34.
Lamento muchísimo la tardanza y espero que les guste mucho. <3
A partir del próximo capítulo empezaré a hacer dedicaciones, por lo que si quieres una, no dudes en pedirla.
En comentarios dejaré el link del grupo de whatsapp y mis correspondientes redes sociales por si tienen alguna duda. <3
Disfruten su lectura.
~*~
El sutil taconeo resuena más alto de lo debido contra el suelo y siento que mi corazón late desbocado cuando me detengo frente al espejo. La atención de Tobías está sobre mí, haciendo que el nerviosismo aumente en mi sistema.
—Es demasiado —digo, con voz ronca, observando al moreno. Sus ojos azules recorren cada parte de mi cuerpo, haciendo que olvide el hecho que nos encontramos en una tienda junto a una de las dependientas—. No puedo usar esto.
—Claro que puedes —Se levanta del sillón, mirando a la dependienta quien simplemente asiente ante la silenciosa orden del hombre que me había traído a éste lugar. Sus manos no tardan en posarse sobre mi cintura y, sin cuidado alguno, me obliga a girar sobre mi eje, haciendo que enfoque mis ojos nuevamente en el gran espejo—. Mañana será una gran noche y tú serás el centro de atención.
>>Y yo seré el hombre más afortunado de todos.
No puedo evitar reír ante sus palabras. El pesado brazo de Tobías se envuelve en mi cintura, tirando de mi cuerpo hacia el suyo. Su cabeza descansa junto a la mía y no dudo en apoyarme un poco más sobre él.
El aroma a colonia invade mis fosas nasales y tranquiliza el palpitar de mi corazón. A pesar de todo, Tobías tenía el poder de calmar el miedo o tristeza en mi interior.
—¿En serio quieres casarte conmigo? —Sus ojos se levantan de la abertura de mi escote y su ceño no tarda en fruncirse.
—¿Qué?
—Yo... —Trago duro—, sé que te deshiciste de esas fotos, pero él sigue ahí y sé que no se rendirá hasta terminar con todo lo bueno que hay en mi vida.
Con cuidado, Tobías me gira entre sus brazos, hasta que termino frente a él, inclinando la cabeza para poder observar sus ojos. Una de sus manos se levanta y termina ahuecando mi mejilla mientras me observa.
—Creo que estaría loco si te dejara ir ahora —murmura—. Todos tenemos un pasado, Drea y no debes avergonzarte de eso.
—Tobías...
—No tienes que preocuparte por nada —asegura, sonriendo de lado—, tu sólo debes escoger un vestido y concentrarte en lo que sucederá mañana en la noche.
Intento formar una sonrisa, dejando que mi mente de deshaga del amargo momento que tuve al ver aquellas fotografías. Tobías tira de mi cuerpo, haciendo que mi cabeza descanse en su pecho. Él había tomado la mañana libre para acompañarme y elegir un vestido, mañana sería el día en que daría a conocer nuestra relación y, además, el compromiso al que estábamos a punto de enfrentarnos. A pesar de todo, estar entre los brazos de Tobías me hacían sentir segura, como si nada ni nadie podía llegar a mí y lastimarme y, a pesar de no saber mucho sobre el amor, sabía de antemano que lo que sentía por él, sobrepasaba cualquier límite de amor que haya existido.
—¿Ya tomaron una decisión? —La voz de la dependienta hace que la atmosfera que se había creado entre ambos se rompa, Tobías se separa de mí con mala gana y, como si nada asiente.
—Lo llevaremos.
Estoy a punto de negarme a aceptar el vestido, sin embargo, el me observa con una ceja arqueada, sabiendo lo que estaba a punto de hacer, por lo que, decido guardar silencio. ¿Tenía que acostumbrarme a esto? Desde ahora en adelante, el hecho de estar en la universidad y con un pie dentro de un matrimonio, sabía que tanto él como yo debíamos acostumbrarnos al otro y si pagar cosas para mí hacía de Tobías un hombre feliz, podía dejarlo seguir.
Sólo que no tan seguido.
Cuando la dependienta se marcha, lista para traer la factura, Tobías me observa con intensidad, haciendo que cada terminación nerviosa en mi cuerpo tiemble ante la espera.
—Debemos buscar zapatos.
—No los necesito —digo, poniendo los ojos en blanco—, creo que puedo escoger de los que ya tengo, Tobías.
Tobías suelta un gruñido y está a punto de decir algo, pero la dependienta regresa casi de inmediato, entregándole la factura a Tobías, esté no duda en asentir cuando leer el trozo de papel y, sin si quiera pensarlo más, saca su billetera y entrega una tarjeta de crédito.
—Necesitaremos zapatos —dice, hacía la pobre mujer que me observa con algo de duda—, rojos o negros.
Pongo los ojos en blanco, haciendo mi camino de vuelta hacia el probador, ciertamente, no quería discutir con Tobías, mucho menos cuando ambos estábamos tan bien.
Sólo lo dejaría estar y trataría de no formar una discusión, dónde tal vez sólo debe haber tranquilidad.
Sería un día largo.
Media hora hace falta para terminar con tres vestidos de más y muchos más tacones de lo que alguna vez podría usar. Tobías lleva una sonrisa en sus labios cuando subimos a su auto y, cuando soy la primera en subir, él no pierde la oportunidad de manosear mi trasero. Lo observo con atención cuando él sube al lado del copiloto luego de cerrar mi puerta y parece un niño con juguete nuevo cuando me observa de vuelta.
—¿Qué?
—No necesitaba tantos zapatos —digo, como si fuera obvio—, no soy de las que va a un desfile de modas.
—¿Quién dijo que eran para salir? —suelta, encendiendo el auto—, podría follarte con cada uno de ellos. Sería todo un deleite para mí, Drea.
Todo lo que tenía listo para reprocharle parece esfumarse de mi cerebro como por arte de magia. Tobías sabía lo que causaba en mí, en mi cuerpo, y él nunca dudaba en usar su mordaz boca para hacer que todo dentro de mí se encienda.
Luego de ver que no doy respuesta alguna, él suelta una risa y pone el auto en marcha. Ciertamente, nunca me pondría al día con los viciosos pensamientos de Tobías Vidal, al parecer, la edad sí significaba conocimiento.
—Te tengo una sorpresa —dice, luego de unos minutos en silencio. Una de sus manos termina sobre mi muslo y él no duda en acariciarlo—, pero debes prometer que no te enojarás.
—No prometeré nada —suelto, frunciendo el ceño y tratando de leer su expresión, sin embargo, eso algo difícil de hacer. Nunca sabía qué tenía en mente, algo demasiado difícil.
~*~
Había esperado cualquier cosa de parte de Tobías, más ropa, más zapatos, o alguna mascota, sin embargo, estar sentada frente a al gerente de un banco, sobrepasaba mi imaginación. El moreno junto a mí parece conocerlo muy bien, lo que resulta mucho más incómodo y, sumando el hecho de saber la cantidad de dinero que Tobías planea enviar a mi cuenta, sobrepasaba todas las cosas que tenía en mente como una sorpresa.
—Lo único que necesitamos es tu firma, Tobías —el hombre regordete frente a ambos, Lucas según escuché, dice, dirigiéndose al hombre del cual estaba totalmente enamorada, pero el mismo que lograba hacerme enojar—, y obviamente la de la señorita presente.
—Tobías —digo, tirando de su mano para obtener su atención, lo cual no tarda en ocurrir—, ¿podemos hablar un segundo?
—Yo los dejaré solos por un momento —Lucas dice, levantándose de su silla y regalándonos una sonrisa, para luego agregar—: Debo arreglar los papeles.
Tobías agradece antes de que se marche y, cuando estamos totalmente a solas, no puedo evitar soltar un suspiro ante su atenta mirada.
—¿Qué ocurre? —Él dice, parece preocupado—, ¿te sientes bien?
—Lo estoy —murmuro, sin ser capaz de observarlo—¸ pero esto es demasiado, no puedo aceptar cincuenta mil dólares.
—Lo harás —dice, como si nada—, Drea, eres mi mujer, necesito saber que si no estoy algún día ahí para ti, estarás bien y no te faltará nada.
Niego, soltando una risa carente de diversión y digo—: No lo entiendes, Tobías, no se trata de eso. El dinero que me estás entregando debe ser de Cameron. Él es tu hijo y tú debes ver por él.
—Ya lo hice —Una línea cruza sus labios—, cree una cuenta con el dinero suficiente para él si algo llegase a ocurrirme. Él estará bien y también quiero que tú estés bien.
—Hablas como si algo te fuera a ocurrir —digo, dándole una mirada confundida—, ¿estás tratando de decirme algo?
Tobías suelta una risa, tomando mi mano y llevándola a su pecho.
—Lo único que estoy tratando de decirte es que eres mía —dice, con intensidad—, y sólo quiero estar seguro de que nada te faltará en un futuro si yo no estoy ahí para ti, Drea. Si no hago esto, no estaré tranquilo.
>>Déjame hacer esto.
—No quiero discutir —digo, con simpleza—, pero siento que esto es demasiado.
—Drea, mañana serás mi prometida frente a todas las personas que me conocen —suelta, con voz dura—, mi mujer tendrá todo lo que yo le pueda dar, aunque ella misma se niegue a aceptarlo.
La puerta se abre, revelando la figura de Lucas, quien interrumpe mi respuesta, sin embargo, Tobías aprieta mi mano, atrayendo nuevamente mi atención, claramente esperando una respuesta de mí parte.
—¿Entendiste, cariño?
—Sí —musito, sin querer discutir más.
Luego de eso, Lucas y Tobías se enfrascan en una conversación acerca de la transferencia de dinero y decido guardar silencio. Decido sacar mi teléfono cuando ellos parecen no notar mi presencia y varios mensajes de parte de Andrea, mi ceño se frunce cuando en cada uno de ellos escribe "Ayuda" en mayúsculas. No dudo en responder cuando veo que se encuentra en línea.
Drea: ¿Qué pasa?
Andrea: MORIRÉ. OH POR DIOS. DREA, DEBES ESTAR AQUÍ Y GOLPEARME FUERTE EN LA CARA.
Drea: ¿Podrías ser un poco más clara?
Andrea: Cameron me besó. VIDAL ME BESÓ.
Andrea: Me gustó mucho ser tu hermana, Drea, te amo, pero si te casas con Tobías, no te visitaré.
Drea: Estás loca.
Tobías me observa con atención cuando suelto una risa ante la fotografía que Andrea me envía. Está de cabeza en una cama, haciendo la mueca más extraña que había visto en una persona.
—¿Qué ocurre? —El pregunta, dejando sin terminar la conversación con Lucas. Ambos parecen esperar atentos mi respuesta, por lo que simplemente suelto un suspiro.
—Cameron besó a Andrea —digo, observando al guapo espécimen sentado junto a mí—, entró en un momento de pánico adolescente. Se le pasará.
—¿Debo castigara Cameron?
—No —digo—, hablaré con él. No necesito que tenga algún capricho por mi hermana y luego la lastime.
Tobías no dice nada acerca de su hijo y mi hermana besándose, sin embargo, puedo notar que no estaba feliz con eso. Como si nada, le indica a Lucas que teníamos que irnos y el banquero no pierde el tiempo en extender los papeles hacía él.
El moreno firma, sin siquiera dudarlo y luego empuja los papeles hacía mí, observándome con intensidad cuando me ve dudar un poco. Él inclina la cabeza, indicándome que lo haga y, tomo el bolígrafo que me entrega y firmo en contra de todo lo que pensaba, sin embargo, Tobías parece feliz cuando le devuelvo la pluma.
—Bien —dice Lucas, sonriendo ampliamente—, yo mismo me encargaré de hacer la transacción del dinero, no te preocupes por nada, Tobías.
Una vez que Tobías se coloca de pie, yo lo imito, deteniéndome de pie junto a él y ambos nos despedimos de Lucas, quien se toma la molestia de acompañarnos hasta la puerta de su oficina.
Cuando siento que al fin estamos solos, extiendo mi teléfono hacía el moreno junto a mí, él no duda en tomarlo y suelta una risa cuando ve la fotografía de Andrea.
—¿Tan grave fue?
—Es Andrea —digo, sujetando su mano cuando me la ofrece—, nunca se sabe cuándo armará un drama dónde no lo hay, pero es bastante sensible en estos temas. Supongo que está tan asustada porque en el fondo le gustó que Cameron la besara.
—Las mujeres son difíciles de entender.
—Los hombres no pueden ver cuando no estamos listas para algo.
Tobías suelta una risa y tira de mi mano cuando salimos del banco. Mi cuerpo gira de modo que logro chocar contra el suyo. Él no pierde el tiempo y tira de mi cabello, haciendo que mi cabeza quede inclinada hacia él.
Sus labios se cierran sobre los míos, haciendo que un quejido brote de lo profundo de mí pecho cuando su lengua invade mi cavidad bucal. Tobías Vidal sabía cómo besar y tenía el poder de hacer temblar mi cuerpo con tan sólo un toque.
Él podría ser capaz de volverme loca sin tan sólo se quedara de pie observándome.
—Bueno —murmura, con tono ronco—, justo ahora sé lo que quieres tener dentro de ti.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro