32.
—Sabes que no tengo problema alguno en quedarme en tu departamento —Tobías suelta y, ciertamente, ya había perdido la cuenta de cuantas veces había dicho lo mismo, pero no se rendía, en lugar de ello seguía insistiendo.
—El señor Midas está aquí, no puedo dejarlo solo —murmuro. Esperando en silencio a que aparque su auto frente a la enorme casa. Luego de una larga ronda de sexo y una interrupción no deseada por parte de Emilio, habíamos regresado a casa del moreno—, pero si te molesta regresaré a mi departamento.
Me dirige una mirada mordaz y con ello me indica que no debo ir por aquel camino. Ciertamente, tiempo atrás me hubiera asustado, sin embargo, justo ahora, lo único que causaba en mí era gracia.
—No sé que es tan gracioso, Drea —gruñe, apagando el motor para luego abrir la puerta de su lado, cuando baja, me dirige una dura mirada—, tu y ese gato no se irán de la casa.
>>Te lo dije, te quiero aquí, conmigo.
Pongo los ojos en blanco y lo siguiente que hago es bajar del auto. Tener a Tobías insistiendo en algo con lo cual no me sentía segura, iba a terminar estresando y, ciertamente, tenía suficiente con la universidad.
Cierro la puerta del auto con tranquilidad, para luego dirigirme a la puerta principal de la casa, Tobías me sigue de cerca y sé que se está liando con mi bolso.
Cuando llega a mi lado, me fulmina con la mirada, haciéndome sonreír mientras él se encarga de abrir la puerta. Las voces no tardan en llegar a mis oídos y, como toda asocial que soy, hago mi camino directo a la habitación de Tobías.
Lo escucho suspirar, pero no me detengo.
Luego de tener una gran tarde con él, no quería arruinarla escuchando los comentarios por parte de su familia. Ciertamente, él que su hermano y su cuñada se metiera en nuestra extraña relación, me irritaba demasiado.
¿No éramos lo suficientemente mayores como para hacer lo que queramos con nuestras vidas?
—Te subiré algo para que comas, Drea.
Giro mi cabeza un poco, regalándole un guiño al moreno, quien simplemente niega un poco divertido y continúo con mi camino.
Una vez que llego a la habitación de Tobías, cierro la puerta detrás de mí y me apoyo contra la misma. La sonrisa en mi rostro no desaparecería con nada, me sentía mucho más allá de feliz y era algo que sólo Tobías había logrado.
Me había hecho el amor de todas formas y las secuelas aún continuaban vibrando en mi cuerpo. Era capaz de sentir la sensación de sus labios recorriendo mi cuerpo y, ciertamente, mañana estaría más adolorida que de costumbre.
Sacudo mi cabeza, tratando de alejar aquel pensamiento de mi cabeza. El dolor valía la pena si era resultado de una larga faena de sexo con Tobías Vidal.
Suelto un suspiro, fijando mis ojos en la gran cama que llenaba la habitación, en el centro de la misma descansaba un sobre, la cual llama mi atención más que cualquier cosa.
Me encamino a la cama, totalmente curiosa por ver el contenido del sobre. Cuando me hago con él, mi ceño se frunce cuando descubro mi nombre junto al de Tobías en el mismo.
La puerta se abre, sobresaltándome de manera y me encuentro con la mirada confusa del moreno.
—¿Qué haces?
—Nada —murmuro, levantando el sobre para que él pueda observarlo—. Encontré esto aquí. Tiene nuestros nombres.
Éste parece mucho más confundido que yo y, con algo de prisa, cierra la puerta para dirigirse hacia mí. Deja mi bolso sobre la cama, para luego sentarse a mi lado y tomar el sobre.
Una vez que lo hace, no duda en abrirlo. Noto tensión irradiando su cuerpo, sin embargo, cuando desvela lo que hay en el interior de aquel sobre, mi corazón se detiene por una fracción de segundo.
Las imágenes regresan a mi mente.
Brandon, aquella habitación y yo.
Soy capaz de sentir el lento palpitar de mi corazón, pero todo esto se ve desplazado cuando Tobías suelta una maldición y abandona la habitación con un portazo.
Dejando las fotos de lado, regadas en el suelo.
Lágrimas se acumulan en mis ojos y no dudo en dejarme caer en el suelo, siendo presa del pánico más grande que había vivido alguna vez. Verme completamente desnuda con Brandon sobre mí, sólo hacía que mi estomago se revolviera.
La Drea del pasado, en cierto modo, me daba asco.
—No. No. No —Mi voz es una larga línea de murmuros, pero no dudo en tomar las fotos con rapidez para luego romperlas. Había olvidado eso, había olvidado la manera en la que yo misma me rebajaba sólo para obtener un poco de atención.
Había olvidado aquella sensación de sentir pánico cuando Brando giraba a mirar a otra chica, ya no era esa chica estúpida, era una mujer que podía resolver sus problemas por sí sola.
¡Podía hacerlo sola!
Escucho gritos en el piso principal y lo único que puedo hacer es sentarme en el piso y rodear mis rodillas con mis brazos.
¿Por qué siempre había algo que estaba lista para arruinarme la vida?
Quería ser feliz con Tobías, deseaba poder darle un sí en un tiempo no tan largo, sin embargo, con esto, dudaba mucho que Tobías aún me aceptara.
Tenía miedo de ser rechazada por él.
Un sollozo se escapa de mi parte a tiempo que Tobías regresa a la habitación. Su mirada está cargada en sangre y, cuando se acerca a mí, mi cabeza da vueltas. Veo sus labios murmurar algo, pero no lo escucho y, cuando intento acercarme a él, un sordo dolor se instala en mi cabeza y la oscuridad me absorbe con rapidez.
~*~
El olor picante e incomodo de lo que parecía ser alcohol ingresa por mis fosas nasales, siento ganas de alejar lo que está cerca a mi nariz, pero no soy capaz de moverme. Mi cabeza vibra y soy presa de un dolor que antes no había sentido.
—¿Drea? —La ronca voz de Tobías retumba en mis oídos, aumentando el dolor que se instala en mi sistema. Una vez que logro abrir los ojos, el rostro del moreno es lo primero que soy capaz de ver. Su ceño está fruncido y la expresión en su rostro lo muestra tan asustado que mi corazón se aprieta un poco.
—¿Qué pasó? —murmuro, tratando de moverme, pero lo único que gano es a Tobías empujándome con cuidad de vuelta a la cama—. Mi cabeza... duele.
—Te caíste cuando intentabas colocarte de pie y te golpeaste contra la mesita de noche —explica, sentándose a mi lado en la cama. Parpadeo, tratando de aclarar un poco más mis ojos, y es cuando noto a Cameron al pie de la cama. Él se encuentra tan blanco como una hoja de papel y el miedo no parece desaparecer de su sistema aun cuando me ve despierta.
—Estoy bien —aseguro, sonriendo con dirección al castaño—, sólo me duele la cabeza.
—Papá llamó a su médico —dice, con un dejo de preocupación en su voz—. Mateo tuvo que sacar a Peyton de aquí, se asustó mucho cuando vino a verte y te encontró en el suelo.
Miro a Tobías, quien mantiene su ceño fruncido. Parecía enojado, sin embargo, la preocupación parece dejar eso de lado.
Pero yo no soy capaz de mantenerme tranquila. Brando quería meterse nuevamente en mi vida.
—¿Puedes dejarnos solos, Cameron? —El moreno murmura, luego de unos largos segundos. El adolescente me da una mirada y me obligo a sonreír en su dirección para indicarle que todo estaba en orden y, sin decir una sola palabra, abandona la habitación.
La tensión se hace presente al tiempo que Cameron cierra la puerta detrás de él, y soy capaz de sentir que el cuerpo de Tobías es culpable de eso.
—Cuando me hablaste sobre ese mal nacido lo enfrenté —dice, con voz seria—. Le dije que lo quería fuera de tu vida, mucho mejor si es en otra ciudad, me amenazó con acabar conmigo pero soy más rápido que él.
>>Logré levantar una orden de alejamiento en su contra con tu nombre.
—¿Por qué hiciste eso?
—Es hijo de puta me mostró esas fotos —dice, la ira apoderándose de su voz, sin embargo, cuando me da una mirada, esta se ablanda—. Drea, te amo, no sé desde cuanto estoy sintiendo esto, pero todo lo que te afecte, me afecta a mí.
>>Sólo quiero cuidar de ti.
No sé qué diablos responder.
Ciertamente, aún no lograba colocar mi mente en orden y el dolor sólo aumentaba su intensidad ante cada pensamiento que se cruzaba por mi cabeza.
Tomo una respiración, acomodando mi cabeza en la suave almohada, para luego decir—: Cuando mi relación con Brandon terminó prometí no levantar cargos por lo último que ocurrió.
>>La última vez que lo vi me golpeó porque no me acosté con él, el mismo día lo dejé y él prometió no meterse conmigo de nuevo.
—Pero apareció en el refugio —agrega por mí cuando guardo silencio—. Sólo lo quiero lejos de ti, Drea. No me digas que fue estúpido hacer lo que hice.
—No lo fue —murmuro, dándole una mirada—, no tenía pensado hacerlo cuando lo vi en el refugio, pero si volvía a acercarse, colocaría la orden.
Siento la pesada mirada del moreno sobre mí y su boca se abre, sin embargo, vuelve a cerrarse cuando la puerta de la habitación suena y simplemente dice—: Está abierto.
El médico que conocí la última vez ingresa en la habitación. Su cabello característico blanco adorna su cabeza y, sin poder evitar sonreír, lo hago, observando al hombre que me gastó una que otra broma cuando me encontraba en el hospital.
—Señorita Castille —dice—, cuando recibí la llamada del señor Vidal nunca pensé que fuera algo tan grave —Una sonrisa baila en sus labios y, cuando Tobías se levanta de la cama para darle algo de espacio, se sienta junto a mí.
—Iré a realizar unas llamadas —Tobías dice, dándome una mirada—, si necesitas algo tu teléfono está en la mesita.
Asiento, agradeciéndole con una sonrisa y observo cómo se marcha.
—Debes levantarte —El doctor Hernández llama mi atención y, con cuidado, me ayuda a sentarme en la cama. Se levanta, dejando de lado su maletín y se apresura a revisar mi cabeza—. Tobías casi trae el hospital hasta aquí —Se burla, haciéndome sonreír—, me recuerda a mí cuando mi esposa está enferma.
—Exageró.
—No, no exageró —dice, me da una mirada antes de regresar a revisar mi cabeza. Siento como escarba entre mi cabello y, cuando presiona con cuidado en cierta parte, el dolor aumenta mucho más—. Cuando amas a alguien lo último que quieres es que esa persona tenga un accidente.
>>Puede que no sea nada, pero él hizo lo correcto en llamar al hospital. Es normal que esté nervioso, es un hombre enamorado.
—Y tal vez está un poco loco —Suspiro, agradeciendo en voz baja cuando me indica que vuelva a recostarme.
—Todos los hombres enamorados estamos locos, Drea —ríe y no puedo evitar sonreír—. Por lo que he visto no hay nada fuero de lo normal, sólo un moretón que desaparecerá con los días.
—¿Y el dolor?
—Te recetaré unos analgésicos —dice, lo veo sacar su recetario y, con rapidez, traza unas cuantas líneas en una de las delgadas hojas—, debes descansar, te daré un permiso para mañana la universidad.
>>Aún cuando no lo creo necesario. Tobías es quien me está pagando, así que debo seguir sus órdenes.
En cuanto termina de hablar, Tobías entra nuevamente en la habitación. Su ceño está fruncido y guarda su teléfono en el bolsillo de sus pantalones.
—¿Está bien?
—Sí —El doctor se levanta, tendiendo la delgada hoja hacía el moreno—. Necesita descasar y no podrá dormir durante las próximas horas, deberá encargarse de eso.
>>Cuando tenemos golpes en la cabeza tan fuertes como el que le pasó a Drea, lo último que debe hacer es dormir, debe mantener su cerebro activo, haciendo que olvide lo ocurrido. Si no lo hace puede tener un derrame o algo mucho peor.
—No dormirá —Tobías responde, la determinación adorna su voz y mi ceja se arquea en su dirección—, me encargaré de eso. Gracias, doctor.
Luego de que me despido del doctor Hernández, Tobías guía su camino fuera de la habitación y, cinco minutos después, lo tengo de regreso en la habitación, observándome con atención.
—¿Quieres ver una película? —Lo observo, sonriendo un poco.
—Sí —digo—, pero llama a Cameron, creo que él tiene mejores gusto que tu.
El moreno pone los ojos en blanco y, antes de regresar sobre sus pies fuera de la habitación, me da una mirada.
>>Hablé con un colega, armará un caso contra Brandon. Puede terminar en la cárcel por esas fotos.
No espera a que diga algo como respuesta y abandona la habitación, dejándome algo preocupada.
¿Qué pasaría después de eso?
Tenía miedo de que Brandon hiciera algo más con esas fotos.
Tenía miedo de que intentara hacer algo en mi contra. En cierto punto, tenía miedo de ese maldito hijo de puta.
lm
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro