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31.

Capítulo dedica a Ali0409 Espero que te guste 7u7

No se olviden que los capítulos +18 estarán disponibles para las personas que me sigan. <3

¡Disfruten su lectura! 

~*~

—Será mejor que tengas una escusa enorme para ignorarme —Lucas está junto a mí, rodeando mis hombros con uno de sus brazos. Pongo los ojos en blanco, recordando lo que había ocurrido temprano por la mañana—. ¿Cómo estuvieron las clases?

—Excelentes —suelto, sin siquiera observarlo—. ¿Te colarás en mi almuerzo con Tobías?

—No —ríe—, lo siento por eso, solo estaba molestándolo. ¿Se enojó?

—Tanto como para abordarme cada una de mis horas libres —suelto un suspiro—, ¿por qué diablos tenías que mencionar a Emilio? No he hablado con él desde que fue a mi departamento.

—Lamento eso —ríe, nuevamente, haciendo que ponga los ojos en blanco. Una vez que salimos de la universidad, me encuentro con el auto negro de Tobías. Él está de pie junto al mismo, ganándose la mirada de varias chicas que circulan cerca a él—. Creo que quiere matarme o solo es su cara normal.

—Vete —Suelto una risa, dándole una mirada a mi primo—, ve ésta noche a casa de Tobías, necesitaré ayuda con mi tarea.

El castaño asiente y, antes de que logre marcharse por completo, digo—: ¿Dónde está Andrea?

—Con León —dice, el nombre parece incomodarlo, pero continua—, creo que ambos están en su momento de gustarse, o algo así.

—¿León y Andrea? —Lucas asiente, para luego dejar un beso en mi frente y marcharse. Lo observo mientras hace su camino lejos de mí, choca contra varias personas, pero a él no parece importarle.

A Lucas no perecía importarle nada.

Niego, algo divertida y continuo con mi camino hasta el auto de Tobías. No pierdo de vista al moreno, mucho menos a las chicas que pasan cerca a él, observándolo.

—¿Qué se supone que haces? —Él pregunta, luego de sujetarme cuando prácticamente me lanzo sobre él.

—Marco territorio —Mis labios se cierran sobre los suyos y Tobías no duda ni un segundo en seguir mi beso. Cuando pienso que logro ganar, el me aprieta un poco, haciendo que una notable erección se clave en mi estomago.

—Sí no quieres que te haga el amor aquí mismo —gruñe cerca a mis labios, poniendo mi piel de gallina—, será mejor que nos marchemos.

Trago duro, observando sus ojos. El brillo que había en ellos era el mismo que había tenido la primera vez que casi-tuvimos-algo

—¿Dónde está Cameron? —Mi voz es un ronco susurro y, con tranquilidad, me encamina hasta el lado del copiloto.

—Está con Preston —murmura—, se quedaron en casa, podemos ir a tu departamento y...

—Bien, vamos —No tenía porque repetirlo dos veces. Ciertamente, después del calvario de la noche pasada, necesitaba una merecida recompensa.

Tobías niega algo divertido, abriendo la puerta para dejarme el camino libre. No dudo en subir y, cuando tomo asiento, Tobías tira de mi blusa con suavidad. Su lengua se pasea por su labio inferior cuando uno de mis pezones queda a su vista y, como pocas veces, siento vergüenza.

—Eres hermosa, Drea —Se inclina un poco hacia mí y nuestros labios se encuentran con otro beso. Sé que, con otro beso más, estaré rogándole que me tome en el auto, sin embargo hago acopio de mi fuerza de voluntad y me separo de él, logrando una pequeña ventaja de unos cuantos milímetros.

—No tendré sexo contigo en el estacionamiento de una universidad —Ciertamente, justo ahora, el resto de las clases me daban igual. Quería tener a Tobías sobre mí y no me importaba perder una clase.

El moreno me observa por unos segundos, antes de asentir y cerrar la puerta del copiloto. Tomo una respiración, tratando de controlar mis hormonas y, cuando Tobías ocupa el lugar del piloto, no tarda nada en encender el motor.

—¿Tienes las llaves?

Asiento.

El quedarme en casa de Tobías no iba a separarme de mi departamento, sinceramente, no quería irme de ahí y por ello no me había alejado de mis llaves.

Amaba a Tobías Vidal, pero no estaba lista para formar una vida con él.

No cuando tenía asuntos pendientes por superar. No cuando mi pasado seguía haciendo aparición en los momentos menos oportunos.

Diez minutos después de una espesa tensión sexual en el auto, ambos estábamos esperando el ascensor de mi edificio. Había un chico al cual no conocía ocupando el lugar de Santiago. Sabía de antemano que el moreno se encontraba en clases, por lo que, no digo nada y sigo a Tobías al interior del ascensor.

—¿Quién era ese chico?

—Creo que el reemplazo de Santiago —respondo—, él tiene clases durante las mañanas y no puede ayudar a su padre.

Tobías simplemente asiente y, unos segundos después, las puertas del ascensor de abre. Soy la primera en salir, porque simplemente no soporto la idea de estar encerrada dentro de esa caja de metal.

La mujer que vive junto a mi departamento se encuentra fuera del suyo, habla con una muchacha mucho más joven, pero no paso por alto que pone los ojos sobre Tobías.

Y, ciertamente, no tenía como culparla. Él atraía la atención sin esforzarse demasiado. Sin saber exactamente por qué, apresuro a Tobías, abriendo la puerta con rapidez y empujando al moreno para poder cerrar la puerta. Cuando logro terminar mi trabajo, me veo arrinconada contra la misma, los labios de Tobías se cierran sobre los míos y, con un simple rasgado, él se deshace de mi top-crop.

—Ya no podrás usarla —gruñe, para nuevamente tomar posesión de mis labios. No quería quejarme, sin embargo, a modo de protesta, muerdo su labio inferior. Éste gruñe, pero no se separa de mí, en lugar de ello, se deshace del botón de mis pantalones.

Estaba lista para escuchar alguna palabrota por su parte o simplemente algo, sin embargo, Tobías Vidal se queda sin habla cuando nota la falta de ropa interior bajo el jean.

Estás jodidamente loca, Drea —Su frente se apoya sobre la mía y con leves tirones, termina deshaciéndose de mi pantalón. Una maldición se libera de sus labios y eso solo logra que mi excitación aumente.

Abro la boca para decir algo, pero todo pensamiento pierde sentido cuando los ojos azules de Tobías están sobre los míos. Él, en completo silencio y sin quitar los ojos de mí, se deshace del saco que cubre la camisa blanca que se había colocado ésta mañana.

Luego, como si leyera mis pensamientos, extiende las manos para que me deshaga de sus gemelos, algo que hago sin rechistar. Cuando él está listo para alejar sus manos de mí, lo detengo, acercándome mucho más a su cuerpo. Con lentitud me las apaño para desabrochar su camisa y, cuando lo hago, mis dedos pasean por su abdomen.

Extrañaba tocarlo.

Sus manos terminan en mis caderas y, de un solos movimiento, me obliga a cerrar mis piernas alrededor de su cintura. Sus labios se encuentran nuevamente con los míos y, entre besos, lo escucho decir—: No sabes cuánto te amo...

—Yo te amo a ti —murmuro, besando sus labios con suavidad y paseando mis dedos por su cabello. Estar desnuda, rodeando la cintura de Tobías, solo hacía que me sintiera mucho más vulnerable a él. Estaba siendo sincera, sin embargo, la duda de su amor hacía mí aún estaba tratando de tomar más territorio en mí.

Quería creerle, pero la otra parte de mí no estaba lista para hacerlo.

>>Hazme el amor.

—Cásate conmigo —Su ceño se frunce y, con cuidado, se deja caer sobre el sillón que está a unos cuantos pasos de nosotros—. Quiero que seas mi mujer.

Mis ojos caen sobre los de Tobías y solo soy capaz de ver sinceridad en sus ojos, sin embargo, no iba a cambiar mi respuesta.

—Te amo —murmuro, paseando mis dedos por sus labios—, pero no estoy lista para formar una familia. ¿Puedes darme más tiempo? —Sé que tal vez sueno estúpida. Varias mujeres matarían por casarse con él, sin embargo, no estaba en esa lista—. Tengo veintidós años y muchos problemas que solucionar conmigo misma. Necesito más tiempo.

Su mano termina detrás de mi cuello y, sin decir más, me besa nuevamente.

—Te esperaré —dice, contra mis labios—, pero no soy un hombre con mucha paciencia, Drea.

>>Te quiero conmigo, quiero que seas la madre de mis hijos. Quiero que seas la mujer con quien duerma todas las noches y quien me despierte en las mañanas.

No me deja responder y se limita a levantar las caderas cuando tiro del botón de su pantalón. Siento su erección sobresalir y, como si la cordura lo llamara a él antes que a mí, se detiene, maldiciendo para luego buscar un condón en uno de sus bolsillos.

Una risa se escapa de lo profundo de mi garganta y sin vergüenza alguna tiro del dobladillo de sus bóxers.

Su miembro sale disparado, completamente erecto y con la cabeza enrojecida. Intento formar una oración coherente, pero Tobías se encarga de nublar mi pensamiento cuando me arroja sobre el sillón y con rapidez termina arrodillado entre mis piernas.

Lo observo mientras se deshace de la envoltura del condón y se lo coloca con algo de dificultad. Espero a que diga algo, sin embargo, mi pensamiento se tarda más en crear una frase coherente que en Tobías terminar dentro de mí.

La intrusión de rápida, cargada de tensión y algo dolorosa, sin embargo, el dolor es reemplazado con el placer cuando el moreno se retira. Un gruñido se escapa desde lo profundo de su garganta y nuevamente se introduce en mi interior.

Mis gemidos no tarda en romper el silencio del ambiente y Tobías parece satisfecho ante el resultado de su trabajo.

Con cuidado, se recuesta sobre sin llegar a aplastarme y se mueve con más fuerza.

—Tobías... —Sus labios terminan sobre los míos, silenciando mis palabras y cuando su pulgar termina en mi clítoris, un estremecimiento me sacude de pies a cabeza.

Su mano libre se aferra a mi cadera, manteniendo en mi lugar mientras él se clava mucho más profundo en mi interior. La sensación de estiramiento me abruma, tanto que no controlo el fuerte gemido que se escapa de mi parte.

Tobías mueve sus caderas una última vez y mi vista se nubla. Su voz llamando mi nombre es lo único que resuena en mi cabeza y un grito se libera de mi garganta cuando me corro alrededor de él.

—¿Estás bien? —Su voz es un ronco susurro, sin embargo, lo único que obtiene de mi parte es un gemido. Mis uñas se clavan en la piel de su espalda cuando nuevamente la tensión aparece en mi vientre.

Me acabo de hacer pedazos alrededor de él, sin embargo, no parece ser suficiente para él.

—¿Drea? —Como puedo intento enfocar mis ojos en los suyos y lo único que puedo ver es el deseo corriendo en el iris azul del moreno—. ¿Estás bien?

Excelente...

—Bien —dice. Con cuidado toma una de mis piernas y logra acomodarme de modo que estoy de lado, completamente dominada por él—. Porque es mi turno, cariño.

Sabía que, después de la larga faena de sexo necesitaría una ducha caliente, sin embargo, el poder disfrutar de Tobías Vidal era algo que valía la pena.

Una nalgada por parte del moreno me saca de mis pensamientos y es cuando los gemidos son los únicos que lograban mantenerme completamente cuerda.

Tobías Vidal era un hombre dotado, tanto, que a pesar de no ser virgen, la sensación de estiramiento seguía ahí, burlándose de mí y de mi aguante en el sexo.

Cuando me doy cuenta, un nuevo espasmo sacude mi cuerpo y el moreno cae sobre mí, completamente agotado. Ambos respiramos con dificultad, completamente saciados.

—Te amo, Drea —dice, nuevamente, acomodándose en el sillón de modo que nos encontramos formando una cuchara—. Aunque estés loca.

No puedo evitar soltar una risa y, cuando estoy a punto de responder, la puerta de mi departamento suena. Tobías es el primero en tensarse y, con cuidado, sale de mi interior.

La sensación de vacío no tarda en llenar mi cuerpo, haciéndome sentir más desnuda de lo normal.

—Ponte algo —dice, levantándose con cuidado. Lo observo deshacerse del condón y hacer un nudo en el mismo, para luego meterlo en el bolsillo de sus pantalones, como puede se coloca parte de su ropa de nuevo—. ¿Qué esperas?

—A que dejes que la persona detrás de esa puerta se marche —Hago un puchero, extendiendo la mano hacía él, sin embargo, él niega con el ceño fruncido.

—Si están tocando la puerta es porque el portero dijo que estabas aquí.

Gruño por lo bajo. Tenía razón. Nadie subía a los departamentos si el dueño no se encontraba. Con cansancio tomo la camisa de Tobías y me la coloco encima para hacer mi camino a la habitación.

Siento la pesada mirada del moreno en el corto camino que lleva al mismo y, una vez que ingreso, me apresuro a buscar ropa interior. Cuando encuentro algo, salgo de la habitación, encontrándome con una escena bastante incómoda.

Emilio está dentro del departamento, observando con el ceño fruncido a Tobías, quien parece listo para lanzarse sobre el rubio.

—¿Emilio? —Mi voz se libera con un dejo de nerviosismo—. ¿Qué haces aquí?

La mirada de ambos hombres cae sobre mí y, cuando observo a Tobías, me arrepiento de solo haberme colocado su camisa. Cruzo mis brazos sobre mi pecho, intentando cubrirme un poco más, pero sé que fallo en el intento.

—Vine a buscarte —Emilio responde. Sus ojos están sobre los míos y parece algo desilusionado—, pero estás aquí... con...

—Con el hombre que se casará —Tobías interrumpe, hace su camino hacia mí, cubriéndome de la mirada inquisitiva del rubio—. Estamos algo ocupados y le pido que se marche.

Emilio me da una mirada por sobre Tobías y no tengo nada que decirle.

No le había prometido más que amistad y, aunque Tobías estaba siendo demasiado territorial, no tengo nada que reprocharle.

Yo misma había sentido celos de las chicas que lo observaron en la universidad.

Cuando el rubio no obtiene respuesta alguna de mi parte, suelta un suspiro, para luego marcharse y dejar la habitación cargada de tensión.

—No sabía que iba a venir —digo, una vez que Tobías se aleja de mi para cerrar la puerta. Cuando me observa, noto algo de enojo en su mirada, pero siento que no lo dirige a mí.

—Sólo trata de llevar más ropa encima cuando abras la puerta, ¿está bien? —suelta, para luego dar un paso en mi dirección—. Vamos a tomar una ducha.

Y con ello sé que está luchando para olvidar lo ocurrido, algo que realmente agradezco.

eg,Z(}SK

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