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CAPÍTULO CINCO
MOTIVACIÓN

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MENSAJES

Samary

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Pablo

???

Samary

Perdón
Esa fue mi hermana
Agarró mi celular sin permiso

Pablo

No te preocupes
No sabía que tenías hermana

Samary

Ella solo existe para molestarme
¿Tú tienes hermanos?

Pablo

Una, se llama Aurora
Y daría mi vida por ella

Samary

Aawww
Mi hermana y yo solo pasamos peleando 😍
Por cierto. ¿Estás libre para hacer llamada?

Pablo

Sí
Justo acabo de llegar de las prácticas

Samary

Bien
Te llamo en cinco minutos.

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SAMARY GARCÍA

—Hola.

Instantáneamente sonreí al verlo. Estaba recién bañado, su cabello mojado lo comprobaba.

—Hola linda —Pablo sonrió y me miró con una ceja alzada—. ¿Qué haces?

—Buscando trabajos de niñera.

—¿No que trabajas en un McDonald's los lunes hasta los jueves en la noche? —preguntó confundido Pablo.

—Si, pero hoy es viernes, mi día libre, y quiero saber si alguna familia adinerada necesita que cuide a sus hijos el fin de semana —expliqué al tiempo que seguía deslizando mi dedo en la pantalla del celular y él asintió.

—¿Y cómo van el tema con la universidad? 

En llamadas anteriores le había comentado que estoy en la etapa de mi vida en donde trato de aplicar a una universidad. Básicamente, estoy en mi crisis de vida donde quiero volver al colegio.

—Hasta ahora solo estoy esperando las respuestas de todas las solicitudes que he enviado.

—¿Y cuántas has enviado?

—Te sorprenderá... envié una para Madrid y una para Barcelona —levanté mi mirada hacia la laptop, en donde estaba haciendo la llamada con el futbolista.

—¿Así que quieres venir para España? —preguntó con una sonrisa.

—Sí, me encantaría vivir allá, se me hace algo complicado, pero no imposible —respondí—. Recuerdo que me tomó un año elegir si realmente quería irme a vivir a otro continente, al final me decidí.

—Tienes muchas oportunidades aquí en España, Samary —dijo él—. No deberías desaprovecharlas.

—No lo haré, ahora me disté más motivaciones para ir —dije sonriendo.

—¿Ah, sí? ¿Cuál?

—Tú —lo señalé—. Quiero conocerte en persona, sería genial porque en el poco tiempo que te llevo conociendo eres muy simpático.

—También me muero por conocerte en persona.

Sonreí ruborizada. ¿Qué mierda me pasa? ¿Por qué me pongo nerviosa? Solo es un chico, pero es el chico con la sonrisa más tierna que he visto. Amo las conversaciones que tenemos, me encanta sentirme escuchada por él, me brinda la seguridad que necesito.

—Sabes, también mandé una solicitud a Argentina.

—¿Por qué Argentina? —preguntó Pablo al tiempo que se acostaba en su cama.

—Fue como último recurso por si no me aceptan en las anteriores —expliqué—. Una conocida me dijo que salía más barato estudiar en Argentina, igual mi prioridad es España.

—No necesitas aplicar para Argentina, ya verás que te aceptaran en Barcelona —aseguró Pablo.

—Eso espero —murmuré con una pequeña sonrisa—. ¿Y a ti cómo te ha tratado la vida?

—Normal, los entrenamientos me están agotando cada vez más —dicho esto soltó un gran bostezo.

—Deberías de dormir, Pablo —le reproché—. Descansa lo que te queda de tu tarde, ya mañana hablamos.

—Nop —se negó él—. Prefiero quedarme hablando contigo.

Sus palabras fueron tan lindas que causaron un cosquilleo en mi estómago. Empezamos a hablar. Lo vi acostado en su cama, con su cara recostada en su almohada y como poco a poco sus ojitos se iban cerrando, noté el esfuerzo que realizó para no dormirse, pero fue en vano.

—¿Pablo?

Escuché un pequeño ronquido. Solté una pequeña risita mientras veía como tenía sus ojitos cerrados mientras que respiraba tranquilamente.

Dejé que el tiempo de la llamada siguiera.

Iba a aprovechar para leer un libro de medicina, pero no tenía las ganas de leer una lectura pesada sobre compuestos químicos, organismos y antibióticos; mi mente no tenía las fuerzas para eso. Así que en mi celular busqué el resumen del último partido amistoso del equipo de voleibol femenino de Panamá contra Croacia, en donde mi país quedó como el ganador.

Me sentí un poco mal al ver el resumen ya que no había podido verlo en directo por la diferencia de hora, pero el video enseñó las partes más destacadas del partido. Mis ex-compañeras jugaron increíble y se lucieron, aunque se notaba cierta desventaja de su método de juego a diferencia de como jugaban hace cuatro meses.

Extrañaba eso.

Entonces busqué en YouTube los partidos del equipo femenino de voleibol y observé los videos que son de hace cuatro meses o incluso más antiguos.

—Hola.

En cuanto escuché la voz de Pablo, fue cuando caí en cuenta que me había pasado más de una hora mirando videos antiguos de los partidos de voleibol. Le di pausa al video justo al momento en donde la jugadora con el dorsal seis y el nombre Samy García hacía su saque.

—Hey, te levantaste —dije sonriendo mientras apagaba el celular.

—¿Cuánto tiempo me quedé dormido? —soltó un bostezo.

—Casi cuatro horas.

—¿Por qué no me levantaste?

—Estabas muy cansado que necesitabas dormir.

—¿Y por qué no cortaste la llamada?

Me quedé en silencio y me encogí de hombros. No tenía una respuesta clara de porque dejé la llamada abierta. La verdad es que con Pablo no tengo claro nada, mis ideas están mescladas como si de champú se tratase.

—No lo sé... ¿te molesta que no haya cerrado la llamada? —pregunté nerviosa ante su respuesta, pero me sorprendió verlo sonreír.

—No, me agrada saber que te hayas quedado —dijo con voz tranquila. Yo sonreí con él.

No sé cómo este chico lograba hacer que me desconcentre . Adoro cualquier cosa que tenga que ver con él y, después de mucho tiempo, no sentía algo así.

—Ya vengo, tengo hambre, iré por comida.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras y crucé la sala para dirigirme a la cocina. Abrí la nevera en busca de la leche que, por alguna extraña razón, no se encontraba ahí.

—¿Quién es ese Pablo con el que tanto hablas?

Me llevé una mano a mi pecho.

—¡Por dios, Nathaly! —le grité enojada a mi hermana—. Casi me matas de un susto —observé sus manos—. Así que tú eres quién tenía la leche.

Le quité la leche de sus manos y la dejé en el mesón para buscar el cereal. Pude ver por el rabillo como puso los ojos en blanco.

—¿Vas a decirme quién es?

—No es nadie.

—Samary García —me miró sin gracia—. Cada que llego de la universidad te escucho hablando con él.

—Solo es un amigo —contesté mientras vaciaba el cereal en mi tazón blanco preferido.

Ella me mira con la ceja alzada y yo la ignoré mientras ahora echaba la leche al tazón. Revolví todo con una cuchara.

—¿Qué?

—¿Lo conozco? —preguntó ella.

Ahora yo coloqué los ojos en blanco. Nathaly es demasiado metiche sobre temas relacionado a mi vida social. Le di la espalda mientras dejaba la leche y el cereal en su lugar.

—No, es amigo de Eric.

—Es de España, ¿no? —asentí—. Qué bien.

Me volteé y la vi como tenía en sus manos un trozo de pastel de chocolate acompañado de una taza de leche.

—¿Las cosas entre tú y Alexis van bien? —curioseó.

—Siguen igual.

—Entonces termina con él.

—Sabes bien...

—A la mierda la opinión de los demás —bufó ella—. Podríamos tratar de convencer a mamá, o conversar con la mamá de Eric, que nos dé una mano para que vayas a España...

—Mamá no permitirá eso y lo sabes perfectamente —agarré mi tazón de leche y, antes de irme definitivamente de ahí, me volteé a verla—. Y recoge rápido esos platos antes de que ella llegue.