Capítulo Dos
MILENA
EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS LLEGÓ EL DÍA.
― ¿Sabes que no es necesario que relates todo como si se tratara de una novela, no? ―inquirió Raff, ladeando su cabeza.
Lo miré con detenimiento por unos momentos. Él realmente me agradaba más cuando estaba callado escuchando y no opinando de todo lo que dijese. Quería contar lo ocurrido pero debía de ser a mi manera... con un estilo novelesco que le diera un poco más de drama del que hubo realmente.
Ante mi mirada, Raff simplemente suspiró con resignación y movió su mano para que continuara. Le dediqué una tierna sonrisa de agradecimiento antes de continuar.
Como iba diciendo, en un abrir y cerrar de ojos llegó el día de la fiesta. Para situarnos un poco en escena... era día sábado de primavera, por lo que el tiempo era totalmente histérico. Había llovido todo el día y teníamos cero expectativas sobre esa noche, sin embargo, seguimos con la idea de juntarnos y salir. Fue así que nos reunimos los siete en casa de Duncan, donde vive con su primo pero esa noche él no estaba y teníamos la casa para nosotros.
La reunión comenzó al atardecer porque cómo hacía mucho que no nos reuníamos todos debíamos estar un considerable tiempo juntos para no necesitarnos por un tiempo. Pensábamos cenar y luego organizarnos para ver como llegábamos a la fiesta. Algunos, como Oriana, habían llevado otro conjunto de ropa mucho mas atrevido y esbelto, otros como yo íbamos como humanos corrientes solamente a pasar el rato.
Pasaron varias cosas pero debo ir por parte porque sino me mareo.
Eran casi las nueve de la noche y teníamos la música a todo lo que daba. Por supuesto, no al punto de molestar a los vecinos y que llamen a la policía. El cielo había despejado y parecía que no iba a llover más, por lo tanto Andrew y Duncan aprovecharon para cocinar en la parrilla del patio trasero. Junto a ellos estaba Nerea; es la cuarta chica de nuestro grupo.
Ella es de esas chicas altas y curvilíneas; con el pelo rubio oscuro tan largo que debería tener como sobrenombre Rapunzel. Nerea tiene un rostro que muchos consideran armonioso y bonito, con ojos color avellanas que resaltan con su color de pelo. De las cuatro, Nerea es la más pacifica y siempre está hablando de experiencias extrasensoriales, haciendo cursos sobre astrología, reiki y ese tipos de cosas que nos cuenta y los demás hacemos de cuenta que le entendemos. Cosa que debo aclarar... no sucede.
Cómo los demás, está a mitad de su vida universitaria, con el objetivo de convertirse en relacionista pública. Y verdaderamente, creo que va a ser buena en eso. No conozco a alguien que pueda desenvolverse tan fácil con las personas, con excepción de Dixie. Ambas tienen un gran talento en la sociabilización, algo en lo que yo apesto totalmente.
Nerea es de esas personas que están en paz con todo, se divierten con cualquier cosa y pueden entablar una conversación sobre cualquier tema porque sabe mucho. En simples palabras, ella habla hasta los codos... así que esa noche estaba dando otro de sus discursos a Andrew y Duncan mientras Oriana, Dixie y yo nos entreteníamos mirando una película.
Estábamos tiradas, como ballenas encalladas. En el sillón teniendo una conversación de lo más madura y existencial:
― Yo le doy ―comentó Oriana mirando a uno de los protagonistas― Un abrazo... le doy un abrazo ―sonrió de lado mirándome.
― Es tan lindo que podría tener sus hijos y no hacerse cargo de ninguno, que yo lo querría igual ―dijo Dixie con mirada soñadora. Puse los ojos en blanco y señalé al otro.
― A mi me gusta ese, me lo pido ―exclamé. Las dos me miraron como si fuese un bicho raro.
― ¡No puedes pedírtelo! ―Oriana afinó su voz como cada vez que está ofendida por algo.
― Claro que si, además, ¿cuál es el problema? A ustedes les gustó el otro ―respondí cruzándome de brazos para verme con un poco más de seriedad.
― Eso es totalmente infantil ―proclamó ella.
― ¿Me estás llamando infantil? ―pregunté y ella asintió― No soy infantil ―si, en verdad lo soy pero no lo iba a reconocer porque sino perdía respeto.
― ¿Se dan cuenta que se pelean por alguien que ni siquiera sabe que ustedes existen? ―preguntó Dixie mirándonos ironía.
Oriana y yo la miramos venenosamente por romper con nuestra burbuja. Estoy segura que Dixie de niña había roto las ilusiones de numerosos chicos y chicas diciéndoles la verdad de las cosas.
Estaba pensando algo inteligente para decir pero dado que mi cerebro no es lo suficientemente rápido, mi momento pasó de largo y fuimos interrumpidas por el timbre sonando. Dado que ninguna de mis amigas decidía levantarse tuve que poner de pie mi holgazán cuerpo y caminar hacia la puerta, donde Thomas se encontraba esperando.
Cada vez que Thomas sonreía se veía mucho más joven; era alto y delgado, con el rostro fino y ojos azules, suele llevar su cabello castaño algo desordenado pero no tanto como Andrew y tiene una personalidad jovial pero no tan caótica como la de Duncan.
― ¿Llego tarde? ―preguntó, dándome un beso en la frente y pasando a la sala.
― Siempre llegas tarde ―respondí maliciosamente aunque siendo sincera, mientras él saludaba a Dixie y Oriana, y se sentaba a su lado, quitándome mi preciado lugar.
― Es que el idiota de mi hermano perdía tiempo haciendo nada en vez de traerme ―se quejó, arrugando el entrecejo a la película― ¿Otra vez viendo esta peli? ―inquirió.
Las tres sonreímos con inocencia y él puso los ojos en blanco. No podíamos negarnos a deleitarnos con los actores principales. En ese instante, Andy volvió de afuera y tras uno de esos saludos de hombres de las cavernas con Tom miró la televisión y posó los ojos acusadoramente en las tres, pero por supuesto con más énfasis en mí.
― Ustedes no cambian más ―murmuró con una media sonrisa. Oriana y Dixie comenzaron a defenderse, mientras yo desistí de cualquier intento de mantener integro mi honor. Principalmente porque Andrew me conoce demasiado bien, tanto que la verdad no se por qué se sorprende.
― Oh... esta película... a mi me gusta ella ―Nerea sonrió apuntando a la actriz principal y Tom estuvo de acuerdo en que era atractiva. Le dediqué una mirada sabionda a Andrew para que se fijara que no éramos las únicas que babeábamos por los actores.
― Tengo que estar de acuerdo ―la sonrisa de Andrew se extendió y sus ojos brillaron con malicia contemplando la pantalla. En sus mejillas se formaron un par de hoyuelos que lo hacían aún más atractivo, pero desistí de observarlo tanto cuando Duncan apareció con uno de sus extraños bailes que hace imitando a Michael Jackson pero sin coordinación ni ritmo.
― ¡Hora de comer! ―gritó cuando terminó su lamentable performance.
Me aclaré la garganta y tomé un poco de mi segunda taza de café, acompañada de una medialuna. Ladeé mi cabeza y observé a Raff con meditación; él era un tipo de más de treinta años quizás alcanzando los cuarenta. Tenía el pelo rizado y castaño, con ojos verdes oscuros. No era feo aunque no fuese mi tipo. Y después del tiempo que llevábamos en compañía del otro, debo admitir que no es tan malo como parecía al principio.
― Estás muy silencioso, ¿Algo para cuestionar? ―pregunté. Él movió las comisuras de sus labios como si fuese un conejo. Un conejo vestido de policía y con un arma reglamentaria... me agradan esos tipos de conejos.
Nota mental: creo que sigo estando ebria, hay que tener cuidado con lo que digo.
― A ti también te gusta Andrew ―dijo, y no fue una pregunta. Me moví con incomodidad en la silla, intentando mantener el contacto visual para no verme culpable.
― No, no me gusta ―dije, sin sonar convencida. Él me miró con reproche― Bueno, no lo se... ¿te conformas con esa respuesta? ―pregunté. Él se encogió de hombros.
― Por el momento si ―sonrió―. A ver si entendí bien. Ustedes son un grupo de siete, bastante amplio ¿y nunca hubo nada entre ninguno? ―preguntó.
― No que yo sepa con seguridad ―confesé―. Andrew y Duncan han tenido novias y chicas esporádicas pero nada con Dixie o conmigo. Dixie anda con un chico desde hace un par de años, y mi vida amorosa es nula. Tom es patético en el tema como yo. Oriana salió con un chico el año pasado, y Nerea tuvo una novia un tiempo pero rompió con ella.
― ¿Y por qué no has tenido un vida amorosa? ―me preguntó. Intente no sentirme a la defensiva.
― No es que no tuve vida amorosa; salí con chicos pero eso fue hace tiempo. Una vez ingresé a la universidad, solo me importó eso. ¿Qué hay de malo es tener otros objetivos que no sean enamorarse? ―me encogí de hombros, cansada de que todo girara en torno a lo romántico. Si, me gusta el romance pero es molesto que cada aspecto deba ser romantizado como forma de mejorar las cosas.
Raff me sonrió con comprensión y vi un brillo en sus ojos que no pude identificar.
― Puedes continuar; espero que estés llegando al punto muy pronto ―me dijo. Yo asentí, teniendo la seguridad de eso.
La cena había finalizado. Duncan se cambiaba en su habitación mientras Andrew se bañaba. Tom, Nerea y Dixie estaban bailando en la sala, y Oriana me estaba usando de experimento.
Si, como eso se oye. Me había taladrado la cabeza diciéndome que debía vestirme más provocativamente para llamar la atención de Elijah y como es una mente maestra del crimen, ella había llevado ropa para ella y para mi.
¿Cómo no lo sospeche conociéndola tan bien? La verdad, no lo se.
La cuestión es que acepté a regañadientes, y llevaba una hora alisándome el pelo hasta que terminó. Ella se fue de la habitación del primo de Duncan con una sonrisa victoriosa y los ojos llenos de emoción, dejándome observándome en el espejo. Estaba sorprendida por lo bien que me quedaba el vestido negro de ella, y la forma en que peinó mi pelo. Me veía bien, no lo podía negar. Todo lo que ella había hecho me dio una extraña seguridad y encanto que me hizo sentir bonita.
Sonriendo con optimismo salí de la habitación hacia el pasillo. La puerta del baño se abrió abruptamente y me tapé los ojos enseguida al ver que se trataba de Andrew.
― Más vale que salgas vestido, pervertido ―exclamé con un chillido. No escuché ninguna respuesta, y me pregunté si acaso había alucinado toda esa situación.
Moví un poco los dedos y abrí los ojos cuidadosamente. Los ojos de Andrew estaban oscurecidos, contemplándome con la expresión en blanco. Dudé y me sentí incomoda, pero no porque estuviese desnudo ya que no lo estaba, sino por su actitud tensa.
― Eh... creo que me veo bien pero tengo miedo de decir o hacer algo que arruine todo ―sonreí con torpeza porque el idiota aún no hablaba. Lo miré de arriba abajo; llevaba un jean y una camisa azul, tenía el pelo revuelto, y estaba todo bien excepto la parte en la que seguía sin hablar― ¿Andrew? Di algo porque te golpeo ―¿ves? Ahí ya arruine todo...
― Te ves bien ―dijo aclarándose la garganta y mirando a su alrededor.
¿Qué rayos le pasaba a ese chico?
Iba a pedir alguna explicación pero Duncan salió de su habitación justo en frente nuestro. Él me silbó al verme y estuve a punto de sonrojarme.
― Si no fueses imposible, definitivamente iría por ti ―me guiñó un ojo. Sonreí y meneé la cabeza. Vi de reojo a Andy darle una mirada venenosa a Duncan, y no le pude preguntar porque era imposible, porque él me agarró de la mano para arrastrarme hacia la sala a bailar.
Eran la una de la noche. Todos éramos lindos y estábamos felices, no porque hayamos bebido sino porque la vida era linda. ¿Me crees si te digo esto Raff? Quiero suponer que si.
Las horas se esfumaron rápidamente mientras dábamos vueltas, y para cuando llegamos a la fiesta eran casi las tres de la mañana y todos estábamos dispersos.
No pude calcular cuando tiempo transcurrió, pero la situación era la siguiente: Oriana me arrastraba, viendo a cada chico en la fiesta para poder identificar a Elijah. Junto a nosotras iba una Dixie que no dejaba de reír por cualquier cosa. Duncan y Nerea estaban bailando como lo hacen ellos... de manera vergonzosa. Tom estaba siendo acorralado por unas chicas, y Andrew conversaba con una rubia que estaba en la improvisada barra.
Diciendo esto, ¿Me estoy metiendo en más problemas? ¿Esa mirada es un sí o un no? Está bien, sigo contando...
Cansada de dar vueltas y no poder bailar un poco, me escapé de Oriana y me refugié en la barra. Allí me encontré con Tom y tras una mirada llena de ruego, lo salvé de una chica que estaba metiéndole mano.
― Solo quería hablar con una chica que estaba del otro lado de la sala, y ésta otra estuvo a punto de tirarse encima mío. Aún no logro acostumbrarme a las mujeres que vayan de frente ―dijo horrorizado. Puse los ojos en blanco, Tom eran demasiado bueno y blandengue.
― Las mujeres siempre hemos sido un poco depravadas, solo que ahora somos más evidentes ―le respondí pidiéndole a la chica de la barra dos cervezas.
Tras unos minutos y con nuestras cervezas en mano, chocamos los vasos con Tom y comenzamos a beber mientras bailábamos a un lado. Con Tom a mi lado, era más fácil divertirme sin que ningún tipo quisiera propasarse conmigo.
La música estaba muy alta y cada vez llegaban más personas, haciendo descontrolar todo y que el ambiente fuese aún más festivo. Había una buena circulación de aire porque las ventanas y puertas estaban abiertas, y las personas deambulaban por toda la casa, incluido el patio.
― Mile, aquel chico te está mirando desde hace un rato ―me dijo Tom al oído. Lo miré confundida e intenté ser lo más disimulada posible para lograr observarlo.
Busqué y busqué, hasta que lo encontré y mi corazón se detuvo cuando descubrí que no era otro que Elijah, mi amor a la edad de nueve años. Volví la cara a Tom, totalmente emocionada. Elijah seguía siendo igual de hermoso que cuando éramos niños, y no cambió tanto desde las ultimas fotos que logré encontrar. Tenía el mismo pelo castaño desordenado y esos rasgos que parecían esculpidos en piedra. Lo que más me gustaba de él eran sus ojos oscuros que siempre brillaban.
― ¡Es Elijah! ―le susurré un tanto exaltada. Tom se vio sorprendido y sonrió.
― ¿El chico que amabas a los nueve y que encontraste de suerte hace poco tiempo? ―preguntó. Al fin uno que no usa la palabra acosar... por algo Tom es mi favorito.
― ¡Si! ―bailé emocionada. Tom sonrió aún más, y se le afinaron los ojos casi como los de Duncan. De pronto, se volvió serio y comenzó a bailar como alguien interesante― Se está acercando, ¿Qué quieres que haga? ¿Me voy, me quedo, hago como que no te conozco? ―preguntó nervioso.
Negué con una sonrisa.
― Solo sigamos en lo que estábamos ―respondí. Tom siguió bailando conmigo como si nada estuviese pasando a su alrededor. Pese a que sonreía lo notaba un tanto inquieto y no podía ignorar eso.
― ¿Sucede algo? ―le pregunté, y él negó rápidamente.
― No... solo que no debería ayudarte con este chico ―murmuró preocupado―. Si Andy se entera me mata, él es demasiado protector a tu alrededor ―agregó.
Terminó de hablar y todo se detuvo. ¿Qué rayos...?
― ¿Andy protector conmigo? Si es él quien no para de decir que debo salir más e intentar conseguir a algún novio ―me quejé. Tom me dedicó su mejor mirada de sabelotodo, porque él es muy inteligente... más que todos nosotros.
― Él no lo dice en serio. Se preocupa por ti más de lo que crees ―comentó. Intenté no cruzarme de brazos y mirarlo ofendida, pero aún cuando luché por eso, terminé cediendo.
― Andy no es mi jefe, ni ninguna de mis hermanas ―sentencié, recordando cuan sobre protectoras somos una con la otra aún cuando nos peleemos a toda hora. Me descrucé de brazos e intenté seguir bailando, sintiendo la mirada analítica de Tom y olvidándome por completo de Elijah hasta que él tocó mi espalda.
― ¿Milena? ¿Eres tú? ―me preguntó.
Lo miré boquiabierta. Él recordaba mi nombre, y lo estaba mirando como una tonta descerebrada. Tardé unos minutos en reaccionar y cuando lo hice asentí como robot. Él me sonrió y puse sentir como mi corazón se sacudía como su estuviese bailando salsa.
― ¿Elijah? ¿Cómo estas, tanto tiempo? ―le pregunté con mirada soñadora. Él me respondió que estaba bien y empezó hablar sobre su vida.
Él y yo habíamos sido inseparables de niños, y nos contábamos todos. El día en que me enteré que se había ido, mi corazón sufrió porque había perdido a mi otra mitad. Esa persona que me completaba, que me hacia feliz con solo pensar en ella y que cuando estábamos juntos nos volvíamos algo mejor.
Recordaba los momentos vivimos y cuan feliz era con él, pero se sentía extraño después de tanto tiempo volver a tenerlo en frente. Todos los momentos volvieron pero no era lo mismo, sino como parte de un sueño en el que podía vivir pero no sentir.
― Te ves realmente bien ―me dijo, observándome de arriba hacia abajo. Me sentí pudorosa ante su mirada pero aún así sonreí, porque por más desconocido que fuese el Elijah frente a mí, era un chico atractivo.
Ambos nos quedamos conversando por un tiempo. Pasó un rato para que recordara a Tom, pero él no se encontraba ya a mí alrededor. No estaba segura porque pero necesitaba que estuviese conmigo.
Elijah hablaba y yo seguía la conversación, milagrosamente sin quedarme tildada por su belleza... quizás, era el alcohol o vaya a saber porque. El tiempo transcurrió y aunque hablar con él había sido todo lo que había soñado, además de las miradas que me dedicaba, me sentía fuera de lugar y observaba todo como en busca de un milagro. Y ese milagro, si se puede llamar así, llegó en el momento en que Elijah me quería invitar a ir a otra fiesta con él.
― ¿Dónde estabas? He estado buscándote por horas ―me dijo Andrew con tono severo. Lo miré con advertencia y volví los ojos a Elijah como para que se diera cuenta de su presencia, pero él decidió ignorarlo―. Mi hermana va a enloquecer si no te encuentra en los próximos minutos, vamos ―insistió.
― Eh... ¿Andrew? ―moví mis ojos de nuevo en dirección a Elijah y ahí no tuvo más alternativa que reconocer su presencia.
― Oh... lo siento, no te vi ―le dijo Andrew irguiéndose para parecer más alto y sonrió con encanto. Intenté no mostrarme tan exasperada como me sentía internamente porque correría sangre....
Es una forma de decir, claro.
Elijah lo saludó amistosamente, sin tener idea de porque el idiota de Andrew se comportaba como si fuese el macho alfa de la manada. Nos miró a ambos y yo solo me encogí de hombros con una lamentable sonrisa en mi cara que quería expresarle cuan apenada estaba por la situación.
― ¿Interrumpo algo? ―preguntó con inocencia.
¿Estas bromeando? ¿En serio, no te diste cuenta?
Lo miré sarcásticamente, y creo que él pudo identificar mis precisos pensamientos porque me sonrió con malicia. Y lo peor, es que esa maldita sonrisa hizo que mis entrañas se revolvieran. Ya sé, él es mi amigo pero también es uno de los chicos más atractivos y encantadores que conozco, es imposible ser insensible que su alrededor y mucho menos con alcohol en sangre. Hay que ser un zombie o un vampiro o tal vez un alien para no tener reacción alguna.
Elijah negó con torpeza, y me contempló dubitativo.
― Creo que me llaman, fue un placer verte tras tanto tiempo ―me dijo rápidamente, moviendo sus manos con incomodidad para escapar de mi de manera tan espontanea como en la que llegó.
Ni siquiera tuve tiempo para negar y rogarle que se quedara. Que Andrew sonriera como si hubiese ganado un maldito juego y agarrara mi mano para arrastrarme hacia afuera tampoco ayudaba.
Vi como la gente se encontraba agolpada adentro de la sala que se veía diminuta. Sentí en mi piel el cambio de ambiente y el aire frío hizo que mis neuronas dejaran de estar tan quemadas por el alcohol y el calor. Parpadeé y me sentí como una niña siendo obligada por sus padres a marcharse de un sitio. Así que me detuve bruscamente y lo enfrenté antes de que el coraje que sentía fuera reemplazado por el sentimiento de estupidez que había tenido al perder un gran momento con Elijah. Y estaba más que segura que cuando ese momento llegara comenzaría a llorar.
― ¿Qué mierda te sucede Andrew? ¿Te das cuenta de lo que hiciste? ―le pregunté alejando sus manos que mi muñeca. Luego de gritarle miré a mí alrededor pero me di cuenta que no había nadie allí, y respiré aliviada porque odiaba crear escenas dramáticas.
― ¿Qué hice? ―preguntó con falsa inocencia.
― ¿Estás hablando en serio Andrew Salazar? ―pregunté golpeando su brazos porque de algún modo necesitaba canalizar lo iracunda que me sentía y gritar no era suficiente― Te acercaste a mi como si fuese alguna clase de novio celoso y lo ahuyentas. Ahuyentaste al chico que estuve meses intentando encontrar y hablar ―le dije.
― Por favor, él realmente no te interesa ―exclamó luego de poner los ojos en blanco―, vi bien como te encontrabas antes de que llegara, y te encontrabas aburrida ―agregó.
Si, podía ser que estuviese aburrida pero se iba a poner interesante. ¿No?
― Aún así, no tienes ningún derecho en comportarte de esa forma. Te la has pasado insistiendo con que salga y encuentre a esa persona que yo tanto espero. Ahora la encuentro y tú haces eso ―moví mis manos con exasperación.
Él sonrió con amargura y sus ojos se oscurecieron.
― Si, me lo he pasado diciendo eso pero solo quería que abrieras los ojos y te dieras cuenta que la persona que esperabas se encontraba frente a ti. ¿Es que no ves Milena? ¿No me ves? ―preguntó más enojado conmigo de lo que lo había visto antes. Pude reconocer esa amargura que lo había asediado esa semana nuevamente en sus facciones.
Estaba confundida y desorientada. Quería comprender qué mierda significaba todo eso, y al mismo tiempo, intentaba encontrar una forma de poder hacerlo sentir mejor. Y estaba en medio de todo eso cuando Andrew simplemente me agarró y me atrajo hacia él para besarme. Así de simple.
― Te lo dije ―canturreó Raff.
― Oh... mejor cállate ―gruñí.
¿Cómo me sentí en ese instante? Abrumada pero al mismo tiempo emocionada, me invadía una extraña sensación como de seguridad. Sus labios se sentían bien sobre los míos y las emociones que me transmitían a través de ellos, hicieron que una correntada de adrenalina me recorriera. Yo respondí a su beso, porque, ¿Quién demonios no se dejaría besar por Andrew? Pero no duró mucho, porque en mi cabeza apareció la imagen de Oriana. Ella era mi mejor amiga y no la quería defraudar.
¿Qué iba a pensar ella de mi, si sabía que estaba babeando por un chico pero me besaba con su hermano?
Así que me alejé de él y cerré la mano para no golpearlo. Aunque, en realidad, no quería golpearlo porque había disfrutado de ese beso más de lo que podía reconocer. Él me miró sorprendido por mi abrupto alejamiento y abrí la boca para decirle algo, pero había un sentimiento creciendo que se estaba atorando en mi garganta haciéndome incapaz de hablar.
Quise llorar. Si me preguntan por qué, realmente no lo sé. Pero lo veía ahí a Andrew, mi mejor amigo, diciéndome en extrañas palabras que gustaba de mi desde hacía tiempo y me costaba asimilarlo porque me había forzado durante años a verlo de la forma en la que suponía que él me miraba a mi.
No dejaba de preguntarme por qué eso me estaba pasando a mi esa noche. Por qué las cosas no habían resultado de otra forma, quizás desde un principio y ahorrarme el sufrimiento que experimentaba cada vez que lo veía con una chica diferente o en medio de una relación que parecía ser la definitiva.
¿Quieres que te diga algo Raff? Si, yo había estado enamorada de Andrew pero él rompió mi corazón aún más que Elijah que había sido solo algo de niños. Cada momento que pasábamos juntos, sentía que éramos mas y más compatibles, y en mi cabeza se hacían raras ensoñaciones en las que él se daba cuenta que éramos el uno para el otro, y donde no debía andar con ninguna chica que no fuera yo. Sin embargo, eso nunca sucedió y me di por vencida. Me obligué a verlo como lo que éramos: amigos incondicionales. Y ahora que una pequeña puerta se abría, él la cerraba de golpe para hacerme volver a tener 15 años.
Aquello parecía toda una maldita broma. De esas que suceden en las películas de adolescentes, donde apuestan a que alguien sea más bonita para que salga ganadora de un concurso y luego la ponen en ridículo... una especie de mezcla entre Crueles intenciones y Carrie.
Andrew siguió contemplándome expectante, y yo hice lo que mejor hago en aquellas situaciones, me escapé lo más rápido posible para estar sola con mis pensamientos y emociones.
― Y ahí fue que perdí a mis amigos, me fui de la fiesta y encontré a esos chicos dibujando en la calle. Cuando me encontraron solo intentaba deshacerme de los aerosoles que ellos habían usado antes de huir. Yo estaba demasiado consternada como para ver que la policía se acercaba ―comenté sintiendo como las lagrimas amenazaban con hacer erupción.
Me crucé de brazos y me encogí sobre mí misma, sintiéndome pequeña. Raff mantuvo su mirada sobre mi unos instantes, para luego posar su mano en la mía. Me regaló una sonrisa llena de entendimiento que hizo que me sintiera mejor pero también que el llanto llegara más rápido.
Sequé mis lágrimas silenciosas, y vi que Raff se acomodaba en la silla.
― ¿Todos estos años lo has querido? ―me preguntó. Asentí, porque era más fácil que explicar cuan extraño era mi cariño hacia Andrew.
Lo amaba como amigo pero también románticamente, pero no estaba segura donde comenzaba uno y terminaba el otro tipo de amor. Tampoco estaba segura si siempre había sido así, solo sé que lo único que me importaba era que él fuese feliz, aunque eso conllevara que él estuviese con otra chica. Yo era feliz de todos modos, porque él era feliz.
― A todos mis amigos los quiero; pero con él es diferente y al mismo tiempo es igual ―murmuré.
― Creo que todos estos años no has tenido buenos novios porque no has querido que sean así ―sentenció Raff, y estuve de acuerdo―. Has dejado de lado tu felicidad es pos de otros, y no debe ser así. Eres demasiado buena, lo veo claramente, y se nota que cuidas de todos. Cuidas tanto de los demás que ni siquiera te has detenido a ver qué es lo que quieres de ti misma ―agregó.
Las lágrimas volvieron con más fuerza y el nudo en mi garganta aumentó.
― Lo que necesitas hacer es ser fuerte y tener convicción; saber que quieres e ir por ello ―me dijo, mirándome fijamente. Asentí de acuerdo, y sintiéndome inesperadamente optimista―. Entonces, dime... ¿qué es lo que quieres Milena Maldonado?
Respiré hondo, y sequé las lágrimas. Lo pensé pero no llevó mucho tiempo.
― Soy bastante practica ―comenté―. Quiero ser una genial profesora de literatura para que todos amen los libros como yo, y quiero a Andrew pero va a tener que demostrarme cuan valiosa soy para él, si es que quiere algo conmigo ―sonreí. Raff elevó una cejó con desdén y rápidamente me di cuenta que era lo que faltaba―. Ah... y quiero no quedar presa, ya sabes que soy inocente, ¿no Raff?
Él sonrió satisfecho.
― Creo que el tema de los aerosoles ya está aclarado... y quizás, pueda ayudarte en alguna que otra cosa ―me guiñó un ojo, y realmente sentí que había a mi hada madrina de los cuentos, aunque este era un policía con posibles dones en psicología.
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