CAPÍTULO VEINTIOCHO
Me levanto un poco temprano e intento seguir durmiendo, pero la presencia de alguien me obliga a abrir los ojos.
—Despertó señorita —dice Areli preocupada en una silla frente de mí.
Detrás de ella se encuentra Azucena que coloca una mano sobre su pecho para respirar.
— ¿Se encuentra bien? —pregunta Azucena acercándose a mí.
Yo las miro un poco asombrada mientras me levanto lentamente para quedar sentada sobre la cama.
—Solo un poco cansada —le respondo bebiendo del agua que me brindan.
—Ayer nos asustó mucho, el director le había encontrado desmayada en la habitación de Scott —habla Azucena mientras continúo bebiendo.
La miro de reojo antes de tratar de recordar eso, pero mi memoria continúa sin funcionar correctamente.
Yo recuerdo todavía haber salido de ese remolque con la intención de reclamarle al director de la carta, pero luego de eso lo único que recuerdo es que estaba acostada en esta cama.
—Gracias —les digo al entregarles el vaso.
—El director dijo que puedes quedarte aquí y descansar —dice Areli para animarme luego de tomar mi mano.
— ¿Han sabido algo de él? —pregunto mirando hacia otro lado. Las dos me miran pícaramente y yo me río avergonzada.
No puedo creer lo que Scott ha hecho en mí, es que no necesito un vestido nuevo ni siquiera maquillarme, porque si él no está aquí no hay nadie a quien impresionar, aunque viniendo de Scott creo que preferiría quitarme el vestido antes de querer solo verlo.
—No hemos sabido aún nada señorita —responde Areli.
—Nuestros contratos acaban pronto señorita —habla Azucena para evitar el silencio.
—La película también lo hará —respondo al ver como mi guion solo le quedan unas cuantas hojas.
Para evitar llevar todo cada escena que se iba grabando la sacaba del paquete y ahora mismo son solo unas cuantas hojas.
—Debemos irnos señorita, las grabaciones empezarán pronto —dice Areli antes de levantarse.
Me despido de ellas y vuelvo a acostarme en la cama todavía me sentía muy cansada, la cabeza me daba muchas vueltas y al final volví a caer dormida.
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El sonido del mar entraba por mis oídos antes de abrir los ojos con las olas golpeando mis tobillos.
—Sabía que te gustaría regresar —dice Scott detrás de mí, solo lleva una pantaloneta que le queda perfectamente ajustada.
— ¿Cuantas veces me has visto morir? —la pregunta sale de mi boca sin entender a qué me refiero.
—Estabas hermosa la primera vez que sucedió, hoy también lo estas por supuesto —continúa él evadiendo mi pregunta— eras la reina de Egipto y yo tu esclavo, solo tuyo y de nadie más.
¿De qué rayos hablas? Me pregunto mentalmente al verlo mirar melancólico hacia el mar.
—Me contaste también que me volviste a encontrar antes de que la torre Eiffel existiera, era en esa ocasión era la reina de Inglaterra cuando morí en tus brazos —está vez soy yo la que hablo.
—Estábamos en bandos opuestos en la segunda guerra mundial, aun así, te secuestre llegando a Alemania —dice él con una sonrisa.
—Han sido muchas veces —concluyo yo misma antes de dirigirme al mar.
—No me importa verte morir una y otra vez porque sé que te encontraré de nuevo —me responde y yo solo sonrió.
—Vuelve a encontrarme —le digo antes de salir corriendo por toda la orilla con la risa de él animándome.
No entendemos como la vida puede juntar a dos personas y luego separarlas sin alguna razón, el amor es uno de los sentimientos más complicados que puedes encontrar, en ocasiones es bueno, pero en otras solo es un completo desastre es por lo que no es fácil saber cuál es la persona con la que podrás compartir tu vida. Nunca queremos equivocarnos en esa decisión, pero la mayoría del tiempo solo caemos de rodillas una y otra vez, una especie de juego en la que no podemos ganar, un juego que se no es imposible no participar, porque aunque conozcamos el resultado siempre nos arriesgamos, porque el amor nos hace sentir especiales y vivos de alguna forma sin importar la distancia, el tiempo o la diferencia que exista entre esas personas, cuando ese sentimiento llega es capaz de romper cualquier barrera, pero dependerá de ti si quieres dejarlo entrar.
Esas palabras suenan en mi cabeza mientras sigo corriendo con el atardecer ocultándose en el mar y de repente la lluvia cae junto con una oscuridad inmediata. Yo dejo de correr para ver como la corriente se lleva a Scott demasiado lejos, pero me quedo de pie sin hacer nada. Le gritaba que fuera por él y por mucho que obligarán a moverse seguía de pie. Sentía como el tiempo pasaba, pero él no regresaba se había ido demasiado lejos de nuevo, pero estaba sobre un bote navegando en esa dirección. La marea se vuelve violenta mientras en el horizonte puedo ver el cielo tormentoso con nubes cubiertas de rayos, la lluvia llego rápidamente, pero sigo remando con más velocidad. El agua me golpeo muy fuerte con cada remo, pero no me detengo sigo luchando por encontrarlo. Empiezo a perder el control cuando el barco comienza a hundirse, pero apareces justo a tiempo frente de mí.
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Despierto mucho mejor en la completa oscuridad, trato de procesar el sueño que acabo de tener mientras miro fijamente la concha que él me había regalado sobre la mesa. De verdad que lo extrañaba, incluso he luchado todas estas noches para no dormirme con la esperanza de volverlo a ver y ahora sigo parpadeando solo por él, pero Scott seguía lejos.
Me levante al ver su camisa sobre una silla, los recuerdos de su sonrisa llegan a mi mente mientras miro fijamente su camisa, siento cómo él se vuelve un fantasma para mí, pero es que todo me recuerda a Scott. Cansada me levanto un poco para mirar por la ventana y ahí estaba su coche parqueado en donde nunca debió irse.
Me levanto nerviosa mientras parpadeo muy rápido para darme cuenta de que es real antes de empezar a correr fuera de mi remolque, el aire frío golpeo mi cuerpo, pero yo seguía corriendo hasta verlo parado a mitad de camino viéndome.
— ¡Scott! —lo llamo sin dejar de correr hacia él.
Las lágrimas bajan por mis mejillas mientras dejo de sentir mis piernas porque lo puedo ver, es él y es el real.
—Rose —me contesta abriéndome los brazos para recibirme.
Sin detenerme salto a sus brazos poniendo mis pies alrededor de su cintura antes de besarlo muy rápido y con fuerza sintiendo su aroma a mar en mi nariz. Él pone sus manos en mi espalda para sostenerme mientras continúo besándolo una y otra vez.
—Por fin estoy contigo —le digo muy desesperada sin contener las lágrimas.
—Ya estoy aquí, no llores Rose —me responde ahogado por mis besos.
Él me lleva de camino a los remolques de nuevo sin soltarme, tengo que aferrarme a su cuello al sentir que ha comenzado a correr y él me obliga a ahogar un grito de emoción.
—No pueden saber que estoy aquí aún —dice él basándome para que guarde silencio antes de volver a correr.
Su puerta se abre con facilidad antes de que vuelva a besarlo y cerrar la puerta con mi pie que sigue colgado en su cintura.
—Te necesito ahora, Rose —me dice antes de lanzarme sobre la cama y quitarse la camisa.
—Yo también —le digo cuando he quitado mi bata rosada.
Siento su pene empujarse sobre mi estómago cuando cae encima de mí para besarme. Agarro con fuerza su trasero para pegarlo más contra mí antes de golpearlo.
Él se ríe aun basándome mientras sus manos bajan hasta mis pechos para levantarse.
Lo siento introducirse despacio en mi interior mientras cierra los ojos y aprieta mis pechos con fuerza.
—Estás más cerrada ahora —dice en un gemido antes de salir despacio y volver a entrar dentro de mí.
Cierro los ojos cuando abro mucho más mis piernas para que pueda moverse mejor dentro de mí. Él sigue moviéndose con rapidez mientras deja que toda la presión de su cuerpo caiga sobre mis pechos que son sostenidos con ambas manos.
Agarro la sábana cuando quiero inclinar mi pelvis para recibir mejor sus ataques y obligarlo a inclinarse un poco.
—Oh Dios espera, no puedo —dice antes entre gemidos sin dejar de moverse.
Él sale de mi interior antes de bajar su cabeza a mi vagina para chupar donde hace un momento su pene se encontraba mientras sus dedos siguen sin soltar mis senos que ya se sienten rígidos por sus manos.
Me muevo en círculos sobre su rostro mientras llevo mis manos a su cabeza para presionarlo más contra mí.
Él se separa para tomar aire mientras que yo me pongo en cuatro para llevar su pene a mi boca.
Tenía un sabor extraño cuando empecé a chuparlo despacio con el movimiento lento de sus caderas que lo introducen más en mi boca. Paso mi lengua por su tronco antes de llegar a la cabeza la cual chupo un poco antes de sacarla de mi boca y voltearme.
Tomo la almohada entre mis manos antes de sentir cómo pasa unos dedos mojados por mi vagina. Él se vuelve a introducir nuevamente en mi interior luego de tomar con sus manos mi cadera para empezar a moverse. Siento los golpes de sus piernas en mi trasero cuando aumenta la velocidad de sus movimientos mientras yo inclino mi cabeza sobre la almohada al comenzar a gemir por sentir todo su miembro dentro de mí volviéndome loca.
Mis piernas empiezan a sentirse rígidas cuando me vuelvo a levantar para sentir como su mano toma mi cuello con el fin de inclinarme un poco y entrar más fuerte dentro de mí haciéndolo gemir.
Con su mano todavía en mi cuello me levanta para quedar mi espalda pegada a su pecho sin que salga de mi interior al contrario empieza a moverse más rápido mientras con mi mano sostengo su pene pegado a mi vagina para que no salga.
Es bueno que su brazo derecho me sostenga porque cuando siento que mis piernas fallan, mi vagina se humedece luego de que él se venga dentro de mí.
—Lo siento no había evacuado en días —me murmura besando mi cuello y lentamente dejándome sobre la cama.
Su miembro sale dentro de mí, pero él me continúa rodeando con sus brazos.
Me mantengo despierta todo lo que puedo mirando las flores que le regale volverse frente de mis ojos unas rosas de color rojo.
El color rojo significa fuerza y pasión.
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