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09 | ¿Por qué mierda lo hiciste?


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CAPÍTULO OCHO
¿POR QUÉ MIERDA LO HICISTE?

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PABLO GAVI

Un mensaje me llegó y sonreí al ver el nombre.

Samary me acaba de responder al mensaje que le había enviado ayer antes de que me vaya a dormir.

Como fondo de pantalla de mi celular la tenía a ella. Era una captura de pantalla que le había tomado desprevenida mientras sonreía. Días después se me escapó aquel dato, y lejos de enojarse (para suerte mía) se sorprendió e hizo lo mismo que yo, le tomó captura a nuestra llamada y ahora yo estoy como fondo de pantalla en su celular.




MENSAJES

Samary

¿Andas estresado por los partidos?

Pablo

Sí, algo

Samary

No te vendría mal un descanso.
Deberías irte de viaje
Yo propongo que a Panamá ;)

Pablo

¿Quieres que vaya a Panamá?
¿O quieres que vaya a verte a ti?

Samary

A mí :)
Conmigo pasarías las mejores vacaciones
Pero le tienes miedo al éxito.

Pablo

No sabes las ganas que me muero de tener al menos dos segundos contigo en persona.

Samary

Yo igual :(
Me agradas más que todos mis excompañeros de colegio.

Pablo

JAJAJA
Pero tú que te peleabas con medio mundo.

Samary

Esa gente no iba conmigo
Volviendo al tema...
¿Qué harás cuando me veas en persona?

Pablo

Darte un fuerte abrazo y no dejarte ir

Samary

¿Y a donde me llevaras?

Pablo

¿A dónde quieres que te lleve?
¿A un hotel?

Samary

Yo preferiría que cambies esa H por M.

Pablo

Pensé que eras más tímida, Sam

Samary

No soy tímida ni a palo
Y menos con lo que sucedió hace días
Siempre es una bendición escuchar mi nombre salir de tu nombre entre gemidos.

Pablo

Guapa muy andas hormonal.

Samary

Culpa tuya.

Pablo

Ahora que caigo en cuenta
¿Qué haces despierta?
Si aquí es España es 1pm
Allá en Panamá deben ser las 7am
Y tú ya no estás en colegio como para andar madrugando

Samary

Llevo casi dos horas despierta
Mi hermana esta malita :(

Pablo

¿Qué le sucedió?

Samary

En medio de la madrugada me levantó diciendo que se sentía fatal y luego empezó a vomitar.
Ya le di una pastilla, una taza de té esperando que mejore. Después le preparé un desayuno ligero, esperando que la cosa no sea grave.

Pablo

Mierda
Espero que tu hermana mejore lo más rápido posible
¿No sabes si se intoxicado con alguna comida?

Samary

Puede que sea eso















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SAMARY GARCÍA

Que día tan agotado.

El reloj de mi muñeca marcaba las nueve del día. Hoy me tocaba salir de casa para hacer la Matriculación vehicular, pero Nathaly me hizo estar despierta desde las seis de la mañana para que tome la temperatura de su cuerpo y le coloque una toalla húmeda en su frente.

Ella es solo dos años mayor que yo, pero ser menor que ella no significa que no esté pendiente de ella. Le insistí varias veces que descanse, pero ella insistió en vestirse e ir a la Universidad. Al igual que yo, ella aspira tener un título universidad, la diferencia es que ella le tuvo temor al miedo de vivir sola en el extranjero.

Ahora me encontraba sentada en las mesas de afuera de una cafetería mientras leía el menú, me gustaba más la idea de estar afuera. Había citado aquí a mi novio Alexis para hablar sobre nuestra relación, aunque él no sabe el motivo. Estoy pensando en las palabras correctas para decirle que ya no siento lo mismo que hace un año.

—Hola Samary.

Al escuchar su voz alcé mi mirada del menú para observarlo. Estaba muy contento y me levanté del asiento para abrazarlo. Él dejó un beso en mis labios y me sentí extraña al contacto de nuestros labios, pero disimulé una sonrisa falsa.

—¿Cómo has estado? Hace ya un mes que no nos vemos —comenta él, sentándose en la silla quedando frente de mí—. Te llamé la otra vez para salir, pero me rechazaste.

—Lo siento, entre el tema de la universidad y el trabajo he estado tan ocupada —eso y hablando por llamada con cierto español.

—No te disculpes, lo entiendo —musitó Alexis—. ¿Cómo te fue en el examen?

—No sabes cuanto me moría las ganas por contarte en persona —le digo con sinceridad—. Me fue bien, pero también feo.

—¿Por qué?

—Fue el examen más largo que he dado en mi vida, quiero pensar que lo hice bien —narro yo sonriendo al recordar la experiencia—. Pero con ese aire acondicionado prendido, estaba como pollito temblando del miedo tratando de pensar con claridad.

—Ay, Samary —se ríe Alexis y yo me uno a su risa—. Eres demasiado friolenta.

—Ponte en mi situación, Alexis —le regaño sin dejar de reír—. ¿Y tú? ¿Cómo has estado? ¿Cómo sigue tu auto? —pregunté al recordar qué él me había comentado por mensajes que su auto se había dañado.

—Mi auto sigue mal así que vine caminando de la casa de mi tía —dice mirándome preocupado—. ¿Has dormido bien? —posa su mano sobre mi mejilla—. Tienes una cara de sueño.

—Mi hermana empezó a sentirse muy mal en la madrugada —murmuré quitando gentilmente su mano de mi mejilla.

—¿Ya está mejor?

—Más o menos —ladee la cabeza—. Al menos se comió el desayuno que le preparé.

—¿Y tu mamá?

—Me mandó a la mierda cuando la levanté a gritos porque Nathaly no dejaba de vomitar.

—Oh... lo lamento —dijo tomando mi mano. Él era conocedor de que no tenía buena relación con mi madre.

—No te preocupes —murmuré—. Alexis... quiero decirte algo.

—Tienes toda mi atención, Samary.

—Yo... —el timbre de mi celular me interrumpió—. Disculpa, tengo que contestar —él me hizo una seña de que conteste mientras revisaba el menú—. ¿Hola?

—¿Samary García? —preguntó la voz desde la llamada.

—La misma —respondí—. ¿Con quién hablo?

—Soy Luisa, compañera de Nathaly —el noto de voz de Luisa hace que me altere, se la escucha preocupada y yo ya estoy igual que ella—. Te llamo porque tu hermana no se encuentra en un buen estado. Se ha perdido una clase por estar vomitando.

—¿Dónde está ahora?

—Con la doctora de la universidad. Le está dando una taza de té. Tu hermana me pidió que te llamara para que la vengas a recoger ahora.

—De acuerdo... llego en quince minutos —empecé a rebuscar las llaves de mi auto en mi bolso.

—Genial. Ya se lo haré saber.

—¿Qué sucedió? —preguntó Alexis mirándome preocupado.

—Es Nathaly, parece que está peor —me levanté del asiento—. Tengo que ir a recogerla.

—Te acompaño —dijo copiando mi acción.

—No es necesario, Alexis.

—No dejaré que conduzcas, estás alterada —me detiene Alexis tomándome suavemente de los hombros—. Yo conduzco y tú buscas un hospital más cercano para llevar a tu hermana, no podemos solo ir a recogerla y darle una simple pastilla.

—Bien.

Nos subimos a mi auto y fue Alexis quién empezó a conducir.

—¿Por qué no lo hiciste?

Alexis había estado hablando, pero por estar tan ocupada en mis pensamientos no lo había oído.

—Perdón, ¿qué?

—Te preguntaba qué porque no llevaste a tu hermana al hospital al primer instante.

—Porque un hospital sale carísimo. Ni siquiera sé cómo voy a pagar este, supongo que tendré que utilizar todos mis ahorros, aunque no creo que ni llegue a pagar la mitad.

—Yo te pago en hospital.

Alexis proviene de una familia adinerada, básicamente caga plata.

—No, Alexis, no puedo permitir que hagas eso.

—Y yo no voy a permitir que gastes todos tus ahorros. Has trabajado bastante para conseguir el dinero para que compres todos tus libros de medicina —dice preocupado y yo hago una mueca mirando la calle a través de la ventana.

Tampoco es como que me importe mucho esos libros, la verdad.

—Está bien —suspiré rendida—. Pero luego del hospital te invito un café.

—Trato hecho —dijo sonriendo dulcemente.

Alexis es un chico muy tierno. Tuve la suerte de conocerlo a los quince años. Todavía recuerdo la primera vez que lo vi, el chico nuevo que venía de otro colegio; tímido y gentil, que se sentaba detrás de mí. La primera interacción entre nosotros fue gracias a un trabajo grupal, luego de meses nos hicimos novios y ahora llevábamos dos años de relación.

Pero nuestra relación se ha visto afectada últimamente y soy consciente de que no soy lo que él quiere en una relación. Sin embargo, no tengo el valor de terminar mi relación con él.

En unos diez minutos ya estamos bajándonos del auto en el estacionamiento y nos dirigimos a la universidad. La secretaria solo me dijo que esperara sentada mientras mi hermana llegaba.

—Tú debes ser Samary, estás son las cosas de tu hermana.

Una chica morena se paró frente a mí y me entrego la maleta de mi hermana.

— ¿Dónde está mi hermana? —pregunté sin ganas de socializar.

—Ahí viene.

Nathaly venía caminando con la directora. Estaba demasiado pálida, debajo de sus ojos estaban marcadas sus ojeras y caminaba como podía. Al vernos, una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Samary... ¡Alexis!

—Hola Nathy.

Alexis la envolvió en sus brazos al tiempo que ella corrió hacia él. Estos dos se tenían un gran cariño.

La directora se acercó a mi explicándome los síntomas que había presentado mi hermana y que podría empeorar si no la llevábamos a un centro de salud. También me explicó que podría faltar toda la semana, que sus compañeros se encargarían de ponerla al día.

Nathaly se despidió de su amiga Luisa y caminamos por el estacionamiento hacia el carro.

—Creo que voy a...

Nathaly no pudo terminar porque empezó a vomitar en el tacho de basura más cercano. Alexis se apresuró a ir tras ella y ayudarla para que no se ensucie su cabello. Mi hermana estaba peor que antes, ahora ni siquiera se podía mantener de pie, sus piernas temblaban y Alexis tenía que sostenerla de la cintura para evitar que se caiga.

Nos subimos al carro rápido. Yo me senté en el asiento de atrás con Nathaly teniendo una funda en mano por si se le ocurría vomitar.

—¿Cuánto falta para llegar? —preguntó entre lágrimas Nathaly. Ahora le ardía el estómago y yo ya no sabía si era porque no tenía nada de comida o era algo más.

—Ya casi llegamos —dijo Alexis.

—¿Me pasas mi celular, Sam?

Agarré su cartera y me puse a buscar su celular. Era un mierdero su bolso, aunque me llevé la sorpresa de encontrar un frasco de pastillas casi vacío. Entonces recordé que mamá había comprado ese frasco de analgésicos hace apenas una semana.

—¿Qué es esto, Nathaly? —le pregunté a mi hermana.

—Es mío.

—Dime cuándo y cuantas te tomaste.

—Samary...

—Dime, Nathaly.

—Tres o cuatro... no lo recuerdo, fue ayer... antes de dormir.

—¿Por qué mierda lo hiciste?

—No quiero seguir viviendo en esa casa y lo sabes—respondió sollozando—. Ella es un infierno. Mamá está loca.

El corazón se me partió en dos. Escuchar que mi hermana había intentado quitarse la vida dolía. La abracé fuertemente. Nathaly escondió su cara en mi cuello y lloré con ella por toda la mierda que estamos pasando como familia.

—Sí te das cuenta de que si algo te hubiera pasado... me hubieras dejado sola con ella ¿Acaso crees que yo voy a saltar de alegría si el día de mañana amaneces muerta?

—Perdón. Yo solo...

—Está bien —musité acariciando su cabello—. Te llevaremos a un hospital para que le laven ese estómago. Seguramente luego te mandaran algún suero y reposo total.


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