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O9.

Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse

Rosé cumplió su promesa.

O algo así, porque desde ese día en adelante, ninguno de sus verdugos se le acercó ni le gritó algo en medio del pasillo. A Lisa se le hizo demasiado raro en un inicio, dándose cuenta de lo acostumbrada que estaba a que medio mundo la molestara, y eso la hizo sentir mal.

No era bueno haberse acostumbrado a los malos tratos. Realmente le hacía mucho daño a su autoestima, haciéndola sentir menos y casi como si fuera una basura.

Unos días después, Jennie venía saltando, emocionada.

―¡A que no adivinan! ―dijo, colgándose de Somi.

―¿Hiciste una madriguera más grande que la anterior? ―preguntó el conejito.

Jennie se rió.

―¡Casi, pero no! ―Lisa notó la forma en la que movía su colita―. ¡JiSoo me pidió una cita hace unos minutos!

Somi se soltó, girándose para mirarla con una amplia sonrisa de emoción. Lisa le dio un abrazo al zorrito, felicitándola, y Jennie no cabía en sí por la felicidad que estaba sintiendo.

―¿De verdad? ―dijo Somi―. ¡¿Cuándo van a salir?!

Jennie puso una expresión pensativa.

―Dijo que para la próxima luna llena ―el zorrito pestañeó―. ¡Le estaba hablando de los conejos en la luna y ella insistía en que no había conejos allí! Yo le dije que sí, pero Jichu me seguía diciendo que no. Al final, ¡Me dijo que cuando fuera luna llena, me enseñaría que no era así!

Lisa observó a Somi. Somi le devolvió la mirada a Lisa. Ambas se encogieron de hombros. No sonaba mucho como una cita, pero estaba bien, Jennie siempre era muy positiva y sólo la animarían para que las cosas resultaran bien.

―¿Y tú? ―preguntó Jen, hablándole a Somi―. ¿Cuándo saldrás con ChaeYoung?

¿Aaaaaaah? ―Somi arrugó el ceño ligeramente―. ¿De dónde sacas que voy a salir con él? ¡E-es una loba! ―la pequeña conejita comenzó a ponerse nerviosa de forma repentina―. ¡Va a... A co-comerme!

―Deberías apreciar que quiere salir contigo luego de que la mearas ―replicó Jennie, antes de quejarse porque Somi la agarró de la cola y se la tiró―. ¡Ennik!

―No creo que ChaeYoung quiera comerte ―intervino Lisa―. Ella parece realmente interesada en ti.

Somi la miró con enojo, por lo que Lisa se arrepintió de lo que había dicho cuando vio la sonrisa malvada que esbozaba esa pequeña cosa peluda. La conejita era realmente vengativo a veces.

―Rosé sí parece interesada en ti ―le dijo, e incluso Jennie sonrió con un poco de diversión―. Te lleva a comer helados y te regala aguacates, ¡No cualquiera hace eso!

―¡Ojalá A mi JiSoo me diera de regalo conejos asados! ―se quejó Jennie.

Somi estuvo indignada el resto de la mañana.

Para la hora de almuerzo, decidieron ir a comer al patio. No les gustaba el comedor, siempre estaba infestado de depredadores molestosos y ellas eran un buen objetivo que acosar. Lisa llevó ese día una ensalada, mirando su comida algo desanimada porque ella quería comer otra cosa que fuera más rica, pero su mamá le dijo que, si iba a hacer una dieta, lo hiciera bien.

Claro, ¡Primero la engordaba y ahora la torturaba! Lisa iba a emanciparse.

―¡Hola, Rosé! ―saludó Jennie, llamando su atención, y la ardillita levantó la vista de su envase de plástico.

Vieron a la híbrida de pantera de pie ante ellas, sonriendo con un poco de timidez. Parecía algo avergonzada allí, mirando a Lisa, y la ardillita sintió sus mejillas calientes debido a que se pusieron coloradas.

―Ho-hola. ―saludó Rosé.

Lisa pensó que no le había visto desde que fueron a comer ese helado. Rosé parecía estarle esquivando esos días, haciéndola sentir un poco triste y pensando que quizás ya le había espantado. Realmente, a pesar del miedo, no quería que la alfa dejara de hablarle. La hacía sentir muy bonita.

―Hola. ―dijo Lisa, tratando de sonreír, pero sin saber si lo logró. A veces realmente se ponía muy nerviosa.

Uh... Yo quería... ―Rosé rascó su nuca, tragando saliva―. Lili, ¿Quieres tener una cita conmigo?

Somi abrió la boca. Las orejitas de Jennie se levantaron, sorprendida. Lisa quiso transformarse en una ardillita y salir corriendo lejos de allí gracias a la vergüenza.

―¿Qué? ―terminó preguntando, sin saber si la escuchó bien.

―El sábado ―trató de explicar Rosé―, ¿Quieres salir conmigo? En una cita. Sólo los dos ―añadió, para que no se le colaran sus amigas.

Oh... Pues...

―¡Claro que sí! ―dijo Somi, sobresaltando a Lisa―. ¡Por supuesto que Lalisa irá!

―¿De verdad? ―la colita de Rosé se movió de un lado hacia otro.

―Pero... ―trató de decir Lisa.

―¡No te preocupes, Rosé! ―dijo también Jennie, sonriente―. ¡Lisa va a salir contigo!

Una vez Rosé se marchó, cinco minutos más tarde y con una sonrisa enorme en su cara, Lisa se volteó hacia sus amigas y les tiró dos bellotas.

―¡No tuvieron que aceptar!

Somi dejó de buscar ropa del armario de Lisa, volteándose a verla y sonriendo al ver las pequeñas ondas en su cabello que Jennie le hacía.

―¿Por qué no? ―preguntó Jen―. ¡Rosé es muy agradable!

―Porque... Porque... ―Lisa trató de buscar algún motivo―. ¡Porque quizás sólo quiere reírse de mí!

Somi agarró una playera blanca enorme y un short-jean que llegaba hasta la mitad de sus muslos. Ese día, había un sol especialmente caluroso.

―¿Por qué se reiría de ti? ―dijo Somi, dejando las prendas sobre la cama―. ¡Ponte esto, Lili!

―¡Porque... Porque estoy gorda! ―trató de explicar Lisa―. Quizás sólo quiere ilusionarme y luego romperme el corazón. ¡Jennie, ¿Qué haces?!

Jennie le agarró el borde de la toalla, soltándola para dejarla sin ella y que comenzara a vestirse. La pobre ardillita batalló para que no lo hiciera.

―¡Debes vestirte! ―dijo el zorrito―. ¡Rosé llegará pronto!

―¡Pero-...

―Lili ―la voz de Somi se volvió seria―. Rosé no quiere reírse de ti, ¿Está bien? Tú realmente le gustas.

Lisa observó los ojos oscuros de la conejita, leyendo la gravedad allí, y se cohibió un poco. Trató de pensarlo bien: Rosé no había puesto cara de asco en ningún momento en lo que llevaban saliendo. Sólo le decía que olía bien y que le parecía adorable. ¿Era posible que la alfa estuviera realmente interesada en ella? La lógica, por supuesto, le gritaba que era más que obvio. Sin embargo, esa parte insegura y miedosa de la híbrida, le decía que eso era imposible.

Ningún alfa iba a querer estar con una ardilla gorda.

―Pero... ―trató de hablar, su voz temblorosa―. Si ella...

―Si él llega a jugar contigo ―dijo Jennie, su voz dejando el jugueteo y volviéndose grave―, la mataremos con Somie, ¿Bueno?

Lisa sintió un escalofrío, pero sólo asintió, algo conmovida de que sus amigas estuvieran dispuestas a cometer un asesinato por ella. Qué tierno.

Así que, finalmente, terminó vistiéndose con esas prendas. La playera le quedaba enorme, a pesar de todo, y le ayudaba un poco a cubrir sus rollitos. Jennie le estaba poniendo unas extensiones a su cabello, unos reflejos brillantes, mientras que Somi le pintaba las uñitas y le ponía florcitas allí.

―¿Quieres que le ponga brillo a tus labios? ―preguntó Somi.

―¿Crees que me vería bonita con eso? ―dijo Lisa, nerviosa.

―¡Siempre te ves bonita! ―respondió Jennie, concentrada en su tarea.

Lisa sonrió ante los intentos de sus amigas por relajarla y hacerla sentir más calmada ante esa cita. Su primera cita.

Volvió a ponerse nerviosa, pero Somi se apresuró en ponerle brillo en sus labios. La puerta de su habitación fue tocada dos segundos después, y Ten se asomó.

―Lalisa ―dijo él, sonriéndole―, hay una chica muy guapa en la puerta, dice que viene por ti. ¿Debería echarla o es verdad?

―¡Vamos, Lili! ―dijo Somi, animándole, y Lisa agarró su bolsito rojo, con bellotas, colgándose cruzando su pecho―. ¡Con Nini te esperaremos aquí para que nos cuentes todo!

Lisa tragó saliva, despidiéndose de ellas y siguiendo a su hermano mayor.

―Te ves hermosa ―le dijo él, sonriéndole y yendo hacia el comedor―. ¡Mucha suerte, Lili-bebé!

Lisa se despidió de su hermano, caminando a la puerta de entrada. Sus papás habían salido luego del almuerzo para ir a ver a su abuela, así que Somi y Jennie se quedarían en su cuarto mientras, esperándola. Ellas insistieron en eso, y cuando tenían una idea, no había forma de quitárselas.

Abrió la puerta, quedándose muda al ver a Rosé. ¡Se veía demasiado linda! Llevaba un saco negro y unos pantalones rasgados, con una camisa blanca. Lisa se sintió intimidada enseguida.

―¡Lili-ah! ―saludó la alfa―. ¡Wow, estás bonita!

Lisa quiso morder su labio inferior, pero recordó el brillo y concluyó que no sería bueno. Así que sólo cerró la puerta, caminando junto a Rosé.

―¿Tú crees? ―dijo, inseguro―. Hace mucho no uso estos pantalones...

―¡Te lo prometo! ―Rosé sonrió de lado―. ¿Puedo tomarte la mano?

La omega sintió sus piernas temblar y el aire escapar de sus pulmones, por lo que sólo asintió con la cabeza. Estaba segura de que, si hablaba, su voz sería un chillido ahogado. No quería humillarse de esa forma.

Rosé se sintió satisfecha con sólo el movimiento de su cabeza, agarrándole la mano y entrelazando sus dedos. Las manos de la alfa eran muy bonitas, con sus dedos largos y las venas marcadas, ¡Se veía súper fuerte!

―¿Quieres ir a ver una película? ―preguntó Rosé una vez agarraron el bus―. Luego podemos ir a comer algo, ¿Qué te parece?

―Está bien ―dijo Lisa―, pero... ¿Qué tipo de película?

―Hay una de terror que quiero ver hace mucho. ―respondió Rosé, entusiasmada.

Lisa se sintió palidecer ante la mención de eso, su estómago revolviéndose. ¡Odiaba demasiado ese tipo de películas, le provocaban ganas de llorar y hacerse bolita en una esquina!

La alfa pareció notar su cara descompuesta, mirándola con preocupación.

―¿Pasa algo, Lalisa? ―dijo la pantera―. ¿No te gusta el terror?

Lisa no quería arruinar esa cita. Su primera cita. ¿Qué tal si Lisa le decía que vieran otra cosa y Rosé se enfadaba? Realmente no quería truncar los planes de Rosé. ¿Y si después no quería salir más con ella?

―¡No, no! ―la ardillita trató de sonreír―. Sólo me maree con el movimiento del bus, ¡No te preocupes, Rosie!

La más alta sonrió ante el apodo.

Varios minutos después, estaban ya entrando al cine. Rosé compró unas palomitas de maíz con la bebida, a pesar de que Lisa quiso comprar esas cosas. No tardaron en entrar a la función y la pobre omega trató de tomar aire, preparándose para lo que iba a venir a continuación.

Fue un fracaso. Lisa comenzó a gritar desde el primer segundo en que esa novia fantasma-asesina apareció, encogiéndose en su asiento y molestando a medio mundo. Rosé trataba de calmarla, diciéndole frases dulces, pero realmente no servía de mucho. Lisa se puso a llorar en algún punto por el miedo, escuchando las palabras hirientes que algunas personas decían detrás de ella, y Rosé le agarró la mano, sacándola de allí.

―Lo... Lo siento... ―lloriqueó la ardillita, sentada en el suelo del pasillo―. No quise... Lo siento...

―Lili, Lili ―Rosé se arrodilló frente a ella, agarrándole las mejillas―, ¿Qué dices? No importa, cariño, ¿Está bien? Sólo... Si no te gustan estas películas, debías decírmelo. Pudimos haber visto cualquier otra cosa.

―No quería... ―Lisa sorbió su nariz y, sin poder evitarlo, se pegó a Rosé―. No quería arruinarlo, tú parecías querer mucho la película...

―Sí, pero puedo verla en cualquier otro momento ―Rosé le limpió el rastro de lágrimas―. La película era para divertirnos las dos, no sólo yo ―Lisa sollozó bajito―. ¿Quieres un besito en la mejilla?

En cualquier otro momento, Lisa habría dudado y pensado si aceptar un besito. Ahora, estaba tan asustada que sólo quería un poco de amor.

―Bueno ―aceptó, sintiendo los labios suaves de Rosé sobre su piel húmeda enseguida―. Otro ―pidió, porque no fue suficiente. Escuchó la risa suave de la alfa, pero no le importó―. Otro ―volvió a pedir―. Otro, otro, otro...

Estuvieron así varios minutos, hasta que el llanto de Lisa desapareció por completo, mucho más calmada, aunque su corazón seguía latiendo de manera acelerada. Los besos de Rosé realmente tenían un poder curativo, ¡Ya se sentía mejor! Ahora su estómago rugió, porque luego de llorar, siempre sentía mucha hambre.

La pantera le sonrió, dándole un último beso en su mejilla.

―¿Vamos a comer? Yo te invito. ―dijo Rosé, feliz.

―Bueno. ―aceptó Lisa, dejando que la alfa le ayudara a ponerse de pie.

Decidieron ir a un local de comida rápida, porque era barato y no tan íntimo. Rosé no quería cohibir demasiado a Lisa con algo tan serio, además que sabía que ahora la ardillita necesitaba algo más ligero para relajarse.

Cada una pidió algo distinto para comer. Lisa decidió una ensalada, aunque pidió también unas papas fritas para compartir con Rosé. La pantera, en cambio, quiso una hamburguesa.

Se sentaron algo alejadas del resto de personas.

―¿Cómo se llama tu hermano? ―preguntó Rosé.

―Chittaphon es el mayor, pero su apodo es Ten ―respondió Lisa, aliñando su comida con una expresión enfurruñada. Ella quería también una hamburguesa, pero sabía que no le haría bien―, pero luego le sigo yo. Ahí vienen los gemelos, Kunpimook y Nicha, o simplemente BamBam y Minnie, ¡Y luego él pequeño Pasidh! O Prince.

Rosé sonrió, algo sorprendida.

―Son muchos. ―contestó.

―¡Uh, no has visto a la familia de Somi! ―se rió Lisa―. ¿Y tú? ¿Cuántos son?

―Sólo tres ―respondió Rosé―. Mi hermano mayor, Christopher, le sigo yo, y finalmente mi hermanito menor, Jake.

―¿No te acompleja ser la única mujer? ―bromeó Lisa. Rosé le sonrió―. Es decir, yo igual casi que lo soy, Minnie es muy pequeña como para ser una hermana cercano.

―Te entiendo ―Rosé le agarró la mano por sobre la mesa―. ¿Ellos también son un poco miedosos?

―¡Oh, no! ―Lisa se sintió un poco avergonzada―. Soy yo el problema. Es decir, las ardillas tenemos un instinto de presa y todo eso, pero yo soy cobarde con muchas cosas. Las alturas, las películas de terror, las abejas, las tormentas...

―¿Las tormentas? ―Rosé la miró, atónita.

Lisa hizo un pequeño puchero.

―Una vez, cuando era pequeña, me perdí en el bosque y se hizo de noche. Hacía mucho frío, así que me transformé en ardillita y subí a un árbol, pero en la madrugada hubo una tormenta horrible y el árbol se movía mucho ―la ardillita se estremeció―. Fue muy horrible. Cada vez que hay una tormenta, me oculto bajo la cama en mi forma ardilla.

Rosé puso una expresión un poco triste, acariciándole la mano, y Lisa se sintió muy bien de que alguien le estuviera consolando de esa forma. Nunca pensó que pudiera llegar a vivir algo de ese estilo en algún momento, pero era realmente agradable.

―No te preocupes, ahora yo te protegeré de todo eso. ―afirmó Rosé, con firmeza.

Lisa soltó una risa pequeña.

―¿Qué estás diciendo, Rosé? ―dijo, algo divertida―. ¡Dices cosas muy raras a veces!

―No ―Rosé movió su silla, acercándose más a ella―. Me gustas mucho, Lili.

La omega parpadeó gracias a la sorpresa de sus palabras, sintiendo otra vez cómo se cohibía y los nervios hacían aparición. En especial porque Rosé no dejaba de mirarla con esos ojos tan profundos, tan oscuros.

―Rosé... ―comenzó a decir―. Si mos distintas.

La pantera arrugó el ceño levemente.

―Lalisa, ¿Alguien de tu familia ha tenido alguna relación inter-especie?

Lisa bajó la papa frita a medio comer, algo sorprendida por su pregunta tan curiosa. No contestó enseguida, tratando de pensar bien en una respuesta.

―Sí ―dijo, finalmente―, pero... Pero no del tipo que piensas, Rosé ―Lisa tomó un sorbo de su bebida―. Las ardillas solemos... Si nos relacionamos con otras especies, siempre son especies pequeñas. Como... ardilla-conejo. Nunca... No algo como... ardilla-pantera.

Vio que los ojos de Rosé brillaron con algo que no supo identificar en un inicio, pero se quedó quieta en su lugar. La alfa no parecía particularmente decepcionada por sus palabras, ni herida, ni molesta.

―En mi familia si ―dijo la pantera―, mi tío se relacionó con una híbrida de hámster.

Lisa se atragantó con su saliva y una papa frita, así que Rosé tuvo que golpear su espalda para que dejara de toser. Una vez la omega se sintió algo mejor, la más alta decidió seguir hablando:

―Sé que suena súper raro ―le dijo―, pero ellos se quieren. Mi tío y mi tía hacen una pareja muy rara, pero son muy felices juntos. Tienen una hija, mi prima JiHyo, que es también un hámster. Es una odiosa.

La ardillita seguía algo sorprendida ante sus palabras, entendiendo de forma inmediata porque Rosé no parecía acomplejada con esa relación que estaban estableciendo. Por cortejarlo de una manera distinta a la de una pantera. Rosé no era para nada prejuiciosa, siempre pareciendo firme con cada palabra que decía.

―Y realmente, realmente, me gustas mucho ―continuó Rosé―. Cuando te veo, quiero... Quiero llenarte de amor. Sé que puede parecer raro, pero... ―se inclinó un poco―. ¿Puedo darte un beso en los labios?

Lisa enmudeció, incapaz de decir algo en ese momento, sintiendo su respiración acelerada. La alfa no se movió de su lugar.

―No ―dijo finalmente, y Rosé no lucía indignada por su negativa―. Es decir... Me gustaría, Unnie, pero... Pero tengo miedo ―terminó por confesar―. Tengo mucho miedo de que yo deje de gustarte o que me ilusiones y luego termine con el corazón roto ―su voz tembló―. Eres... Eres la primera chica que gusta de mí y eso me da mucho miedo.

―Lo entiendo ―afirmó Rosé, levantando su mano y dándole un beso allí―, no voy a presionarte, ¿Vale? Estoy contenta con esto, así que te demostraré que yo... Que realmente me gustas y quiero que seas mi omega ―la pantera le agarró un mechón de su cabello, despejándole el rostro―. Pero ¿Puedo seguir besándote la mejilla?

―Eso sí. ―se rió Lisa, feliz.

―¿E impregnarte en mi olor?

―Que atrevida eres.

Rosé se rió también. Lisa pensó que era el sonido más bonito que alguna vez escuchó en su vida.

―Me gustas mucho. ―dijo Rosé, sonriéndole y mostrando sus encías.

Lisa se dejó abrazar por la alfa y envolver en su olor. Olía demasiado bien, además.

―Tú también me gustas. ―contestó Lisa, antes de recibir un beso en la mejilla que le hizo muy feliz.

Actualizando a estas horas pq no podré hacerlo en la semana :(

¡Gracias por leer!

🌷

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