Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24.

Twitter: DenisseGBellamy

Instagram: DenisseGBellamy

Snap: cami_heredia12

Spam: Abaddon_Queen

¡Espero que les guste el capítulo! 

Los reclamos dejarlos en comentarios :'v 

¡Disfruten su lectura!

Pd: Les dejo una imagen de nuestro Tobías Vidal, alias el manda más

~*~

Emilio está observándome, como si me conociera de algún lugar, sin embargo, no dice nada, solo se mantiene en silencio. Sé que tal vez estoy siendo cotilla y simplemente debería ir a buscar a mi primo, pero el teñido frente a mí, parece ser bastante divertido, por lo que descarto de un solo tirón el ir a buscar a Lucas.

—¿Estás en la universidad con mi hermano?

—Técnicamente no —digo—, las clases empezarán dentro de poco y no estudiaré leyes. Lo mío son los niños.

—Educación —niega, parece divertido, pero no se burla de mis palabras—. Interesante, las mujeres de ahora lo único que aspiran es tener labiales de marca y esas cosas.

—No todas —aseguro—, pero la mayoría sí —tomo una lenta respiración y no dudo en abrazarme a mi misma cuando el frío empieza a filtrarse en mi cuerpo—. Creo que debería buscar a mi primo y dejar que sigas peleando con quien sea que peleas.

—No —dice, deteniendo mi paso—, no estaba peleando, solo que tener un hermano menor es un dolor de cabeza.

Regreso a mi lugar, observando el rostro del rubio. No parecía mucho mayor que mí, sin embargo, la barba cubriendo su mandíbula me daba a entender que sí lo era, cosa que no me agradaba en lo absoluto. No quería seguir un patrón que acabaría conmigo.

—Lo sé —digo, eliminando la idea que se cruza por mi mente—, la mía entrará a la universidad y es un dolor en el culo, pero la amo, no importa lo que haga o deje de hacer.

—Sí —pasa la mano por su cabello, despeinándolo un poco—, no dirás lo mismo cuando conozcas a mi hermano. Nick es un tanto... imbécil. Siempre trata de sacarme de quicio —Agrega, observándome—. Es la sexta fiesta que hace en la semana, mi casa está hecho un desastre y no sé qué hacer con él.

—Se te ocurrirá algo —Intento marcharme, sin embargo, me veo detenida cuando él tira de mi muñeca, obligándome a regresar la mirada a su rostro.

—¿Te irás?

—No —sonrío, liberándome de su agarre con facilidad—, mi primo debe estar buscándome como loco. No veremos después, tal vez.

—Después —asegura—, te veré por ahí, Drea.

Asiento, no sabiendo si eso ocurriría en realidad. Mis pies se mueven con rapidez y, con facilidad llego a la puerta que da a la cocina. El golpeteo de la música llega nuevamente a mis oídos y, en un segundo, me veo nuevamente envuelta entre una masa innumerable de estudiantes universitarios.

Todos están bebiendo y la mayoría parecen listos para compartir fluidos con la persona más cerca a ellos. Quiero regresar a mi departamento. Volver a la comodidad de mi sillón parecía mucho más seductor que estar rodeada de personas que no conocía.

Intento buscar por sobre todas las personas la mata de cabello negro de Lucas, sin embargo, no doy con ella. Varias personas se chocan conmigo, pero están demasiadas borrachas como para empezar una pelea.

—Lo mataré —murmuro para mí misma, no encontrando rastro alguno de los tres idiotas que habían venido conmigo. Sin dudarlo, empiezo mi camino hacia el exterior de la casa. Tal vez lograría encontrar un taxi y regresaría a casa sin un solo rasguño.

Me disculpo en voz baja con las personas que choco en mí andar, pero no me detengo, salir ahora parecía una prueba mucho más grande que un examen de admisión a la universidad. Cuando logro abandonar la casa, nuevamente el frío me absorbe. Las personas que antes estaban ingresando a la casa, se encuentran hablando entre ellas.

Busco nuevamente a Lucas, sin embargo, no doy con su paradero. Ni él, ni León, ni Santiago se encuentran donde los dejé, por lo que, con un suspiro, empiezo mi camino hacia la calle principal.

Siento miradas sobre mí, pero no me detengo a buscar a los dueños. Lucas ya se encargaría de arrepentirse cuando llegue a casa o mientras me esté buscando, pero mi noche había terminado ahí.

Sabía que no debía aceptar, sin embargo, en mi tarea de olvidar lo que había ocurrido una semana atrás me empujó a hacerlo. No necesitaba de fiestas para sacar a Tobías Vidal de mi sistema, él saldría solo, sin siquiera proponérmelo.

En cierto punto, no lo extrañaba a él, extrañaba la manera en la que me sentía cuando estaba cerca. Aquellas semanas juntos, solo me hicieron dar cuenta de que necesitaba regresar a la Drea que era antes.

A la Drea antes de Bruno, a la Drea que disfrutaba de su vida sin importar la presencia de los demás. Quería volver a ser yo. La Drea segura de sí misma que no necesitaba el cariño de alguien más para sentirse completa.

El pitido de un automóvil me sobresalta, obligándome a detener mi paso. Cuando giro un poco la mirada, me encuentro con un auto negro, los vidrios están ahumados, por lo que espero a que estos desciendan.

—¿Te llevo? —Emilio, con una sonrisa en sus labios pregunta. La corbata que ocupaba su cuello ha desaparecido, y parece mucho más joven sin aquella parte del traje.

—No te conozco —suelto, de regreso—, podrías ser un violador, o un asesino.

—Seguro te interesará saber que soy de los que está en contra de esos sujetos —inclina la cabeza—. Además si no subes me sentiré culpable de que algo te ocurra y sea la última persona que haya hablado contigo.

Mi boca se abre, pero no soy capaz de soltar palabra alguna. Debería negarme, sin embargo, me veo siendo arrastrada por mis propios pies hacia el lado del copiloto. Si quería regresar a ser la Drea de antes, este era un buen momento para empezar.

—Bien —digo, una vez dentro del vehículo—. ¿Hay algún lugar donde encontremos hamburguesas?

—Creo que puedo encontrar alguno.

~*~

—¿En serio? —digo, no puedo evitar reír ante la imagen de un abogado lleno de salsa de tomate en su traje. Emilio ríe, limpiando sin cuidado alguna la mancha roja en la camisa extremadamente blanca—. Solo estás arruinándola mucho más.

—Eso creo —responde, soltando un gruñido—, los de la lavandería se encargarán.

—¿Pagas para que laven tu ropa?

—Pagar no —señala, observándome con atención—. Mi madre aún vive conmigo, solo que está de viaje. Llegará mañana para arreglar el problema con mi hermano.

—Vivo sola —señalo, porque él había soltado pequeñas cosas sobre su familia y lo único que él sabía de mí era mi nombre—, tengo un gato, que prácticamente en mi hijo.

—Soy alérgico a los gatos —lo observo comer, se ve despreocupado, como si no le importará ser un abogado con una buena paga comiendo una hamburguesa con un chica que apenas conocía—, pero siempre quise tener uno.

—Yo lo era, pero lo superé. No tengo idea de cómo lo hice.

—Dicen que las mascotas curan a las personas —murmura, en voz baja, solo para que yo lo escuche—, tal vez él te curó cuando le diste una casa.

—El señor Midas es un gato de refugio —digo, sonriendo por mi gato—. Está viejo, sin embargo quise darle lo mejor de todo. Hemos pasado muchas cosas juntos.

>>Y por si te lo preguntas, sí, trabaje en un refugio de animales. Puedo decir que fue la mejor parte de mi vida, solo que tuve que dejarlo por la universidad.

—Mi madre también trabajó en un refugio de animales —ríe, mostrándome una amplia sonrisa—, en realidad conoció a mi padre ahí mientras hacia el ingreso de un perro. Me contó que fue amor a primera vista, tuvieron años felices, pero todo llega a su fin. Mi padre murió hace seis años y tuve que hacerme cargo de mi familia, mamá es feliz, sin embargo hay momentos en los que extraña a mi padre.

—Lo siento —musito, observándolo—. No sé qué haría si mi padre me faltara alguna vez. Él es mi todo.

—Aprovéchalo —No suena triste, sin embargo sabe disimular muy bien el tono de añoranza en su voz—. No sabes cuándo será el último momento que tendrás con él.

Sus palabras me llegan, y no puedo evitar pensar en papá. Él siempre decía eso. Él quería que mi madre, Andrea y yo continuáramos con nuestras vidas luego de que él muera. Sin embargo, era difícil tan solo formular ese pensamiento en mi cabeza. No quería que él se fuera y me dejara, lo quería conmigo para siempre.

—Mi padre pegaría el grito al cielo si supiera que estoy comiendo hamburguesas con un extraño.

—¿Es vegetariano? —No puedo evitar reír ante su broma. Emilio era simpático, atento y muy divertido. A pesar de tener un tema serio entre manos, lograba hacer una pequeña broma para aclimatar la situación.

El comer hamburguesas en un restaurante de comida rápida no parecía problema alguno para él, y, el hecho de que se manchará con salsa de tomate y no le preocupara, me anima a continuar la plática con él.

—Estuve en un tipo de relación con un sujeto mayor que yo —digo, porque necesito sacarlo—, también es abogado, pero nunca me llevó a un restaurante de comida rápida. Creo que, después de todo, fue mejor terminar la relación. No pertenecía a su mundo ni él al mío.

—Así que... —empieza, y se toma su tiempo de darle otro mordisco a su hamburguesa—, ¿gané puntos por traerte a comer algo que probablemente termine convirtiéndose en grasa en alguna parte de tu cuerpo?

—Sí —asiento—, pero no busco novio o algo parecido, así que solo como amigos.

—Siempre se empieza por algo.

Mi teléfono suena, interrumpiendo a Emilio, quien, con un simple movimiento de cabeza, me indica que atienda la llamada. No dudo en hacerlo. Tal vez era Lucas, él siempre hacia lo más obvio al último, que en este caso sería llamarme.

—¡¿Dónde demonios estás, Drea Castille?! —su grito me hace alejar el teléfono de mi oído, ganándome una mirada llena de confusión por parte del teñido frente a mí.

—Deja de gritar, Lucas —digo, de pronto de mal humor—, y eso es algo que yo debería preguntar. Te busqué por toda la fiesta y no había rastro de ti, ni de los otros dos idiotas.

—¡Estábamos buscándote!

—Sí —bufo—, no hicieron una tarea muy buena. Iré a casa por mi cuenta, no te preocupes, estoy bien.

—¿Dónde estás? —dice, ahora, como si estuviera con alguien más a lado—. Podemos ir por ti.

—Estoy bien, Lucas —digo, porque lo estaba. No quería dejar a Emilio, porque, ciertamente, la estaba pasando bien. Él era amable y no parecía enojarse por cualquier cosa, lo cual me gustaba—. Te dejaré un mensaje cuando llegue a casa, diviértete.

Termino con la llamada antes de obtener una negativa de su parte y, como si de una travesura se tratase, apago el teléfono. Estoy sonriendo como idiota, porque sé que Lucas estará enojado, sin embargo, cuando tengo una hamburguesa a medio comer y a Emilio, no me importa.

—Se enojará, ¿no? —Él pregunta, sin parecer nervioso—. Si quieres puedo llevarte a casa ahora.

—No pienso dejar mi hamburguesa aquí —digo, observándolo algo alarmada—. ¿Debes marcharte?

—No —se ríe—. Sería un pecado dejarte aquí cuando ves a esa hamburguesa como si fuera el amor de tu vida.

Río, no pudiendo evitar verlo con ojos entrecerrados.

—No he comido carne saturada de calorías en mucho tiempo, tengo derechos, ¿sabes? —Mis palabras son seguidas de una campanilla que suena cuando la puerta del restaurante se abre.

No puedo evitar girar la cabeza hacia aquel lugar, y toda la diversión se filtra de mi sistema. Lo único que soy capaz de ver es una mata de cabello negro despeinado, y de inmediato lo reconozco.

Es ese niño.

Él chico que estaba en mi departamento.

Era él.

—¿Puedes darte prisa, Cameron? —Una voz conocida explota detrás del adolescente, y mis ojos caen sobre la alta figura cubierta con un saco—. Tengo cosas más importantes que hacer como para perder mi tiempo con una hamburguesa.

—Ya sé, ya sé —el chico responde, parece de mal humor—. Debes buscar a esa chica, lo has repetido desde que nos marchamos.

La poca comida que he ingerido parece revolver mi estomago cuando los ojos azules de Tobías caen sobre los míos, su boca se abre y noto un pequeña chispa de felicidad, sin embargo esta desaparece cuando sus ojos caen sobre el rubio frente a mí.

—Drea —La voz de Emilio llega a mis oídos y como si de algo alarmante se tratase, lo observo. Su ceño está fruncido—. ¿Estás bien?

—Y-yo...

—¿Drea? —Mi cabeza gira de golpe, y mi boca se seca de golpe. Tobías pasea su mirada entre Emilio y yo y, en menos de un parpadear se acerca a mí. Su mano se aferra a mi muñeca y tira de mí, obligándome a levantar de mi lugar—. Tú vienes conmigo.

—Amigo, será mejor que la trates mejor —Emilio se coloca de pie, listo para intervenir, sin embargo lo detengo, negando con la cabeza. Está confundido, sin embargo no hago nada para aclarar la situación. Lo haría después. 

—Estaré bien —digo, liberándome del agarre de Tobías. Este parece negarse, sin embargo me deja ir, sintiendo la tensión que recorre mi cuerpo—, te llamaré mañana.

Tenía su número y a pesar de la presencia de Tobías Vidal, no me importaba mencionar aquello.

—Andando, Cameron —Tobías llama al chico, volviendo a tomar mi muñeca en su mano. Quiero alejarme, sin embargo, las ganas de obtener una explicación era mucho más grande.

Me despido con un simple adiós de Emilio, dejando que Tobías tire de mi cuerpo. Su agarre no es fuerte, por lo que no me lastima, sin embargo, siento reticencia a tocarlo, a acercarme a él.

—Puedo caminar sola —gruño, tirando nuevamente de mi mano.

—Créeme que lo sé —dice, sin siquiera girar a mi dirección. El chico, Cameron, camina delante de nosotros, ignorando el hecho de que su padre arrastra a una mujer hacia al enorme auto—. Me encargaré de eso personalmente más tarde.

>>Necesitamos hablar.                  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro