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Capítulo trece

— ¿Quieres irte ya? —me pregunta aun sosteniéndome con una de sus manos.

—No, pero esto te debe cansar —le digo al recordar mis clases de natación y lo difícil que es sostener a alguien. Además, ya me estoy cansado de mover las piernas también.

—No quiero regresar a ese horrible lugar, quiero quedarme aquí —me dice Scott.

—Pues quédate tú solo —le contesto al recordar lo molesta que sigo con él.

— ¿y si vuelvo a ahogarme? —pregunta con una sonrisa mientras pongo los ojos en blanco.

—Supéralo —le respondo alejándome de él, pero me toma tan fuerte de la cadera que pronto estamos bajo el agua mientras intento liberarme.

Salgo del agua para tomar aire como puedo antes de ser arrastrada de nuevo sin poderme liberar de su agarre por mucho que haga fuerza sobre sus brazos.

Ambos salimos del agua para tomar aire, pero yo me encuentro encima de él con mis manos sobre su espalda mientras mi cabello cae sobre su cabeza. Mis ojos se encuentran con los suyos con nuestras bocas abiertas tan cerca para sentir su cálida respiración sobre mi rostro.

—Quédate —me pide con mucho esfuerzo para respirar antes de volver a hundirnos debajo del agua.

Como puedo mis piernas vuelven a tocar la tierra y poco a poco comienzo ayudarme de ella para salir a la superficie.

—De verdad que eres un odioso —le respondo cuando he podido recuperar la respiración mientras él se tira al lado en risa.

Miro el cielo estrellado dejándome llevar por el sonido del mar y las olas golpeando levemente mi cuerpo. Scott tenía razón, yo tampoco quería regresar y deseaba quedarme sobre la arena viendo el hermoso cielo.

—Mira esto —me dice Scott antes de girarme para verlo sostener una gran concha de mar.

La sostengo en mi mano impresionada por el diseño de caracol mientras mis dedos sienten el rústico material del que están hechos.

—Se supone que si las colocas en tu oído puedes escuchar el sonido del mar —continúa él animándome a poner la boquilla de la concha sobre mi oído.

— ¿Lo oyes? —me pregunta emocionado mientras yo abro la boca por la sorpresa. Podía sentir el sonido llenando mis oídos como una calmada melodía por lo que no podía evitar sonreír al sostener más fuerte la concha.

—Es increíble Scott —le digo también emocionada— ¿puedo conservarla?

—Claro —me dice antes de mirar hacia las estrellas.

—Mi padre solía llevarme al mar constantemente, ahí aprendí a nadar mientras coleccionaba conchas marinas —dice Scott sumergido en su historia— era cerca del invierno cuando deducimos regresar al mar luego de tres años, por lo que tendría once años.

—El agua se sentía demasiado fría —continúa luego de tomar una pausa— eran como mil cuchillos enterrados en el cuerpo, una de las olas era demasiado grande y me llevó consigo.

—Mi padre fue tras de mí por supuesto y logró rescatarme —deja salir antes de mirar hacia el mar— no había vuelto a entrar en uno durante todo este tiempo.

No sabía que decir, por lo que solo me quedé ahí sentada con mi concha mirándolo fijamente.

—Estaba muy emocionado de nadar otra vez en el mar por lo que te arrastre aquí —dice con un tono más conmovedor.

Aún no podía acostumbrarme a los cambios de personalidad que tiene este hombre, por lo que solo me quedo ahí en silencio.

—Supongo que quieres regresar, en serio que estoy feliz de haberte obligado a venir —dice antes de levantarse dejándome ahí sobre la arena.

¿Podría ser más educado? Pregunto en mi mente poniendo los ojos en blanco y con la otra mano con la que no sostengo la concha tomo una bola de arena mojada y se la lanzo golpeando su espalda.

Tengo que levantarme corriendo cuando lo veo agacharse para hacer una bola de arena.

Siento la bola de arena pasar cerca de mí mientras corro por la orilla obligando a que un pequeño grito salga de mi boca cuando una segunda bola pasa muy cerca.

Yo soy una chica, ¿cómo él puede hacerme esto? Me pregunto cuando tengo que cubrirme con su coche para no ser golpeada por la bola de arena.

Siento sus pasos acercarse a mí mientras rápidamente hago otra bola de arena que, al lanzarla golpea en su cara.

—Lo siento —le digo con una risa ahogada mientras él intenta quitarse la arena del rostro, pero no puedo evitar concentrarme en su cuerpo y el bóxer ajustado por el agua.

Me quedo parada mirándolo acercarse a mí que en vez de seguir corriendo dejo que se acerque para tocar mi cuello con sus manos arenosas antes de pegar su cuerpo al mío. Lo miro a sus ojos celestes insegura mientras quito mi camisa para limpiarle el rostro muy despacio.

—Me gustas Rose —me murmura cuando lo he terminado de limpiar y mi corazón entra en un estado de locura.

Cierro los ojos cuando nuestros labios se unen nuevamente como cuando grabamos esa escena, pero esta vez podía sentir como la llama era mucho más grande cuando con su otra mano sostiene mis caderas para pegarla a las suyas.

Esta vez soy yo la que toma la delantera y empieza a bajar muy despacio por su cuello mientras mis manos recorren su fuerte espalda. Solo chupo unos segundos uno de sus pechos para sentirlo erizarse mientras continúo bajando hacia su abdomen.

Mis manos un poco nerviosas bajan su bóxer para que su miembro sea libre cerca de mí cara.

Veo su gran tamaño antes de sostenerlo en mi mano. Se sentía muy caliente y era incluso más suave de lo que pensaba. Cierro los ojos antes de llevarlo a mi boca.

Era un sabor extraño a mar, pero poco a poco fui entrando más en mi boca mientras pasaba mi lengua por su cabeza y tronco antes de que él coloque sus manos sobre mi cabello para mover su pene dentro. Podía sentirlo como se ponía cada vez más duro en mi boca mientras puse mis manos sobre su rígido trasero para poder ayudarme más.

Escuchar sus gemidos de placer me hace moverme más rápido hasta que lo saque de mi boca para pasar mi mano sobre su pene mientras metía sus bolas en mi boca.

—Más rápido —me pide con gemidos antes de mover mi mano más rápido hasta que siento cómo todo sale de su interior al tiempo que una voz fuerte me despierta.

— ¿Estas bien? —me pregunta Scott en el asiento del conductor con la cara aún cubierta por mi bola de arena.

Lo miro agitada y asombrada al reconocer que acabo de despertar de uno de esos sueños.

Luego de que arrojará la bola en la cara él se encontraba muy cansado y me pidió que regresaremos, pero al parecer me había quedado dormida en el camino.

—Estabas sudando —dice él preocupado al verme a los ojos.

—Estoy bien, disculpa —le digo tratando de reconocer la realidad.

Scott aún continúa en bóxer puesto que me prestó su ropa que me quedaba super ancha para que no llevara puesta mi ropa mojada, por lo que llevo una superficie camisa con un pantalón que ahora está un poco mojado.

Él enciende el motor una vez más y vuelvo a mirar por la ventana con miconcha de mar en mis manos, deseando enserio que alguno de mis sueños salvajesse pueda volver realidad.

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