Capítulo diez
Podía sentir mi cuerpo lleno de sudor segundos antes de abrir mis ojos muy agitada. Tuve que tomar muchos respiros cuando me levanté con brusquedad al tratar de organizar mis pensamientos.
Esto definitivamente no podía estarme pasando pienso mientras siento cómo la ropa que llevo puesta que Se suponía que Scott me había quitado esta indudablemente llena de sudor sobre todo el corto pantalón. Tengo que cerrar los ojos al tratar de retener lo que sucedió, porque me siento tan confundida ahora que estoy segura de que fue todo un completo sueño, pero porque rayos se sintió tan real.
Me golpeo varias veces para tratar de entrar en razón para luego dar un suspiro y levantarme de una cama que se encuentra perfectamente ordenada.
Esto no me está sucediendo pienso mientras coloco una mano sobre mi cabeza para intentar acostumbrarme a la realidad. Termino de beber del agua luego de haberme sentado sobre el borde de la cama.
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Me sentía más tranquila al aceptar la realidad y dar por hecho que todo había sido un sueño, un sueño demasiado salvaje.
Empiezo a reírme como una loca al pensar en todo lo que hizo un beso con mi mente y mi cuerpo.
No puedo evitar sentirme tan patética que la risa cada vez es más fuerte, pero entonces lo más importante de todo esto es que Scott había despertado algo en mí que no puedo controlar, lo más extraño de todo es que lo ha conseguido sin casi decir una sola palabra, ¿quién realmente era Scott Eastwood? Y ¿qué es lo que está haciendo en mi vida?
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Lucia hecha un desastre esta mañana por lo que me coloque unas gafas para salir corriendo hacia donde estaban Areli y Azucena.
—Señorita Finn —me saludan ambas.
—Llámenme Rose —les pido antes de sentarme.
Considero en hablar de la experiencia que tuve anoche, pero al final prefiero quedarme callada antes de pasar mucha más pena de la que ya estoy pasando.
— ¿No pudo dormir anoche? —me pregunta Azucena preocupada cuando me quito las gafas.
—Tuve una noche complicada —respondo. Con esos sueños no cualquiera puede dormir con tranquilidad.
Areli empieza a pasar un peine por mi cabello mientras deseo con todas mis fuerzas no ver a Scott.
—Hoy no habrá grabaciones —me dice Areli.
—El director se tomará un tiempo para analizar las escenas grabadas —continúa Azucena.
Intento ponerme de pie al entender que ellas no deberían estar trabajando, pero Areli me mantiene sobre la silla poniendo peso sobre mis hombros.
—Hacemos esto, porque nos gusta verte radiante —dice Areli más emocionada.
Les agradezco a ambas cuando Azucena termina de colocarme un polvo para cubrir mis ojeras.
—Él salió muy temprano esta mañana —comenta Azucena un poco pensativa.
Era bueno de alguna forma que no estuviera aquí, así no tendría por qué enfrentarlo.
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Así como él me decía en mi sueño, no había podido dejar de pensar en Scott y para el medio día mi puerta sonó de repente.
Debía de ser Areli, le había pedido que me trajera algo de beber porque me sentía exhausta y ella había accedido a ayudarme.
Haber hecho una relación con ellas había sido lo mejor que me había podido suceder y estaba agradecida con el universo de haberlas puesto en mi camino.
Creo que el detalle que nunca noté en mis sueños es que Scott no tiene los ojos verdes sino más bien celestes, por lo que cuando me mira directamente, me siento aún más patética antes de pellizcarme la mano.
—Hola —me saluda él un poco incómodo. Me preguntaba la razón por la que estaba parado frente de mi puerta, puesto que en mi sueño nunca me lo pregunte y claramente no tuvo sentido.
—Hola —respondo abriendo más la puerta, no sabía lo nerviosa que estaba cuando me trato de poner firme frente a la puerta para que no avance.
— ¿Estabas ocupada? —pregunta él. Era completamente antinatural que Scott me preguntará algo, por lo que parpadeo un poco antes de contestarle.
—No, ¿qué sucede? —le digo tratando de abrirme a él.
Esta hubiera sido la conversación que quizás hubiéramos tenido esa noche que intento tocar mi puerta, incluso no hay nadie más cerca de nosotros como esa noche.
— ¿Quieres ir a la ciudad? —me pregunta con su voz fuerte y yo me sorprendo aún más por su invitación.
Por la expresión es su garganta puedo notar que le está costando hacer todo esto y por un segundo tengo la imagen de mis labios sobre ella.
—Me gustaría —le contesto con una sonrisa.
Él solo desciende las escaleras de mi remolque antes de comenzar a caminar mientras yo lo intento seguir. Me siento un poco ilusa al pensar que solo por eso él se volvería más comunicativo, pero creo que esto es un gran paso y era una oportunidad que no podía desperdiciar.
Un coche estaba estacionado cerca del árbol en que siempre lo había visto en las noches.
— ¿Es tuyo? —le pregunto con asombro.
—Lo alquile cuando llegue a la ciudad —responde mientras estamos parado viendo el coche, pero yo no me había fijado en eso sí no en que era la oración más larga que había dicho.
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Él condujo en silencio hacia la ciudad mientras que yo miraba por la ventana con el atardecer amenazando todo el camino y todo porque no sabía qué decir.
Se detuvo frente a un restaurante, él fue el primero en bajarse del auto, sin embargo, no me ayudo a bajar por lo que ya empezaba a sentirme molesta por su actitud.
Ambos entramos por la puerta de cristal antes de que un mesero con traje nos atendiera.
—Un lugar privado —solicita él antes de que el mesero nos lleve a una esquina del restaurante.
El lugar era demasiado brillante para aún ser de día y las mesas estabas delicadamente decoradas con manteles que tienen un diseño bordado de color blanco.
El mesero pidió nuestra orden luego de ubicarnos, lo cual se centraba mucho en comida de mar por lo que inmediatamente pedí unos camarones con la esperanza que fueran iguales a los que comí cuando llegué a la ciudad.
—Ha sido una larga semana —dejo salir al ver que solo faltan unos días para que la semana termine.
—Si —responde mirando para todos lados antes de mirarme a mí.
— ¿De qué parte de estados unidos eres? —le pregunto tratando de animar la conversación después de todo decidió pagar él, algo que en un principio no me agrado, pero al no traer dinero se me pasó con rapidez.
—Nací en california —contesta— pero mi padre tuvo que irse a Londres cuando tenía 5 años.
Él me mira esperando una respuesta y yo suspiro un poco.
—Nací en Boston y hasta hace unos años mi madre y yo decidimos vivir en Los Ángeles.
—Hollywood —concluye él con rapidez.
—Si —le confirmo— el director había dicho que habías viajado por todo el mundo ¿es sarcasmo?
—No —responde un poco incómodo como ese día.
—Entonces para poder hacer eso, si me permite el atrevimiento debes de tener una buena fuente de recursos —digo sonando un poco intelectual.
—Me he visto involucrado en cierto negocio —deja salir lo suficiente forzado para entender que no quiere hablar sobre el tema.
—Es tu primer papel principal o ¿tengo mal los hechos? —me pregunta al ver que me quedado en silencio.
—Si —le digo un poco fría al no saber qué decir, realmente me sentía muy emocionada por el papel, pero la forma en que lo dijo me hacía sentir como que era insuficiente.
—Tienes un talento enorme —dice antes de levantarse y dejarme ahí.
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