico con unas cuantas señas que se deshaga del comunicador que le había dado horas antes, él lo hace y sé que puedo hablar a salvo con él mientras saco el maletín de la cajuela de su auto.
—Llama a la policía, Mateo, esos americanos están trabajando para Alsina —digo, con rapidez. El me observa con cuidado y agrego—: ¿Contactaste al padre de Drea?
—Sí —dice—, vieron a Alsina abandonar aquel lugar y llamaron a la policía tan pronto como lo perdieron de vista, vienen en camino con unas cuantas patrullas mientras otros policías escanean ese lugar.
—No quiero que te bajes del auto, Mateo, no tengo idea si Alsina sigue trabajando con el animal de Bruno. Lo digo en serio, Mateo Vidal.
—Entendido, papá.
Sé que no lo dice en serio y sé que si termino en problemas él correrá en mi auxilio.
Cuando cierro la cajuela del auto, tomo una respiración e intento rehacer mi camino hacía el local de comida rápida, sin embargo, me detengo de golpe cuando veo a un hombre vestido de negro ingresar detrás de una mujer rubia, lo reconozco de inmediato.
Olid.
Pero eso no era lo que más me preocupaba, lo que más me preocupaba era el arma que cargaba sin vergüenza alguna.
Los gritos no tardan en resonar dentro del local y es cuando me dirijo a todas prisas al lugar. Siento a alguien caminar detrás de mí, sin embargo, no me detengo a cerciorarme de quien se trate.
En cuanto pongo un paso dentro del local, la tensión invade mi cuerpo, todo el lugar está en silencio, mientras Bruno apunta directamente a la frente Drea.
La mirada de la castaña enfrenta sin miedo alguno a su ex, como si no le importara lo que él hiciera con ella, sin embargo, yo era capaz de notar el odio dentro de sus ojos. A pesar de no demostrar miedo, ella estaba a un solo salto de arrancar la yugular de su cuello.
—¡Tú, maldita zorra! ¡Si no eres para mí, no serás para nadie!
—Bruno —Alsina empieza, sin embargo, se desliza fuera de la mesa donde estaba junto a Drea. Sus ojos azules no me observan y su atención está fija en el castaño frente a él—. Piensa bien las cosas, Drea no vale nada de lo que estas a punta de hacer. No arruines tu vida por algo tan estúpido.
>>¡No arruines tu vida por un maldito coño!
Bruno grita y levanta el brazo para disparar el techo, nuevos gritos se escuchan y, antes de que alguien sea capaz de reaccionar, Drea se levanta de su lugar, tomando lo que parece ser un tenedor de plástico y, puedo ser capaz de observar, como en cámara lenta, ella se lanza sobre su agresor.
Gritos de horror y personas alborotadas es lo único que escucho a mi alrededor, no soy capaz de moverme y me quedo en mi lugar, observando como Drea con facilidad penetra el cuello de Bruno con aquel utensilio de plástico.
La escucho gritar una y otra palabras como: "¿Lo disfrutas?", "¿Te encanta gilipollas?" "¡Me encargaré de que nunca más en tu puta vida toques a otra mujer!"
~*~
DREA POV
No sé dónde estoy, sólo sé que mis manos están cubiertas de sangre y que hay muchas personas observándome, sé que no debería estar disfrutando esto, pero lo hago desde lo más profundo de mi ser.
Sé que parezco un animal asustado, sin embargo, no soy capaz de detenerme. No quiero detenerme. Quiero que Bruno sienta todo el dolor que me hizo pasar, todo el dolor que viví para olvidar lo malo que me había hecho.
Quiero, por primera vez, él sienta lo que yo sentí cuando me hizo su puta.
Quiero que él sea mi puta.
Sin embargo, él ya no se mueve. El arma que apuntaba hace unos minutos a mi cabeza, está junto a su cuerpo inmóvil. Mis lágrimas resbalan por mis mejillas y cuando creo que ya es suficiente, una voz habla detrás de mí.
—Creo que alguien vio algo que no debía ver —Observo a Emilio, para luego dirigir mi mirada a la entrada del local. Mi boca cae abierta y es como si hubieran pasado años desde la última vez que vi aquellos ojos azules.
Esos ojos azules que una vez me miraron con deseo, irradian pena, dolor, sufrimiento y cansancio.
Tobías Vidal me observa, pero parece que no reconoce a la mujer frente a él. Y es cuando realmente me quiebro.
Me rompo en mil pedazos porque él no tenía que conocer esa parte mía. Esa parte que moría por sacar a flote y de la cual tenía miedo. Tenía miedo de aquellos pensamientos de asesinato que venían a mi cabeza durante mis pesadillas.
Por eso había terminado en otra ciudad, lejos de mi familia.
Tenía miedo de despertar de algunas de mis pesadillas y notar que nuevamente estaba lastimando a Andrea. No quería revivir eso. Y la culpa me perseguía.
—T-Tobías —Mi voz tiembla y las lágrimas no tardan en llenar mis ojos nuevamente—. Y-yo...
—Silencio —dice, con voz tranquila, su mano se extiende hacía mí y no dudo en acercarme a él, sin embargo, otra mano me detiene de golpe, sujetándome salvajemente. Emilio Alsina, quien había empezado todo este tormento, no es capaz de liberarme y dejarme ir.
—Bruno está muerto, la policía llegará en cualquier momento y si no tengo mi dinero, tú no tendrás a Drea.
—Tú dinero está aquí —dice Tobías levantando una maleta en su mano y sin dudar, se acerca a Alsina y a mí. Su brazo libre envuelve mi cintura y tira de mí hacía su cuerpo al tiempo que le entrega la maleta al rubio—. No quiero volver a verte nunca más en mi maldita vida, Alsina.
>>Si te vuelvo a ver, no dudaré en meterte una bala en medio de los ojos.
Trago duro, porque soy capaz de sentir toda la sinceridad y determinación en las palabras de Tobías que un escalofrió sacude mi cuerpo. Sé que ahora mismo son un desastre, sin embargo, Tobías no duda en sujetarme contra su cuerpo mientras intentamos hacer nuestro camino fuera del local.
—Defensa propia —él murmura, creo que lo hace para él mismo, sin embargo, logro escucharlo.
—¡Eh, Vidal! —Alsina una vez hace que nuestro paso se detenga y no dudo en observar en la misma dirección que Tobías, el rubio que inició con esta pesadilla—, puedes defenderla a Drea de la cárcel, ¿defensa propia, no? ¿Pero que harás para defenderte a ti mismo?
Antes de que sea capaz de reaccionar, Alsina toma el arma de Bruno y dispara con dirección a mí, Tobías me empuja con fuerza y el golpe seco contra el suelo me quita el aliento y, entre parpadeos, observo como Tobías se desploma al suelo, no sin antes desfundar un arma detrás de su pantalón y disparar varias veces hacía Emilio.
Mis gritos no se hacen esperar y me arrastro como puedo hacía Tobías.
—¡No, no, no, no! —digo, colocando su cabeza sobre mi regazo—. ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda aquí!
—No grites —Tobías dice, sujetando mi mano mientras se queja de dolor—. Mi niña, mi Drea. Te fallé. Te prometí que no te haría daño y...
—No hables —digo, llorando, escucho voces y la puerta principal se abre. Es la policía, detrás de ellos se encuentra un Mateo preocupado y observa un poco preocupado la escena—. Te necesito aquí conmigo, Tobías, nos vamos a casar, voy a ser la madre de Cameron y de todos los niños que vengan, adoptaremos dos gatos y dos perros, porque amo los animales, pero no quiero nada de eso sin ti, mi vida.
—En parte rompí la promesa —dice, riéndose—, pero acabé con ese hijo de puta y tu acabaste con tus miedos, mi Drea.
>>No dejes que nadie más te lastime, ni siquiera yo.
Sus ojos se cierran y siento que mi vida se va junto a la de él.
Lo único que soy capaz de saber después, es que arrancan a Tobías de mi regazo, mientras Mateo me sujeta y se llevan al hombre que más he amado en toda mi vida.
No soy consciente de nada y lo único en lo que soy capaz de pensar es que no saldría de esta. Maté a una persona y esa persona cumplió lo que había dicho antes de que yo me adueñara de su vida.
Si él no me tendría, nadie más lo haría y aquí estaba yo, llorando desconsoladamente en la parte trasera de una ambulancia mientras no tenga noticias de Tobías.
Los gritos y voces que conozco llegan a mis oídos, pero no soy capaz de enfocar ninguna de las cosas que me dicen. Mamá me abraza, Andrea llora abrazada a Cameron, quien luce sumamente cansado y, sin importarme nada, me levanto y camino hacia él.
El castaño luce confundido, sin embargo, las lágrimas nublan mi vista mientras lo abrazo. Y me culpo a mí misma por todo lo que había ocurrido cuando sus ojos azules me recuerdan a los de Tobías.
Cameron podría quedarse nuevamente sin padre y todo por mí.
Si yo no hubiera chocado el auto de Tobías aquella noche, nada de esto estuviera pasando.
Y-yo yo era el problema.
Sin embargo, no cambiaría nada de lo que había pasado. Todos los momentos que había tenido junto a Tobías, eran lo más preciado que tenía.
Él me había cambiado y no era momento para que él dejara mi vida.
—Él está bien Drea —dice Cameron, abrazándome y murmurando con voz ronca—. El viejo aún tiene muchas batallas que librar.
—Si ya terminaron de examinar a mi hija, tenemos que ir al hospital —mi papá, el cual no había notado a qué hora apareció, le indica a los paramédicos y a la policía a nuestro alrededor—, mi yerno necesita la compañía de la familia.
>>Mañana pueden iniciar sus trámites y papeleos.
Y sin, más, todos nos encaminamos al hospital.
En el trayecto, no sé en qué momento empiezo a rezar, pero Cameron toma mi mano y, en voz baja, junto a mí, me acompaña en mi oración, me acompaña a pedirle a Dios que cuide de su padre y que aún no es momento de que nos lo arrebate.
Siento que ha pasado una eternidad cuando ingresamos al hospital. Mateo se encarga de pedir noticias sobre Tobías y escuchamos que una de las enfermeras dice que se encuentra en la sala de operaciones.
Eso encoge mi corazón.
Cameron me lleva a una de las sillas y me deja ahí, mientras se acerca a Lucas y León, quienes están en completo silencio. Ellos intercambian unas cuantas palabras y el castaño regresa junto a mí.
—Mateo consiguió una habitación para ti, Drea, los chicos buscarán algo de ropa y comida. ¿Estás hambrienta?
Niego.
No tenía hambre.
No probaría un bocado hasta saber que Tobías estaba fuera de peligro.
—N-no... yo sólo...
—Él estará bien y necesitará de tu ayuda para recuperarse, pero no lo podrás ayudar así débil, tal y como estás ahora. Si no lo quieres hacer por ti, hazlo por él. Se preocupará si nota como te encuentras.
Sé que tiene razón, pero no quiero moverme sin tener noticias sobre él.
—Prometo ir a buscarte si hay noticias, ¿está bien?
—Bien —murmuro. Tomando una respiración.
Cameron llama a Andrea y esta no duda en acercarse a mí y ayudarme a levantarme. Mi hermana aún está sollozando y no dudo en aferrarme a ella cuando me coloco de pie.
No quería estar sola.
Nunca más.
En el corto camino que recorremos en silencio, un médico sale de un par de puertas al final del pasillo. Con una sonrisa en su rostro, se acerca a nosotras y pregunta.
—¿Son familiares del señor Vidal?
—Sí —digo—, soy su esposa, ¿todo está bien con él?
—Todo está en perfecto estado. La bala no perforó ningún órgano y lo trajeron a tiempo, el señor Tobías sólo sentirá dolor por algún tiempo, pero todo estará bien. Es un hombre fuerte.
Gritos de alivio llenan la sala de espera y Andrea dice algo junto a mí, sin embargo, todo a mi alrededor se torna oscuro. Tobías estaba bien.
Mi Tobías estaba bien.
Fin
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