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Capítulo Dos: Las vueltas de la vida.

—Oye, no tenemos que hacer esto tan formal, aunque me gustaría platicar contigo, vecina. Podemos comer en la cocina con Lurdes—. Dice después de mostrarme su casa, o algunas partes de su casa. Es increíble como la arquitectura y el diseño de la mía es tan diferente al suyo, inclusive estando en el mismo piso.

—Mi madre solía decirme que no debía de continuar hablando con mentirosos una vez que me hubieran mentido, porque eventualmente lo volverían a hacer— digo de pronto, creo que pensé en voz alta.

—Bueno, podría rectificar mi error. Lo que pasa es que quería conocerte—. Lo miro acusadoramente y llegamos a la cocina. Huele delicioso.

—Así que dime, Elisa— comienza a hablar David, cuyo nombre sé por las camisas que decoraban algunas paredes— ¿a qué te dedicas?

—Soy escritora. Bueno, en realidad estudiaba y pensaba en convertirme en editora.

—¿Y qué pasó?— pregunta Lurdes— ¿ya no quieres eso?

—Sí, de hecho es lo que espero continuar haciendo. Viví y crecí en México toda mi vida, había empezado la carrera, luego surgió una beca en Nueva York, y la conseguí. Como en toda carrera, tenía que hacer prácticas y era en una importante editorial, yo era la aprendiz de la editora en jefe y un día intercambié sin querer uno de mis escritos con uno de los manuscritos de la editorial, ella lo leyó y me ofreció convertirlo en libro y... pensé que se enojaría— digo sonriendo mientras recuerdo a Samantha Donaldson cuando puso mi escrito sobre su escritorio—. Eso fue hace casi dos años, me licencié pero también escribí un libro que fue publicado y ahora... vuelvo a mi trabajo de editora, solo que la plaza que había era aquí.

— ¡Wow!— suelta David—. Eso es increíble. Realmente debes de tener talento—. Me remuevo en el asiento un poco incómoda. En parte "mi talento" fue lo que me obligó a dejar tantas cosas y personas. Nunca lo consideré un talento porque era algo que me gustaba hacer y que me resultaba sencillo, claro, cuando no me veía bloqueada o aturdida por las ideas.

— ¿Te han seguido fotógrafos?— le pregunto.

— ¿a ti?

—Yo pregunté primero, eres buen evadiendo mis preguntas— me río mientras observo su perfil, es... guapísimo, eso es indiscutible, tal vez es un poco peculiar, pero tiene una belleza absoluta, ése algo que podría disfrutar escribiendo por horas y horas hasta averiguar de qué se trata. Si hablamos de su físico, tiene esa sonrisa que simplemente te provoca sonreír. Tenía mucho tiempo que no sentía la mirada de alguien con tanta intensidad y no en el sentido morboso, sino que no simplemente ve, sino que observa, es como si cuando hablara con alguien solamente le prestara atención a esa persona, como si nada ni nadie alrededor existiera. Miraba más allá de la apariencia y eso, hasta cierto punto, era un poco ¿agresivo? Su altura me obligaba a levantar la cabeza para poder hacer contacto visual. Y su cabeza llena de rulos indomables que parecían tener vida propia. Supongo que el clima nunca ayuda cuando se trata del cabello rizado y él era como la imagen andante que indica eso.

Y aunque lo conocía de horas y no me gusta etiquetar a las personas, me sentía cómoda con él, incluso protegida... es extraño que alguien me haga sentir de esta manera. No sé si era la idea de que había pasado mucho tiempo desde que alguien me provocaba esto o era la petición de mi psique de que fuera él quien lo provocara.

—Bueno, sí. Pero no tanto. Supongo que no soy tan famoso, ¿a ti?

—Qué va. Apenas y me reconocen cuando estoy en mis expediciones por las calles. Y agradezco por eso. Aunque... creo que tú te delatas solito con ese cabello tuyo—. Él suelta una carcajada.

—Así que te gusta hacer... expediciones.

—Sí, es que no conocía muy bien aquí y pues tenía que pasear.

— ¿Algún lugar interesante?

—Define interesante— replico.

—Pues, al que volverías, que te guste la atmosfera...— mi sonrisa se borra mientras medito mi respuesta: "sí, hay un lugar, y está un piso arriba de mi departamento."

********************


Cierro los ojos e intento ignorar el ruido insistente. Me acomodo de nuevo en mi cama, cubro mi cabeza con la colcha. Abro un ojo, las cinco treinta de la mañana, ¡qué demonios!

Vuelvo a taparme y me concentro en mecerme en los brazos de Morfeo de nuevo. Pero el sonido sigue, a tientas, enciendo la lámpara, me pongo mi bata y voy a la puerta. Me asomo por la mirilla para encontrarme con una melena escondida bajo una bandana. Me separo un poco y tallo mis ojos, esto no está pasando. David Luiz no está en mi puerta a las cinco treinta de la mañana. Pero vuelven a tocar, maldición. Abro y lo miro confundida.

—Son las cinco y media— son mis palabras de bienvenida.

—Buenos días para ti también— replica sonriendo, parpadeo un par de veces.

—David...— reprocho—. Espero que tengas un muy buen motivo para venir a despertarme.

—En realidad, espero que lo sea, no sé si te agrade, pero... necesitas cambiarte. Daremos un paseo— frunzo el ceño y él sonríe—. Anda—. Me anima y asiento soñolienta.

Me he puesto unos jeans, botas afelpadas y una sudadera con capucha. Me lavé los dientes y salí sin absolutamente nada de maquillaje. Bueno, es como, media noche o algo así, no habrá diferencia. La verdad es que nunca jamás en mi vida he sido una persona matutina. Y mamá diría que ni vespertina ni nocturna. Pero amo dormir. Y amo a quien me deja dormir. Salgo de mi habitación y me encuentro con un David que inspecciona mi colección de tazas.

—Esta es una de las colecciones más extrañas que conozco— me dice apuntando a la vitrina.

—Usualmente me gusta el orden, que todo sea igual, pero no sé, tengo esta tonta creencia de que debido a que las personas son diferentes y cada una prepara el café a su gusto debía de tener un tipo de taza para cada persona y que ninguna se repitiera— replico—, eh, ¿nos vamos a... donde quiera que vayamos?— menciono después de colgarme el bolso.

—Claro— responde y nos encaminamos al elevador.

— ¿A dónde vamos?

—Ah, es una sorpresa.

—Temía que dijeras eso— respondo mirándolo mientras esperamos.

— ¿por qué?

—Bueno, creo que me estoy arriesgando demasiado. Verás, voy con quien es prácticamente un desconocido a una sorpresa, en cualquier libro o película con cierta lógica, no terminaría muy bien—. David suelta una carcajada mientras acomoda su bandana.

—Tienes demasiada imaginación.

—Supongo que aún no he desactivado el estar soñando con estar despierta— intento sonreír.

—No te preocupes, el aire frío te despertará.

—Oh, genial—­ digo sarcásticamente.

Hemos caminado casi seis cuadras y aunque no son lugares cien por ciento conocidos por mí, me son un poco familiares. Quisiera que esto hubiera sido como Hansel y Grettel y hubiera podido dejar pedacitos de pan como rastro en caso de que me perdiera, pero David parece muy seguro de la dirección a la que vamos. Aún está oscuro, ni siquiera se ha asomado el sol, ni ninguna persona con noción del tiempo.

Vislumbro una van que está estacionada al finalizar la cuadra. Está frente a un lindísimo parque. He estado aquí, pero nunca había visto la van.

—Tranquila, no es parte de mi plan para secuestrarte— lo miro desafiante y me río.

— ¿A dónde vamos?— pregunto por enésima vez, él me da un golpecito en el hombro con el suyo.

—Ya casi hemos llegado. No presiones, mujer—. Niego con la cabeza.

— ¿Haces esto siempre?

— ¿Qué?— pregunta mientras se detiene frente a la van, que parece ser una cafetería andante. Posiblemente la más mona que he visto en toda mi vida, una mezcla de lo moderno con la vintage. Me encanta. El olor de café inunda inmediatamente mis sentidos y después de estar haber despertado me comienzo a sentir humana. David me mira, sí, definitivamente me siento humana.

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Tenía dos capítulos escritos y no podía no subirles este.

Espero que les guste muchísimo :)

¡Saludos!

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