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Capítulo 6

Las bebidas aumentaban al igual que la euforia en la habitación. Las risas crecían por abundancia como la música, los chicos cantaban a pulmón "El taxi" que se reproducía en el gran televisor que estaba en la sala.

Estaba sentada en la esquina del mueble, mi mano derecha sostenía mi vaso con refresco. Ro que estaba a mi lado cantando con los chicos, aún conservaba su primera cerveza, era muy cuidadoso con el hecho que le tocaba manejar y no quería que sucediera nada malo.

Mariana me miraba a través del grupo de chicos que estaba de pie, fingí que no lo notaba, aunque no era así. Vi cómo se levantó de su asiento y camino hasta donde estaba yo, acto que provocó que mi compostura cambiará.

—Hola — habló acercándose un poco a mí cuando ya se sentó a mi lado.

Los ojos del de lentes se posaron por un segundo en la mano de Roier que rodeaba mis hombros.

—Iré al baño — susurró el castaño en mi oído dejándonos solo a Mariana y a mi.

—¿Cómo estás? — me atreví a hablar.

—Bien, y ¿Tú?

—Bien — nos quedamos callados.

Pase las palmas de mis manos por mi pantalón y me dedique a mirar al grupo de chicos.

—¿Quieres ir a otro lado? — pregunto el chico a mi lado y lo observe confundida — Me refiero a que... Nada, no lo mal intérpretes, mejor olvídalo.

Lo mire detenidamente.

—Si me gustaría — Osvaldo me observo con misterio — ¿Puedo confiar en ti y en que no vas a secuestrarme?

—Vas a ir por voluntad propia, así que técnicamente no es un secuestro — reí ante su respuesta.

—Buen punto — me levante — Iré a avisarle a Ro.

—¿De verdad?

—Si, al menos que ya no quieras salir conmigo — negó.

—Te espero en la entrada — asentí.

Fui a la dirección de los baños para las visitas y Roier estaba sentado en las escaleras que dirigían a la parte de arriba.

—¿Qué haces ahí? — el castaño me miro y se levantó guardando su celular en su bolsillo.

—Te estaba esperando, ¿Te vas a ir?

—¿Cómo...

—Lo supuse.

—A veces me das miedo, pareces brujo — comenté y mi mejor amigo río.

—Me avisas cualquier cosa y paso por ti — lo abracé.

—Gracias Ro, perdón por hacer que vayas solo a casa.

—Tranquila pequeña, vas a salir con tu amor platónico, yo solo pido el chisme completo — reí junto a él.

—Vas a tener la primicia, si es que pasa algo, te quiero, Adiós.

—Adiós, Beth Beth.

Lo mire a la distancia y me despedí nuevamente, camine hasta la entrada donde me esperaba el chico alto.

—¿Lista? — asentí.





♡[...]♡





No sabía cuánto tiempo llevaba observándolo, de perfil se veía más lindo. El aire había desordenado un poco su cabello y eso solo lograba que se viera más guapo.

No lo entendía, ¿Cómo una persona se podía ver tan bien manejando?

—¿Pasa algo?

Mariana me saco de mis pensamientos.

—No, nada, todo bien — dirigí mi mirada al frente.

—Es que te me quedaste mirando por un buen rato — comentó con una sonrisa.

—Ah, si es que te ves muy guapo — noté un leve sonrojo en sus mejillas y negué con una sonrisa — ¿Crees que se den cuenta de que no estamos en la reunión? — pregunté.

—Lo dudo, esos pendejos ni saben qué hora es — reí por lo bajo mirándolo mientras él conducía.

—Son un lindo grupo — comenté.

El auto freno y sin darme cuenta ya habíamos llegado a nuestro destino desconocido por mí. Me bajé del auto junto a mi acompañante y lo seguí a una distancia considerable.

El chico de lentes se giró y estiró su mano.

—Vamos — con algo de temor la tomé.

Nadie puede salvarme ahora, solo somos él y yo...

Nos adentramos en aquel lugar misterioso, estaba cubierto de luces y farolas, había demasiadas flores de todos los colores y tipos. Era un lugar hermoso, sin duda uno de los mejores que había visto.

—Al parecer te gustó el jardín — mencionó el chico y lo mire encantada.

—Es bellísimo, ¿Cómo lo descubriste?, ni siquiera sabía que existía este lugar.

—Es una reliquia escondida — comentó y lo miré con una sonrisa — Mi mamá hablaba de este lugar cuando era pequeño, hasta que un día me trajo a conocerlo y se volvió mi lugar favorito, vengo aquí cuando extraño a mi familia.

—Mudarse es difícil, comprendo el sentimiento.

Nos sentamos en un banco blanco frente a un árbol.

—¿A los cuantos años te mudaste? — preguntó Mariana.

—Casi a los 19.

—Eras muy joven aún.

—Sí, mi papá nunca estuvo presente y mamá tenía muchos trabajos así que vine a vivir a México.

—No eres de México entonces.

—No — afirme — Soy de Canadá, pero prácticamente me crie aquí, mi mamá es mexicana.

—Debió ser difícil dejarla sola — asentí.

—Sí, fue duro, pero ahora ella está bien, trabaja en una buena empresa y está rehaciendo su vida — limpie rápidamente la lagrima que se desbordó de mi ojo izquierdo.

—¿Estás bien? — preguntó el chico a mi lado colocando su mano en mi hombro.

—Lo estoy — aclaré viéndolo — Solo que... nada, no sé porque te hablo de mi familia de seguro te aburre y es incómodo.

—No, Beth, está bien — tomó mi mano.

Mis ojos viajaron de nuestras manos a su rostro y luego al gran jardín.

Solo está siendo bueno conmigo, como un amigo con una amiga, pero no puedo evitar que se me acelerará el corazón.

—La vista es hermosa — comente.

—Sí, definitivamente lo es — me giré para verlo.

Él me miraba atentamente, comprendí lo que había dicho, se refería a mí. Sentía como mis latidos se duplicaban y a pesar que él no puede sentirlos sabía que probablemente compartíamos el mismo sentimiento con una conexión de miradas.

Me atreví y coloqué mi cabeza en su hombro.

—Quisiera quedarme un rato así, si no te molesta — hablé.

—Me encantaría.

Solo se escuchaban nuestras respiraciones, la brisa fresca era un poco más dulce de lo normal, las estrellas se hicieron presente poco a poco junto su acompañante la luna y su mano seguía aferrada a la mía sin miedo.





♡[...]♡







—Gracias por lo de hoy — hablé cuando el auto se detuvo frente a mi casa — La pasé muy bien.

—Gracias a ti y perdón por traerte a tu casa casi a las tres de la mañana — mencionó al ver la hora en su auto, reí.

—Valió la pena — el silencio nos inundó por unos segundos — ¿Tienes algo que hacer mañana?

—De hecho, si — me desanime por unos segundos ante su respuesta — Pero el domingo estoy libre.

—Excelente, ¿Te gustaría salir conmigo?

—¿Cómo una cita?

—Pues esta no era mi idea de nuestra primera cita — ambos reímos — Pero si quieres tomarlo así está bien, quiero que conozcas uno de mis lugares favoritos.

—¿Por qué?

—Pues me mostraste un lugar especial para ti, ahora yo quiero mostrarte uno — me observo con una sonrisa.

—Me gustaría mucho salir contigo.

—Pero no podemos ir a las tres de la mañana — Mariana río.

—Le quitas la diversión.

—Entonces, ¿Quedamos el domingo?

—Es una cita — aclaró.

—De acuerdo — sonreí levemente sin ocultar mis mejillas rosadas — De nuevo, gracias por todo, que descanses lindo — me acerqué y dejé un beso en su mejilla tomándolo por desprevenido — Adiós — salí del auto.

Abrí la puerta de mi casa y me despedí nuevamente a la distancia antes de entrar.

Me recosté en la puerta con una mano en mi pecho para recapacitar todo lo que había pasado hoy.

Aun podía sentir los latidos de mi corazoncito cuando me tomó la mano en medio de la noche. Seguramente iba a perder la cabeza, pero podía entenderlo completamente... Él me estaba robando el pensamiento.

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