Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37.

N/a: Si quieren ingresar al grupo de whatsapp, no duden en dejar sus números en comentarios o enviarlos por mensaje privado. 


~*~

La morena frente a mí me mira sorprendida, sus cejas casi llegan al borde donde su cabello se une con su frente cuando termino de hablar, en el poco tiempo que la conozco, siento que puedo confiar en ella.

—¿Estás hablando jodidamente en serio? —suelta, con admiración—, siempre pensé que las mujeres de nuestra edad esperarían al menos hasta los 25 para casarse.

Meto la última uva que se encuentra en mi plato dentro de mi boca. Ciertamente, venir a clases me había ayudado a sobrellevar todo el caos que había en casa. Mateo ya estaba de regreso y lidiar con el mal humor por el no poder caminar y la sensación de sentirse inútil cada vez era peor de aguantar.

—Supongo que no soy igual que las demás —digo, encogiéndome de hombros—, además, amo a Tobías. Él... a pesar de todo, me hace feliz. Me entiende y, aunque batallo con su posesividad y sus ganas de gastar dinero en cosas estúpidas para mí, todo está bien.

—Los hombres son extraños —dice, como si lo pensara con cuidado—, mucho de ellos creen que comprarnos cosas es muestra de cariño y, sí, puede que en un punto nos guste todo eso, pero, muy en el fondo, hay muchas que nos sentimos como putas al recibirlo de esa manera.

>>Cómo si pagaran por nuestros servicios.

Y entiendo completamente lo que dice. Yo solía sentirme así con Bruno y, al inicio de mi extraña relación con Tobías. Sin embargo, él había hecho las cosas distintas a Bruno.

Mientras Bruno me trataba mal, al igual que una zorra, Tobías me hacía sentir querida y deseada. Él se preocupaba por mí, mientras que Bruno sólo esperaba que estuviera lista y dispuesta para él cada que nos veíamos. Durante mucho tiempo, creí que era su manera de quererme, sin embargo, todo empeoró y ahora, luego de algunos años, eso seguía afectándome, afectando la relación que tenía con Tobías.

—¿Se supone que ahora debes salir con guardaespaldas? —Alexa dice, señalando al par de hombres vistiendo trajes que están sentados a una mesa de nosotras. Suspiro. Era difícil que ese par de musculosos y grandes hombres pasaran desapercibidos, sin embargo, era el precio que tenía por querer salir de casa.

—No puedo hablar de eso ahora —murmuro, algo incomoda, para luego quitar un par de mechones de mi rostro—, es una situación difícil y debo hacer todo lo que me dice Tobías.

Ella asiente, con compresión marcando su rostro.

Eso era lo que me agradaba de ella, a pesar de ser bastante curiosa, sabía cuándo detenerse y, también sabía que, al conocerme, algún día sabría qué diablos ocurría.

Pero, por ahora, lo único que tenía que saber, era que la situación era un poco difícil.

Luego de que la morena termine de comer. Ambas nos dirigimos nuevamente hacía la universidad. No había visto a Andrea en toda la semana y, ciertamente, no tenía ánimos para hacerlo. La extraña relación que ella tenía con Cameron, empezaba a afectar a todos.

Los cambios de ánimos que ambos tenían eran dejados sobre mí y sobre Tobías. Ambos estábamos algo agotados de lidiar junto a un par de adolescentes hormonales y Mateo.

—¿Terminaste los planes de clases? —Alexa pregunta, con apremio—, creo que me faltan dos y se supone que debemos presentarlos mañana.

—Sí —digo, recordando el tiempo que tomé en el hospital para adelantar varias tareas—, sólo que siento que faltan varias cosas y se los envié a la maestra, a ver si es capaz de echarme una mano.

Ambas ingresamos al salón, en donde el maestro ya se encontraba arreglando sus cosas sobre el escritorio y así, por durante dos horas, soy capaz de concentrarme en teorías que antes me parecían aburridas, pero, el hecho de que al regresar a casa entraría en un campo de batalla, obligaba a mi mente a enfocarse en otra cosa.

Dos horas después de escuchar completamente al maestro, siento que mi cabeza explotará. Me despido de Alexa luego de decirle que Tobías pasaría por mí y, sin más, abandono el salón seguida por los guardaespaldas que él había enviado.

Varias personas me saludan y respondo a su saludo luego de reconocerlos de algunas clases que habíamos compartido. Sabía que, gracias a los guardaespaldas, las personas mantenían cierta distancia de mí.

Ciertamente, no era normal que una estudiantes universitaria, con una beca, tuviera dos guardaespaldas detrás de ella. Sin embargo, hasta que la policía o el propio Tobías de con la ubicación de Bruno, no podía salir sola de casa.

Sabías que el disparo a Mateo sólo era una de las tantas cosas que Bruno podría hacer.

—Cariño —Tobías dice, una vez que baja del auto y besa mis labios. Está vistiendo un traje y mi ceño se frunce—, debo llevarte a casa rápido. Debo salir de la ciudad.

—¿Dónde irás?

—Tengo un caso del bufete que atender personalmente —dice, metiendo unos mechones de cabello detrás de mi oreja—. Regresaré mañana por la mañana, ¿está bien?

Asiento, aunque algo dentro de mí me decía que no estaba diciendo la verdad, sin embargo, sin querer presionarlo, ingreso al auto cuando él abre la puerta para mí. Los guardaespaldas ingresan en otro auto y, sin más, él ingresa, sentándose junto a mí rodeando mis hombros con uno de sus brazos.

Instintivamente dejo que una de mis manos descanse en su muslo y él no duda en tomarla. El tacto de su piel con la mía siempre hacía que un extraño, pero familiar, cosquilleo cruzara mi espina dorsal. El chofer del auto, al que no conocía, conduce en silencio, claramente ignorándonos a nosotros.

—¿Cómo te fue hoy? —Tobías suelta, luego de unos minutos—, por cierto, dejaste tu teléfono en casa y tu maestra envió un correo. Dice que todo está perfecto respecto a los planes.

—Bien —digo, inclinándome un poco para poder esconder mi rostro en su cuello. Huele a Tobías. El mismo olor al cual me había hecho adicta, sin embargo, antes de sucumbir a la seducción del aroma, mis dientes se clavan con suavidad en su piel, él se estremece y suelta una lenta respiración—, ¿Cuándo dejarás de revisar mis cosas?

—Nunca —dice, con voz ronca. Sus dedos tiran de mi barbilla, alejándome de mi escondite y de su aroma. Sus ojos azules observan los míos y noto como el azul de sus ojos se oscurece con rapidez—. Tú eres mía, Drea. Todo lo relacionado a ti me importa y me preocupa, y lo que está ocurriendo últimamente sólo me hace preocupar el doble, así que no me pidas tales cosas como dejar de revisar tus cosas.

—Dame tu teléfono —digo, frunciendo el ceño, sintiendo como el enojo empieza a adueñarse de mí sistema. Tobías, con una sonrisa sardónica, se remueve un poco y, sin dudar ni un solo segundo, coloca su teléfono sobre la palma de mi mano.

—No tiene código —murmura, sin más. Mi ceño se frunce cuando sólo al desbloquearlo, una foto mía aparece en la pantalla. En la foto me encuentro vistiendo ropa demasiado abrigada y, es cuando noto los papeles en mis manos.

Fue el día que repartimos los volantes.

>>Ese día, cuando te vi pegando esos volantes y cómo parecías lista para lo que viniera, me enamoré de ti. Aún en ese entonces, sin conocerte completamente, sabía que tan loca estabas y también cuanto te gustaba luchar por las cosas que te gustan y que, al mismo tiempo, ayudan a los demás.

—No puedes decir eso —digo, bloqueando nuevamente el teléfono y entregándoselo de vuelta. Nuestros ojos se encuentran nuevamente y siento mi corazón dar un brinco. Ciertamente, sería capaz de matar si alguien intentara lastimarlo—, se supone que debo enojarme contigo.

—Bien —dice, sonriendo, de esa manera en la que me indicaba todo lo sería capaz de hacerme. Debo controlarme para no saltar sobre él y besarlo. Si hacía eso no sería capaz de detenerme—, cuando regrese, puedes enfocar todo ese enojo en otra cosa.

Y yo sabía que no mentía.

~*~

Ver una película y terminar mis tareas pendientes durante la noche del viernes fue una buena idea. Cameron, Preston, Brenda, Mateo y yo nos encontrábamos viendo Bright. Ciertamente, pensé que la película no me gustaría, sin embargo, las emociones me embargaron desde el momento en que las personas y los ogros trataban mal a Nick.

Pobre, él no tenía la culpa de querer cumplir sus sueños.

¿Qué tan malo es ir en contra del sistema?

Preston comparte un sillón conmigo y con Cameron, éramos los únicos que estábamos devorando palomitas y unas cuantas gaseosas. Siento la mirada de Brenda y, cuando giro un poco mi rostro, me encuentro con su divertida mirada.

—¿Cómo es posible que los tres quepan en ese sillón? —dice, con voz tranquila, Mateo lleva su atención a nosotros y, por primera vez en toda la semana, veo un vislumbro de sonrisa—, ¿Quién diría que ustedes son contorsionistas?

—Mamá, silencio, ¡los están siguiendo!

Y con las palabras de Preston mi atención se centra únicamente en la película.

Una hora después de que la película ha acabado y junto a Preston y Cameron devoramos una pizza, la puerta principal de abre, llamando la atención de todos. Los guardaespaldas reaparecen en mi campo de visión y se ven frenados de golpe cuando la figura de Tobías cruza de largo hacia las escaleras ignorando nuestra presencia en la sala de estar.

Mi ceño se frunce.

¿No regresaría por la mañana?

—Preston —dice Brenda, saliendo de la cocina—, ya es media noche y, aunque es viernes, necesitas dormir. La pelirroja pelea con Cameron por la última rebanada de pizza y, cuando el castaño la vence, ella se marcha derrotada, siguiendo a su madre por las mismas escaleras que Tobías se marchó.

—Ve —Cameron murmura, sonriendo con diversión—, pensé que volvería mañana y, por la manera en la que entró, deduzco que ocurrió algo.

—Gracias, enano —Cuando me levanto del suelo dejo un beso en su frente y, sin más, hago mi camino hacía la habitación que comparto con el moreno.

Cuando me detengo frente a la puerta de madera, mi ceño se frunce cuando noto algo de sangre en la perilla de la misma. No dudo mucho en abrirla y, cuando lo hago, un grito ahogado me abandona.

Tobías Vidal está frente al espejo, observando su rostro, donde, lo que parecía ser un corte, cerca de su ojo, es examinado por él. Su vista se cruza con la mía y una maldición lo abandona. Con rapidez, tira de mí, cerrando la puerta con pestillo detrás de nosotros, justo a tiempo cuando la voz de su hijo, al otro lado de la puerta, dice—: ¿Drea, papá, qué pasó?

—Nada —Tobías dice, con dureza—, Drea vio un insecto, todo está bien.

Ambos esperamos en silencio, observándonos directamente a los ojos, hasta que no somos capaces de escuchar a Cameron detrás de la puerta. Mi mano se levanta, lista para tocar la herida del moreno frente a mí, pero me freno de golpe, sabiendo que podría lastimarlo allá.

—¿Qué te pasó, mi amor?

—No te preocupes, ¿sí? —dice, agachándose un poco para poder besar mis labios, lo acepto gustosa y, cuando nos separamos, no puedo evitar que la preocupación se filtre en mi sistema.

—Tobías...

—No quiero hablar de lo que paso —dice, con voz ronca—, te necesito. Necesito estar dentro de mí.

Sin más, él empieza a desnudarme y soy incapaz de negarme. Lo deseaba, sin embargo, saber que estaba lastimado, me hacía querer detenerme, pero no lo hago. Dejo que se deshaga de mi ropa y me lleve a la cama, en la misma en la cual espero a que él se quite la suya y, cuando está sobre mí, no lo piensa y entra en mí de una sola estocada. Siento un poco de dolor, pero lo único que brota de mis labios es un gemido que él toma con apreciación.

—Tú. Eres. Mía —suelta, gruñendo—. Sólo. Mía.

Por el resto de la noche hacemos el amor, sintiendo la necesidad que cada uno sentía por el otro, durante toda la noche no somos más que gemidos, gruñidos, dientes y manos tocándonos, amándonos, haciéndole saber al otro cuanto amor teníamos dentro para darnos.

Una vez que ambos estamos agotados y yo descanso, completamente agotada, sobre su pecho, siento tensión irradiando su cuerpo y, antes de que la neblina del sueño me absorba por completo, lo escucho decir—: Él ya no hará nada en contra tuyo, Drea.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro