29.
Tengo frío y mi piel está completamente erizada. Sé que Tobías lo ha notado, sin embargo se toma su tiempo al momento de colocar al señor Midas en el asiento trasero de su auto. Cameron está ahí, completamente sumido en la pantalla de su teléfono.
—¿Cerraste bien?
—Sí —observo los ojos azules de Tobías y noto un brillo en ellos que antes no habían estado ahí. Se acerca a mí y me mantengo en mi lugar. Pienso que va a besarme, sin embargo no lo hace, sus labios terminan en mi frente, plantando un beso en la misma.
—Creo que esa gabardina te queda mejor a ti que a mí —Sus dedos se deslizan por mi mejilla antes de que él se separe de mí. En silencio, en medio de la noche, él abre la puerta de su auto para mí, dejándome que ocupe el lugar del copiloto.
—¿Te rendiste tan fácil ante el viejo, Drea? —Cameron deja su teléfono de lado por un segundo para darme una rápida mirada—. Creo que merece sufrir más.
—Al igual que sufrirás tu si te metes con mi hermana, Cameron —Tobías sube al auto, ocupando su lugar detrás del volante—. Andrea no está sola y ciertamente no me importa que Tobías sea tu padre.
—¡Intenté disculparme! —Él se queja—, pero ella es más rápida y me lanzó al suelo.
—Pateo tu trasero —Tobías se burla mientras enciende el auto—, creo que con eso aprenderás a mantener la boca cerrada.
—¡Solo intentaba hacerle un cumplido!
—Hablarle sobre una operación de senos no es algo que le dices a una adolescente, Cameron —Lo fulmino con la mirada a través del espejo retrovisor, haciendo que cierre la boca.
Siento la pesada mirada de Tobías sobre mí y lo observo por un segundo. Está sonriendo, claramente divertido por la pequeña discusión que había tenido con su hijo.
—Bien —dice, luego de un segundo—, será una noche divertida.
Quiero preguntarle qué tiene en mente, sin embargo me obligo a mantener la boca cerrada. Tener a Tobías y Cameron en un mismo auto parecía cohibirme por completo. No tenía vergüenza pero, lastimosamente, no me encontraba a solas con el moreno.
La mano de Tobías termina sujetando la mía en medio del silencio, con suavidad se encarga de masajear mis nudillos y eso es lo único que necesito para relajarme un poco más.
Sí todo salía como quería, terminaría teniendo sexo con Tobías, lo quería, sin embargo las dudas no dejaban de abrumarme.
Tomo una lenta respiración, alejando cada uno de mis pensamientos dudosos y me centro en el camino que Tobías está recorriendo. Hay autos a nuestra alrededor, pero la masa vehicular había disminuido mucho desde que él me dejó en mi departamento, había que atribuirle todo esto a la hora.
Las personas empezaban a llegar a casa a descansar a las nueve de la noche, cuando los adultos terminaban su jornada, los jóvenes empiezan su terapia de estrés. Todo terminaba acompañado de una botella de cerveza, algo que no podía hacer.
Pasan al menos veinte minutos cuando Tobías hace un giro rápido, mi ceño se frunce cuando lo único que soy capaz de ver es una casa, y no una casa cualquiera, era enorme.
Aunque últimamente todo era mucho más enorme que yo.
—Pensé que íbamos a tu hotel —Tobías suelta un risa, llamando su atención, está sonriendo, burlándose de mí.
—No me quedo en un hotel.
—Tiene una casa enorme para él solo, Drea —Cameron dice detrás de mí—, y bueno, cuando entre a la universidad tendré que cuidarla.
—Aún no he accedido a ello —Tobías refuta, dándole una rápida mirad a su hijo mientras cruza la entrada a aquella enorme casa. Hay dos autos aparcados frente a la misma, uno de ellos es el auto que una vez choqué y el otro parecía un auto mucho más familiar... —. Mi hermano está aquí, junto a Preston y tigre.
Mi ceño se frunce, pero recuerdo a la pelirroja que había confundido la primera vez que él la llevó al refugio. Era su sobrina, la pequeña pelirroja que terminó rescatando a Tigre de un horrible final.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro y, cuando él se estaciona, soy la primera en salir. La puerta principal se abre y la pequeña figura de Preston aparece ahí, ella grita algo que no logro escuchar y, cuando lo noto, hace su camino hacia mí.
El recuerdo de la vestimenta debajo del cardigán de Tobías hace que el calor se suba a mis mejillas. ¿En qué diablos estaba pensando?
—Será mejor que traigas un lindo vestido bajo mi cardigán —Tobías rodea mi cuerpo con uno de sus brazos, sus labios se pegan a mi oído y una corriente sacude mi cuerpo.
—Y-yo...
—¿Sí? —Siento que sonríe, lo cual eleva mi nivel de vergüenza.
—Será mejor que entremos, Preston —Cameron es el que toma a la pelirroja antes de que logre acercarse a nosotros, noto que en su otra mano lleva la jaula del señor Midas, lo cual agradezco—. Ellos tienen que hablar.
La pelirroja se queja, pero no se separa de su primo.
—¡Quiero hablar con Drea!
—Entrará en un rato, Pres.
Ellos desaparecen en el interior de la casa, dejándome con Tobías completamente solos.
—¿Y bien? —repite, apretando su agarre a mi alrededor—. ¿Necesitas subir un momento y arreglarte?
—N-no traje vestidos —digo, tragando dura—, ¿por qué no me dijiste?
Tobías se separa de mí, únicamente para sujetar mi mano con la suya, su sonrisa crece cuando me observa, y no puedo evitar sentirme completamente avergonzada.
—Iremos a mi habitación —Asiento, sin querer pelear.
Sigo en silencio al moreno, quien camina completamente seguro hacia la entrada principal. Intento no observar mucho mí alrededor, sin embargo la elegante decoración logra captar parte de mi atención.
—¿Eres tú, Tobías? —Una voz masculina retumba con fuerza, haciendo que me esconda detrás del moreno. Este no duda en detenerse delante de mí, claramente protegiéndome de quien sea el dueño de la voz.
—Iremos en un momento —Es lo único que dice, para luego tirar nuevamente de mi mano hacia las amplias escaleras. Correr detrás de Tobías Vidal vistiendo únicamente un cardigán, era algo que no me hubiera visto haciendo con alguien más.
Ciertamente, Tobías lograba sacar una parte de mí que no conocía. Eso me gustaba y, ciertamente, me asustaba.
~*~
—Y dime —La rubia, a la cual no lograba entender todo lo que decía, se dirige a mí—, ¿cómo conociste a Tobías?
Abro la boca para decir algo, sin embargo, Tobías nuevamente se adelanta a mí, diciendo—: Esto no es un interrogatorio, Brenda, deja que Drea coma en paz.
Mateo, el hermano menor de Tobías, suelta una risa. Él solo había dado pequeñas palabras durante el tiempo en que nos encontrábamos cenando, sus ojos estaban sobre mí, observándome como si estuviera escondiendo algo.
—¿Pueden dejar a la chica en paz? —Esta vez es Cameron quien habla, llamando la atención de todos—. Al parecer creen que todo el mundo está detrás del dinero de papá, ¡pasó lo mismo conmigo!
Las palabras del moreno me sorprenden. ¿Ellos creían eso?
—Ahora entiendo porque mis abuelos no me querían cerca de esta familia —ríe, pero ni una sola pisca de humor llena su voz. Sin esperar palabra por parte de alguien, se levanta, dándome una mirada rápida—. Si sabes conducir podemos ir por una hamburguesa.
Observo a Tobías, quien asiente con lentitud.
No sé qué hacer, sin embargo, antes de que sea capaz de arrepentirme, me coloco de pie, aceptando silenciosamente la idea de Cameron. Este me observa, para luego indicar la puerta principal con una mirada.
—¡Espero que se atraganten con todo su dinero!
Una risa se escapa de mi parte cuando lo escucho decir eso y, cuando doy una mirada atrás, Tobías viene hacia nosotros, pienso que va a detenernos, pero no lo hace, al contrario de lo que pienso, termina lanzando las llaves de su auto en mi dirección.
—Tienen una hora.
Una media sonrisa de su parte es lo último que obtengo de su parte antes de abandonar la casa por completo. El frío de la noche sacude mi cuerpo, sin embargo eso no me detiene para huir de aquella incomoda escena.
Una vez dentro del vehículo, Cameron suelta un suspiro.
—Lamento todo esto —dice, con algo de ira en su voz—, pero no los soporto, ellos son el tipo de rico que desprecian a los demás por lo que tienen.
Sus palabras llaman mi atención, y no dudo en observarlo.
—¿Qué ocurrió?
Él ríe nuevamente, negando con diversión.
—Obligaron a mi padre ha hacerme pruebas de ADN —Su tono es amargo y la desconfianza llena su expresión—. Al venir aquí pensé que encontraría a mi padre, el hombre que nunca supo de mi existencia, sin embargo me encontré con este simulo de familia, la única persona que me aceptó sin tapujo fue Preston.
—Esa niña es un amor —musito, para luego soltar un suspiro—, pero hay que olvidarse de ellos por una hora, ¿quieres una hamburguesa?
—Muero por llenar mi cuerpo de grasa, Drea.
—¿Así que chocaste el auto del viejo? —Cameron suelta una risa, y no puedo evitar seguirle la corriente.
—Se supone que yo iba de regreso a mi departamento luego de haber estado bajo la lluvia, pero terminé en medio de un choque y luego en el auto de tu padre, fue un idiota desde ese día.
—Te quiere —Él suelta, terminando su hamburguesa—, se supone que los hombres no deben revelar nada, pero creo que esta vez tengo que hacerlo. Cuando regresamos a Santiago, la noche en la que te "dejó" —se burla, haciéndome poner los ojos en blanco—, hizo más de treinta llamadas, pero nunca las respondieron, al menos las que daban a tu número.
—Papá me explicó todo, intentó mantener a Tobías lejos de mí, pero al final terminó diciéndome lo que ocurrió —suelto un suspiro, recordando la incómoda mañana que pasé junto a mi familia—, se disculpó y por eso le di una segunda oportunidad a tu padre.
Ambos guardamos silencio, ignorando el porqué habíamos huido de la casa de su padre. No habíamos tocado es tema y yo tampoco estaba listo para hacerlo.
Al parecer, ambos teníamos cosas en común que no habíamos sacado a colación. Cameron parecía tan o más incomodo como yo a los lujos, al parecer, no era nuestro ambiente.
—A veces quisiera regresar con mis abuelos —Él dice, observando su plato vacío como si fuera lo más interesante del mundo—, pero ellos me recuerdan a mamá y no quiero estar triste siempre, por eso vine aquí.
Hago una mueca. Sabía que la madre de Cameron había muerto, sin embargo, escucharlo decir eso apretaba mi corazón con un dolor que no me gustaría sentir nuevamente.
—Sea donde sea, tu madre te está cuidando desde arriba, Cameron —Sus ojos café se detienen sobre los míos y es la única diferencia que encuentro entre Tobías y él. Eran prácticamente dos gotas de agua—, y tu padre aunque sea un imbécil, te quiere.
—Cuando cumpla los dieciocho regresaré con ellos —dice—, no seré un dolor en el culo para el viejo.
Abro la boca para decir algo, pero decido mantenerme en silencio. No quería entrometerme, no cuando él me había escogido sincerarse conmigo.
—¿Te quedarás unos meses con tu padre?
Asiente, soltando una lenta respiración. Parece desanimado, listo para echarse atrás por sus palabras, pero no habla, no es capaz de decir una palabra más.
—Bien —murmuro, luego de unos segundos—, podemos sacar algunas canas verdes a tu padre durante el tiempo que decidas quedarte.
Observo al moreno, sonriendo ampliamente mientras extiendo la mano en su dirección. Cameron me observa como si estuviese pensando en su respuesta.
—Será un trato —dice, respondiendo a mi mano—, siempre y cuando intentes que Andrea cambien de opinión sobre mí.
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