17.
Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse.
La mañana del domingo, Rosé despertó feliz de la vida porque por fin, luego de tres semanas, su prima JiHyo se marchó de su hogar.
El día anterior se mudaron ya de forma definitiva a su nuevo hogar, y Rosé no cabía en su felicidad, porque ya no soportaba a la irritante de JiHyo. Ahora, lo que necesitaba era paz, tranquilidad y silencio.
―¡Mamá, el agua del baño sale fríaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Frunció el ceño al escuchar el grito de su hermano menor, Jake, y quiso cubrirse con las mantas para seguir durmiendo por lo menos otra hora más. Anoche se quedó conversando hasta tarde con Lisa a través del teléfono sobre cualquier tontería. Rosé era feliz escuchando la voz de su novia hablándole de lo que quisiera.
―¡Rosé, despierta! ―la puerta de su cuarto fue abierta por su padre―. ¡Hoy es día de caza!
Gimoteó por el disgusto de verse interrumpida otra vez, y más porque olvidó totalmente que era el primer domingo de diciembre. Todos los primeros domingos de cada mes tenían día de caza, un día en que los carnívoros iban a liberar energía a los bosques. Los segundos domingos eran para los herbívoros, mientras que el tercero correspondía a los omnívoros. Ese día era para evitar que otras especies salieran en sus formas animales y pudieran terminar devoradas, siendo algo así como chipe libre para los animales que tuvieran día de caza. Un poco perturbador, pero era la única forma de mantener cierta armonía en los híbridos, pues así soltaban el instinto animal que debían reprimir tanto.
Somnolienta, se puso de pie y bajó a la cocina para desayunar, sin muchas ganas de salir.
―¿Y esa cara? ―preguntó su mamá―. ¿Con quién hablabas tanto anoche? ¡Tus risas se escuchaban por toda la cuadra!
Bufó, desviando la vista y fingiendo entretenerse mientras se servía café.
―Con nadie, sólo...
―¡Rosé tiene novia! ―saltó de pronto Jake, sonriendo maliciosamente―. Vieras como le hacía arrumacos, mamá, ¡Rosé tiene un corazón de azúcar!
Se coloreó ante las burlas de su hermanito, tratando de negarlo a pesar de fallar miserablemente. Su voz era un barboteo torpe y sin sentido, y por la expresión de su mamá, parecía que ella lo venía sospechando desde hacía mucho.
―¿Novia? Ya era hora, RoRo ―suspiró ella, pellizcándole la mejilla e ignorando sus quejidos―. ¿Cuándo nos la vas a presentar?
―Mamá... ―suspiró, tratando de tomar valentía―, Lisa no es... No es una pantera.
―¿No? ―ella se veía tranquila―. ¿Y qué clase de carnívoro es?
―Uh... no es una carnívora. ―Rosé empezó a sudar.
Su mamá le miró, con un brillo de duda en sus ojos.
―¿Omnívoro?
―Herbívora ―corrigió Rosé―. Es... Es una ardilla.
Su mamá se atoró. Pobrecita. Jake, a su lado, tuvo que palmearle la espalda para que no siguiera tosiendo, con los ojos llorosos.
―¿Una ardilla? ¿Un animal pequeño? ―tartamudeó la mujer, sorprendida―. Rosé, ¿Cómo...? ¿Y aceptó tu cortejo? Las ardillas son animales presa, ¡Lo sabes bien! ¿No te comiste una cuando más pequeña?
Ahora Rosé se atoró con sus palabras, negando enseguida que lo último haya ocurrido. No recordaba nunca haber cazado ninguna ardilla, y si lo hubiera hecho, Lisa no iba a enterarse jamás de eso.
―¡Mamá, no! ―gritó, tratando de calmarla―. Lisa y yo somos novias, ¿Está bien? Ya... Ella ya aceptó que no es mi presa y yo la quiero mucho.
―No dudo que la quieras ―concedió Sandara, todavía algo preocupada―. Rosé, no estás bromeando, ¿Cierto?
―Mamá... ―Rosé comenzó a enfadarse―, ¿Qué tiene? Los padres de JiHyo...
―Me preocupa tu felicidad ―insistió ella, y en ese momento, apareció él padre de Rosé, silbando. Jake se mantenía en extraño silencio―. Amor, Rosé tiene novia.
―¡Ya era hora! ―exclamó él hombre―. A ver si con eso se le quita el desánimo que siempre trae encima. Ahora, ¿Y si salimos? No quiero...
―¡Su novia es una ardilla! ―explicó la mujer.
Un instante de silencio entre ellos. JiYong se volteó a ver a Rosé, que tenía el rostro colorado a esas alturas.
―Bueno, ¿Qué tiene? ―preguntó, haciendo un gesto con su mano―. Mientras no te la comas, no creo que haya ningún problema.
Las palabras del hombre la aliviaron y avergonzaron un poco más, pero al menos, asumió ese noviazgo con facilidad. Al fin y al cabo, él hermano del papá de Rosé era el padre de JiHyo.
Su mamá no parecía demasiado contenta con la intervención de su esposo, pero al final, sólo suspiró y desistió con sus intentos.
―Quiero conocerla. ―le dijo mucho más tarde, cuando volvieron de su día de caza.
Rosé tropezó y casi cayó al suelo, pero alcanzó a agarrarse de la pared.
―¡Mamá! ―dijo, escandalizada―. Lisa es una ardilla, ¡La asustarás!
―Bueno, ¿Y qué pretendes tú? ―comenzó a regañar ella―. ¿No presentarla nunca? O... ―le miró, sospechosa―, Rosé, no es sólo una aventura, ¿Cierto?
Esa idea le pareció horrible desde el inicio, porque Lisa no merecía eso. Jamás sería sólo una aventura, un ratito de entretención. Lisa era más que eso. Era su omega. Su alfa la reconocía como omega, como su pareja de por vida. Lili era su bonita y dulce omega ardillita a la que iba a proteger de todo lo malo en el mundo.
―¡Claro que no! ―dijo, seria―. Lisa es... Es mi omega. Pero mamá... ―trató de explicar―. No quiero que la asusten, ¿Está bien? Lili es... ―apretó sus labios un instante―. La invitaré, pero ella decidirá si venir o no. Además, si viene ―añadió―, no quiero que nadie diga algo sobre su aspecto, ¿Vale? Lili tiene un poco de sobrepeso, pero no quiero que la molesten, o me enfadaré mucho.
Su mamá parecía algo atónita por sus palabras, pero sólo asintió con la cabeza y le prometió que se iban a portar bien. Era un poco gracioso ver la escena, sin embargo, Rosé tenía que asegurarse de que Lisa no la pasaría mal. Lo que menos quería era provocarle más inseguridades, en especial ahora que estaba tratando de bajar de peso.
A Rosé no le importaba realmente si su novia estaba un poco gordita, le gustaba sólo por ser Lisa, y le iba a querer por siempre.
Lisa creía haber escuchado mal.
―¿Cómo? ―preguntó, con su voz temblando.
―Mis papás quieren conocerte, Lils.
No, es que debía estar escuchando mal. Rosé no podía estarle proponiendo esa idea, ¡Era descabellada por cualquier lado que se le mirara! Conocer a sus padres, a su familia, considerando que eran panteras... ¿Y si se la comían?
―No entiendo. ―barboteó, comenzando a ponerse nerviosa. Sus manos parecieron moverse hacia el bolso donde solía llevar sus bellotas, sin embargo, estaba vacío. Estaba tratando de no comer tan impulsivamente esos últimos días.
Rosé le agarró la mano y la llevó a una de las bancas en el parque. Luego de clases la invitó a dar una vuelta, así que lo aprovechó también para hablarle sobre la invitación a su casa.
―Lili ―volvió a hablar―, mis papás te han invitado a una cena para conocerte. Sé que es un poco repentino, pero... ―vaciló un poco―. Pero llevamos más de un mes saliendo, además, y nuestra relación es seria, ¿No es así?
―Sí ―concedió Lisa, con la voz temblando―, pero Rosé, no estoy lista. No...
―¿No quieres conocerlos? ―preguntó Rosé, su expresión cambiando repentinamente―. Porque yo igual quiero conocer a tus papás, bebé, pero...
Lisa miró hacia todas partes, como pensando qué tan grosera se vería si se convertía en ardilla y salía corriendo. Huir era la mejor opción en ese momento.
―Pero... Uh... ¿Tal vez tú no vas en serio conmigo? ―aventuró la alfa, soltándole la mano.
La ardillita la miró y notó el triste rostro de Rosé, luciendo algo deprimida. Lisa quiso romper a llorar por lo que provocó, ¡Ella no quería que Rosé se pusiera así por eso!
Sin pensarlo siquiera un poco, la abrazó de golpe.
―¡Está bien, quiero conocerlos! ―le gritó, desesperada―. ¡Pero no llores, Rosé, por favor! Ven, déjame darte besitos.
―¿De verdad que irás? ―dijo Rosé, abrazando a Lisa también por la cintura y riéndose al recibir besos en las mejillas.
―Sí, sí ―aseguró―. Voy muy en serio contigo, Rosé, ¡Quiero casarme contigo!
Rosé volvió a reírse con ternura al escucharla decir eso, pero sólo aceptó los besos con placer, tan feliz de que Lisa hubiera aceptado esa cena. Iba a poner todo de sí para que saliera bien, porque quería que sus padres aceptaran a su novia como su pareja.
Así que cuando llegó el sábado, preparó todo con extremo cuidado: le recalcó a su mamá mil veces que debía hacerle una comida vegetariana a Lisa, le insistió a su padre que no hiciera chistes malos, y amenazó a Jale de que no la avergonzara, pues suficiente tenía con JiHyo en el colegio. Para su fortuna, su hermano mayor no vivía con ellos, pues estudiaba en otra ciudad, así que no debía preocuparse por él.
Lisa, por otro lado, estaba muy nerviosa para esa cita. Ni siquiera sabía con qué vestir. ¿Debía ir muy elegante o más casual? ¿Y si decían algo relativo a su peso? Tal vez debería ver la forma de esconder su estómago, pero ¿Qué iba a hacer con sus mejillas regordetas? ¿Y si se aplicaba maquillaje? ¿Los padres de Rosé serían tradicionales? ¿Les molestaría que su hija saliera con una chica no muy femenina? ¿O con una chica gorda?
Todos esos pensamientos le estaban a punto de provocar un ataque de pánico.
―Mamá ―tartamudeó―. ¡MAMÁ!
Cinco segundos después, su mamá apareció con una expresión de preocupación.
―¿Qué ocurre, bebé?
―Necesito ayuda ―chilló―. Te-tendré una cita con los padres de Rosé y no sé con qué ir, ¡Necesito ayuda! Mamá, estoy muy asustada, ¿Y si no les gusto?
―Espera ―le interrumpió ella―, ¿Los padres de Rosé? ¿Los conocerás? ―puso una expresión de preocupación―. ¿Y si te comen, bebé?
―¡MAMÁ!
―Vale, vale, la broma no sirvió ―suspiró ella, cerrando la puerta detrás de sí―. Vamos a ver, yo te ayudaré, bebé.
Su mamá le terminó revisando el armario para escoger su ropa, tratando de calmarla lo suficiente y diciéndole que no tuviera miedo en pintarse las uñas, o ponerse ropa que le hiciera sentirse cómoda. Le eligió un bonito suéter celeste con una ardilla tejida en el centro que su abuela le hizo, y unos pantalones negros. Además, le arregló el cabello para que su frente estuviera descubierta y el bonito delineado verde que se hizo se pudiera apreciar.
―Te ves muy bonita ―le halagó su mamá cuando dieron las siete―. Rosé volverá a enamorarse de ti cuando te vea.
Esas palabras la hicieron sonreír levemente, algo sorprendida por lo que significaba. Rosé enamorada de ella. La idea le volvía una gelatina.
―Vamos, no debes llegar tarde. ―animó su mamá.
Lisa agarró su bolsito rojo, dándole un beso a su mamá en la mejilla y gritándole las gracias antes de salir corriendo. Quedó de juntarse con Rosé a una cuadra de su casa, así que tomó un bus que le acercara, y cuando iba llegando, le avisó a su novia, que le dijo que ya la esperaba.
Rosé estaba en el paradero de buses, observándolo, cuando la vio bajar.
―¿Me veo bien? ―le preguntó, tímida y sin atreverse a tomarle la mano.
―¿Bien? ―Rosé le dio un beso―. Estás más que bien, Limario. Estás muy preciosa, más que un ángel.
El lindo piropo la hizo reír, pero sólo agarró la mano de Rosé para dejarse llevar. Trató de no mostrar el miedo que sentía porque las cosas fueran mal, y es que tenía mucho miedo de no agradarles. Primero, porque era una híbrida de ardilla, algo demasiado lejos de lo que ellos esperaban, y segundo, pues estaba un poco gordita.
―Les caerás bien ―aseguró Rosé, como si pudiera leer sus pensamientos―. Y si no es así, no me importa, Lili, porque yo no dejaré de quererte por eso.
Le quiso decir que no debía hablar sobre esas cosas, sin embargo, no pudo hacerlo, porque la verdad es que sí fue agradable aquellas palabras.
Llegaron a la casa de Rosé poco después: era una bonita casa en un barrio residencial de dos pisos, de color crema, con un elegante patio lleno de flores. A Lisa le gustó eso.
Rosé abrió la puerta, haciéndola pasar, y olisqueó enseguida el aroma a pantera. Su lado animal se asustó de forma inmediata, revolviéndose al estar en un hogar lleno de depredadores y con la cola crispándose. Su novia pareció sentir su miedo, pues le dio un apretón con más fuerza, extendiendo feromonas alfas a su alrededor.
La mayor la llevó a la salita de estar, donde su padre estaba con su colección de estampillas. Rosé sintió como le salió un tic al verlo con eso, y es que padre era algo... Ñoño con ciertas cosas.
―¡Oh, ya llegaron! Pensé que tardarían un poco más ―saltó él hombre, sorprendido―. ¿Este es tu novia, Rosé? ¡Vaya, que cola tan grande!
―¡PAPÁ! ―gritó Rosé, sobresaltando a Lisa, y se aclaró la garganta―. Uh, Lili, él es mi padre.
―Park JiYong, un gusto ―saludó él adulto, sonriendo con amabilidad y sin acercarse demasiado. Pareció olisquear el miedo de Lisa―. ¡Cariño, la novia de Roseanne ya está aquí!
Casi de forma inmediata, por el umbral del comedor (era una casa enorme, se dio cuenta Lisa), apareció una elegante mujer que, honestamente, daba algo de susto.
―Hola ―saludó ella, yendo hacia ella―, soy Sandara Park, la madre de Rosé.
―Hola ―Lisa hizo una inclinación―, Soy... Soy Lalisa Manoban, pero pueden decirme Lisa, un gusto conocerlos, señores Park.
―¿Quieres algo para comer mientras esperamos la cena? Ya casi está lista. ―preguntó Sandara, mirando a Lisa de pies a cabeza.
―¡Oh, no, gracias! ―Lisa trató de sonreír, entrando en pánico y con el estómago cerrado―. Estoy bien así, no es necesario.
Rosé la llevó a sentarse en el sofá, poniéndose nerviosa porque no sabía si eso fue una buena idea. Podía sentir, por el olor de las feromonas de Lisa, que estaba muy ansiosa.
―¿Estás en el mismo curso de Rosé? ―preguntó JiYong, tratando de iniciar una conversación.
―No, en uno distinto ―contestó Lili―, nos conocimos porque unas amigas empezaron a salir.
―La cortejé enseguida ―agregó Rosé, observando a su mamá, que seguía callada―, le provoqué un gran susto al inicio.
―Por supuesto ―habló su mamá―, es una ardilla, Rosé, y tú una pantera. Eres su presa.
Lisa se tensó ante esas palabras. Rosé le dirigió una mirada a su mamá, que la ignoró olímpicamente. Él padre de Rosé tosió, como si quisiera relajar el ambiente.
―¿Y quieres seguir estudiando después de la secundaria, Lisa? ―continuó preguntando JiYong.
―Sí ―tartamudeó la ardillita, con su voz como un hilo―, me... Uh... Me gustaría ir a una Academia de Baile.
―¡Lisa baila muy bien! ―dijo Rosé, queriendo animarla y dirigiéndole otra mirada a su mamá cuando vio que iba a abrir la boca―. Es una de las mejores de su clase.
No sabía si ella iba a decir algo respecto a su peso o no, pero Rosé no quería oírlo. No entendía por qué ella actuaba así, siendo grosera con su novia, ¡Le prometió que iba a comportarse!
―Dara―habló su padre, llamando la atención de su novia―, vamos a ver la comida, ¿Te parece?
Esas palabras relajaron a Rosé, sabiendo que su papá consideró necesario hablar con su esposa. En silencio, se lo agradeció.
Una vez quedaron a solas, Rosé se volteó a Lisa. Notó sus ojos lagrimosos.
―Oh, Lili...
―No le agradé ―balbuceó, y la alfa le acarició las mejillas―, ¿Hice algo mal? ¿Es mi aspecto? ¿No le gusto como me veo? ¿Es...?
―No, no hay ningún problema sobre ti ―le aseguró Rosé, suspirando―. Mamá es un poco complicada, pero tú no tienes nada de malo, ¿Está bien? ―sin importarle si sus padres las veían, le dio un suave beso en la boca―. Te amo. ―le soltó.
Lisa abrió su boca ligeramente ante esas palabras. Rosé sintió sus mejillas coloradas, pero volvió a darle otro beso.
―Te amo ―le repitió―, y nadie me va a separar de ti, ¿Sí, bebé?
Ahora los ojos de Lisa volvieron a brillar, pero no parecía que fuera por las lágrimas, sino por la felicidad.
―También te amo. ―le confesó Lisa, sorprendiéndose al notarse más calmada con esas palabras.
A los pocos minutos, él padre de Rosé apareció otra vez, diciendo que la comida estaba lista. En ese instante apareció Jake, que saludó amablemente a Lisa y sin dirigirle una mala mirada. Incluso le preguntó dónde se consiguió ese bonito suéter, por lo que con su pareja empezaron a hablar de hoddies.
La mamá de Rosé le preparó a Lisa un elaborado salteado de papas con verduras, mientras que los carnívoros tenían lo mismo, sólo que con carne agregado.
―No sé si te gustan las papas ―dijo la mujer, sirviéndole―, o si quedó bueno, es mi primer plato vegetariano...
―¡No se preocupe! ―dijo Lisa―. Se ve delicioso, señora Park.
Sandara asintió con la cabeza. Rosé no sabía qué pudo haber conversado su papá con ella, pero fue lo suficiente para que luciera un poco más relajada.
Lisa preguntó sobre Christopher y los padres de Rosé empezaron a hablar de su hijo mayor, antes de preguntar sobre la familia de la híbrida de ardilla. La cena transcurrió con bastante normalidad, e incluso hubo algunas risas cuando Jake empezó a contar anécdotas de Rosé. La chica lo permitió sólo porque sirvieron para hacer reír a su novia, relajándola a pesar de todo.
Lisa se comió todo sin decir alguna palabra negativa, lo que bastó para darle una mejor impresión a su mamá. Después de eso, llegó el momento del postre y Sandara sirvió bingsu. Sin embargo, el rostro de Lisa se llenó de duda ante el helado.
―¿Pasa algo? ¿No te gusta? ―preguntó de forma inmediata la mujer.
―No, no, no es eso ―se apresuró en decir Lisa, enrojeciendo―. Es sólo que... Um... E-Estoy a dieta.
―¿Por tus clases de baile? ―dijo Sandara.
―No ―trató de reírse, como si quisiera sacarle el peso de encima. Pero, por el contrario, su risa sonó demasiado forzada y falsa―, es que estoy con un poco de sobrepeso, así que...
Rosé le agarró la mano por debajo de la mesa, pero Lisa parecía a punto de tener una crisis de llanto.
―Está bien ―Sandara, con amabilidad, retiró el postre―, pero no deberías preocuparte tanto, Lisa. Si quieres una porción, me avisas y te sirvo. ¿Quieres un té? ¿O un café?
―Un té estaría bien. ―tartamudeó Lisa, aliviada de que no hubiera hecho preguntas incómodas o le insistiera en comer. Incluso Rosé se veía más tranquila.
―Comeré más tarde el postre, mamá. ―dijo Rosé, y ella asintió, relajada.
―¡Noona, no me di cuenta, pero qué lindas uñas tienes! ―gritó de pronto Jake, y con eso, Lisa se olvidó de lo recién ocurrido.
Cuando dieron las nueve y media, Rosé estimó conveniente ir a dejar a Lisa a su casa. No quería que se fuera sola a esas horas de la noche, así que la ardillita se despidió de todos, ya sin ese latente miedo que sintió antes. Incluso la madre de Rosé lucía más cómoda.
―¿Crees que al final le agradé, Rosie? ―le susurró Lisa una vez tomaron el bus.
―Claro que sí ―Rosé pasó un brazo por el cuello de la omega, dándole un beso en la coronilla―. Supongo que sólo estaba algo nerviosa porque somos de distintas especies. Debió pensar que nosotras no estábamos en algo serio.
―Tal vez ella quería a una pantera como tu pareja ―dijo Lili con voz triste―, una bonita, elegante y delgada pantera...
―Y, en cambio, tiene a una preciosa, linda y amorosa ardillita como pareja de su hija ―corrigió Rosé, con un nuevo beso―. Te amo.
Lisa se rió levemente, abrazándola por el costado y dejándose envolver por el dulce aroma alfa.
―También te amo, panterita gruñona. ―contestó Lisa, escuchando las risas de Rosé.
―¿Puedo comerte? ―bromeó la alfa, frotando su nariz contra los cabellos de la omega.
―Puedes comerme cuando quieras. ―coqueteó Lisa.
―Cosita provocadora. ―se rió Rosé, feliz.
Lisa también estaba muy feliz, encantada de ser la pequeña cosita provocadora de Rosé.
Adapte esto mientras escuchaba el cover de "Until I Found You" de Rosie, y joder, q soft quede al final TOT
¡Gracias por leer!
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