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2. ¿Dónde está tu mente?







La silueta de Bella se podía ver a través de la cortina de su habitación. Su cuerpo reposaba en la cama sin apartar la vista del techo. Su cabeza daba miles de vueltas a la conversación que tuvo con Benedict aquella tarde. La manera en la que se quedó en blanco la sorprendió a ella misma, no era ciertamente algo propio de ella.

¿cómo es que hasta ahora no se había dado cuenta de que durante toda su estancia en Francia lo único en lo que pensaba era en Benedict?, él, quien no paraba de escribirle, quien se aseguraba de que en todo momento ella sintiera que tenía alguna compañía a pesar de ser a distancia.

Bella suspiró una vez más sin poder conciliar el sueño, verdaderamente se encontraba mareada. Decidió ponerse de pie e ir a su ventana, la cual abrió y dejó que el aire fresco se apoderara de ella.

¿Qué era aquello que interrumpía tanto sus pensamientos?, Que la dejaba deseosa de más a pesar se haber compartido un abrazo con Benedict. Ella sabía muy bien que no debía pensar en eso porque no era lo adecuado, pero ella necesitaba una respuesta.

[...]


A la distancia de Arabella, se hallaban los hermanos Bridgerton, conversando con el señor Mondrich y su mujer. Con la mirada perdida, Bella intentaba distraerse con algo más interesante. No había descansado lo suficiente, y ahora sufría las consecuencias de eso.

-Querida.- la voz de su padre la sacó de sus pensamientos.- ¿Te apetece una limonada?- preguntó.

-Sí, padre.- Tal vez lo que necesitaba era algo de hidratación, algo que la distrajera de sus pensamientos principales.

-Regresaré enseguida.- anunció su padre, dejándola sola en sus asientos.

Las corridas de caballos no eran ciertamente su cosa preferida, sin embargo, atender a ellas era muy significativo para su padre, y Bella lo entendía completamente. Gracias a ello, ella asistía sin rechistar. Pero tras una larga noche de poco sueño, Bella no encontraba alguna motivación para mantener sus ojos abiertos, cada vez que se quedaba mirando un punto fijo su mente daba vueltas y terminaba meneándola para no caer rendida.

Por otro lado, Benedict, quien no podía quitarle los ojos de encima a Bella, intentaba descubrir que le ocurría a su querida amiga. Tuvo que excusarse para irse de la conversación porque necesitaba descubrir qué le ocurría a Bella.

-¿Dónde está tu mente?- preguntó el joven Bridgerton una vez que estuvo junto a la chica. Bella se sobresaltó al escuchar su voz, y fue casi el toque de energía que le faltaba para mantenerse en pie.

-En todos lados menos aquí ciertamente.- contestó Arabella, reprimiendo un bostezo.

-Pero si pareces que no has pegado un ojo en toda la noche.

-Es porque no lo he hecho.

-¿Alguna razón en especial?- Arabella podía decirlo ahí mismo, admitir que era él quien rondaba su mente y la llenaba de toda clase de pensamientos. Pero también sabía que su amistad correría peligro, así que prefería mantener un secreto que perder una gran amistad.

-Debe ser por el cambio de lugar.- excusó.- es decir, tras tanto tiempo de no dormir aquí en Inglaterra, supongo que me acostumbré a las camas francesas.- mintió.

-¿Qué diferencia hay entre las camas francesas y las inglesas?- cuestionó el Bridgerton curioso.

-Me lo acabo de inventar.- admitió. Benedict se rió y asintió.

-Tengo una propuesta para ti.- comentó.

-Habla antes de que me duerma en esta silla.

-¿Qué te parece si te llevo a mi casa para que puedas dormir?- propuso. A Bella se le aceleró el corazón ante el pensamiento de pasar tiempo a solas con Benedict, poder charlar sin que nadie más los molestara sonaba de maravilla.

-Sales tú primero, me esperas en un carruaje mientras yo me despido de mi padre, ¿entendido?- contestó Bella. Benedict asintió y acto seguido se alejó de la joven.

Convencer a su padre de dejarla ir no fue difícil, así que en cuanto obtuvo su aprobación, salió casi de inmediato hacia el carruaje donde la esperaba Benedict.

El bridgerton jugaba ansiosamente con sus dedos, imaginándose en qué diría cuando estuvieran los dos solos en el carruaje, ¿Qué tópico de conversación usaría para mantenerla entretenida?

Arabella abrió la puerta abruptamente, deseosa de irse de allí. Tomando por sorpresa a Benedict, el cual la saludó con una sonrisa antes de que el carruaje empezara a moverse.

-¿Dónde descansaré?- preguntó Arabella curiosamente.

-En mi habitación, supongo.- contestó Benedict.

-Interesante.- murmuró la joven.

-Es nuestro secreto y hay que mantenerlo así, Bella.

Rara vez Benedict usaba otro nombre que fuera Arabella o Señorita Branwen. Es posible que en sus años de amistad, este la haya llamado de otra manera, pero Bella nunca había sido una de ellas. Así que como si la joven no tuviera suficiente ya, su mente se comenzó a ir por otros lugares, otros escenarios en los que Benedict podía usar ese apodo que le había dado. Tal vez durante un baile, pidiéndole bailar con él. En su cama, pidiéndole que usara más palabras con él, era un escenario muy inapropiado pero era lo único en lo que la joven podía pensar.

Sin darse cuenta, habían llegado a la casa de los Bridgerton, y Benedict esperaba a que Bella se bajara del carruaje, con la puerta abierta para ella y la mano tendida.- En verdad tienes muchísimo sueño, Bella.- cuando repitió aquella palabra, la mente de la joven se nubló de nuevo, era como si se quedara en blanco. Era tan indignante quedarse en blanco sólo por una insignificante palabra, sólo porque salía de la boca de una persona especial.

Benedict se dio cuenta del efecto que aquella palabra parecía tener en ella. No fue la manera en la que sus mejillas se enrojecieron cuando lo dijo, fue la mirada perdida durante todo el viaje, que ninguna palabra salió de la boca de Bella, el hecho de que se pasó todo el viaje admirando su belleza como una obra de arte pero la joven hizo caso omiso a esto. Así que Benedict definitivamente usaría esa palabra incluso más de lo que pensaba.

Cuando Bella y él caminaban silenciosos por los pasillos de la gran casa de los Bridgerton, la tensión en el aire parecía densa por decirlo de alguna forma. Era casi visible, y si lo fuera, sería notable a kilómetros de distancia. Era esa clase de tensión en la que si eres un espectador, sólo estás deseando que algo suceda entre ellos dos. Tienes ganas de gritarles que se den cuenta de una vez.

Benedict abrió la puerta de su habitación, la cual estaba vacía. Moviéndose a un lado le dio espacio a Bella, la cual cada vez parecía estar a punto de caer rendida en cualquier momento. Bella no tardó en quitarse el sombrero que llevaba y recostarse de espaldas en la cama de Benedict, intentando apartar de sus pensamientos lo que estaba ocurriendo en ese momento.

Por otra parte, el joven Bridgerton también estaba en conflicto con su propia mente, sabía que lo que estaba haciendo no era algo aceptable para la sociedad y que si alguien se enterara, pensarían algo distinto. Sin embargo, gran parte de él deseaba que alguien los descubriera, quería que los descubrieran en otra situación muy diferente. Quería que fuera un verdadero escándalo.

Mientras dejaba caer la última cortina para que la habitación estuviera oscura, escuchaba las sabanas de su cama moviéndose gracias a Bella. Cuando se giró, observó a la joven reposando en la cama siendo iluminada únicamente por la luz que entraba por la puerta y alguna que entraba por las ventanas. Se veía casi angelical.

-Muchas gracias por hacer esto por mí, Benedict.- agradeció la joven.

-Haría esto y más por ti, Bella.- admitió él. Bella agradeció además en su mente, que la luz era muy escasa en aquella habitación, ya que sentía como su cara se calentaba y la sangre fluía a su cabeza.

-Lo aprecio mucho, si alguien se enterara estaríamos metidos en un gran problema.- comentó la joven.

-Aunque estamos lo suficientemente separados.- respondió Benedict.

-Benedict, estoy en tu cama. Eso ya suena bastante sugestivo.

-¿Sugestivo?- cuestionó él.

-Sí, ya sabes. Si lo pones en el contexto equivocado..- respondió Bella nerviosamente.

Benedict rió, y caminó hacia la puerta para finalmente dejar descansar a Bella.- Duerme bien, querida.

El corazón de Bella nunca había latido con tanta rapidez y fuerza como lo hizo en ese momento, ya no sabía si estaba despierta o soñando, era más probable estar despierta, ya que si fuera producto de su propia imaginación, Benedict se habría quedado, incluso se hubiera acercado más a ella, habría roto la molesta distancia entre ambos.

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