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Epílogo.








Nerviosamente el Sr. Branwen caminaba de un lado a otro en su despacho, ansioso por la llegada de su hija al mismo. No sabía nada de Bella desde la noche anterior, por lo que sus nervios estaban de punta.

Un criado que caminaba apresuradamente se adentró al despacho, deteniéndose firmemente ante el Sr. Branwen.- La Srta. Branwen ha llegado.- anunció rápidamente, segundos más tarde, el Sr. Branwen salió disparado en dirección a la entrada. Ahí se encontraba Bella, quien llevaba el mismo vestido de la noche anterior, sólo que su cabello estaba más desaliñado.

-¿¡Pretendes darme un ataque de pánico!?- prácticamente gritó el Sr. Branwen, era probablemente la primera y única vez que le levantaría la voz a su hija, pero debido a su extrema preocupación, no tuvo de otra.

-Padre, lo siento mucho, quise avisarte pero todo sucedió tan rápido..- se disculpó la joven, aunque fue interrumpida por su padre.

-¿Qué pasó tan rápido?, ¿dónde pasaste la noche?

-Tenemos que hablar.- dijo firmemente Bella, su padre la observó confundido pero accedió, caminando de vuelta a su despacho.

-Y bien, cuéntame.

-Me he comprometido con Benedict.- anunció la joven sin poder esconder una pequeña sonrisa que se formaba en su rostro.

-¿Benedict?, ¿Bridgerton?- cuestionó su padre confundido.

-Por supuesto, padre, no conocemos a otro Benedict.

-Benedict Bridgerton..- murmuró su padre serio, aunque segundos más tarde levantó la cabeza, Bella casi pudo notar como sus ojos estaban cristalizados, con una sonrisa triste observaba a su hija.

-Pero quiero que sepas, que viviremos aquí.

-Pensé que vivirían en la casa de los Bridgerton.

-No pudiera dejarte en esta gran casa solo.- contestó Bella, reposando una mano en su hombro. El Sr. Branwen no se podía sentir más agradecido con la hija que tenía.- Además, Benedict pretende llenarla de niños.- bromeó ella.







Violet Bridgerton se encontraba ansiosa a la espera de su hijo, Benedict, quien prometió hablar con ella sobre algo que él mismo denominó como "serio", por lo que ella se imaginó lo peor de lo peor. Cuando Benedict regresó a la habitación, su madre comenzó a atacarlo con preguntas.

-Madre, te aseguro que si me dejaras hablar, todas tus dudas se despejarían.

-¿Tienes idea de lo que haces a mis pobres nervios?- preguntó su madre, abanicándose desesperadamente. Benedict sólo rió.

-Me he comprometido con la Srta. Branwen.- finalmente anunció sin rodeos.

El rostro de su madre cambió inmediatamente, un cambio notablemente positivo. Una amplia sonrisa apareció en su rostro, y enseguida se acercó a abrazar a su hijo.

-Siempre lo supe, siempre supe que algo ocurría entre ustedes, y no sabes lo feliz que me hace saber que te casaras con tan buena muchacha, que te hará una compañía maravillosa.

Benedict sentía como sus ojos se aguaban, no era de llorar mucho delante de su madre o algún otro familiar que no fuera Eloise, pero simplemente no pudo evitarlo, su felicidad atravesaba el techo sobre ellos. Se casaría con el amor de su vida.


[...]


La iglesia estaba llena de familiares y amistades de ambas familias. Los Bridgerton en primera fila, dejando un espacio junto a Violet para el padre de Bella, quien luego de entregar a su hija, se sentaría ahí.

Gregory y Hyacinth llevaron flores hasta el altar, a lo que todos percibieron como un gesto adorable. Eloise a pesar de no ser partidaria de los matrimonios, sentía gran felicidad por la pareja, tras ser espectadora de el progreso de su relación. 

Benedict esperaba ansiosamente a que su amada llegara acompañada del Sr. Branwen, en realidad todos esperaban, ya que parecía que estaba unos minutos tarde, y tras el desastre en el primer intento de boda de Anthony y Edwina, Benedict no quería pensar en si Bella se había arrepentido de su decisión.

Bella por otro lado, se encontraba en una habitación completamente sola, terminando de prepararse para finalmente caminar hacia el altar. Cuando estuvo a punto de abrir la puerta, la joven escuchó un ligero rasguido, que la alarmó inmediatamente.

Se regresó para revisar su vestido y asegurarse de que todo estaba bien, sin embargo, una parte de su vestido se había atascado a una de las patas de la silla, provocando que se rasgara.
En verdad no era casi notable, pero Bella entró en pánico al ver lo que había ocurrido. Intentó respirar profundo y pensar que no se notaba pero fue imposible.

Se acercó a la puerta, con lágrimas en los ojos, abrió la puerta un poco, viendo a su padre, el cual se alarmó al verla llorando.

-Bella, ¿Qué ocurre?- preguntó preocupado.

Bella suspiró intentando detener su llanto.- Es el vestido, padre. Necesito ver a Benedict y avisarle que mi vestido no será perfecto.- dijo la joven entre sollozos, sorbiendo la nariz entre oraciones.

Su padre no contestó nada, sólo se encaminó a buscar a Benedict. Cuando los invitados vieron al Sr. Branwen adentrarse en la capilla tan acelerado y con preocupación reflejada en su rostro, se imaginaron lo peor. Benedict sentía que un nudo se formaba en su garganta al imaginarse que Bella se había arrepentido y lo había abandonado, que algo terrible le había sucedido, miles de cosas le atravesaron la mente. Cuando el Sr. Branwen estuvo lo suficientemente cerca de Benedict, le susurró algo velozmente, casi inaudible, pero cuando Benedict escuchó las palabras "Bella" y "te necesita", no dudo ni un segundo en irse de allí y seguir al Sr. Branwen.

El Sr. Branwen lo dejó en la puerta de la habitación donde Bella se encontraba, con una mirada le avisó que entrara, Benedict rápidamente abrió la puerta y la cerró detrás de él.

El corazón de Benedict parecía encogerse al ver como su amada lloraba desconsoladamente en el suelo de la habitación. Cuando Bella notó su presencia, levantó rápidamente la cabeza para observarlo. Benedict fue rápido en acercarse a ella, sentándose a su lado, la abrazó por los hombros, haciendo que la chica llorara en el mismo.

-¿Qué ocurre, querida?- susurró Benedict, aún preocupado.

-El vestido.- susurró Bella en respuesta.- lo he rasgado.

Benedict sintió como un peso se le quitaba de encima, volvió a respirar con normalidad al enterarse la verdadera razón por la cual Bella no había aparecido.

-A mí me da igual el vestido, estoy seguro que nadie lo notará.- le aseguró Benedict.- Además, lo que importa eres tú, tú eres la que hace que ese vestido sea especial.

-Sé que muy pocos lo notarán pero... Sólo quería que todo fuera perfecto hoy.- contestó la joven, levantando la cabeza para mirar a Benedict.

-Te aseguro que no pudiera ser más perfecto porque yo sólo deseo casarme contigo.- dicho esto, Benedict acarició la mejilla de Bella, limpiando un par de lágrimas.- Por cierto, olvidé decirte lo hermosa que te ves.- añadió.

Bella sonrió aún con lágrimas en sus ojos, esta vez de felicidad, abrazó con fuerza a Benedict, sintiendo su cuerpo. Eso era lo que ella necesitaba para calmar sus nervios, necesitaba sus palabras para asegurarse de que todo estaba yendo tal y como ella lo había planeado.

-Lamento mi tardanza.- susurró Bella aún en el abrazo.

-No te preocupes por eso, aunque debo decir que me tenías muy preocupado, Bella, no sabes la cantidad de cosas que pasaron por mi mente cuando vi a tu padre entrar solo en la capilla.

Bella se separó del abrazo para ver a Benedict, sus ojos tenían una expresión de ternura que sólo él lograba obtener.- Yo jamás te haría tal cosa.- susurró ella, dirigiendo su mirada a los labios del joven Bridgerton.

Benedict sonrió un poco, unas lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos, admirando a Bella.- Sabes, necesito tener un retrato de ti usando este vestido.

-El primero que harás de mí tiene que ser muy especial.- contestó ella.

-No estoy seguro de que sea el primero.

-¿A qué te refieres?- cuestionó ella.

-El día que regresaste de Francia, cuando me visitaste y entraste en mi habitación, yo pintaba un paisaje, pero tú te antepusiste en mi mirada y la manera en la que te sentaste, lucías perfecta bajo aquella luz, y simplemente me dejé llevar y te pinté.- admitió Benedict un poco avergonzado.

-Oh Dios mío.- murmuró Bella sorprendida.

-No es la única.- susurró él.

-¿Hay más?- exclamó Bella.

-Cuando te quedaste a dormir en mi habitación, corrí sólo una cortina para poder pintar, pero la luz llegaba delicadamente a tu rostro, y reflejaba en tu cabello, dándole un brillo especial, no me pude resistir.

Bella frunció el ceño, sintiendo como comenzaba a llorar una vez más, no pudo aguantarse y lo besó, aunque fue un beso corto.

-Necesito verlos.- habló Bella emocionada, cosa que hizo que Benedict se emocionara tanto como ella.

-Luego de nuestra boda, querida.- contestó Benedict, este se puso de pie y extendió su mano para Bella, ella la tomó y se puso de pie.- Oh, una cosa que se me olvidó.- Benedict se separó un poco de ella, acto seguido se agachó y posó sus manos en el dobladillo del lado izquierdo, aplicando más fuerza de la que podía, Benedict rasgó una parte notable del dobladillo. Se puso de pie y miró a Bella, quien lo observaba sorprendida.- Estamos listos.- murmuró Benedict, encaminándose a la puerta.


[...]


En el momento en el que Benedict regresó a la capilla, toda la atención de los presentes se dirigió al dobladillo de su pantalón, incluso su madre le hizo señas sobre eso, pero él simplemente las ignoró. Cuando la música comenzó a sonar de nuevo, todos los presentes se pusieron de pie, las puertas de la capilla se abrieron de par en par, revelando a Los Branwen. El Sr. Branwen tenía su brazo entrelazado con el de su hija. El Sr. Branwen sentía una inmensa felicidad y tristeza al mismo tiempo, viendo como su única hija crecía ante sus ojos. 

Bella por su parte, sólo pensaba en dar los últimos pasos hasta el altar, que le parecían eternos. Observó como Benedict se giró para verla mejor, lo cual le hizo sonreír inconscientemente, luego miró a su padre, quien le devolvió la sonrisa con lágrimas en sus ojos, acto seguido desprendió su brazo del de Bella, para que su hija finalmente subiera al altar. 

Bella se posicionó junto a Benedict, quien no podía borrar la sonrisa de su rostro. El sacerdote dio la bienvenida a todos, dándole comienzo a la celebración. Bella y Benedict se miraban de reojo de vez en cuando, mientras escuchaban las palabras atentamente, Benedict rozaba de vez en cuando su mano con la de su amada. 

Cuando el sacerdote les ordenó que ya podían besarse, Benedict tomó a Bella por el rostro, sujetándolo delicadamente, susurró un "te amo" que sólo ella escuchó; acarició sus mejillas y con una mirada de ternura, besó a Bella, su ahora esposa.


¡Muchísimas gracias por leer!, espero que les haya gustado :)) <3

por cierto, he publicado otra historia de los Bridgerton (sólo que esa es sobre Eloise) y está disponible en mi perfil!! :D

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