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31.

Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse.

este capítulo contiene smut.

Lisa nunca tuvo deseos homicidas hacia alguna persona, ni siquiera cuando fue cruelmente molestada en el colegio. Sin embargo, en ese preciso instante, estaba luchando contra las ganas de acercarse a esa omega que le coqueteaba descaradamente a Rosé.

Su Rosé.

Sentía la ira hervir en su cuerpo y poco más quería atacar el cuello de esa chica, morderla y hacer que se desangrara. Un poco exagerado, pero no podía evitarlo, porque las ardillas eran celosas por naturaleza, en especial en lo respectivo a sus parejas. Hasta el momento nunca tuvo motivos para actuar de esa forma, ya que Rosé jamás siquiera miró a otra omega con ojos románticos. Lisa sabía muy bien que su novia la amaba.

Pero le enfurecía enormemente ver cómo las omegas se le quedaban mirando. En especial ese último.

Uh, Lili, apestas a feromonas de enojo. ―comentó Jennie, haciéndose oír por el ruido de la música.

―Mira a Rosé ―dijo Somi―, sigue conversando con esa chica como si nada. Si fuera ChaeYoung...

―O JiHyo. ―provocó Jen.

―... Le lanzaría algo a la cabeza, como una zanahoria. ―terminó de decir Somi antes de darle un golpe a su amiga zorrito, que se quejó.

Lisa hizo un mohín con su boca. La chica omega, que era una híbrida de gato, le parpadeaba coquetamente a Rosé. La había reconocido porque no era la primera vez que se le acercaba a su novia, pues eran compañeras de carrera, y cuando iba a buscarla a su facultad, solía verla muy cerca de Rosé. Su novia decía que eran sólo amigas, sin embargo, la ardillita notaba el interés de esa omega y, a veces, la captaba dirigiéndole miradas de odio a ella.

Ese día en específico habían salido todas a una fiesta de la universidad o, como solían decir también, festival y jolgorio. La universidad había prestado uno de los gimnasios para la fiesta final, así que ahí estaban, sentadas en una de las gradas mientras las tres miraban a Rosé hablar con HyeRi. JiSoo fue en busca de bebidas junto con ChaeYoung, y Rosé había ido al baño cuando fue interceptada por HyeRi.

―Ya, ve a buscar a Rosé. ―suspiró Somi cuando pasó otro largo minuto y la novia de su amiga seguía conversando con la roba-novias.

Lisa emitió ahora un bufido y se puso de pie, estirando su playera. Confiaba en su novia, claro que sí, al fin y al cabo, la semana pasada cumplieron tres años juntas. Lisa llevaba su marca con orgullo, le gustaba mostrarla y hacerle saber a todo el mundo que era una ardillita ocupada. Pero sus instintos animales eran más fuertes en esa situación, y lo único que quería era arrancarle la sonrisita a HyeRi de un puñetazo.

Se abrió paso por la multitud de personas, acercándose lo más rápido posible a Rosé, y cuando ya estaba a solo pasos de ella, cambió su expresión: puso una sonrisa enorme.

―¡Rosie! ―gritó con fingida emoción, lanzándose sobre su novia y agarrándole el brazo―. ¿Vamos a bailar?

Uh, Lis ―Rosé se rió con su gesto, pasando un brazo por su cintura y atrayéndola hacia ella―, mira, HyeRi me estaba hablando sobre una de las clases...

HyeRi ya no le sonreía a Rosé y miraba con mala cara a Lisa. La omega ardillita seguía sonriendo con encanto, aunque había poco humor en sus ojos, y sin evitarlo, extendió feromonas posesivas alrededor de su chica.

―¿Pero por qué conversan de las clases en esta fiesta? ―exclamó Lisa, volviendo a tirar de Rosé―. Vamos a bailar, por fis...

―No seas grosera con HyeRi ―le regañó Rosé―, ni siquiera le has saludado.

Lisa miró a HyeRi.

―Hola ―poco más le escupió la palabra―. ¿Ahora si vamos a bailar?

―No te preocupes, Rosé-ah ―habló ahora HyeRi, fingiendo incomodidad―, ya me di cuenta de que no soy bienvenida aquí. Por eso te decía que nuestro trabajo lo hiciéramos en mi departamento.

¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeé? ¿Trabajo de qué?

Su cuello casi se quebró al mirar a Rosé, con su mano apretándole un poco el hombro en un gesto disconforme. Rosé la miró con cara de que se tranquilizara.

―El trabajo que te conté ―le explicó Rosé―, pero lo haremos en la biblioteca. No es necesario ir a tu departamento, HyeRi...

Mmm... ―la omega roba-novias puso una expresión triste―, pero quería mostrarte algo, Rosé-ah...

―¡Ya, vamos a bailar! ―rabió Lisa, ahora sin importarle si estaba siendo grosera y pesada―. ¡Y tú, vete al diablo! ―añadió, y tiró de Rosé, que por la sorpresa apenas barboteó algo y no alcanzó a despedirse mientras que HyeRi las observaba con incredulidad.

Arrastró a Rosé mientras refunfuñaba por lo bajo, llevándola a mitad de la pista y abrazándola por el cuello. Su novia comenzó a regañarla, pero Lisa no quería escucharla y, por lo mismo, le estampó un beso en la boca que pronto escaló a meterse las lenguas y emitir gruñidos bajos.

―¡Oigan, consíganse un cuarto! ―gritó JiSoo, que pasó por allí llevando de la mano a Jennie.

Se separaron con un chapucero ruido. Rosé le miró con los ojos oscurecidos, pero Lisa seguía algo enfadada.

―¡Odio a HyeRi! ―le comenzó a sisear la omega―. ¡No quiero que hagas más trabajos con ella!

―Lils ―gruñó Rosé―, es una amiga...

―¡Claro que no lo es! ―Lisa empezó a balancearse al ritmo de la música y Rosé la abrazó por la cintura―. Te hace ojitos todo el día, ¡Y no entiende que tú eres mi novia!

―Ella lo sabe.

―Ella te quiere robar ―Lisa sentía el loco impulso de agarrarla y esconderla tras su gran colita de ardillita, como si Rosé fuera una bellota―. ¡La odio!

Mmmm ―Rosé hizo un gesto con su boca, como si la estuviera desestimando, pero Lisa no pudo evitar relajarse cuando la alfa la acercó más y apoyó su cabeza contra su hombro―, ¿De qué te preocupas, Lili? Tú eres mi linda omega. Jamás te cambiaría por nadie.

La menor se recostó contra ella, devolviéndole el abrazo y meciéndose al ritmo de la música. Sabía que Rosé tenía razón y los celos le hacían actuar de manera muy irracional, casi un poco demasiado infantil, pero no podía evitar comportarse así, ¡Le enojaba mucho que miraran demasiado a su novia! Rosé igual solía ser algo celosa, aunque era algo distinto, creía la omega, porque su novia era muy atractiva y eso atraía a cualquier omega. Todos encontraban guapa a Rosé, ¡Porque lo era, evidentemente! Pero ella, por el contrario, no atraía muchas miradas. Era...

Sintió a Rosé gruñir contra su hombro.

―Siento tu inseguridad ―le murmuró Rosé―, y no te atrevas a seguir ese hilo de pensamientos, Lisa, o me enfadaré también.

―Tú sabes...

―... ¿Cuándo Mina te coqueteaba tan descaradamente que quería arrancarle la cabeza de un mordisco? ―recordó Rosé―. ¿O ese chico alfa de hace meses que te compró un helado?

―TaeYang lo hacía por amabilidad.

―Lo hizo porque te estaba cortejando ―los ojos de Rosé brillaron―, porque eres preciosa y todos deberían admirarte, Lalisa.

Antes de que pudiera discutirle, otra vez se besaron escandalosamente, con Lisa jadeando un poco ahogada al percibir la lengua entrando en su cavidad bucal. Rosé le agarró con más fuerza por la cintura, gruñendo de nuevo, y la omega cerró sus ojos para abrazarla por el cuello.

―¡Qué vayan a un motel, par de cochinas! ―gritó JiHyo, apareciendo y arrastrando a Somi a la pista de baile mientras ChaeYoung protestaba.

Se alejaron con los ojos oscurecidos y ni siquiera se detuvieron a conversarlo: salieron lo más rápido que pudieron del gimnasio, hacia la salida de la universidad, con las feromonas alborotadas. Rosé no se dio cuenta, pero cuando iban saliendo, HyeRi estaba cerca de la puerta y los ojos de ambas omegas se conectaron.

Lisa, por supuesto, hizo lo obvio: le sacó el dedo del medio junto con la lengua, viendo con orgullo la manera en que el rostro de la omega se deformaba por la ira.

Se apresuró a salir tras Rosé, evitando así una posible pelea de omegas. Aunque por defender a su alfa, Lisa sería la omega más valiente del mundo.

Pidieron un taxi, que para fortuna de ambas, pareció notar que la pareja quería llegar pronto a su hogar, así que apretó el acelerador. Estuvieron en su departamento en menos de veinte minutos, y entraron al lugar volviendo a besarse con salvajismo.

Las últimas veces que se habían acostado resultó más salvaje y feroz que antes. Ahora que ambas se establecieron en una relación duradera, el sexo también evolucionó a algo un poco más animalesco y revoltoso. Rosé emitía profundos gruñidos de su garganta, provocando a la omega y haciendo que lubricara con fuerza. Por lo mismo, las prendas de ropa no tardaron en caer al suelo y las dos estaban acostadas en la cama. Lisa chilló cuando sintió una mordida en su labio inferior y las manos de la alfa amasando su culo.

―Por Dios, que gorda me pones la polla, Lisa. ―le gruñó Rosé, y Lisa se rió entre gemidos al sentir la, efectivamente, gorda polla de la alfa contra su entrepierna.

―Amo tu polla ―afirmó la omega, abriendo sus piernas para que se acomodara en ella―, la amo... Oh... Tan dentro de mí...

Nuevos gruñidos roncos, con los dientes de la alfa rozando su cuello. Había algo extrañamente excitante en eso, pensaba Lisa, en que su vida estuviera tan a merced de una carnívora como Rosé (sabía que nunca le haría daño, pero Santo Dios, le provocaba tanto la sensación de peligro).

A Lisa le encantaba tener sexo con Rosé. Desde la primera vez, y a pesar de que muchas veces la timidez le ganó, los momentos de intimidad con la Australiana los amaba porque le hacían sentir muy deseada y amada. Vivió gran parte de su vida creyendo que jamás sería deseada por ningún alfa debido a su cuerpo, y a pesar de que a veces todavía tenía esos pensamientos invasores, sabía que muchos de ellos eran ideas preconcebidas sin fundamento alguno. En especial, esos pensamientos se esfumaban cuando veía el endurecido miembro de la alfa gotear por ella.

Cuando la sintió rozar su agujero, emitió un escandaloso chillido de ardilla, oyendo las risitas de Rosé por lo mucho que temblaba bajo ella. Al volver a besarla, la alfa no tardó en deslizarse dentro de su húmedo coño, y los ojos de la omega revolotearon por lo bien que se sentía eso.

―Dios, eres tan... Tan deliciosa... ―le gruñó Rosé, encantada por la manera en que la entrada de Lisa le apretaba―. Que ganas de... De comerte, bebé...

―¡A-Anúdame! ―pidió Lisa, jadeando sin control alguno cuando Rosé empezó a embestirla―. ¡Lléname, alfa!

Rosé volvió a reírse, comenzando a mecer sus caderas contra Lisa, y la omega sólo la abrazó con fuerza, como queriendo que no se alejara demasiado de ella. Era una de las cosas favoritas de la menor cuando se acostaba con su novia: sentirla tan cerca, siendo una sola en ese momento.

Pudo sentir los labios de la alfa deslizándose otra vez por su cuello, los colmillos rozando su glándula de feromonas, y su agujero se apretó de manera automática alrededor de la polla de Rosé. El gruñido de la alfa le sacó un estremecimiento y echó su cuello hacia atrás, temblando por las constantes embestidas y la forma en que la gruesa verga de la mayor golpeaba contra su sensible coño.

―Dios ―le escuchó murmurar―, mira cómo me tienes, Lis ―Lisa miró, entro sus ojos nublados y húmedos por el placer, el rostro de Rosé. La alfa tenía el cabello sudoroso, los ojos afiebrados y la cara enrojecida―, eres tan hermosa ―un nuevo beso en la boca―. ¿Puedo preñarte? Déjame preñarte...

Lisa soltó un par de risas jadeantes.

―¡Bu-Bueno, ya! ―gimoteó la omega―, ¡Préñame, alfa! ¡Anúdame y... Y préñame!

Rosé emitió un nuevo gruñido y Lisa soltó una queja enorme al sentir cómo se detenía.

―¡Oye, no... No pares...! ―reclamó la omega, medio enfadándose.

―Móntame ―dijo Rosé, y la menor abrió sus ojos con fuerza―, vamos, móntame. Quiero verte rebotar en mi polla...

―¡No seas tan sucia! ―chilló la omega, avergonzada, y Rosé la miró con cara de que no fuera idiota. No pudo evitarlo, y Lisa le dio un golpe―. ¡Hablo... Hablo enserio!

―¿Sucia? ―una sonrisa malvada se extendió por el rostro de la alfa―. Puedo ponerme muy sucia, peor de lo que crees ―con esa sonrisa maldadosa Rosé se inclinó, sus ojos brillando tan ferozmente―. ¿Quieres que hable de lo mucho que me pone verte tan húmeda por mí, pequeña cosita pervertida y linda?

Lisa iba a darle un nuevo golpe, y las ganas no le faltaron cuando sintió la manera en que producía más lubricante. Rosé lo sintió, por lo que su sonrisa más grande de ser posible. Lisa iba a pegarle hasta que le escuchó hablar.

―Vamos, ¿Quieres montar mi polla? ―no sonaba a una sugerencia―. Sé que tu coñito goloso quiere tragarse mi verga, siento lo mucho que le encanta.

Lisa la mataría. Luego de que follaran, agarraría una almohada y la asfixiaría por hacerle eso. Pero por supuesto después de que le hiciera tener su orgasmo.

Rosé pareció adivinar sus pensamientos, porque la sonrisa no se borraba de su rostro. Antes de que Lisa pudiera quejarse, la alfa le agarró de la cintura y tiró de ella, arrancándole un gemidito bajo al enterrarse más dentro de su coño. De pronto, Rosé se estaba recostando en la cama, y Lisa se encontraba encima de ella, y por Dios, quiso no hacerlo, pero la omega no tardó en mover sus caderas.

―Eso, así, así ―alabó Rosé con un gruñido―, te ves tan sucia rebotando en mi polla, cariño...

Lisa apoyó sus manos en los pechos de la alfa, jadeando y queriendo que el pene de la mayor llegara tan profundo en ella. Quería demasiado que la anudara.

―¡Alfa! ―gimió Lisa―. ¡Alfa, por fa-favor!

―Depende de ti ―gimoteó Rosé, agarrándole con más fuerza de la cintura―, vamos, sólo fóllate con más fuerza, bebé... Déjame llenarte con mi semen y anudarte para dejarte preñada...

―¡Sí, sí! ―sollozó Lisa, y ya sin pensarlo, se dedicó a mover con más fuerza su cuerpo, levantándose con sus muslos y cayendo con fuerza en la polla de Rosé―. ¡Ah, a-alfa!

Rosé sólo emitió otros gruñidos salvajes y a Lisa le encantaba mirarla para ver sus colmillos asomarse por entre sus labios, con los ojos entornados y luciendo tan salvaje. A la omega le encantaban las características de pantera de su novia, y quizás una de las cosas que más amaba era sentir las púas en la base de la polla de Rosé. Siempre lograba hacer que el placer aumentara hasta un punto inimaginable.

Ahora no fue la excepción: cuando Lisa logró que gran parte del pene de Rosé entrara en ella, bastó para hacerla llegar al cielo. Al sentir las protuberancias rozar los bordes de su entrada emitió un gemido demasiado escandaloso, y Rosé tiró de ella, hacia abajo, para morderle su marca. Lisa chilló, pero terminó por estremecerse, sollozar y correrse con un squirt en el pecho de la alfa, antes de sentir a la Australiana meterle la polla lo más profundo posible para correrse en ella y anudarla.

Los dientes de Rosé se enterraron un poco más en ella, y Lisa trató de aguantar un poco el leve dolor. Ya se había acostumbrado a las mordidas de la alfa, y es que eso era algo que no podía decirle que no hiciera, porque era parte del instinto de su novia: a los carnívoros le encantaban las mordidas y marcar lo más posible a sus parejas. Incluso tuvieron una leve discusión cuando, una vez, Somi apareció con un collar de marcas en su cuello auspiciado por ChaeYoung.

¿No te duele? ―le había preguntado Lisa al mirarla, admirando de cerca las mordidas de ChaeYoung.

Somi sólo se encogió de hombros.

Duele un poco ―admitió―, pero ahora, me gusta como se ve. Me hace sentir segura y protegida por mi alfa.

Lisa sorprendió a Rosé mirando el cuello de Somi con una expresión extraña en sus ojos. No quiso preguntárselo enseguida para no verse impertinente, pero cuando regresaron a casa, no pudo evitarlo.

¿Puedo hacerte un collar de marcas? ―le preguntó Rosé, algo recelosa.

La omega enmudeció, algo atónita por la petición.

¿Por qué quieres hacerlo? ―preguntó sorprendidq.

Los alfas carnívoros... Tenemos una necesidad por hacerlo ―explicó Rosé con cuidado―. Se da más en los lobos, pero en general, es una manera de reclamar parejas y hacerle saber a todo el mundo que son omegas ya tomados.

A Lisa le pareció un poco raro, pero por sobre todo, le generó mucho pavor también. La omega tenía poca tolerancia para el dolor en general, y le daba mucho miedo desangrarse con algo como eso. Era estúpido, lo sabía, pero no podía evitar tener ese pensamiento de que podía generarle la muerte o algo así.

Rosé insistió poco, pero al ver que Lisa realmente no quería, dejó de hacerlo. Sin embargo, la omega fue cambiando de opinión poco a poco al ver que Somi aparecía más seguido luciendo su cuello.

La alfa no los hacía seguido, sólo cuando se sentía muy posesiva. Hubo una ocasión especial en que lo hizo, que fue cuando hubo una junta de compañeros de secundaria, todos fueron y, al saber que Mina también iría, le rogó e hizo un berrinche para que Lisa le dejara marcarle el cuello en mordidas. La omega terminó aceptando sólo para que Rosé dejara de gruñir cada dos por tres al hablar.

Al final, no lo valió de mucho, porque Mina fue con su nueva pareja. Lisa no podía creerlo cuando la vio llegar de la mano con otra alfa llamada NaYeon, que era una híbrida de conejo. Incluso Rosé quedó incrédula con eso.

¿Quién crees que le dé a quién? ―le susurró Jennie.

¡No seas grosera! ―chistó Somi―. ¡Obvio que el conejo, por supuesto!

¡Claro que no! ―intervino Lisa―. ¡Mina debe ser la que le da!

Somi y Lisa se enfrascaron en una discusión, sólo para que terminara ganando Somi cuando vieron a NaYeon agarrando a Mina de las caderas con una expresión sucia.

Por supuesto ―razonó Jennie―, los conejos son los calientes.

Eso indignó a Somi como no se imaginan.

De cualquier forma, Lisa ya aguantaba mejor las mordidas de Rosé. Lo soportaba mejor cuando lo hacían mientras se acostaban, con ella anudando y el placer a flor de piel, confundiendo así levemente las sensaciones.

Mmm... ―gimoteó Lisa sintiendo el esperma llenándola―, Ro-Rosé...

Rosé gruñó, todavía mordiendo su cuello. A Lisa le sorprendía un poco lo mucho que perdía el sentido su alfa en el sexo, volviéndose un poco más animal que de costumbre.

―Tendrás que... Que limpiarme después ―reclamó la omega apenas, y cómo respuesta Rosé movió sus caderas para que el nudo entrara más―. ¡O-Oye!

Más gruñidos. Lisa rodó los ojos.

Finalmente, cerca de quince minutos después, el nudo bajó y Rosé dejó de morderle. Lisa no se quitó de encima, porque sabía que apenas lo hiciera, el semen en ella se filtraría hacia fuera. Sintió las suaves lamidas de la alfa en su cuello, como si quisiera aliviar ese dolor. La omega se enderezó levemente y le dio un beso en la boca.

―Me encanta el sexo por celos ―dijo Rosé cuando dejó de besarla―, eres tan linda, Lis.

―Claro que soy linda ―Lisa soltó una risita, un poco orgullosa de sí misma―, ¿No me lo dijiste? ‹‹cosita pervertida y linda›› ―la miró ahora con mala cara, agarrando la almohada―. ¡Como vuelvas a decir eso para avergonzarme, te morderé la polla, idiota!

Rosé sólo gritó cuando Lisa comenzó a ahogarla con la almohada, sin poder creer que su pequeña ardillita se abochornara por algo tan tonto como eso. En fin, las cosas que soportaba por amor.

A qué no se esperaban ese minayeon, ehhhhhhhh? XD

¡Gracias por leer!

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