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20.

Creo que la canción dice mucho de Drea<3

¡Espero que les guste el capítulo y lamento mucho la tardanza!

Capítulo dedicado a Ali0409 sé que te dará un infarto xD lol 


Mi respiración es un lento murmuro y el latir de mi corazón va tan rápido que creo que terminaré desmayándome. Mi boca está abierta y siento el frío colarse a través de mi cuerpo cuando la intensa mirada de Tobías me enfrenta.

—Y-yo... —Tartamudeo, no sabiendo exactamente qué decir. Siento piedras en mi estomago, impidiéndome la correcta pronunciación de las palabras. ¿Qué diablos podía responder a esto cuando le había pedido ir con lentitud?

No estaba lista para un matrimonio.

—No aceptaré un no por respuesta —dice, frunciendo el ceño—. Esperé mucho por encontrar a alguien que me pusiera de esta manera. Que lograr entrar en mí sin siquiera darle el poder de hacerlo. Eres tú, Drea.

—Tobías —digo, con un gran nudo en la garganta. Ciertamente, no tenía la menor idea de que responder a sus preguntas—. Quiero ir despacio. Tengo veintidós años, el matrimonio no es algo con lo que quiero jugar.

Mis manos se deslizan por sus brazos hasta llegar a sus hombros y no dudo en acercarme más a él, elevando un poco la mirada para poder observarlo sin timidez alguna.

Los labios de Tobías se presionan contra mi cuello cuando rodea mi cuerpo con sus brazos y no dudo en responder a sus caricias. No lo quería lejos, sin embargo, tampoco lo quería tan cerca como para empezar un matrimonio.

No estábamos listos.

>>No estoy lista, Tobías, al menos no ahora.

—Te quiero para mí, Drea —Se separa un poco de mí, observándome directamente a los ojos—. No quiero que pienses que eres un objeto para mí porque no es así. Te quiero conmigo. Junto a mí.

Suelto un suspiro, aquella idea no se había cruzado por mi mente.

—Tobías —Trago duro, tratando de encontrar la forma menos dolorosa de decir las cosas—. No me amas, ni yo a ti, hay algo entre nosotros, pero, hasta que no descubramos qué es, no podremos avanzar. Mucho menos formar un matrimonio.

—¿Es un no? —Refuta, observándome con pánico reflejado en sus ojos.

—Es un hazme el amor y cierra la maldita boca —Siento su cuerpo estremecerse alrededor del mío, pero no se mueve, sus ojos están sobre los míos, esperando una respuesta más clara—. No me iré, estaré aquí todo el tiempo que necesites, Tobías.

>>Estaré todo el tiempo que me permitas estar.

—Casémonos.

Niego con lentitud, apoyando mi frente en su pecho mientras suelto una larga risa. Tobías, ciertamente, podría enloquecerme con rapidez.

—No puedo hacerlo —río, negando a la vez—. No ahora, no cuando apenas nos conocemos. Es una locura.

—Me gustan las locuras —Un suspiro se elimina de mi pecho y no sé en qué instante una sesión de sexo caliente se convirtió en una singular propuesta de matrimonio—. Bien —Suelta, cargándome con rapidez mientras me lleva a la cama y me deja sobre está sin cuidado alguno. Se acerca a la bolsa que había entrado momentos antes y saca tres condones de la misma—. Quieres que te haga el amor —se deshace de sus bóxers, observándome con intensidad—. Entonces te haré el amor.

Trepa a la cama, gateando sin cuidado alguno hacia mí. Toma uno de los condones y lo rasga uno con rapidez, la dura barra de acero apuntando hacia arriba me hace tragar saliva. No es tan largo, pero la anchura compensaba cualquier debilidad.

—Sabes que debo ir a la universidad mañana a buscar mi horario y no quiero tener ningún inconveniente, ¿no?

—No prometo nada —se acomoda entre mis piernas luego de colocar el condón en su lugar y dice—: Me gusta saber que te sientes incomoda cuando no estoy dentro de ti.

Un largo gemido se escapa de mi parte cuando lo siento en mi interior, no se mueve y me mantengo quieta, sintiendo la sensación de alivio abordar mi cuerpo.

—No estoy enamorada —digo, sus labios se presionan contra los míos cuando sus caderas se mueven con lentitud, llegando más profundo en mi interior, logrando arrancar un sonoro gemido de mis labios—. Pero, tal vez, el camino no es tan corto para llegar a ello.

~*~

El frío mañanero de Barcelona lograría regresar a cualquiera a cama, pero, ese no era mi caso. Dejar a un adormilado Tobías en mi departamento, mientras iba en camino hacia la universidad, pareció haber sido la peor idea del mundo.

Él no sabía que había dejado el departamento, ni tampoco me esmeré en hacérselo saber. Él estaba cansado, algo que no había notada en todo el tiempo que llevaba conociéndolo. Tobías Vidal escondía muy bien sus preocupaciones, cosa que me irritaba un poco.

—Así que te pidió matrimonio —Mamá murmura, llamando mi atención al altavoz de mi teléfono. Ella había sido la primera en enterarse sobre la propuesta del moreno, siendo la única que me podría dar una respuesta razonable como para haberme negado—. Cariño, sabes lo que pienso. Las personas no nos enamoramos de un día para otro, toma tiempo y esfuerzo, pero siempre debe venir de ambos.

—Me negué porque no lo conozco, mamá —Giro en una esquina, encontrándome con el amplio estacionamiento. Tenía tiempo para ir y entregar los papeles, por lo que opto en quedarme en el interior del vehículo—. Tobías logra nublar mis pensamientos, y no sé cómo reaccionar al respecto.

—Ay, Fosforito —La escucho suspira y escucho un dejo de decepción en su voz—. Sabes que amo a tu padre, pero no estoy de acuerdo con lo que dijo acerca de Tobías. Se nota que él se preocupa por ti.

>>Él me recuerda a cuando tu padre y yo nos conocimos. Todo fue intenso hasta que logro sentar cabeza y se decidió dejar su vida pasada atrás.

—No es lo mismo —Hago una mueca—. Tobías me ha abordado desde el primer día que lo conozco. No se rinde, sin embargo, no conozco nada sobre él. Sé su nombre, su edad y que sus padres murieron a una edad temprana.

>>No hablamos de sentimientos porque no es un terreno que quiera pisar. No me siento lista para entregarle mi corazón a un hombre, no cuando no tengo idea de lo que hará con él. No quiero sufrir por una falsa historia de amor.

Un pitido se hace presenten en mi teléfono y lo tomo, observando con algo de diversión el nombre que se estaba dibujando en la pantalla.

—Te llamo después, mamá, creo que Tobías despertó y está enojado —Ella se despide de mí con una pequeña risa y debo tomar una respiración antes de aceptar la llamada del hombre de ojos azules que había entrado en mi vida para ponerla de cabeza.

—Hola —murmuro, sintiendo mí estomago retorcerse—. Despertaste.

—¿Dónde estás? —Suelta, parece adormilado pero el enojo en su voz no disminuye por eso—. Drea, si sigues desapareciendo sin decir nada solo lograrás preocuparme. No sé cómo lidiar con eso.

—Dejé una nota en la mesita de noche —Suelto un suspiro—. No quise despertarte, parecías cansado. Estoy en la universidad, necesitan mis papeles y no me dio tiempo a decirte nada.

—¿Estás de regreso?

—No —río entre dientes—. La verdad es que alguien me tiene en el teléfono y no he salido de mi auto.

—Me agrada la idea de saber que soy yo —río, esta vez aun más fuerte. Tobías suelta una ronca risa y agrega—: Regresa, tenemos muchas cosas de las cuales hablar.

—¿Debo dejar mi mente en blanco?

—Si —murmura—. No vemos en un rato.

—Nos vemos.

La llamada termina y no dudo en tomar mis papeles para disponer a salir del auto. Una opresión se forma en mi pecho y, de alguna manera, sabía que nada bueno vendría de esa charla.

Tobías era un hombre con secretos, al igual que yo, pero, al parecer, él no estaba completamente listo para compartirlo.

Sacudo la cabeza, alejando aquellos pensamientos y logrando mantener mi mente en blanco. Él estaba tratando, aun después de haberme negado a su propuesta, él estaba ahí, listo para continuar luchando.

Decido dejar de lado eso y me enfoco en la universidad. Era enorme, mucho más de lo que mis ojos abarcaban, varias personas entraban y salían del lugar y una sonrisa tira de mis labios al saber que, pronto, sería parte de ese grupo.

Las personas me observan y varias de ellas sonríen en mi dirección. No conocía a nadie, sin embargo, estaba lista para entablar conversaciones con todos ellos, pero Tobías entra en mi pensamiento, haciendo que mis pies se muevan con más rapidez.

Luego de veinte minutos caminando, soy capaz de llegar a la facultad de educación, hay muchas personas llenando la entrada principal y, de inmediato sé que no fui la única llamada a entregar los resultados de mi examen. Avanzo entre las personas a mi alrededor y llego con la que parecía ser la secretaria.

—Hola —saludo, captando su atención. La mujer me sonríe, mostrando grandes hoyuelos que adornan sus mejillas—. Ayer por la tarde se comunicaron conmigo pidiendo los resultados del curso y del examen. Mi nombre es Drea Castille.

—Señorita Castille —musita, regresando su vista a la pantalla de su computador, luego de un minuto, asiente, sin eliminar la sonrisa de su rostro—. Si, es lo único que necesitamos. Los horarios fueron enviados a su correo, también con la fecha respectiva del inicio de sus clases.

Dejo sobre su escritorio el sobre que sujeto entre mis manos y ella no tarda en tomarlo.

—¿Los pagos debo hacerlos a través del banco o directamente aquí?

—En el banco —responde. Tomando un blog de notas y anotando un número en el mismo. Cuando termina, lo tiende en mi dirección— Aquí tienes el número de cuenta, se te hará más fácil hacer los pagos desde ahí, ya ves como se pone este lugar cuando deben cancelar las matriculas.

—Gracias —Reviso el número y, sin demora alguna, lo guardo en el interior de mi bolso—. ¿Eso es todo?

—Por el momento, sí. Cualquier cosa tengo tu número.

—Bien —doy una rápida mirada a nuestro alrededor y siento algo de pena por la morena—. Buena suerte.

La necesitaré.

Para cuando logro salir de ese lugar atestado de personas y llegar al estacionamiento, ha pasado media hora. Tenía que llegar al departamento para escuchar lo que Tobías tenía para decirme.

Agradezco cuando llego al auto y ocupo el lugar del piloto, mi bolso termina sobre el asiento a mi lado y no pierdo en encender el motor y abandonar el estacionamiento.

Escucho mi teléfono y debato mentalmente entre responder o solo dejarlo pasar, pero respondo, sabiendo que los únicos que contactaban conmigo eran mis padres y Tobías.

Respondo, colocando el altavoz sin llegar a desviar la atención del camino.

—¿Drea?

—Hola —respondo, mi ceño se frunce ante la llama de Lucas, él, ciertamente, nunca llamaba—. ¿Qué ocurre?

—Estoy en tu departamento —dice, su voz suena seria, lo cual me preocupa un poco—. ¿Sabes que estoy listo para matar por ti, no?

Mi estomago se cierran ante las palabras del moreno. Lo sabía y había conocido la parte descontrolada de mi primo. Él mismo había sacado la mierda fuera de Bruno cuando se enteró de lo ocurrido. Era el único que sabía lo que él había hecho con mi vida.

—Lucas —murmuro, completamente preocupada—, ¿qué ocurre?

—Estaré en tu departamento —responde a su vez, ignorando mi pregunta. La llamada termina antes de que logre discrepar con él y lo único claro en mi mente es que debo darme prisa.

Si Lucas no bromeaba sobre algún tema en específico, es porque algo andaba mal.

Muy mal.

—¡Hola, Drea! —Santiago me saluda en cuanto ingreso al apartado de departamentos, está sonriendo ampliamente, mientras extiende una barra de chocolate en mi dirección, la cual tomo sin dudar—. ¿Cómo te fue?

—Bien —Mi respuesta es corta, obteniendo algo de duda en el moreno—. ¿Lucas está con Tobías?

—Si —Suelta, frunciendo el ceño, parece que quiere decir algo, pero recapacita y se mantiene en silencio—. Dijo algo sobre golpear a alguien. Es extraño.

—Lo sé. Adiós, Santiago.

El se despide de mí con un simple movimiento de manos y me encamino al ascensor, la caja metálica no tarda en llegar e ingreso al interior. Mi teléfono suena, pero lo dejo pasar cuando noto que se trata de Andrea.

Ella ciertamente podía esperar.

Una vez que llego a mi piso, las puertas se abren y la visión de Lucas en la entrada de mi departamento me recibe con confusión. Su cabeza gira en mi dirección y su rostro se torna pálido, preocupándome de sobremanera.

—Drea...

—¿Dónde está Tobías? —Pregunto, observando al moreno. Lucas traga duro, observándome con los ojos completamente abiertos.

—Creo que está teniendo un infarto —dice, como si no fuera nada—. Creo que en serio te necesita ahí.

No termino de escuchar sus palabras y me encuentro ingresando con rapidez a mi departamento, la visión de dos paramédicos en la sala me bloquea por completo, y lo único en lo que soy capaz de enfocarme es en el hermoso hombre descansando en el sillón con un adolescente de catorce años a sus pies llorando a lágrima tendida.

—¿Está bien, no? —dice, con voz ronca a los paramédicos—. ¿Mi papá estará bien?  





Todas se representan con el gif :v

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