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22.

Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse.

―Rosé, ¿Prometes que no vas a dejarme?

―Claro que no, bebé. ¿Por qué te dejaría?

―No lo sé...

Rosé suspiró y se arrodilló en el césped. Lisa parecía muy afectada, con los ojos llorosos y un puchero en sus labios, que temblaba cada tanto. Se veía que estaba a punto de llorar, y eso le rompía demasiado el corazón a la alfa. Odiaba tanto cuando su novia se ponía a sollozar, ya fuera por cualquier cosa.

―Te amo ―le dijo Rosé, seria, y le dio un suave beso en la boca―, y quiero estar contigo para siempre, ¿Bueno?

―¿Para siempre, siempre, siempre? ―insistió Lisa, recibiendo más besos en sus labios. Eso, de alguna forma, le ayudaba a relajarse y pensar en otras cosas.

―Para siempre, siempre, siempre ―confirmó Rosé, sacándole unas risas suaves a la omega―. ¿Qué tal si después te quedas en mi casa, bebé? Sólo si quieres...

―¡Sí, me encantaría! ―chilló Lisa, feliz―. Me gusta dormir contigo, ¡Eres tan calientita! Y me gusta cuando ronroneas, Rosie.

Rosé sintió un poco de vergüenza ante sus palabras, como si las palabras de su novia le pusieran vulnerable. Ella no era mucho de ronronear, pero no podía evitarlo cuando se trataba de Lisa, además de que se dio cuenta de que era una forma de relajarla.

Lo que más quería, en ese momento, era que no se preocupara de muchas cosas. Al día siguiente tenía su primera hora con su nueva psicóloga, que su mamá buscó para la muchacha, y Lisa estuvo toda la semana muy nerviosa. Lisa quiso esquivarlo de mil formas, pero a fin de cuentas, Rosé le insistió tanto que terminó aceptando ir a regañadientes. La alfa comprendía que fuera difícil, que le provocara muchos nervios y pánico a su pareja, y por eso mismo, estaba allí para apoyarla.

―¡Liiiisa! ―gritó Somi, apareciendo con la respiración agitada―. ¡Necesito que me escondas!

―¿Cómoooooooooooo?

Lisa no tuvo tiempo para preguntarlo, porque Somi se convirtió en conejito y comenzó a luchar para meterse en su mochila. De paso, le sacó todos los cuadernos a pesar de sus quejas, y Lisa le puso el cierre, amontonando lo que antes estuvo en el interior. Rosé trataba de reprimir una sonrisa.

―¡Oigan, ustedes!

Se sobresaltaron al escuchar la indignada voz de JiHyo, que llegó con el ceño fruncido. Lisa se puso de pie, recogiendo sus cosas y colgándose la mochila en el hombro.

―¿Por qué estás interrumpiendo mi sesión de besos con Lalisa? ―preguntó Rosé, y la omega se coloreó de rojo.

―¡Unnie! ―chistó.

―Estoy buscando a Somi, ¡Me debe algo! ―se quejó JiHyo, mirando a su alrededor―. ¿No la han visto?

―No ―dijo Lisa, agarrando la mano de Rosé para ayudarla a ponerse de pie―. Es decir, la vimos pasar, pero desapareció entre los arbustos.

Mmm ―JiHyo le miró con sospecha―. ¿Y por qué llevas tus cuadernos allí y no en tu mochila?

Lisa abrió la boca, sin saber exactamente qué decir, pero Rosé intervino.

―Es que le regalé un nuevo juguetito para que lo use cuando me extrañe, y no le cabía con las cosas dentro. ―dijo la alfa, moviendo sus cejas de manera sugerente.

El rubor en el rostro de Lisa empeoró, chillando por la indignación y golpeando en el brazo a Rosé, que soltó unos quejidos. JiHyo rodó los ojos.

―¡Cochina! ―acusó, y se dirigió a los arbustos―. ¡Somi, regresa aquí, coneja aprovechadora!

La omega se fue al interior del edificio todavía medio enfadada con Rosé por haber dicho eso, que sólo se reía con suavidad a pesar de los golpes que recibió.

―No seas así, Lils ―le dijo Rosé―, fue sólo para despistarla.

―¡Eres muy mala conmigo! ―se quejó Lisa, quitándose la mochila y dándola vuelta. Una conejita cayó al suelo de forma desordenada, y de pronto, apareció Somi soltando un chillido.

―¡Qué estafa! ―exclamó―. No había ningún juguetito dentro de tu mochila, Unnie.

―¡Jeon Somi! ―protestó Lisa.

―¡Te pillé, MiMi!

JiHyo apareció de pronto, con una sonrisa maquiavélica, y Somi palideció. Parecía a punto de escapar, sin embargo, cuando se dio vuelta, chocó de llenó con ChaeYoung. La conejita, en pánico, volvió a su forma animal y la híbrida de lobo la sostuvo con fuerza contra su pecho.

―JiHyo Unnie ―comenzó a regañar ChaeYoung―. ¿Otra vez persiguiendo a So? ¡Déjala, o te meará encima!

―¡Somi me debe algo! ―reclamó JiHyo―. ¡Y tú deja de defenderla! No te metas entre mi novia y yo.

―¡¿Tu novia?! ―ChaeYoung bufó―. ¡Es mi novia!

―¡Es mía! ―gritó Jennie de pronto, arrancando a Somi de los brazos de ChaeYoung. La pobre conejita gritó―. ¡Te voy a comer, MiMi!

JiSoo apareció y le agarró la oreja a Jen, que se quejó.

―¿Qué hemos dicho de comernos a nuestras amigas, Nini? ―le dijo con ternura.

Lisa suspiró, murmurando un ‹‹que desastre más grande de híbridas››, y para fortuna de Somi, el timbre tocó en ese momento. Jennie se escabulló de JiSoo, agarró la mano de Lisa y tiró de ella, sin dejar de llevar a Somi en brazos.

―¡No hay que llegar atrasadas a clases! ―se despidió, a pesar de que Jen siempre llegaba tarde a sus clases.

En ese momento, tenían clase de biología, que les tocaba con los del otro salón. En dichas clases, los cursos se dividían en herbívoros, carnívoros y omnívoros. Jennie las dejó en el salón de herbívoros, revolviéndole el cabello a Somi cuando se transformó en humana otra vez.

―¡Me salvaste, Jen! ―dijo Somi, abrazando a la zorrito.

―Claro que no ―Jen se rió―. Nos debes una explicación a mí y a Lisa, ¡¿JiHyo y ChaeYoung te follaron juntas o no?!

Del entusiasmo, la zorrito lo dijo casi gritando. Somi se puso rojita, como un tomate, mientras a su alrededor los estudiantes se giraron a verlas. Lisa quería desaparecer de su lugar.

―¡Cla-claro que no! ―dijo Somi.

―¡Te está creciendo la nariz, por mentirosa! ―acusó Jennie―. Conejita golosa.

Somi chilló por la indignación y le pegó en el hombro a la híbrida de zorrito, que decidió huir antes de acabar muerta. Lisa empujó a la conejita dentro del salón, mascullando maldiciones y groserías por el descaro que tuvo Jen para decir esas cosas.

―Somie ―le susurró Lisa, pocos minutos después cuando la profesora llegó y empezó con su clase―, oye...

―¿Qué pasa? ―preguntó Somi, desganada.

―Tú ya lo has hecho con ChaeYoung, ¿Cierto?

Al menos, Lisa tuvo la decencia de decirlo en voz baja, sólo para que su amiga escuchara. Aún así, el rostro de la conejita volvió a ponerse colorado.

―¿Por qué quieres saber eso? ―le preguntó Somi.

Lisa mordió su labio inferior, con vergüenza también por la situación. Hace mucho que quería preguntárselo a Somi, pues de las tres, parecía la más experta. Es decir, no es como si la omega fuera alguien sexualmente activa, pero al ser conejita, tenía algunas... Necesidades que satisfacer. Y desde que estaba con ChaeYoung, que parecía más llena de feromonas alfas a su alrededor.

―Es que... Uh... ―miró a la profesora, que les hablaba sobre...

―¡EL APAREAMIENTO! ―dijo la profesora, una híbrida de jirafa, entusiasmada―. El apareamiento es algo normal en todas las especies de animales, ¡También puede ser considerada una necesidad muy básica! Cuando encuentren a sus parejas, ya sean alfas u omegas, ¡Puede que quieran tener un momento muy especial como ese! Pero ¡Recuerden, niños y niñas! ¡La protección es muy importante!

―Profesora, ¿Es cierto que los conejos viven apareándose? ―preguntó HeeSeung, que era un híbrido de gacela, tan elegante y guapo.

―¡POR SUPUESTO QUE NO! ―saltaron los conejitos de la clase: Somi, JeongGuk, HeeJin, MiYeon, NaYeon y MinHo.

HeeSeung hizo un puchero. La profesora tuvo que calmar la clase.

―No hagan preguntas descaradas, niños y niñas ―regañó la profesora―. Aunque según un estudio, los híbridos de conejitos son los primeros en tener su contacto sexual, um...

Somi golpeó su frente contra la mesa. Favorablemente, la mujer pasó a otros temas, hablando sobre la protección en el sexo.

Lisa, todavía metido en sus ideas, le golpeó el costado a Somi para llamar su atención, que se veía más que aburrida en la clase.

―¿Pero lo has hecho o no? ―le susurró.

―Sí ―admitió Somi a regañadientes―, ¡Pero eso no significa que sea una caliente!

Lisa chistó para callarla. No quería que nadie, por casualidad, escuchara lo que ellas tuvieran qué decir.

―¿Y cómo es? ―preguntó, y puso cara deprimida―. ¿Es bueno o no, Enik?

Somi pareció adivinar el motivo por el que se lo preguntaba, porque de inmediato, su expresión se volvió suave y amable. Lisa no sabía por qué, pero de pronto, sintió muchas ganas de llorar.

―Claro que es bueno, si lo haces con alguien que te gusta ―le dijo Somi, antes de bajar un poco la voz―, pero no es necesario que lo hagas ahora, Lili. Si no estás preparada, siempre puedes esperar.

La híbrida de ardilla, para comenzar a distraerse, comenzó a dibujar en el cuaderno. Además, le ayudaba a fingir que estaba escuchando a la profesora. Ahora hablaba sobre los cambios que uno solía experimentar al momento de crecer, cómo el apetito sexual que aparecía con los celos. En los alfas eran dos veces al año, cada seis meses, mientras que para los omegas, cada tres.

―Si sé ―dijo Lisa, triste―, pero Somie, tengo muchas ganas de hacerlo con Rosé. Me gusta mucho. Pero... ―apoyó su mentón en sus manos―. Pero no sé si yo le guste tanto.

―¡Qué dices! ―Somi sacudió su cabeza, desaprobando―. Rosé está loquita por ti, Lili. De verdad, cada vez que te mira, es como si quisiera comerte.

Antes, esas palabras le habrían provocado un montón de miedo y pánico. Sin embargo, ahora, le hizo sacar una pequeña sonrisita, pues sabía que sólo era una forma de decirle lo mucho que le gustaba. Eso esperaba.

―¿Tú crees?

―Claro que sí ―la conejita afirmó con la cabeza―. Se relame los labios cada vez que te ve.

Bueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeno, eso ya era terrorífico.

Aunque le gustó bastante oír esas palabras, a pesar de todo. Le gustaba saber que, a pesar de todo, Rosé podía desearla sexualmente. Tal vez podía ser un poco tonto, algo sin sentido, pero le hacía muy bien a su autoestima. Ser deseada era algo que durante mucho tiempo no pensó que fuera posible para ella, y que ahora una alfa se interesara en ella de esa forma, provocaba que todo su omega sintiera mariposas.

―¿Cómo lo haces tú y ChaeYoung? ―susurró.

Somi enrojeció levemente.

―Pues sólo me dejo llevar ―contestó la conejita―, ChaeYoung es muy apasionada. Ella sabe muy bien cómo hacerme feliz.

Lisa no pudo aguantarlo y chilló de la emoción, haciendo que la profesora la regañara con fuerza. Pero a la omega no le importaba demasiado, porque valió la pena al notar cómo la omega se ponía mucho más roja.

Al final, le quedó pendiente hacer una tarea extra como castigo por su interrupción. Vieja amargada.

Como era la última clase del día, corrió al salón de Rosé, que también tenía biología, pero de carnívoros. Aunque no fue una gran idea, porque se encontró con las idiotas de SeulGi y SeungAh, que aullaron al verla.

―¿Qué haces por acá, gordaaaa? ―se burló SeulGi, saltando a su camino.

―De-déjame en paz. ―dijo Lisa, queriendo seguir caminando para ir al salón.

―Sabes, tu aroma se ha puesto más dulcecito ―SeulGi la agarró del hombro―. Ya no me dan ganas de golpearte, sino de follarte el coño húmedo que debes tener.

Lisa chilló y empujó a SeulGi, palideciendo ante sus palabras.

―¡Quítate, asquerosa! ―le gritó, espantada.

Sus palabras provocaron que la sonrisa burlona de la alfa desapareciera, poniendo una clara expresión de enojo. Lisa se asustó, sabiendo que estaba a punto de recibir un nuevo golpe.

―¡Si... Si me golpeas, Rosé te romperá la nariz! ―barboteó la omega de forma repentina―. ¡Y yo... Yo te morderé las orejas, imbécil!

Ni siquiera sabía de dónde sacó ese último momento de valentía, pero sirvió para detener cualquier acción en su contra. SeulGi parecía completamente atónita ante sus palabras, pues era la primera vez que Lisa se defendía ante sí.

―¡Vámonos, viene Rosé! ―gritó SeungAh, y eso fue suficiente para que las dos hienas salieran corriendo.

El corazón de Lisa latía de forma acelerada, quieta en su lugar, y ni siquiera se sobresaltó cuando Rosé apareció, con una clara expresión de preocupación.

―¿Bebé? ―preguntó, inquieto―. ¿Te hicieron algo, cariño?

―¡No! ―dijo Lisa, mirándola sorpresivamente―. No, Rosie, no... ―parpadeó, desconcertada―. ¡Las enfrenté, RoRo!

Rosé ladeó la cabeza, viéndose desconcertada por lo que escuchaba, pero le tomó la mano para llamar su atención.

―¿La enfrentaste? ―preguntó la alfa.

―¡Sí! ―Lisa la abrazó―. La amenacé con morderle las orejas.

Su pareja se veía más que confundida ante su declaración, pero a Lisa no le importaba. La omega le dio un pequeño beso.

―¿Morderle las orejas?

―¿Quieres que te muerda las orejas? ―amenazó Lisa, antes de reírse al ver la sonrisita de Rosé.

―No, no, no ―Rosé le devolvió el beso―. ¿Vamos?

El omega asintió, feliz y contento por haber tenido un pequeño triunfo hoy.

Cuando llegaron a casa de la alfa, se dio cuenta de que no había nadie más. Eso, sorprendentemente, no le provocó ningún sentimiento negativo, así que subió al cuarto de Rosé, con la alfa detrás, y se lanzó en su cama.

―Podríamos pedir pizza ―sugirió Rosé, quitándose la mochila―, ¿O quieres algo más?

―¡Pizza estaría bien! ―animó Lisa―. Uh, ¿A qué hora vendrán tus papás?

¿Ah? ―Rosé la miró―. Ah, me avisaron que no van a venir, se quedarán con mi abuela.

Lisa lo observó con sospecha.

―¿De verdaaaad? ―enarcó una ceja―. ¿Y Jake?

―Va a quedarse con unos amigos. ―Rosé fue hacia su escritorio, fingiendo ordenar sus cuadernos.

―¡Vaya, qué casualidad! ―exclamó Lisa―. ¿No es toda una gran coincidencia?

―¿Coincidencia? ―Rosé se giró con una sonrisa divertida―. ¿Qué está insinuando mi linda y sexy novia?

Esa última frase le arrancó una risa escandalosa, queriendo decirle a Rosé que no bromeara con eso, pero recordó lo que le dijo Somi antes. ‹‹cada vez que te mira, es como si quisiera comerte››. ¿Era posible que una alfa como Rosé, tan atractiva y hermosa, pudiera fijarse en una omega cómo ella?

―Tal vez... ―Lisa aventuró―. Que me trajiste aquí para seducirme.

―¿Seducirte? ―Rosé se le acercó y Lisa se tendió en la cama. Casi de inmediato, la alfa apoyó sus manos en la colcha―. Hoy estás muy atrevida.

Lisa volvió a reírse, pero se quedó callada al recibir un repentino beso. Fue un beso distinto a los que solía recibir, más lento, suave, pero también caliente. Lisa lo pudo sentir enseguida. Sin embargo, no le asustó, y le hizo querer mucho más. Rosé besaba muy bien.

Rosé se alejó, como esperando que Lisa se echara para atrás, pero la omega sólo emitió un suave gemidito, alentándola a más. La mayor gruñó roncamente, sin embargo, la ardillita la abrazó por el cuello, y sus labios chocaron con un poco más de fuerza ahora. El beso se volvió lascivo, un poco sucio, y la chico comenzó a sentir un poco de humedad en su entrada.

―Rosie... ―susurró, sintiendo ahora húmedos besos en su cuello.

―¿Mucho, bebé? ―ronroneó Rosé.

―Noooooo... ―Lisa suspiró―, sigue, sigue...

La alfa besó sobre su cuello, en su glándula, y la omega dejó salir un jadeo de placer, con su estómago dando vueltas por los toques que estaba recibiendo. ¡Qué bien se sentía eso! Los besos de Rosé eran, realmente, muy curativos.

Otro beso más en la boca, e hizo un extraño ruido sonó en su garganta, que Lisa reconoció enseguida como excitación. Cuando estaba caliente, hacía unos extraños ruidos, como los que hacían las ardillas cuando estaban felices. Pero Rosé no los conocía, así que se alejó, algo sorprendida por lo que acababa de ocurrir. La chica se sintió enrojecer.

―Si-significa que... que me... me gusta... ―trató de explicar.

―Hazlo otra vez. ―pidió Rosé.

―¿Qué?

―Hazlo otra vez ―repitió lq alfa, pero pareció entender de pronto que los ruidos los hacía de forma involuntaria, así que se subió encima de ella, y comenzó a batallar para quitarle el suéter―. Oh, bebé...

Lisa sentía que estaba soñando, que estaba en una enorme nube de algodón que flotaba en el cielo, y le llevaba más y más arriba. Qué bonito se sentía, pensó cuando el suéter cayó al suelo y quedó con una playera ligera, que mostraba mucho más su cuello. Rosé se inclinó y la besó allí, en su piel, y soltó un nuevo ruidito de ardillita.

―Te amo, te amo tanto...

―¡¿HAY ALGUIEN EN CASA?!

Rosé saltó en su lugar, espantada, y Lisa chilló por la sorpresa. La persona que habló, una voz masculina, le fue totalmente desconocida, pero al parecer, la alfa debía conocerla, porque palideció.

¡Oh, no! ―exclamó―. ¡Escóndete, Lili!

―¿Cómo? ―la omega tuvo un breve pensamiento de horror, ¡Debía ser él prometido de Rosé!

―¡Es mi hermano mayor, Christopher! ―dijo Rosé, espantada.

―¡¿POR QUÉ HUELE A FEROMONAS EN LA CASA?! ¡¿ROOOOOOOOOSÉ?!

―¡Sal por la ventana, Lalisa! ―gritó Rosé, pero Lisa estaba tan confundida, que se quedó quieta en su lugar. ¿Qué demonios?

La puerta se abrió estrepitosamente y un guapo, elegante y alto híbrido de pantera, entró. Lisa se dio cuenta de que llevaba unos converse de plataforma gruesa, por eso se veía tan grande.

Por el susto repentino, Lisa se transformó en una ardillita.

―¡¿TE ESTÁS COMIENDO UNA ARDILLA COMO CUANDO ERAS MÁS PEQUEÑA, RORO?! ―chilló Christopher, preocupado.

Lisa corrió a esconderse bajo la cama y Rosé no podía creer en su mala suerte.

¡Gracias por leer!

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