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𝟎𝟎𝟑. 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐨𝐠𝐢𝐞𝐬

FINALMENTE, AUGUSTUS GRIMALDI Y NARCISSA BLACK se habían casado. La recepción del matrimonio era realmente espléndida. Olivia y Violet pensaban que al menos había valido la pena no salir por casi un mes por estar ayudando a su ahora cuñada con todos los detalles. Vestidos, flores, invitaciones, pastel, comida, bebidas. Las hermanas nunca se imaginaban que planear una boda implicaba un terrible agotamiento.

Ahora, la hija mayor de los Grimaldi estaba bailando con su prometido Lucius Malfoy mientras la menor se encontraba hablando con Regulus Black. No lo había reconocido, pero estaba agradecida pues de no haber sido por él, hubiera terminado golpeando a Mulciber y Avery, dos estúpidos magos que su hermano le había presentado.

—¿Ahora no quisieras hablar con él?— preguntó el pelinegro de ojos verdes grisáceos tras que Olivia le contara todo lo que había sucedido durante el tiempo que estuvo en Francia. 

La chica suspiró y lo miró con curiosidad.

—Por lo que me cuentas, tú no le dejaste de hablar por amenazas y él en verdad la pasó mal cuando veía que su lechuza le entregaba cartas de todos menos tuyas. Merecen una conversación.— continuó Regulus bajando la voz. —Él se fue a los jardines desde que llegamos... Aprovecha que tus hermanos están bailando y tu madre está conversando con mi tía Druella... Yo cuido que nadie esté cerca de ustedes.

—¿Estás seguro?

—Completamente.— Y ni hizo falta decir algo más, los dos salieron. 

Al dirigirse a los jardines, Regulus lo señaló y se sentó en una banca. Fue allí cuando vio a un mago adolescente de cabellera negra y ojos grises. Él se encontraba fumando, llevaba puesto una túnica negra. Había crecido bastante lo cual provocó que sonriera levemente pues cuando eran niños, ella solía ser un poco más alta que él. 

Las cosas cambian, pensó acercándose hacia donde estaba. Vio como el chico Black levantaba la mirada. Fueron solo segundos, pero parecía una eternidad cuando se quedaron viendo. 

Avellana contra mercurio. 

—Es bueno verte, Sirius.— susurró audiblemente. 

El ojigris despegó el cigarro de sus labios: —Quisiera decir lo mismo, Grimaldi.

Que le dijera Grimaldi, dolía. 

—Dame solo unos minutos, necesito explicarte.

La mente de Sirius decía que se fuera, no merecía su tiempo, pero su corazón gritaba que se quedara, que ella es su amiga especial Liv.

—Está bien.— murmuró.

—En realidad te vi en las Tres Escobas, noté que me estabas mirando, fui a buscarte, pero ya te habías ido.— Olivia suspiró para morderse el labio inferior. —Lamento no haberte escrito. Mi madre me amenazó y sé que debí buscar la forma de poder estar en contacto contigo, pero créeme que estos años en Francia fueron una completa tortura.

—Te escribí por un año entero.— replicó el pelinegro. 

—Y yo no sabía. Juro que no sabía, fue Wonky quien me entregó todas esas cartas... Mi madre le había ordenado quemar todo rastro tuyo. Cuando se enteraron que habías clasificado en Gryffindor y que estabas en contra de los ideales me prohibieron acercarme a ti y el compromiso quedó cancelado... Solo quería que lo sepas, está bien si ya no quieres dirigirme la palabra, sé que probablemente me odies y...

La expresión dura del rostro del mayor de los Black se suavizó y la interrumpió: —No te odio, Liv. No podría hacerlo, pero si me dolió bastante...  Ese día de las Tres Escobas, es cierto que te estuve mirando y quería acercarme, pero no tuve el valor para hacerlo. Admito que seguía enojado.

—Bueno, al menos ahora estamos hablando y creo que no estás enojado.— Él soltó una pequeña risa y ella también. —¿Amigos?

—¿Cuándo dejamos de serlo?— y Sirius la abrazó. —Pero ahora si será una aventura poder hablar contigo, y eso me agrada bastante...Dicen que lo prohibido es más divertido.— Lo último lo susurró en el oído de la bruja.

Huele a miel y rosas, pensó el ojigris. 

—Prohibido y divertido, pero debemos tener cuidado.

Huele a perfume varonil, pensó la avellana sin separarse de él.

Conversaron unos minutos sobre Francia, Hogwarts y como harían para verse hasta que Regulus se acercó diciendo que ya era tiempo que regresaran para evitar sospechas. Olivia asintió, abrazó a Sirius y ella junto al menor se dirigieron hacia la fiesta, aunque Regulus antes de ello le guiñó un ojo a su hermano y susurró 'Me debes una, y lo sabes. Por cierto, de nada.'


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CUANDO ENTRARON A LA RECEPCIÓN, Regulus y Olivia se dirigieron a la pista de baile para así despistar a su familia, aun así la mirada interrogante de Augustus Grimaldi se dirigió hacia ellos. El joven mago rubio que estaba con su ahora esposa fue hacia donde estaban no sin antes darle un beso en la mejilla a Narcissa quien sonrió ampliamente.

—Regulus.— habló provocando que la pareja se detuviera. —¿Me permites bailar con mi hermana? Cissy me dijo que también quisiera bailar contigo.

—Por supuesto, Augustus.— El ojiverde sonrió. —Fue un gusto hablar contigo, Olivia... Nos vemos en Hogwarts.

—¿Dónde estaban?— preguntó su hermano una vez que vio que el chico se había alejado lo suficiente. 

—Fui con Regulus a dar un paseo... No quería escuchar a Avery y Mulciber, son unos asquerosos. ¿En verdad, pensabas que podrían ser buenos candidatos como mi futuro esposo? ¿Sabes lo repugnante que fue escuchar como se burlaban de los elfos, brujas, magos?

El rubio ojigris la miró para luego suspirar: —Tienes que acostumbrarte, Olivia... ¿Cuándo dejarás de ser una defensora de todos? Entiende que somos superiores.— Hizo una pausa para hacerla girar. —Pero no te preocupes, ninguno de esos idiotas sería tu esposo... Me enteré que Mulciber está casi en la quiebra y sobre Avery, su padre está en Azkaban, los aurores lo atraparon fácilmente y eso no sería bueno para la familia... En cambio Regulus Black, es un buen partido para ti.

Olivia alzó una ceja. No lo interrumpió para que siguiera hablando.

—Slytherin, astuto, excelente estudiante, millonario, familia con un linaje puro como el nuestro y lo más importante, es seguidor de la causa y próximamente recibirá la marca... Lo hablaré con mamá... Tener alianzas con los Black nos conviene en gran medida.— Augustus continuó comentando mientras bailaban. —Con tal que no lo estés utilizando para tener contacto con el traidor de su hermano... Aunque no creo que seas tan idiota, sabes que lo eliminaría de forma definitiva y a ti te encerraría en una torre por el resto de tu vida... ¿O crees que terminarías como Andrómeda Black? Libre sin castigo por sus acciones.—Su rostro se endureció complemente.

La bruja adolescente no necesitó más detalle. Días atrás, Narcissa les había contado lo que sucedió con su segunda hermana. Había sido echada de su casa, repudiada por su familia y tachada del árbol genealógico. Según la rubia, su primo Sirius estaba yendo por el mismo camino y ella rogaba que fuera así porque eso sería un premio en vez de castigo. 

En cambio los Grimaldi... Ellos no perdonaban, ellos estaban dispuestos a todo con tal que la familia se mantenga en lo alto de la sociedad incluso si eso implicaba arrebatar vidas.

—¿Por qué tendría contacto con él? Sé perfectamente que no debo hablarle.— Olivia contestó fríamente, ocultando su miedo y preocupación. —Soy consciente que una Grimaldi jamás debe mezclarse con traidores, muggles o nacidos de muggles... Pero tampoco quiero un prometido imbécil como esos dos que me presentaste.

—¿Entonces a Regulus si lo aceptarías como esposo?

—Tendría que conocerlo más... La última vez que lo vi a parte de hoy fue cuando tenía él tenía siete años. Sin embargo, admito que es un buen perfil.— mintió. No podría tener sentimientos por él, siempre lo ha visto con un hermano menor.

El rubio la miró orgulloso: —Siempre siendo una gran Grimaldi, hermanita... Vas por el mismo camino que Violet, tan solo mírala, está comprometida con un gran mago.

Ella sonrió con falsedad tras mirar a su hermana quien les sonrió dulcemente. Actuar es lo debía hacer. Actuar para escapar. Sé encantadora, complace y libre serás. Ese era su plan, fingir hasta cumplir diecisiete años, reunir dinero, fingir su muerte y escapar de Inglaterra. Amaba el lugar donde vivía, pero sabía que no podría ser feliz.

Y ella quiere ser feliz.

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