Capítulo doce
Dejo mi ropa húmeda sobre la ropa sucia por la escena bestial que tuve anoche en mis sueños. No tenía forma alguna de detener todo lo que mi mente estaba alucinando y una parte de mi quería que no terminarán, pero si yo seguía por ese camino solo acabaría en la cama de Scott, lo que no sería para nada malo.
En un intento de imaginarme a Scott más de lo que mi mente lo ha hecho siento cómo la boca se me hace agua.
Me sorprende ver un vaso de agua sobre una bandeja en la mesa.
Inmediatamente sabía que era de Areli puesto que ayer le había pedido que me trajera un poco de agua, pero anoche llegué tan cansada que no lo pude notar, además de que el hecho de que Scott me invitara a salir había hecho que olvidara por completo que Areli iba a traerme ese vaso con agua.
Aprovecho que está ahí para beber mientras dejo que la cálida agua baje por mi garganta como los besos de Scott en mis sueños; húmedos, suaves y llenos de vida.
Era domingo por lo que hoy también estaríamos libres, pero en una ciudad desconocida sin ningún rostro cercano no era lo divertido del mundo al no tener nada que hacer.
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Cuando por fin puedo convencer a azucena y Areli de que no es necesario que me arreglaran hoy, nos sentamos a comer en la misma mesa.
Hasta el día de hoy todos comían en sus camerinos o donde quisieran sin un orden alguno, pero hoy todos estamos sentados en unas mesas de plástico que llenan la carpa.
— ¿Dónde estabas ayer? —pregunta Areli con picardía, me alegra saber lo mucho que nuestra confianza a avanzado.
—Le dije que no entrará, perdone señorita —dice Azucena con más vergüenza juntando las cejas y moviendo las manos.
—Salí anoche a tomar un poco de aire —les digo tratando de no revelar mi salida con Scott. No era porque no confiara en ellas solo que considerando lo delicado y reservado que podría llegar a ser Scott, prefiero mejor omitir los detalles.
—Creo que me perdí caminando por ahí —les señaló la zona donde siempre veo a Scott, como si fuera un fantasma y no era una idea tan loca, después de todo, estos últimos sueños él ha estado persiguiendo algo que no huye.
—Oh Dios mío —dice Azucena completamente asustada.
—Deberías tener cuidado —continúa Areli con un tono de voz preocupado, pero a regañadientes.
Me encojo de hombros para demostrar que tendré más cuidado de un peligroso, pero sexy hombre.
Les conté una historia inventada donde una serpiente me hizo correr muy lejos del campamento de grabación y sin pensarlo me había perdido, por lo que duré un tiempo en regresar.
—No lo hemos visto en todo el día —dice Areli cuando nos dirigimos a mi camerino.
Su coche alquilado no estaba donde lo había visto anoche y llegado a este punto no sé si quizás también lo de la cena fue un sueño, pero retiro la idea de mi cabeza por la ilusión de que al menos puede abrirse un poco al mundo.
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Para el atardecer me resigno a que Scott no regresará hoy así que dejó de mirar por la ventana por quien sabe cuántas veces he mirado hoy con la esperanza de que estuviera ahí
Me pregunto dónde estará él en estos momentos y si quizás está pensando en mi de la misma forma que yo lo hago. Aunque al final sea un hombre, he llegado a conocer chicos que su corazón es demasiado frágil, pero Scott definitivamente no era la excepción.
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Solo tengo puesta su camisa antes de que él abra mis piernas despacio. Lo veo bajar lentamente la cabeza antes de que chupe mi clítoris como un bebé hace con un pezón.
Tengo que hacer un gemido cuando él solo chupa esa zona acompañada de su lengua para humedecerme mientras siento con su saliva baja hasta llegar a la entrada de mi vagina que de repente es abierta con uno de sus dedos. Mis manos pierden el control antes de que tome su cabeza para acercarlo más a mi cuando un segundo dedo entra muy dentro de mí. Siento como sus dos dedos salen y entran despacio porque no puedo evitar apretar en mi interior cada vez que vuelve entrar.
Debo arquear mi espalda hacia la izquierda sin dejar de acercarlo a mi vientre que está por reventar al introducir un tercer dedo. Mis piernas atadas a los bordes de la cama intentan liberarse, pero él usa su otra mano para sostener mi abdomen y así poder continuar con lo que hace.
Siento como su boca desciende por mi vagina hasta que sus dedos son reemplazados por su lengua.
Todo mi cuerpo se estremece ante ese contacto y me veo obligada a no poder contener los gemidos que ya salen por mi garganta sin poder detenerlos, pero mis sueños si lo hicieron.
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Toda la cama está hecha un desastre cuando me despierto evidentemente húmeda otra vez. Dejo mi pantalón mojado en la penumbra y me dispongo a ir a la cama, pero me vuelvo a asomar por la ventana y ahí estaba.
Parado sobre su coche mirando en mi dirección antes de hacerme una señal para que vaya con él.
Esto definitivamente es tan malo, pero se siente también. Como cuando un niño roba un dulce a escondidas.
Solo llevo un suéter liso color blanco y un pantalón del mismo color mientras que él viste con una camisa de cuadros con un pantalón largo.
—Pensé que dormías —es lo primero que dice cuando me ve.
—Pensé que te habías ido —le contesto alzando una ceja y él sonríe.
—Vine por ti —responde antes de separarse del coche.
— ¿Disculpa? —le pregunto por lo indignada que me siento al querer salir conmigo en estas condiciones.
—Iremos a la ciudad —dice dándome la espalda.
—No, no voy a ir —le digo con firmeza al recordar cómo voy vestida.
— ¿No lo harás? —pregunta él volviendo a mirarme y con una sonrisa malvada.
¿Quién era este sujeto? Acaso no sabe controlar sus cambios de personalidad.
—No Scott —le respondo mientras doy un paso atrás.
—Si te atrapó irás conmigo —dice él antes de dar un paso adelante.
—No, espera, no puedes —intento decir, pero él no me escucha y comienza a correr.
Tengo que obligar a mis pies a moverse mientras el pasto me hace cosquillas. Volteo de vez en cuando para verlo detrás de mí tratando de correr más rápido.
—Scott alto —le pido al sentirme cansada de correr.
Sus manos por primera vez tocan mi cadera haciendo que pierda el equilibrio por lo fuerte que es su agarre provocando que Scott caiga encima de mí mientras ambos nos envolvemos en un mar de risas.
— ¿Estas bien? —me pregunta con su cuerpo encima de mí y su boca tan cerca que podría besarla como lo he hecho en mis sueños.
—Sí —digo sin aliento al sentir la presión de su entrepierna sobre mi vientre mientras que con cómo puedo me pellizco el brazo para comprobar que no estoy soñando. Sus ojos celestes se fijan en mis ojos varios segundos haciéndome preguntar que pasara por su cabeza, pero antes de que pueda preguntarle él se levanta y me ayuda a levantarme también.
Él me toma del brazo antes de empezar a llevarme a la fuerza hacia el coche.
—No, Scott —le pido porque ahora no sólo estoy mal vestida, sino que también sucia de pasto y tierra.
—Si no quieres estar más sucia, quédate ahí —me dice cuando me suelta frente del coche y la verdad es que no quiero volver a ese frío suelo, por lo que me quedo parada mientras él mete su mano dentro del coche para buscar algo.
—No sabes lo difícil que fue encontrar uno de estos en la ciudad —me dice cuando se para frente de mi con una venda.
— ¿Qué harás con eso? —le pregunto un poco alarmada puesto que aún tengo en mi memoria el sueño que tuve hace poco donde me amarraba a la cama. Él me mira extrañado antes de responder.
—Vendarte —dice como si fuera la respuesta más obvia del mundo antes de colocar la venda sobre mis ojos.
—Bien, no la quites hasta que te diga —me pide con su boca tan cerca de mí que puedo sentir su aliento sobre mi piel.
Él abre mi puerta por primera vez para que pueda entrar y luego cerrarla antes de encender el coche.
¿Y si era producto de un secuestro? Me empezaba a preguntar al sentir el viento golpeando mi piel, al parecer hoy la temperatura era más caliente que anoche, por lo que es agradable sentir el viento deslizándose en mi piel. Sé que hemos llegado a la ciudad cuando el coche deja de hacer tantos brincos.
El sonido del mar fue lo primero que me hizo reconocer donde estábamos luego de que el olor salado llegará a mi nariz.
El coche se detuvo mientras mi corazón latía demasiado rápido por la emoción de regresar a este lugar.
Bajo del vehículo cuando él abre la puerta y posteriormente quita el vendaje de mis ojos.
—Pensé que te gustaría regresar —me murmura detrás de mí.
Con el mar tan tranquilo y la luna tan brillantes era imposible no compararlo a la noche en que llegue a la ciudad. Los curiosos pingüinos no se ven por ningún lado mientras comienzo a caminar por la playa.
Escucho algo golpear la arena antes de darme la vuelta para verlo desabrocharse el pantalón. Oh no Dios mío, digo cuando su bóxer negro es lo único que tiene puesto y sin darme cuenta estoy pellizcando mi brazo.
Mi respiración se contiene al tratar de evitar mirar hacia abajo hasta que pasa corriendo hacia el agua.
¿Está loco? El agua debe estar demasiado fría.
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Me acerco un poco al mar porque desde que desapareció en el agua no ha vuelto a aparecer. Miro el mar tranquilo justamente la parte donde él desapareció, pero ni rastro de Scott.
—Scott —lo llamo, pero sigo sin respuesta.
Me acerco tanto al agua que ya mis tobillos son sumergidos.
— ¡Scott! —lo llamo más fuerte con un tono de voz más preocupada.
No debí haberme quedado embelesada viendo su maldito cuerpo tallado por quien sabe que ángel caído y en vez de eso haberlo detenido. Realmente me siento como una tonta al quedarme parada sin hacer absolutamente nada y ahora mismo mientras Scott lleva más de 20 minutos bajo el agua.
Quería gritar por ayuda, pero estaba completamente sola y perdida en una ciudad que no conocía.
— ¡SCOTT! —vuelvo a llamarlo muy desesperada cuando el agua ya llega a mis rodillas y me dificultad para caminar.
Esto no puede estar sucediendo pienso cuando un nudo en la garganta se comienza a formar.
El agua sale muy rápido hacia afuera bañándome totalmente mientras escucho su risa fastidiosa por encima del sonido del agua golpeándome.
Tengo que contener las ganas que tengo de asesinarlo por quedarme parada como un completa imbécil.
Él siempre ha sabido como irritarme y esta vez había superado la línea, porque enserio creí que le había sucedido algo.
—Eres un idiota —le digo molesta.
Él solo se ríe más fuerte y yo estoy a punto de dar un paso atrás, pero el suelo que estoy pisando se desmorona y caigo más profundo en el mar puesto que ahora el agua llega hasta mi pecho.
Lo veo acercarse a mí, pero realmente lo quiero lo más lejos posible, tengo tanta rabia que podría matarlo ahora mismo sin ningún remordimiento.
—Aléjate Scott —le digo aún molesta mientras intento flotar porque mis pies ya no pueden tocar fondo.
Él deja de reírse para mirarme con seriedad.
— ¿Enserio creíste que me había ahogado? —pregunta él en voz baja acortando la distancia entre nosotros.
Su maldita pregunta solo me hace confirmar lo ridícula que fui hace un momento y aumentan las ganas que tengo de salir de la deliciosa agua para irme de este lugar.
—Estaba asustada, pensé que te había sucedido algo —le digo un poco menos molesta dejando salir toda la frustración que hace un momento quería ahogarme.
—Lo siento —deja salir y tengo que mirarlo fijamente para comprobar en sus ojos que lo dice enserio.
Scott toca mis caderas sobre mi ropa mojada pegada a mi piel para acercarme a él y con su rígido toque dejo que la furia se las lleven las leves corrientes.
Nos miramos un largo tiempo en silencio, aunque quería abrazarlo para que todo lo que sucedió hace un momento saliera completamente, pero en vez de eso me conformo en tener mis manos sobre sus fuertes pechos.
—Hace frío —murmura él cerca de mi boca.
—Debemos regresar —le respondo un poco cansada.
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