Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11.

—Sostenlo para poder sujetarlo —Ariana me pide, entregándome al pequeño cachorro que no dudo en sujetarlo con cuidado. Ariana se mueve con rapidez, tomando una de las toalla y toma al perro de vuelta, envolviéndolo como todo un bebe—. Es más fácil con la práctica.

—Lo sé —Respondo, secando mis manos—. Verás que un poco más de tiempo y práctica dejarás atrás todas tus errores.

—Me esfuerzo —La castaña frunce el ceño, haciéndome sonreír—. Nora me odia, ¿no?

—Nora odia a todo el mundo —La diversión no se filtra de mi voz, y es cuando me doy cuenta que, a pesar de todo, si podía llevarme bien con Ariana—. Debo rellenar algunos formularios de adopción, ¿puedes hacerte cargo?

Cuando Ariana asiente, doy por sentado de que hará lo mejor que pueda. Los últimos días se había esforzado más de lo normal, lo cual nos tenía felices a todos.

Cuando regreso al recibidor, la sorpresa me inunda cuando veo a Lila cargando un gran ramo de rosas blancas. Sus ojos caen sobre mí y una sonrisa no tarda en aparecer en sus labios.

—Debería saber que la única que recibirá flores aquí eres tú —El ramo es dejado sobre el escritorio, y en lo único que puedo pensar es en Tobías—. Espero que no te moleste que firmara por ti.

—No hay problema. —Lila murmura algo sobre aves, y hace su camino hacia el ala de los gatos, soltando unas cuantas risas cuando me pilla observando el ramo con demasiada atención.

Una vez que me encuentro completamente sola, tomo el papel sobresaliendo entre las flores. Una caligrafía totalmente pulcra entra en mi campo de visión.

Espero que mi presencia en Santiago no te moleste, Drea. No olvides que tu presencia nunca sobraría en mi cama. Att: Bruno.

Tan rápido como leo el nombre del rubio, rompo la tarjeta con rapidez. El temblor en mis manos aparece cuando tomo el ramo y sin arrepentimiento alguno lo lanzo de lleno al basurero.

Las lágrimas pican en mis ojos, pero trago duro, manteniendo la cordura.

Él ya no tenía poder sobre mí. Ahora yo decidía por mi vida, no tenía que darle explicaciones a nadie. Él no podría lastimarme de nuevo...

—¿Tienes los formu... ¿Qué haces? —La voz de Marcos me toma por sorpresa, y me giro con rapidez, tratando de cubrir el basurero con mi cuerpo—. ¿Estás bien?

—Si —Miento, tratando de no llamar la atención—. ¿Qué necesitas, Marcos?

—Los formularios... —No parece creer mi mentira, pero no me empeño en darle explicaciones. Con apremio, coloco los sellos necesarios y firmas en los lugares correctos, y me giro nuevamente hacia Marcos. El castaño parece confundido, pero no se detiene al tomar los papeles de mi mano—. Espero que Tobías no te haya hecho algo.

—Tobías no es mi novio, Marcos —Estoy cansada de explicarlo, pero todos ellos sólo parecen ignorar mis palabras—. ¿Necesitas algo más?

Marcos hace una mueca, dando a entender que no creía en mí.

—No —Suelta un suspiro—. Si quieres hablar sabes que siempre tengo tiempo al medio día.

—Estoy bien, Marcos.

—Vale, ya entendí.

Como si de un ladrón se tratase, abandona el recibidor sin siquiera girarse en mi dirección. El sentimiento de rabia no desaparece de mi pecho. Y es cuando me atrevo a maldecir a Bruno Olid por haber formado parte de mi vida.

Maldigo el momento exacto en el que se cruzó en mi vida.

Cuando logro eliminar el recuerdo de Bruno de mi cabeza, me concentro de lleno en el trabajo. Soy capaz de sacar las cuentas de la comida de los animales para el resto del mes, contabilizar las jaulas que teníamos libres, y marcar la cita con el veterinario para realizar las castraciones correspondientes.

Ariana pasa varias veces frente a mí pidiendo formularios de adopción y de ingreso, lo cual me confunde un poco. Jacob no se había aparecido en todo el día, lo que me dejaba algo intranquila.

—Necesitamos ayudas con algunas cosas, Drea —Lila se asoma en la puerta, llamando mi atención. La peli teñida no dice nada más, lo que me empuja a levantarme y caminar hacia la salida.

La sorpresa me invade cuando noto la gran cantidad de autos estacionados frente al refugio, pero mis ojos sólo se detienen sobre aquel gigantesco auto negro.

Tobías Vidal se encuentra apoyado en el gran Land Rover mientras intercambia palabras con una mujer castaña que lleva un traje elegante. La misma sólo se percata en escribir en un lo que parece ser un cuaderno.

—¿Qué ocurre? —Pregunto, llamando la atención de Ariana. La castaña me observa con una gran sonrisa.

—Al parece Nora y tu novio tenían esto arreglado. Hasta ahora se han llevado a veinte perros y diez gatos. ¡Ya tienen hogares, Drea!

La confusión se arraiga en mi sistema, y sin esperar explicaciones por parte de la castaña, me encamino hacía Tobías, quien no tarda en posar sus ojos sobre mí.

—Necesito que canceles las juntas que tengo para hoy, Gloria. Puedes concertarlas el resto de la semana. —La castaña me observa y no duda en regalarme una sonrisa, luego de asentir hacia Tobías—. Eso será todo por ahora.

Espero paciente a que la castaña nos deje solos, para poder enfocar toda mi atención en Tobías.

—¿Que es todo esto? —Pregunto, señalando toda la gente que empezaba a ingresar al sector de los perros.

—Yo no tengo nada que ver —Tobías suelta. Tomando mi barbilla entre sus dedos para obligarme a observarlo—. ¿Lloraste?

—¿Qué?

—Tus ojos... están rojos.

—No es nada —Niego, tratando de encerrar el recuerdo de Bruno lejos de mi pensamiento—. ¿Me dirás que ocurre?

Tobías frunce el ceño, pero se relaja con rapidez cuando mis ojos están sobre los de él.

—Peyton ha llevado a Tigre a su escuela... y bueno, el resto se cuenta por si sólo —Frunzo el ceño ante el peculiar nombre, pero cuando la pequeña pelirroja aparece en mi campo de visión, deduzco que es el nombre de su sobrina—. Sólo arregle la visita, o más bien Gloria.

—¿No es de España? —Pregunto, sorprendiéndome un poco por su nombre.

—Su madre es de Estados Unidos —Tobías responde, observándome con sus ojos azules—. Mi hermano estuvo unos años en Nueva York... y pues Peyton regreso con ellos.

—Es genial —Paseo mi vista por las familias ingresando al refugio, cada una de las manos de sus hijos—. Será una buena ayuda para el refugio, ya nos estábamos quedando sin lugares. Gracias, Tobías.

—No tienes que agradecerme a mí —Observo al moreno junto a mí, quien me observa con una sonrisa—. Peyton suele ser muy insistente cuando se lo propone. ¿Podemos entrar?

—Si —Alcanzo a responder justo antes de que Tobías pueda ser capaz de tomarme por el brazo y prácticamente llevarme a rastra dentro del recibidor. Cuando cierra la puerta detrás de él, noto la tensión que irradia su cuerpo—. ¿Quién te envió flores?

—¿Qué?

—Una de las hijas de Nora —Gruñe, observándome con el ceño fruncido—. Me dijo que las flores que te envié eran hermosas. ¿A qué flores se refiere, Drea?

—No es algo importante —Trato de desviar el tema, pero Tobías se acerca a mí con rapidez, aprisionándome contra el escritorio—. Alguien puede entrar...

—Dime quién diablos te envió esas putas flores, Drea.

—No tienes derecho a hacerme esto —Trago duro, tratando de alejar el cuerpo de Tobías del mío. Se estaba pasando. Él no tenía derecho a exigirme nada. No éramos más que dos personas que follaban cada que tenían gana—. Déjame ir.

—Sabes muy bien que puedo encontrar al hijo de puta que envió las flores. ¿No es mejor que tú lo digas?

—Las envió Bruno, ¿feliz? —Siseo, empujándolo con más fuerza. Cuando logro hacer un poco de espacio entre ambos, me escabullo de sus brazos—. ¿Qué más quieres que te diga?, ¿Qué me golpeaba para tener sexo con él?, ¿Qué viví dos años pensando que él sólo lo hacía porque me amaba? ¡Estás loco, Tobías Vidal!

Sé que tengo las mejillas cubiertas de lágrimas, pero eso no me permite quebrarme, estoy de pie frente a Tobías Vidal revelando uno de mis más profundos secretos.

—¿Qué más quieres que te diga? —Escupo, completamente enojada—. ¿Quieres saber de cuantas maneras me metía su erección? O ¿Cuántas veces le suplicaba para que se detenga?

—Drea...

—Cállate. —Sé que no soy capaz de sostener las lagrimas, y cuando Tobías intenta acercarse nuevamente a mí, huyo con rapidez. Tomo mi bolso y mi chaqueta y abandono el recibidor.

Como puedo me limpio las lágrimas antes de que alguien más note mi estado, y noto mi vía de escape cuando veo a Jacob en la camioneta del refugio. Me acerco con prisa a él, y lo detengo antes de que sea capaz de alejarse.

—¿Puedes llevar a casa? —Su ceño se frunce cuando revisa mi cara, pero no digo nada—. No me siento bien y quiero descansar un poco.

—¿Está todo bien?

—¡Drea! —Cierro los ojos por un momento cuando escucho la voz de Tobías llamando mi nombre, y cuando los abro, puedo ver a Jacob observando al hombre con algo de enojo.

—¿Te hizo algo ese cabrón?

—No —Tiro de su brazo cuando intenta acercarse a Tobías—. Él no tiene nada que ver. ¿Puedes sólo llevarme a casa?

—Sube a la camioneta. —Su ceño esta fruncido, pero deja de pelear contra mi agarre cuando nota mis ojos, los cuales claramente estaban completamente enrojecidos. Subo a la camioneta con su ayuda, y él no tarda en unirse a mí, ocupando el lugar del conductor.

—¡Drea! —Mis ojos se cruzan con los de Tobías cuando Jacob arranca. Sus ojos me miran completamente enojados, pero no tenía ganas de detenerme a explicarle las cosas.

No luego de haber soltado todos los recuerdos que trataba de mantener alejados de mi presente. Porque en eso se había convertido Bruno Olid.

Era parte del pasado que trataba de olvidar, pero que, de todas formas, luchaba por colarse nuevamente en mi presente, logrando poner mis nervios de punta.

—¿Te encuentras bien, Drea? —Asiento, tratando de acallar mis sollozos con algo de esfuerzo. La mirada de de Tobías era la cual también quería dejar de lado.

No necesitaba que otra persona sintiera pena de mí.

Había sufrido, si, pero también había logrado luchar contra el agujero que amenazaba con llevarse todo a su paso. Había luchado con uñas y dientes para no caer en la locura, no quería recordar nuevamente aquellas noches llenas de pesadillas.

Había obtenido una nueva vida, ahora, luego de dos años, era una nueva Drea. Una Drea que se enfrentaba a todos por tan sólo lograr lo que quería.

Sin embargo, en algunos momentos, era bueno romperse. Llorar hasta sangrar, o hasta que te sientas bien, dejar que las lagrimas se encargara de llevar las preocupaciones lejos de tu cuerpo.

Sentirse limpio aunque por dentro te estés cayendo a pedazos.

—¿Segura que estás bien? —Jacob pregunta por tercera vez—. Puedo decirle a Lila que venga y...

—Estoy bien —Lo corto, obligándome a sonreír—. Discúlpame con Nora, prometo llegar temprano mañana.

—Puedes quedarte en casa si quieres —Ofrece, observándome con atención—. Será mejor que descanses, haces mucho por nosotros, Drea.

—Me gusta ayudar a los animales, Jacob —A pesar del pequeño incidente, el día había sido completamente feliz para varios de los animales del refugio. Era hora de que ellos recibieran amor de una familia—. Hasta mañana.

—Hasta mañana, Drea.

No me giro a ver su expresión. Sin demorar mucho, ingreso en el apartado de departamentos, pasando por alto la expresión amarga de mi vecina del primer piso.

¿No podía meterse en sus asuntos?

Subo las escaleras sin ánimo y, cuando me encuentro en mi piso, saludo a los niños que viven en el departamento de al lado. Ellos sólo se encargan en preguntar cómo ha estado mi día, hasta que logro encerrarme en mi departamento, dejándolos tal y como estaban ellos solos.

—Creo que esta noche cenaremos un poco de pasta, señor Midas. Sólo tú y yo.

El gato responde con un maullido, haciéndome sonreír y olvidar algo del mal rato con Tobías.

Él estaría golpeando la puerta de mi departamento en un rato, cosa que no me daba mucho tiempo para recuperar mi estado de calma.

Tobías Vidal era mucho peor que un incendio forestal, él había aparecido para darle vida a mis cenizas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro