Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18.

Mi cuerpo está completamente tenso y me obligo a mi misma a respirar con tranquilidad. Mis manos detienen las de Tobías, alejándola con lentitud de mi cuerpo. Lo deseaba, pero necesitaba poner todos los puntos sobre las ies, él no podía solo soltar una bomba como esa y seguir como si nada.

—¿Qué?

—Bien —Sus ojos azules caen sobre los míos—. ¿Puedes dejar de hacer ideas en tu cabeza? Sé que no estás lista, Drea, pero, si lo quieres, quiero seguir contigo.

>>Es lo único que deseo.

Tengo veintidós años, Tobías —Mis manos se deslizan a sus mejillas y lo sostengo con suavidad, observando sus ojos—. Quiero llevar las cosas con calma, lo necesito de esa manera.

—Yo te necesito a ti —rasco con suavidad su barba, sintiendo el cosquilleo en mis dedos. Deseaba a este hombre tanto que dolía. Podía sentir lo mismo que él sentía por mí, o al menos algo parecido—. Quiero que dejes de hacer conspiraciones en tu cabeza. Al menos inténtalo.

Me río, no puedo evitar hacerlo. Tobías me pedía mucho. Mucho más de lo que yo era capaz de pedirme a mí misma.

—No puedo prometer que lo haré —Respondo. Recibiendo con gusto el tacto de sus manos contra la piel de mi espalda cuando levanta la blusa—. Es algo extraño. Nunca había tenido la atención de un hombre como tú.

—¿Tengo algún cuerno o algo por el estilo?

—No —Mis labios se presionan contra los suyos, y no puedo evitar soltar un gemido cuando sus manos ahuecan mi trasero—. Tu... no me dejas pensar con claridad.

—¿Eso es bueno o malo? —Se deshace de los botones de mi blusa con lentitud, dejando ante sus ojos el sujetador negro que había tomado esta mañana—. Siento tu necesidad, nena —Sus manos se deslizan por mis costados, recorriendo con lentitud mi cuerpo hasta que sus dedos terminan en mis rodillas y las abre con lentitud, luchando un poco con la presión que yo coloco en las mismas—. No necesitas hacer eso, estoy aquí para complacerte.

—No —Me río, no sabiendo que más hacer para aminorar el dolor en mi centro. Lo deseaba—. Tengo que ordenar todo el departamento.

Me levanto, ignorando el gruñido que Tobías Vidal suelta cuando me alejo de él. Sus ojos azules están sobre los míos y una sonrisa ladeada se desliza en sus labios.

Estaba en sujetador, respirando pesadamente frente al hombre que quería follarme hasta el cansancio.

—Regresa aquí —Sus ojos se desvían de los míos, hacia el bulto en su pantalón. Tobías era grande, más grande de lo que se sentía. Retrocedo un paso, tenía que mantener mi cabeza fría—. Drea...

—No. —Chillo y no puedo evitar soltar una carcajada cuando el se levanta del sillón, caminando como todo un depredador hacía mí. Mi pies se mueven antes de que sea capaz de entender lo que ocurre. Tobías Vidal, el abogado más importante de España, estaba corriendo detrás de mi por todo mi apartamento.

Es rápido, sin embargo, me da delantera cuando me pierdo en el interior de la habitación. Sé que no tengo donde huir, pero tampoco lo intento. Él está frente a mi, listo para atraparme.

—No será divertido cuando la atrape, señorita Castille —Bromea. Haciendo crujir sus dedos mientras da un paso en mi dirección—. No juegues conmigo, Drea.

—No estoy jugando —río, sin poder controlarlo—. Debo ordenar el departamento, solo harás que mi trabajo se detenga.

Un chillido resuena con fuerza en la habitación cuando él me atrapa. Sus fuertes brazos me mantienen en mi lugar mientras me observa con intensidad, el azul de sus ojos se oscurece cuando nota la cercanía de nuestros cuerpos.

—Señor Vidal —Jadeo, recibiendo con gusto el tacto de sus manos contra la piel desnuda de sus manos. Se deshace de mi sujetador, observándome con deseo—. Debo recoger.

—Creo que eso no es lo importante ahora —Uno de sus brazos me libera, únicamente para deshacerse de la tela colgando en mis hombros. Un gemido de apreciación retumba en su pecho cuando su mano tira de mi pezón con cuidado—. Eres mía, Drea —musita, haciendo que mi centro se convierta en liquido—. Aunque ambos lo neguemos en nuestras cabezas, nuestros cuerpos dicen lo contrario.

>>Nos pertenecemos el uno al otro.

Quería gritar y darle la razón, pero mi lengua estaba estática, mis pensamientos estaban alborotados y mi respiración era irregular.

Me libera, dando un paso atrás para observarme con atención. En su inspección, se deshace de su camisa, quedando únicamente en aquellos pantalones desgastados y que caían perfectamente sobre sus caderas.

La v invertida de su estomago me hace tragar duro. Bajo la pesada musculatura, se encontraba su erección. Dura y a la espera de castigarme solo como él sabía hacerlo.

Mi boca se abre, completamente seca, lista para emitir una palabra, pero me veo interrumpida por el timbre retumbando en el departamento.

Parpadeo, incapaz de procesar lo que ocurre. Tobías gruñe, tomando su camisa y entregándomela con rapidez. Se gira sobre sus pies y lo veo marcharse, claramente, abriría la puerta.

—¡Tobías, espera! —chillo, colocándome su camisa con rapidez. Me quedaba grande, pero cubría mi desnudes de los ojos de la visita. Estoy vistiendo con la camisa de quien sería mi novio cuando cruzo la sala, encontrándome con unos familiares ojos café.

—¿Lucas? —mi ceño se frunce y sé que me veo completamente confundida con la llegada del moreno. Este sonríe ampliamente, ignorando la presencia del imponente hombre sin camisa que sostiene la puerta frente a él—. ¿Qué haces aquí?

—¡¿No puedo conocer el nuevo departamento de una de mis primas favoritas?! —Es tan rápido, que no logro detenerlo cuando sus abrazos me aprietan con fuerza. El aire desaparece de mis pulmones con tanta rapidez, que pienso que moriré—. ¡No puedes jodidamente regresar a Barcelona y no decírmelo!

—¡Lo olvidé! —chillo, golpeando sus hombros para que me libere. Lo hace de mala gana, observando la gran camisa que llevaba encima.

—Oh diablos —murmura—. ¿Desde cuando usas ropa de hombre? —Tobías se aclara la garganta, tomando por sorpresa al moreno, quien gira a su dirección, observando con el ceño fruncido al oji-azul—. ¿Eres el dueño del edificio?

—Él es Tobías Vidal —empiezo, buscando ayuda en los ojos del susodicho, pero este no emite comentario alguno. Una de sus espesas cejas se eleva en mi dirección, claramente esperando mi siguiente paso—. Mi novio.

—Un gusto. —Asiente, con dirección a Lucas.

—Lucas Abascal —Mi primo, por parte materna, se presenta, estrechando la mano de Tobías—. Mi tío no mencionó a un novio. Lo siento, pensé que seguías con Bruno.

—Terminé con él hace dos años, Lucas —Carraspeo. No quería dar explicaciones por lo ocurrido con ese poco hombre—. ¿Quién diablos te dio la dirección?

—Andrea es muy comunicativa cuando le das un poco de chocolate —Abro los ojos, dejando que la preocupación se filtra en mi sistema—. Tranquila, me cercioré de dejársela a la tía Amelia antes de venir.

—Yo... creo que iré a ver que hago. —Tobías me mira completamente confundido antes de besar mi frente y marcharse con dirección a la cocina.

—¿Qué diablos haces aquí? —Recojo mi blusa antes de lanzarsela en la cabeza—. ¡¿Por qué no puedes ser normal?!

—Somos primos, lo sabes —Se burla, dejándose caer en el sillón mal colocado—. ¿Él sujeto serio es tu novio? —Bufo, dejándome caer junto a él. El olor de Tobías estaba impregnado en la camisa, haciéndome sentir en el paraíso—. ¿Por qué llevas su camisa?

—Íbamos a tener sexo cuando tu llegaste, ¿puedes marcharte?

—No —Su brazo rodea mi hombro, atrayéndome a su cuerpo—. Creo que Hector estaría feliz de saber que logré detener los actos impuros de una de sus hijas.

—Drea. —La voz de Tobías me llama justo antes de que logre golpear a Lucas. Tomo mi blusa de su mano, marchándome con rapidez hacia la cocina. Tobías está apoyado contra la barra de desayuno con los brazos cruzados sobre el pecho desnudo.

—Lo siento, no sabría que vendría —Mi disculpa llega antes que yo, pero él no duda en atraerme a su cuerpo, apoyando su barbilla sobre mi cabeza. Él era alto, mucho más que yo, logrando sacarme una cabeza de más—. Es un idiota de los buenos.

—Está bien —Asegura—. Va a ser medio día y ciertamente muero de hambre.

—No hay nada en la nevera —Suelto un suspiro. Tendría que ir a la pequeña despensa que había visto antes de empezar a subir las cosas—. Puedo preparar algo rápido.

—Ni hablar —Me toma de los hombros, colocando más espacio entre ambos. Sus ojos se pasean por la camisa que cubre mi cuerpo—. Es algo grande para ti.

Me río, tirando de él para llevarlo nuevamente a la habitación. Cuando cruzamos por la pequeña sala, veo a Lucas en su teléfono, tendría al menos diez minutos antes de que empezara a llamarme.

Una vez que cierro la puerta detrás de mi en la habitación, me deshago de la camisa de Tobías, tirándola en su dirección. Mi sujetador descansa en el suelo y él parece leer mi pensamiento cuando lo recoge.

—Creo que después de todo tenemos que ordenar todo esto —dice, presionando sus labios contra mi cuello cuando abrocha el sujetador en mi espalda. Gruesos dedos se pasean por mi columna, enviando miles de descargas a mi centro nervioso.

El deseo aun estaba en mi cuerpo, y el dolor entre mis piernas solo parecía aumenta.

Tobías no me deja libre cuando termina con su trabajo, en su lugar, tira de mi cuerpo hasta que su pecho está completamente pegado a mi espalda. Su mano derecha viaja a lo largo de mi estomago hasta introducirse en mis pantalones.

No tiene tanto espacio, pero se las arregla para meter su mano bajo mis bragas.

—Puedo hacerlo en menos de cinco minutos.

—Que sean tres.

Soy capaz de sentir su sonrisa deslizarse en sus labios contra mi piel mientras sus dedos se presionan con cuidado en mi centro. La sensación de alivio no tarda en llegar a mi cuerpo y Tobías gime en voz baja cuando me presiono contra él.

—Vas a tener que ayudarme, Drea —musita, su voz se corta y eso solo aumenta el deseo en mi sistema—. Quiero que te corras, nena. Córrete para mí.

Sus dedos no pierden el tiempo y se sumergen en mi calor, obligándome a soltar un largo gemido. Escuchar la voz de Tobías era estimulante, logrando alejar el recuerdo de cualquier maltrato.

Él se preocupaba por mi satisfacción.

—Tobías...

—Aquí estoy —Me sujeta con algo más de fuerza, moviendo sus dedos con delicadez en mi interior. Sentía que estaba cerca, pero a la vez tan lejos. Como si él jugara conmigo—. Estás tan estrecha...

Mi garganta está seca y solo puedo pensar en el tomando, deslizándose en mi interior solo como él sabía. Marcándome solo como el lo hacia desde la noche en la que nos conocimos.

>>Estás mojada y lista para mí, Drea.

La mano que rodea mi cintura cubre mi boca con cuidado, y es cuando me dejo ir. La presión en mi vientre empieza intensificarse, pero se detiene de golpe junto con los movimientos de Tobías.

El broche de mi sujetador cede, dejándome nuevamente semidesnuda.

—Juro que si te vuelves a detener patearé tu trasero.

La ronca risa brota de su pecho, haciendo que la excitación en mi cuerpo aumente. Mis pezones estaban duros y doloridos. Su mano libre no tarda en sujetar uno, apretándolo con delicadeza entre su indice y su pulgar.

—No lo haré.

—Oh Dios Santo —Gimo con fuerza, ganándome un apretón en uno de mis pezones, cuando Tobías mueve sus dedos con más fuerza. Tenía que ser silenciosa o simplemente cerrar la boca—. No te detengas...

La presión en mi vientre vuelve a aparecer, pero Tobías no se detiene está vez, la humedad en mi centro facilita el deslizamiento de sus dedos. Tan suaves... tan grandes...

—Drea... —Mi cuerpo se precipita con fuerza, obligándome a cerrar los ojos y aferrarme del cuerpo de Tobías. Sus dientes se clavan en mi hombro cuando me corro con fuerza y sus dedos se sienten más grandes en mi interior—. Eres tan suave...

—¡Drea, me muero de hambre!

Tobías y yo reímos cuando la voz de Lucas resuena en todo el departamento.

Justo a tiempo.    

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro