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24🐿️

JiMin hizo un leve mohín al sentir el tirón en su cabello, tratando de concentrarse en la tarea que hacía a último momento, mientras la pequeña ardilla en su cabeza se acomodaba otra vez.

El almuerzo era de una hora, pero parecía ser suficiente para que JungKook decidiera haberse tomado una siesta pequeña. JiMin no lo pensó mucho, le sugirió que podía transformarse en ardillita y acomodarse en su hombro, y así fueron los primeros diez minutos, aunque pronto se dio cuenta de que el espacio era demasiado pequeño. Así que, finalmente, le dijo que subiera a su cabeza, pensando que sería buena idea.

Craso error. A JungKook pareció encantarle el lugar, acomodándose unos minutos en el cabello desordenado de JiMin, antes de comenzar a agarrarle de los mechones y estirárselos, como si quisiera acomodárselos para dormir. Hacía eso cada cinco minutos, y de vez en cuando, bajaba para buscar una bellota, volviendo a subir y comiéndosela allí.

Una parte de JiMin pensaba que eso era en extremo tierno, sin embargo, otra parte no podía evitar sentir un poco de dolor ante los constantes tirones de cabello.

―JungKook, no hagas eso ―habló de pronto HoSeok, que llegó con Jimin de la mano―, dejarás a JiMin calvo.

La ardillita chilló, soltándolo y pareciendo acostarse para abrazar a JiMin por arriba, como si quisiera cuidarlo. El alfa le dio las gracias a HoSeok en silencio.

―Ven, toma ―dijo YoonGi, llamando la atención del omega, y le tendió una avellana que el pequeño animalito agarró con alegría―. ¿Estás feliz? ―JungKook volvió a chillar, comenzando a comerse el fruto seco―. ¿Y ustedes? ¿Ya son algo oficial?

―Desde hace meses ―dijo YoonGi, arrugando el ceño levemente―. Lo que pasa es que Hope es vergonzoso.

―No es así ―exclamó HoSeok, pero tenía las mejillas enrojecidas.

―¿Y qué pasa con Seokjin? ―cuestionó JiMin.

HoSeok gimió, apoyando su cabeza contra la mesa. YoonGi soltó un resoplido, aunque había una sonrisa pequeña en su rostro.

―¿Es que no lo saben? ―dijo YoonGi―. HoSeok tiene fetiches.

JungKook se atoró con la avellana, comenzando a escupirla. JiMin se espantó y lo bajó a sus brazos, sin saber si golpearle la pequeña espalda para ayudarlo. Temía hacerle daño por eso. Pero al ver que JungKook seguía medio atorado, le dio suaves palmadas hasta que logró sacarse el trozo atorado en la garganta. HoSeok y YoonGi estaban inclinados, preocupados.

―Casi la aplastas con tu enorme mano ―comentó HoSeok.

JungKook se arrastró fuera del regazo de JiMin, antes de volver a su forma humana. Tenía el rostro un poco rojo por la vergüenza de la situación.

―Lo siento ―barboteó―, ¡es que... que me agarró por sorpresa! ¿HoSeok fetichista?

―¡Yah, paren! ―chilló HoSeok.

―¿Alguien dijo fetiches? ―habló Taehyung, que apareció por detrás―. HoSeok siempre tiene unos...

―¡Oigan! ―HoSeok infló las mejillas―. ¡Pues JungKook tiene una manía con meterse cosas a la boca!

―¡Nooooooooooooo! ―exclamó JungKook.

Los dos herbívoros empezaron a discutir como si la vida se les fuera en ello, pero ninguno les estaba prestando real atención. JiMin comenzó a masajear su cabeza para aliviar los tirones de cabello que sufrió antes, y Tae le robó algunas avellanas a JungKook, mientras que YoonGi sacaba el resto de su hamburguesa para seguir comiéndosela. Una tarde normal en el grupito.

Pronto, el timbre para volver a clases se anunció y todos recogieron sus cosas. Tanto JungKook como HoSeok se veían muy enfurruñados, aunque decidieron dejar su discusión de lado.

―Te pasaré a buscar a la salida ―le dijo JiMin, llamando la atención de su novio.

―Sí, claro ―JungKook lo abrazó y le dio un beso pequeño―. Recuerda que vamos a comer con mis papás.

―No lo he olvidado ―contestó el alfa, sonriéndole.

No tardaron en despedirse y cada grupo fue hacia su salón. Era la última clase del día, por lo que todo el curso parecía querer acabar enseguida con la jornada escolar. Ojalá pronto también acabara el año académico, pensaba la mayoría.

―¡Woah, mira, Kook! ―dijo Tae, llamando su atención y apuntando al lugar donde solía sentarse el híbrido de ardilla―. ¡Te dejaron flores!

JungKook parpadeó, un poco desconcertado al ver un pequeño macetero con girasoles de variedad enana sobre su mesa. Pensó, en primer lugar, que debía tratarse de una equivocación, ¿quién le iba a regalar esas flores?

―Son para ti ―habló otra persona de pronto, llamando su atención, y JungKook se volteó para ver a Jisung con una sonrisa tímida―. Es que los vi y pensé en ti, Kook.

―Ah... ―sin poder evitarlo, la ardillita enrojeció, más aún cuando vio que varios de sus compañeros los estaban mirando―, gracias, Jisung, pero no era necesario...

―Claro que sí ―el alfa no parecía un poco molesto con su respuesta―. Me gustas todavía, JungKook, y quería dártelo. No significa que tengas que corresponderme, pero de verdad, sentí ganas de regalarte girasoles.

―Bueno, um... gracias otra vez ―tartamudeó JungKook, y Jisung sólo le guiñó el ojo, yendo hacia su asiento.

―Que chico más intenso ―le susurró HoSeok cuando se sentaron―, aunque está lindo el regalo.

―Sí... ―contestó JungKook, agarrando el macetero y oliendo las flores. El dulce aroma llegó a sus fosas nasales y no pudo evitar sentirse halagado por el regalo, ¡era uno digno de un cortejo entre ardillas!

A las ardillas les gustaba particularmente el olor de los girasoles. Cuando se las regalaban entre ellas, podía significar muchas cosas, y él recordaba los aniversarios de sus padres y como su papá le entregaba un ramo así a su mamá. Ella siempre lo ponía en el centro de la mesa, cuidándolo con especial ahínco.

De pronto, un toque de tristeza lo invadió. En el período de cortejo, que se realizaba en abril, a veces los adolescentes alfas le entregaban girasoles a los omegas que cortejaban, y siempre exhibían esas flores con orgullo, felices de recibir ese tipo de atención. Él jamás tuvo uno de esos y cuando veía que la mayoría de sus compañeros ardillas tenía uno, siempre le daban ganas de llorar. Incluso Jiwoo recibió varios ramos cada año, mientas que él se iba con las manos vacías y una apretada sensación de dolor en su corazón.

Más pena lo atacó al recordar que la bonita carta que le hizo a Jisung, cuando se le confesó, era en forma de girasol.

Sin poder evitarlo, volvió a oler las flores y las acarició con cariño, como tratando de calmarse. De alguna manera, su corazón dio un pequeño vuelco al pensar en lo bonito que se sentía ser cortejado por alguien como él, a pesar de que estuviera enamorado de JiMin. Era... era un poco agradable recibir ese tipo de regalos.

Para el resto de la clase apenas prestó atención alguna. Agarró con cuidado el macetero, no quería pasarlo a llevar o que se cayera al suelo, arruinando el regalo. Lo pondría en su escritorio por mientras, donde le llegaría más luz natural, y buscaría buenos consejos para que sus girasoles vivieran mucho tiempo.

Fue de los últimos en salir del salón para evitar el tumulto de gente, y fue cuando JiMin se asomó con una sonrisita, que se congeló al verlo cargar esas flores. Parecía un poco desconcertado.

―¿Koo? ―preguntó, confundido―. ¿Y esos girasoles?

―Me los han regalado ―contestó, tímido―. ¿No son bonitos?

―Sí, están bonitos... ―de pronto, el alfa lo miró con expresión grave―. ¿Y quién te las regaló? ¿HoSeok? ¿Taehyung?

El omega titubeó un momento, como sintiendo que se avecinaba una reacción mala por parte de JiMin. Una parte suya podía mentir y decir que fue HoSeok, que de seguro sería interrogado, pero su amigo le prestaría ayuda.

Sin embargo, no le parecía correcto eso. Además, ¿había algo de malo en haber recibido ese regalo? Estaba bien, Jisung le seguía medio cortejando, pero él se encargó de dejarle las cosas claras hace tiempo.

―Fue Jisung ―dijo finalmente, saliendo del salón aprovechando que ya la multitud de gente pareció dispersarse―, él me las dio, Mimi.

No se había equivocado. Vio cómo los ojos de JiMin se llenaron de irritación y su boca se contraía en un rictus de molestia, y JungKook mordió su labio inferior. Pudo sentir a su omega presa crisparse en señal de miedo, así que siguió caminando, como una manera de evadir el ataque.

―JungKook ―JiMin le alcanzó con facilidad―, ¿por qué le aceptaste las flores?

―Es que están bonitas ―barboteó JungKook, apretando el macetero contra su pecho―, me gustan los girasoles, Minnie.

―Sí, bueno ―el tono del alfa no dejaba el enojo, la ira―, pudiste habérmelas pedido, yo te habría dado unas si me lo hubieras dicho.

‹‹No, pero así no››, pensó JungKook, aunque no lo dijo. Ese tipo de regalo no era para pedirlo, era sólo para entregarlo de la nada como una señal de cariño. Además, JiMin jamás le había preguntado cómo era el cortejo entre las ardillas, a diferencia de él, que sí le consultó. El de las panteras era de tipo jugueteo, lamidas y persecución, y ellos lo habían hecho. JiMin nunca le preguntó como las ardillas coqueteaban entre sí.

―Amor... ―trató de decir JungKook para calmar los ánimos. Él no quería pelear por eso―, es un simple regalo. No significa nada.

Salieron del colegio y se pusieron a caminar en dirección a la casa de JungKook. El omega controló su voz porque no quería llamar la atención, pero JiMin seguía viéndose muy enojado.

―Claro que significa algo ―replicó JiMin―, ese idiota te sigue cortejando, ¿no es así? ¿Quién se cree que es? ¡Tú estás conmigo!

―Y él lo sabe ―contestó JungKook―, y yo te quiero a ti, JiMin.

―Pues no lo parece, aceptándole el regalo como si aceptaras su cortejo ―respondió el alfa, duro, y eso le dolió al menor―. Dámelo, ahora.

―No ―parpadeó, sorprendido, y aferró el macetero con más fuerza―, es mío.

―¡Que me lo des, JungKook! ―gritó JiMin, y JungKook, por el instinto de miedo que lo atacó, se lo entregó con brusquedad―. Hablaré con ese imbécil para que no se te acerque.

―Pero Mimi... ―lloriqueó el omega, triste―, es mi amigo...

―¿O es que te gusta igual? ―exclamó JiMin, y por la molestia, tiró del macetero al suelo.

JungKook se quedó callado al ver como los girasoles se desparramaban por la acera, con la tierra esparciéndose y una grieta apareciendo en el plástico. Sintió los ojos llenándose de lágrimas al ver su bonito regalo arruinado, con el corazón apretándose, pero sólo se quedó en su lugar.

JiMin pareció reparar en lo que había hecho, porque de inmediato suavizó su expresión, con la culpabilidad atacándolo. ¿Qué acababa de hacer?

―kook-ah... ―barboteó, torpe y avergonzado―, lo siento, cariño, yo no...

No quise hacerlo, iba a decir, pero eso era mentira. Él si quiso hacerlo, porque estaba lleno de celos y enojo al ver cómo su omega sostenía ese regalo como si la vida le fuera en ello, además de defender a ese alfa que le cortejaba.

JungKook sorbió por su nariz.

―Lo lamento mucho ―le dijo JiMin finalmente, agarrándole la mano―, y te compraré otro, te lo prometo. Uno más bonito y más...

―No quiero otro ―contestó JungKook, retirando su brazo con pena―, yo quería ese, JiMin.

―kook ―el alfa suspiró―, de verdad que lo lamento. Actué muy mal.

―Ya ―JungKook volvió a sorber por su nariz, limpiando sus ojos para no llorar―, está bien.

Él ni siquiera sabía bien qué sentir en ese momento o cómo tomarse lo que acababa de pasar. ¿Tenía derecho a llorar? ¿O JiMin tenía un poco de razón? Se encontraba muy confundido en ese momento, ¿tuvo que haber aceptado ese regalo o rechazarlo? JungKook sólo consideró que fue un gesto agradable, nada más, y si bien se emocionó por recibirlo, él no pensó en ningún momento en salir con Jisung. ¿Pero JiMin tenía derecho a sentir celos? Si otro omega le hubiera hecho ese tipo de regalo a su alfa, ¿cómo habría reaccionado él?

Observó los girasoles en el suelo. Uno casi se rompió el tallo con la caída.

Ya no pudo aguantarlo más y se puso a llorar al ver eso. Se sintió estúpido por derramar lágrimas por esa visión, sin embargo, no tenía otro método de defensa. O era llorar, o era transformarse en ardilla y huir, aunque lo último le parecía peor en esa situación.

JiMin, frente a él, parecía haberse quedado sin saber cómo reaccionar, pero JungKook no quería que lo consolara. Si lo abrazaba, él iba a llorar más y, quizás, enfadarse también.

La gente, a su alrededor, se les quedaba mirando y JiMin se veía más avergonzado ahora.

―Va-vamos a tu casa, Kook-ah ―tartamudeó el alfa―, a-allá lo podemos hablar con más calma...

¿Pero qué iban a hablar? Él ya trató de explicarle que aceptó el regalo porque le pareció lindo, por nada más, y que lo amaba. Fue JiMin el que dudó de él en todo momento.

Todavía llorando, JungKook se inclinó y comenzó a llenar de tierra el macetero medio roto, al menos, lo suficiente para poder dejar los girasoles allí mientras iba a casa. JiMin se le quedó mirando, con la expresión congelada, sin embargo, él no le devolvió la mirada.

―Lo que... lo que hi-hiciste... ―balbuceó finalmente el omega, sorbiendo por su nariz―, no... no estuvo bien... ―recogió el macetero, tratando de que la tierra no se derramara por la grieta que había―, fue... fue feo...

―Sí ―aceptó JiMin―, y lo siento, Kook.

―No quiero verte más por hoy ―añadió el omega.

―Bebé...

―A-arruinaste un regalo que... que quise durante mucho tiempo ―continuó JungKook, y JiMin calló―. Habría dado lo... lo mismo si me lo hubieras dado tú, o Jisung, o HoSeok igual, porque el regalo lo aceptaría de cualquier manera.

―Lo siento ―repitió el alfa―, pero Kook... Kook, me puse celoso.

¿Y eso qué? Estaba bien, JiMin tenía todo el derecho a sentir celos. Los celos eran una emoción que no se podían evitar sentir, pero lo que hizo, quitarle el macetero, asustarlo y luego romperlo, ¡eso estuvo mal!

―Me gritaste ―el omega sacudió su cabeza―, me... me diste miedo, JiMin. Hiciste que... hiciste que te lo entregara, cuando yo no quería dártelo.

Más vergüenza en el rostro del alfa.

―No se repetirá ―aseguró JiMin―. Por favor, vamos a hablarlo a casa...

―¡No quiero! ―exclamó JungKook―. ¡Ya basta, JiMin!

El alfa bajó la vista, viéndose ahora apenado y triste, pero el menor sólo apretó el macetero nuevamente. Sus pobres girasoles ya no se veían alegres, sino muy deprimidos, como él.

―Quiero arreglarlo ―susurró JiMin.

―Lo vamos a arreglar ―hipó JungKook―, pero no hoy, ¿vale? Estoy muy... muy herido y tú... tú debes seguir muy celoso, así que... Ne-necesitamos pensar bien lo que vamos a decir y...

―Pero... ―la voz del alfa se cortó―, no quiero terminar contigo.

―No vamos a terminar ―razonó JungKook―, sólo necesitamos calmarnos antes de... de hablar esto.

JiMin asintió levemente con la cabeza, evitando mirarlo a los ojos.

―¿Puedo... puedo acompañarte hasta casa, Koo?

El omega tomó aire y sólo asintió con la cabeza, a pesar de que se seguía sintiendo muy afectado por lo que acababa de ocurrir. A ninguno le sorprendió que el resto del camino fuera hecho en silencio, sin ninguno queriendo hablar. Incluso, al despedirse, sólo se dirigieron una leve mirada antes de separarse.

JungKook entró pronto a su casa, muy apenado, y fue peor cuando se encontró con su mamá.

―¿Y JiMin? ―preguntó, antes de verlo―. Cariño, ¿estuviste llorando?

Otra vez no pudo controlarlo y volvió a desatar nuevas lágrimas. Su mamá no tardó en ir a abrazarlo, muy preocupada y llevándolo al living para que pudiera sentarse. Allí, JungKook trató de explicarle todo lo que había pasado, aunque seguía llorando como poseso.

Era una fortuna que su papá todavía no hubiera llegado y Jiwoo estuviera en la universidad. Cuando sus hermanos pequeños preguntaron porqué lloraba, mamá les dijo que era porque se le rompió la maceta de girasoles y ellos dijeron que lo arreglarían con pegamento.

―¿Te asustaste mucho, Koo? ―preguntó mamá, abrazándolo y acariciándole el cabello.

―Mu-mucho ―barboteó JungKook, llorando en su pecho―, cuando me... me ordenó que le entregara las flores...

―Oh, JungKookie... ―suspiró ella, meciéndolo con amor―, ¿y te pidió perdón?

―Mil veces ―no dejaba de sorber por su nariz, queriendo espantar los mocos―, pero le... le dije que mejor lo hablábamos mañana...

―Eso está bien, ambos necesitan calmarse ―Somin apareció y le entregó papel higiénico para limpiarle la carita, antes de ir a jugar con su mellizo al patio―. Ven aquí, vamos a sacar esos feos mocos.

Eso le hizo reír con suavidad, dejando que su madre le sonara la nariz. Ella también le secó las lágrimas de las mejillas y los ojos.

―¿Entiendes por qué JiMin actuó de esa forma? ―preguntó ella, cariñosa.

―Porque tenía celos ―contestó JungKook, triste.

―Sí, pero también porque se sintió amenazado ―su madre le besó la frente―. No lo voy a defender, pues el haberte asustado estuvo muy, muy mal. Sin embargo, ustedes dos todavía no parecen tomarle bien el peso al hecho de que son de especies diferentes, cariño.

―Lo sé ―JungKook sentía que iba a volver a llorar―, por eso acepté las flores, mamá. Yo... Yo me sentí tan bonito de que alguien de mi especie quisiera cortejarme y no... no pude evitar recordar el mes de cortejo, entonces...

―Está bien, lo comprendo, cariño ―mamá le limpió los ojos ahora con los dedos―, pero supongo que JiMin no. Él sólo vio que tú aceptaste unas flores y, con toda probabilidad, adivinó que eran un regalo de cortejo. Tú sabes que los animales somos muy, muy territoriales, y más los animales carnívoros. Debes hablar bien con él y aclararle todo eso, y él debe entenderte y tú también entenderlo ―su expresión se puso seria―. Pero JungKook, si eso vuelve a repetirse, quizás llegue el momento de replantearte esta relación. Sé que quieres a JiMin, pero ustedes no pueden estar juntos si tú vivirás con constante miedo por tu instinto de animal presa. Eso provocará que vayas a ceder en todo y vivas infeliz, y él te domine y someta por completo. Eso no está para nada bien ―le agarró la barbilla―. Ahora, vuelve a decírmelo: ¿él no te levantó la mano ni te golpeó, JungKook?

Él sabía que mamá debía estar muy preocupada por eso y quería asegurarse de que no le había ocultado información. Así que la miró a la cara para responder:

―Te lo prometo, mamá ―le dijo con firmeza.

Sólo recién ella lo dejó ir, y JungKook agarró el macetero para llevarlo al patio trasero. Se iba a cambiar de ropa antes de arreglarlo.

Fue hacia su cuarto, con su cabeza doliendo debido a las lágrimas derramadas. Fue, en ese momento, que su celular sonó:

JiMinnie:

Lo lamento mucho, te lo juro, Koo-ah.

Me siento muy mal por lo que hice y por hacerte llorar.

Te compraré un nuevo macetero para que plantes los girasoles, ¿bueno?

Y te ayudaré a cuidarlos, si quieres.

Te amo mucho, bebé.

JungKook se tiró un momento a la cama, dudando si contestarle, hasta que finalmente decidió que lo mejor sería hacerlo. Él seguía queriendo a JiMin y era parte importante en su vida, y si bien lo que hizo fue feo, eso no significaba que de pronto lo quisiera lejos de él.

Koo:

Está bien, hyung, ya estoy mejor.

Yo también te amo.

Mañana conversaremos todo con más calma, ¿vale?

JiMin le contestó con un emoji triste y un corazón, pareciendo decidir que lo mejor sería no insistir, y JungKook sólo pensó en lo distinto que eran él y el alfa, con su corazón apretándose en tristeza. 





Holis mi gente, para aclarar también lo que pasó aquí y quise recalcar, es el hecho de que ellos son mitad animales y, por lo mismo, tienen instintos difíciles de controlar. esto se ve reflejado en el miedo de animal presa de JungKook o en la territorialidad de JiMin, por lo tanto, ciertas emociones son mucho más intensas que otras, para que no se vayan a odiar tanto a un personaje ksjssjjsjs

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