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Capítulo dieciséis

Me quedo petrificada en mi silla unos segundos tratando de procesar la noticia que acabo de escuchar. El mensaje claramente decía Scott Eastwood y no hay nadie más en este desierto que intente coquetear conmigo o bueno lo que sea que está haciendo.

Todo el equipo usado en la escena anterior es retirado mientras el auto de los turistas americanos se pone frente de nosotros.

—Solo simularán una conversación, necesitamos unas tomas sin sonido ¿entendido? —nos ordena el director.

Al ser solamente tomas grabadas de imprevisto no tenemos que hacer muchas tomas y en menos de una hora ya la cámara ha guardado todos los ángulos de nosotros hablando frente al coche con nuestros amigos extranjeros.

Tomamos un pequeño descanso para hidratarnos antes de grabar la escena de la que me habló el director.

Tomo un poco de café que me entrega Azucena.

—Areli fue a descansar —me responde Azucena a mi pregunta mientras tomo del café que está un poco cálido.

—Tú también deberías descansar un poco —le digo al entregarle la taza vacía.

Ella me sonríe con nobleza antes de devolverle el gesto con una sonrisa en mis labios.

Esta escena solo trata de una conversación acerca de la situación económica de los Estados Unidos y como hemos vivido Scott y yo en África, pero toda esta larga conversación ocurre en su coche.

La claqueta suena indicándonos que la cámara empezó a grabar.

Lo primero que hacemos es entrar al vehículo mientras dos cámaras nos graban en lados diferentes para que no se encuentren.

Me siento en el asiento trasero con Scott mientras que nuestros amigos toman los puestos delanteros.

Scott es el primero en hablar mientras yo sonrió tratando de complemente todo lo que dice acerca de África. La chica rubia solo se dedica hacer gestos de emoción y sorpresa con el único objetivo de darle solidez argumental a la historia.

Los efectos del abanico y una de las cámaras moviéndose horizontalmente con un cartel giratorio del otro lado logran conseguir que parezca que el auto se está moviendo mientras que la otra cámara queda frente al coche para tener una mejor vista de nosotros. Scott continúa la conversación con el chico acerca de asuntos económicos potenciales en África mientras yo solo lo miro con una sonrisa antes de mirar al frente para hablar de los problemas de salud en los niños y la pobreza en África.

Me gustaba que la película tocará estos temas de los que casi nadie le gusta hablar, puesto que para la mayoría de las personas solo son personas negras de un rincón, pero nunca se ponen a pensar lo afortunado que son con sus vidas, de al menos poder tener sus alimentos y una buena vida, no despertar cada día sin saber que comer o si terminar con la vida de tus hijos por no tener que comer.

Tengo que tragar saliva unos segundos con la esperanza de que se sintiera natural para seguir con mi diálogo y de ver como me sonrojo por el retrovisor.

Su mano que se sentía fuerte en mi cintura se sentía suave sobre mi mano y cuando me dio un apretón todo se sentía seguro, porque tenía su apoyo.

Cuando termine mi diálogo una parte de mi se sentía confusa, no quería que apartara su mano, pero él no dejaba de inquietarme. Scott no quitó su mano mientras estábamos grabando la escena y tampoco en las repeticiones hasta que las grabaciones terminaron y él fue el primero en salir del vehículo.

Tuve que tomar mucho aire cuando salí del coche para poder controlar mis emociones.

Los encargados del sonido y el video se animan como buenos amigos mientras veo a Scott que me mira unos segundos antes de dirigirse hacia su remolque.

—Espero que mañana estés mejor —me dice el director con un tono un poco gruñón.

Lo miro confundida antes de que él se volteé para mirarme, como es muy pequeño tengo que bajar la mirada.

—Se notó lo poco profesional que lo hiciste —deja salir con decepción mientras que yo siento cómo el suelo debajo de mis pies se agrieta.

—Mañana las cosas pueden cambiar —comenta antes de despedirse con una sonrisa un poco forzada.

Sus palabras resuenan en mi mente todo el camino hacia mi remolque como si siguiera susurrando en mi oído. Cierro la puerta deseando llegar a un silencio, pero no puedo conseguir que esa odiosa voz salga de mi cabeza.

La noche llega y a duras penas puedo controlar ese problema que ni en Scott me ha dejado pensar, por lo que a penas recuerdo su existencia me asomo por la ventana para comprobar si está en el mismo lugar de siempre, pero sólo puedo encontrar su coche.

Vuelvo a mirar las flores que supuestamente nunca me dio.

Dobló la ropa que me prestó anoche a excepción de la camisa que la cambie por el suéter que me había prestado la primera noche que nos vimos.

Coloco dos rosas blancas de las que evidentemente me dio sobre el suéter antes de empezar a escribir un mensaje.

"El tiempo tiene un precio, R.F"

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Odiaba que el desierto tuviera ese cambio de climas tan drástico, por lo que acerque su ropa más a mi pecho con cuidado de no dañar las rosas o arrugar la carta antes de tocar su puerta. No había respuesta y aunque seguí tocando él nunca abrió su puerta. Me canse de esperar muy rápido por lo que entre a su remolque, no podía distinguir mucho en la oscuridad, pero para ser un hombre todo estaba bien organizado y su aroma estaba por todo el lugar.

Efectivamente no había rastro de él así que camine nerviosa luego de cerrar la puerta detrás de mí.

Dejo su ropa con las rosas sobre una mesa circular cerca a la puerta donde tiene su libreto.

Por mucho que mire en todas las direcciones no podía encontrar algo que me ayudará a saber más acerca de él por lo que respire hondo para absorber todo su aroma.

—Es una sorpresa encontrarte aquí —me murmura él cuando sale del baño haciendo que casi tropiece. Solo podía ver la toalla blanca alrededor de su cintura mientras todo su cuerpo se encuentra mojado.

—Yo solo... —trato de explicar más nerviosa cuando comienza a acercarse a mí.

Lo veo hacer una pequeña sonrisa con los labios cuando ve lo que le traje sobre la mesa.

Podía ver su miembro grande pegado a la toalla, pero tuve que subir rápidamente la mirada para evitar que me encontrará viéndolo.

— ¿Cuánto cuesta todo tu tiempo? —pregunta él alzando la mirada y poniendo una sonrisa en su boca.

—No hay precio para algo que quieres dar —respondo antes de tragar saliva.

— ¿Quieres mi tiempo? —me vuelve a preguntar cuando se acerca más a mí.

Podía sentir el olor a jabón en mi nariz antes de alzar la mirada.

—Sí —respondo sin aliento.

Él lleva su mano a mi cuello sin dejar de mirarme a los ojos antes de inclinar su cabeza.

Me pellizco el brazo para entender que este no es un sueño antes de cerrar los ojos.

Sus labios se sientes diferente en mi boca, son demasiado suaves, pero a la vez tan fuertes que se volvió todo un desafío no perderme en sus besos porque era tan cálidos y llenos de humedad.

—No me besaste así en la grabación —me murmura cuando tomo un poco de aire mientras baja sus manos a mi cintura.

Podía sentir su polla dura sobre mi vientre cuando me acerco mucho más a él para volverme a besar.

El sentimiento en mi pecho era tan fuerte y tan caliente que me estaba volviendo loca con sus caricias en mi piel.

Su toalla se cae de repente revelando su pene fuerte y erecto hacia mí, quería llevarlo a mi boca en ese momento, pero sus labios me arrebataron el deseo.

Me levanto la camisa para sacarla por encima de mí cabeza antes de retroceder hacia su cama.

Él cae encima de mí mientras mis manos se deslizan por su espalda hasta llegar a su trasero el cual tomo fuerte con mis dedos para empujarlo más hacia mí. Deseaba tanto a Scott que en este momento estaba que me desbordaba de placer.

Le doy una vuelta luego de bajarme el pantalón para que él quede en posición de parto hacia mi mientras yo me levanto para contemplarlo con las piernas abiertas y su pene levantando frente de mí.

Lo tomo con mi mano antes de acariciarlo de arriba a abajo, se sentía tan suave en mis dedos que cuando él hacía fuerza en su pene me ponía más caliente.

Me puse entre sus piernas para poco a poco deslizar su pene en mi interior.

—Oh rayos —deja salir él apretando las sábanas con sus manos mientras que yo comienzo a respirar muy rápido al sentirlo dentro de mí.

Él no podía moverse por la posición en la que estaba por lo que comencé a darle despacio como si yo fuera la que lo estuviera penetrando. Mis piernas comenzaron a temblar, yo entraba y sacaba su pene dentro de mí cada vez más rápido mientras que él se movía de placer en la cama antes de que estire sus manos hacia mi cadera. Podía sentir la rigidez de sus manos mientras su boca es una melodía de placer por cada vez que daba círculos con todo su pene dentro de mí.

Me tomo tan fuerte que hizo que me detuviera para sostener mis caderas y comenzar a penetrarme más rápido y más fuerte, haciendo que en una de sus entradas violentas a mi interior su pene salga, pero inmediatamente lo entre de nuevo para que continúe con su trabajo. Tengo que arquear mi cadera para recibir mejor sus penetraciones mientras lo escucho rugir más de placer hasta que siento cómo el mundo me da vueltas antes de que la humedad baje por mi vagina al sentir la presión en mis piernas liberarse junto con él que evacua en mi interior.

Dejándome satisfecha antes de que todo se distorsione y vuelva a la realidad.

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