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23🐿️

Antes de continuar, me gustaría aclarar algo importante:

En el siguiente capítulo, se hablará un poco del tema del peso con JungKook, pero con su psicóloga. A diferencia de Stigma, donde se habla de psicología desde un punto de vista personal (ansiedad y depresión), aquí no tengo muchas herramientas para hablar sobre un tratamiento en específico que JungKook debe seguir. No soy experta en ese tema, pues tampoco lo he padecido, o si lo he sufrido, ha sido más bien "superficial" y nunca un impedimento en mi día a día. Aun así, traté de leer algunos artículos sobre esto, pero no tuve buenos resultados, porque me generó mucha ansiedad y me bloqueó mentalmente por días.

Por lo mismo, no quiero herir aspectos personales de otras personas, o que se sientan pasadas a llevar con algo que la psicóloga pueda hacer/decir y que, en la práctica, no corresponda. Sé que muchas personas han dicho sentirse identificadas con JungKook y los temas del peso, y sé que puede ser muy difícil para algunas hacer frente a esto, por no decir que puede ser, incluso, MUY PERSONAL. Lo que menos me gustaría es que se sientan mal con algo que pueda decir un personaje que representa a una psicóloga.

Ante este dilema, decidí que el tema de JungKook y su psicóloga no será narrado en profundidad, como lo es en Stigma. Sé que quizás decepcione a muchas con esto, que tal vez esperaban leerlo y encontrar palabras de consuelo, pero no me veo capaz de hacerlo (al menos, sin investigar antes). Creo firmemente que, si bien escribo por gusto propio, lo que escribo no debe generar inseguridades personales o intensificar algunas de ellas, y mucho menos herir a mis lectores en algo como lo es el peso. O que, incluso, dejen de leer esta historia porque les afectó profundamente algo que un profesional, en la historia, dice.

Si bien es ficción, eso no quita que hiera y duela.

Espero que sepan entender esta decisión. Lo estuve pensando demasiado, mucho para mi propio gusto, pero creo que esto es lo mejor para mí y sentirme cómoda con la historia. Cabe decir que en un inicio no lo planeé de esta forma, el fic tomó este rumbo y es la única manera que lo continúe sin volverme loca a mí misma. Y no es broma.

¡Muchas gracias por su comprensión!
                               

                             

                             

JiMin suspiró, dirigiéndole una mirada de enojo a Chaerin, que se encogió de hombros, antes de inclinarse al lado de la cama, mirando debajo de ella. A través de la oscuridad, pudo ver un bulto peludito medio metido en una bota suya.

―Kook ―habló con suavidad―, vamos, sal, cariño. No vamos a comerte ―añadió a último momento, exasperado.

La ardilla le chilló desde allí, y JungKook tuvo que hacerse a un lado para esquivar una canica vieja y perdida que el animalito encontró.
                    
El alfa no hablaba idioma ardilla, pero eso sonó parecido a "¡no, vas a comerme!".

JiMin miró otra vez con enfado a su hermana mayor.

―¡Mira lo que provocaste! ―se lamentó.

―No sabía qué estabas saliendo con una ardilla ―se defendió Chaerin―. ¡Ya no me cuentan nada! Todavía soy de la familia.

―¡Es que eres una metiche! ―acusó JiMin―. ¡Y ahora, espantaste a Kook! ―volvió a inclinarse―. Kook, si sales, te haré una fiesta de aguacates.

Palabras efectivas. La ardilla comenzó a luchar por salir de la bota, pero al parecer, se había quedado atorada porque empezó a chillar con desesperación. Pobrecita.

A JiMin no le quedó más remedio que meterse bajo la cama, estirándose para agarrar la bota. JungKook se dio cuenta de que JiMin pudo haberlo alcanzado en cualquier momento, haciéndolo sentir ridículo por ocultarse en ese lugar. Tuvo que haber huido por la ventana cuando tuvo la oportunidad.

―¡Ay no, pero que rechonchita y bonita! ―exclamó Chaerin al verlo, y JiMin la fulminó con la mirada.

―¡No la llames así! ―defendió JiMin, quitando los cordones de la bota para aflojar el amarre―. Eres una tonta...

―¡Soy la mayor, respétame!

JungKook emitió un gemido débil y la atención de JiMin volvió a su novio, que por fin pudo salir de la bota. Respiraba aceleradamente, como si le hubiera costado todo su esfuerzo escapar de esa trampa de animales pequeños.

―¿Necesitas que te dé respiración boca a boca? ―bromeó JiMin, pero a JungKook pareció no hacerle gracia, pues le miró con una expresión de enojo, si es que una ardilla podía tener esa cara.

Finalmente, se escuchó un pof y ya no había un animalito, sino un chico con los labios arrugados y un gesto de enfado. Aunque para JiMin se veía bastante adorable.

―¡E-eres un tonto! ―dijo JungKook, poniéndose de pie―. ¡Me... me voy de aquí!

―Pero, ¿por qué? ―JiMin le agarró la mano, poniendo cara de pena―. ¡No te preocupes, echaré a mi hermana!

―¿Disculpa? ―farfulló Chaerin.

―¡Comes ardillas! ―chilló JungKook―. ¡Me... me mentiste!

―No, omití la verdad ―corrigió JiMin―. Además, ¡eso fue cuando era pequeño!

―Era chiquito, tenía sólo cinco años ―apoyó Chaerin―, y mamá lo hizo escupirla. Pobrecita, tuvo que quedar traumada con eso.

Las palabras de la chica no tranquilizaron a JungKook, que palideció. JiMin quería golpearse la cabeza con la pared.

―Eso querías, ¿cierto? ―lloriqueó JungKook―. Tenerme con la guardia baja para comerme.

―Claro que te quiero comer, pero no de esa forma, Kook ―insistió JiMin.

Chaerin soltó un silbido. JungKook ahora se ruborizó, evidentemente avergonzado.

―¡De-descarado!

JiMin sólo sonrió, mostrando sus encías, y agarró a JungKook ahora de la cintura. El omega fingió luchar contra él, aunque la mayor parte del enfado pareció acabársele.

―De cualquier forma ―habló de pronto Chaerin, interrumpiendo lo que fuera que pasaba entre ellos―, me presento. Soy Park Chaerin, la hermana mayor de los Park. ¡No sabía que JiMin tenía novio!

―No te esperaba por aquí hasta que fuera verano ―se quejó JiMin de mala gana.

―Quise darles una sorpresa y me encuentro con que nadie está en esta casa ―masculló la alfa―. O, para peor: me encuentro a mi hermanito a punto de hacerle el amor a una ardilla.               

―¡Yah, Chaerin! ―gritó JiMin, enrojeciendo, mientras que JungKook se veía a punto de convertirse en una ardilla nuevamente para huir.

―Era broma ―se defendió Chaerin, a pesar de que todos allí sabían que no era broma.

―Me llamo Jeon JungKook―barboteó el omega, tímido―, um, e-estoy saliendo con JiMinnie hace un tiempo.

Para su fortuna, Chaerin era bastante extrovertida. A pesar de haberlos pillado en una posición comprometedora, pareció compadecerse de ambos, no nombrándolo más, y pidió una pizza para comer y conocerlo más. JungKook, gracias a dios, comenzó a relajarse de a poco, y pronto se encontró incluso bromeando con ella.

―Es agradable ―le dijo JungKook, más tarde, y acurrucado contra JiMin.

―Es una odiosa, como Jin ―masculló el alfa con irritación―, ¿será genético?

―No seas malo ―el menor se rió y JiMin solamente lo abrazó, liberando feromonas suaves para hacerlo dormir―. Mimi, te amo mucho, mucho.

―Yo también te amo mucho ―le dio un beso suave en la boca y en la punta de su nariz―. ¿Quién es mi bebé más lindo y dulce?

JungKook estalló en nuevas risas, sintiendo las suaves cosquillas que le hacía el alfa, y no podía evitar sentirse tan enamorado. Qué agradable era esa sensación.

―Yo, ¡yo! ―dijo, y por un momento, deseó que estuvieran a solas, como antes de que Chaerin llegara.

En ese momento, había sentido muchas ganas de hacer con JiMin alguna cosita. Su omega se volvió loco ante los besos y las caricias que recibía, tan feliz y complacido, y fue como si sus más grandes temores se alejaran. Hablar con HoSeok sobre eso, sólo horas atrás, pareció entusiasmarlo a más no poder, y más aún cuando pensaba en que el alfa no se veía incómodo o asqueado de su aspecto.

A él todavía le costaba mucho procesarlo, pero la idea en su mente parecía ir tomando más y más fuerza: JiMin no despreciaba ni le molestaba que estuviera con unos kilos de más. Parecía, incluso, no ser tema para él, y era un poco complicado tratar de convencerse de lo mismo, sin embargo, se entusiasmó demasiado en ese instante, que pasó a un segundo plano. El alfa le tocaba como si fuera algo bonito, algo frágil y que cuidar, y eso era suficiente para JungKook para entregarse a él, en todos los sentidos.

¿Eso era bueno o malo? No podía evitarlo, y también se preocupaba por eso, ¿no era malo que estuviera generando una dependencia con su novio?

JiMin le dio otro beso en la boca y ese hilo de pensamientos pareció detenerse. Qué agradable eran los labios del alfa. Le hacían olvidarse, por el momento, de todas las cosas malas que le rodeaban.

Al menos, hasta el día siguiente, cuando despertó y lo primero que recordó es que ese día tendría su primera cita con una psicóloga. De pronto, todos los temores y sustos que tenía, volvieron de golpe, provocándole un fuerte dolor de estómago.

JiMin no estaba a su lado al abrir los ojos, con toda probabilidad se encontraba preparando el desayuno. Él no era muy dado a levantarse temprano, sabía muy bien eso de su novio, sin embargo, el día anterior le dijo que le iba a atender como el pequeño príncipe que era. Eso, por supuesto, hizo que Chaerin fingiera vomitar, pero JungKook lo encontró muy dulce y tierno.

Se calzó las pantuflas, yendo hacia el primer piso y encontrándose con JiMin en la cocina, preparando huevito revuelto. Al sentirlo entrar, el alfa se giró a verlo con una sonrisa deslumbrante.

―Hola, cariño ―dijo el mayor―. ¿Qué quieres tomar? ¿Leche, jugo, té?

―Quiero morirme ―gimoteó, y JiMin enseguida entró en ese modo sobreprotector.                            

―¿Qué? ¿Alguien te hizo algo? ¿Chaerin te asustó? ¡Se las verá conmigo!

JungKook estuvo a punto de rodar los ojos, pero sólo decidió abrazar al alfa, esperando calmarlo con eso. Pareció ser efectivo, pues JiMin se relajó a los pocos segundos.

―No es nada malo, Mimi ―le dijo, desanimado―, es sólo que no tengo muchas ganas de ir a la psicóloga.

El rostro de JiMin pareció calmarse ante sus palabras, aunque seguía notándose un poco tenso. Se tomaba muy en serio su papel de alfa protector, y a JungKook le gustaba mucho eso.

―Bebé ―contestó, siendo paciente y amoroso―, es normal estar preocupado, ¿vale? Pero piensa que esto es por tu bien.

―¿Y si me dice algo feo? ―preguntó JungKook, muy nervioso―. ¿Y si me trata mal, JiMinie?

―Es una gran profesional ―señaló el alfa.

―¿Pero si no le agrado y me dice cosas feas? ―insistió JungKook.

―Pues entonces no vuelves con ella y yo te daré mimitos ―dijo JiMin, y eso fue suficiente para que JungKook sonriera y se relajara un poco más.

Al menos, hasta que llegó el momento de ir. Tenía su hora a las once de la mañana, por lo que tomaron desayuno y se fue a bañar y cambiar de ropa. Chaerin no se apareció, pero su novio le dijo que era porque dormía hasta tarde.

Una vez listos, ambos salieron de la casa a tomar un bus que les acercara al lugar donde trabajaba la psicóloga. Su mamá le consiguió esa hora e incluso se ofreció a llevarlo, sin embargo, JungKook sentía demasiado miedo, y si iba mamá, de seguro se pondría a llorar por la ansiedad. Por eso mismo, decidió que sólo JiMin le acompañara, porque con él, era como si fuera un poco más valiente.

En todo el camino a casa, JiMin le fue hablando sobre algunas cosas de su infancia, con la clara intención de distraerlo. No es como si le incomodara a JungKook, por el contrario, le gustaba mucho oír acerca de su novio cuando era pequeño. Incluso el alfa le contó de algunos momentos vergonzosos, como cuando tenía ocho años, jugaba con Seokjin y su primo le hizo cosquillas hasta que se hizo pipí encima. JungKook soltó una gran carcajada que hizo que todos se giraran a verlo, pero no le importaba demasiado, riéndose escandalosamente.

Aunque, veinte minutos después, JungKook estaba subiendo al tercer piso de un enorme edificio ubicado en el centro de Seúl, de la mano de JiMin. Sentía su corazón acelerado y el sudor caer por su cuerpo, especialmente en la piel de sus manos. Qué vergüenza, pensaba, que JiMin le sintiera pegajoso por eso, y quiso tirar de ella, pero el agarre del alfa era firme.

Finalmente, se bajaron del ascensor y buscaron la oficina 35. Tocaron el timbre y, a los pocos segundos, apareció una mujer con una expresión agradable.

―Hola, ¿qué necesitan? ―preguntó.

―Um, yo... uh... ―tartamudeó JungKook, de pronto quedándose mudo.

―Venimos por una hora con la psicóloga ―habló JiMin, tomando la palabra al ver que su novio palideció y pareció atragantarse con las palabras―, de Jeon JungKook.

―¡Oh, claro! ―ella se hizo a un lado―. Pasen. La doctora Lee está terminando de atender a alguien, pero pueden esperarla aquí.

JiMin tuvo que tirar del omega, que sólo se dejó llevar hacia el interior del departamento. Era muy bonito, de un lindo color crema, con un sofá de espera contra una pared y un ventanal que daba hacia la calle. Había un dispensador de agua y muchas plantas decorando el sitio. En la otra pared había una puerta, que con toda probabilidad, daba hacia la oficina personal de la psicóloga. La secretaria (se presentó como Jang Yewon y era una cierva omega) se sentó detrás de su escritorio para seguir con sus asuntos.                 

―Mimi ―susurró JungKook, llamando la atención del alfa una vez se sentaron.

―¿Sí?

―Todavía podemos huir ―JiMin arrugó las cejas―. Nos transformamos en animales, me agarras del pescuezo y saltas por el ventanal.

El alfa no sabía si reír o exasperarse por las palabras de JungKook, dichas con tanta seriedad que sabía enseguida que no era una broma. Finalmente, sólo estiró su mano y rascó cariñosamente la cabeza del omega, entremedio de sus orejitas de ardilla.

―Eres el omega más valiente que he conocido ―le dijo, y JungKook sintió su labio inferior temblar―, esto no es nada para ti, bebé.

Antes de que el menor pudiera ponerse a llorar, la puerta que permaneció cerrada se abrió de golpe, y salió un hombre, despidiéndose de la doctora y dándole las gracias.

―Nos veremos en dos semanas más ―dijo la mujer, y recién salió. Era una alfa de...

De...

JungKook abrió los ojos con fuerza al ver las bonitas y elegantes alas que se abrían en la espalda de la mujer. De un bonito y brillante color azul en la unión con su cuerpo, volviéndose más claro a medida que se abrían, y con bordes negros en su largo. Se notaba enseguida a qué especie pertenecía: una mariposa.

Los híbridos de insectos, aves y animales acuáticos eran muy, muy raros, por no decir escasos. Era la primera vez que JungKook veía a una híbrida de mariposa, y por la expresión de JiMin, podía decir lo mismo de él.

Además de eso, era muy bonita. Tenía una expresión dulce y tranquila, suave y amable. Su cabello también poseía un tono azulado que enmarcaba un rostro pálido y redondo, con ojos oscuros y labios rosados.

La doctora le dijo algo más a su paciente, que volvió a agradecerle, y recién se volteó hacia la pareja, que tenía la boca ligeramente abierta.

―Hola ―saludó, animosa―. Me presento: soy Lee Jieun, ¿cuál de los dos será mi paciente ahora?

JungKook saltó en su lugar, apuntando a JiMin.

―¡E-Él!

―¡JungKook! ―regañó el alfa, y JungKook se encogió en su lugar. Jieun no dejó de sonreír, aunque se veía un poco desconcertada―. Es él, doctora Lee. Discúlpelo, es que está muy nervioso.

El omega hizo un nuevo puchero, poniéndose de pie y sintiéndose reprendido, como si su mamá le hubiera sermoneado por su actitud.

―Muy bien, vamos, pasa ―animó la psicóloga. A JungKook no le quedó más que ir hacia el interior de la oficina, aunque dirigiéndole una nueva mirada de auxilio a JiMin―. No te preocupes, ¡no muerdo!

Eso no lo relajó, pero notó lo agradable que era la salita, con más plantitas, otro enorme sofá y la silla de la mujer. Además, tenía un hervidor, tacitas y una colección de té en una bonita caja. También poseía otro dispensador de agua.

―¿Quieres uno? ―preguntó ella―. ¿O prefieres agua?

―Un... un té estaría bien ―murmuró JungKook.

Jieun le observó un segundo, como si lo estuviera examinando. JungKook sintió miedo.

―¿Te incomodan? ―agregó, dulce. El omega no supo a qué se refería, hasta que vio que apuntaba a sus alas―. Puedo encogerlas si quieres...

―¡Oh, no! ―JungKook mordió su labio inferior―. Sí, está bien, no... no me incomodan...

Lo que le incomodaba era la situación. Era estar allí, tembloroso, aterrado de lo que fuera a ocurrir.                               
Finalmente, ella le dijo que se sentara mientras preparaba el té. JungKook se decidió por uno de manzanilla, quizás con eso iba a relajarse un poco.

―Bueno, ¿qué tal si comenzamos por lo básico? ―ofreció ella, sin verse molesta por su silencio―. ¿Cuántos años tienes y qué te gusta hacer, JungKook?

El omega se tomó su tiempo, revolviendo el té con la cuchara y sin mirarla. Prefería concentrarse en el movimiento de su mano.

―Tengo... tengo diecisiete ―habló, con la voz temblorosa―, y... y me gusta mucho bailar. Uh, también me gusta cantar.

―¿Te dedicas al baile? ―Jieun también se preparó un té, sonriéndole.

―Me gustaría dedicarme a eso ―contestó JungKook―, pero, um, no sé si sea para mí.

―¿Y eso por qué?

―Es que... ―el omega mordió su labio inferior―, es que... es que tengo sobrepeso y... eh...

De pronto, la conocida sensación de algo atrapado en su garganta apareció, en clara señal de que iba a llorar. Incluso sus ojos se llenaron de lágrimas, pero pestañeó con rapidez, como si pudiera alejarlas con eso.

―Veamos, ¿es eso lo que te trajo acá, JungKook? ―preguntó Jieun, sin perder esa amabilidad y tranquilidad.

El omega asintió con fuerza.

―Yo no sé... ―lloriqueó el menor―. Es decir, me cuesta mucho... Tengo problemas con la comida ―finalmente habló, tomando aire con fuerza―, no puedo controlarlo, aparece de la nada, es como... como un escape para mí, pero después me arrepiento tanto, tanto, porque sigo ganando peso, y todos en el colegio me molestaban mucho, todavía me molestan, dicen que... que estoy gordo y lleno de grasa y... y ellos tienen razón y... y...

No pudo seguir, poniéndose a llorar desconsolado. Jieun se puso de pie, dejándolo llorar y yendo a buscarle un vasito con agua, que JungKook agarró y bebió. Sirvió un poco para calmarse, hipando y aceptando el pañuelito desechable que le ofrecía la mujer.

―A ver, vamos por partes ―habló Jieun―, ¿te sientes mejor para hablar, JungKook?

Se volvió a tomar su tiempo para responder.

―S-sí...

―Si necesitas otro vaso de agua, me puedes decir y yo lo voy a buscar ―añadió―. ¿Es la primera vez que vienes a un psicólogo?

―Sí ―habló ahora, con más firmeza―. Yo nunca... nunca lo consideré necesario.

―¿No? ―la mujer enarcó una ceja―. ¿Qué tal si me cuentas más de ti, pero desde el inicio?

JungKook inspiró antes de decidir hablar.

Una hora después, la puerta volvió a abrirse y JiMin casi se le lanzó encima, viéndose muy alterado. De seguro sintió todo su llanto a través del lazo que compartían, y era un verdadero milagro que no hubiera entrado antes para ir a consolarlo.

Por otro lado, el omega seguía un poco lloroso, pero ahora sólo hipaba y sorbía por su nariz. Jieun, detrás de él, le ofreció otro pañuelo.

―¿Seguro que te sientes bien, JungKook? ―preguntó ella, preocupada.

―Sí, sí ―afirmó el chico―, sólo... uh... sólo necesito un helado.

―Te lo compraré ―saltó JiMin, llamando su atención―, y todos los que quieras, mi lindo bebé precioso.

El omega se quejó cuando sus mejillas fueron agarradas con fuerza, pero sus quejidos se vieron apagados por los múltiples besos que recibió en sus labios abultados. JiMin parecía no sentir vergüenza de besarlo frente a otras personas.

Jieun esperó pacientemente, hasta que el omega logró quitarse de encima al mayor, que lo abrazó por el cuello.

―La próxima semana nos veremos ―le dijo ella―, por estos días, no haremos ninguna tarea, ¿bueno? Pero quiero que me anotes en un cuadernito todas las cosas que deseas que hablemos en nuestras sesiones. No importa lo que sea, ¿está bien?

―Sí, doctora Lee ―barboteó JungKook, enrojecido.

―Y recuerda ―añadió ella―. Estás rodeado de gente que te ama y se preocupa por ti. Vamos a ir trabajando poco a poco en tu autoestima, será un largo trabajo, pero no imposible, y mientras los tengas a ellos, las cosas irán bien.

―Sí, bueno ―farfulló el omega, todavía afectado, pero de mejor ánimo.

A los pocos minutos, y luego de agendar otra hora, la pareja salió del departamento. JiMin llevaba agarrado a su novio con fuerza de la mano, como si tuviera la idea de que, al soltarlo, iba a desaparecer.

―¿Quieres hablarlo, bebé? ―preguntó el mayor, preocupado.

―Fue agradable ―dijo JungKook, con la garganta un poco irritada por todo lo que lloró y habló―, y no se enojó conmigo, a pesar de que lloré mucho. Sólo me daba más y más pañuelos para limpiarme.

Decidieron bajar por las escaleras, y JiMin esperó pacientemente a que siguiera hablando.

―Le conté de muchas cosas ―continuó JungKook―, cómo empecé a... a engordar y cómo se reían de mí en el colegio. De las bromas... las bromas crueles que me hacían. Hablamos mucho de eso.

―¿Y... y qué te dijo?

―Habló poco ―el omega mordió su labio inferior―. Ella quería saber más de mí. Pero comentaba que, al final, esas situaciones no fueron nunca culpa mía. Dijo que... que mi apariencia no significaba que yo debía ser molestado o agredido, y que no debía culparme a mí mismo por eso. Mi aspecto no es motivo de burla.

―No ―aceptó JiMin, y ambos salieron del edificio. Pronto sería navidad y había empezado a nevar―, ¿te has sentido culpable por eso, cariño?

―Mucho ―sorbió de nuevo―, yo pensaba... Pensaba que, si bajaba de peso, sería más agradable para todos. Todavía lo pienso, Mimi. Quiero ser agradable para ti ―confesó.

JiMin suavizó su expresión.

―Eres agradable para mí ―le dijo el alfa, y le besó la punta de la nariz.

―Dijo también que la autoestima se puede trabajar y mejorar ―agregó―, y que vamos a tratar mi ansiedad. Dijo que... que todo lo que me pasa, lo puedo enfrentar de distintas formas, y que es bueno que... que me reconcilie conmigo mismo ―otra pausa―. Fue muy dulce, JiMin. Me gustó mucho.

―¿Sí? ―le sonrió con cariño―. Eso es bueno, amor. Y como dijo ella, recuerda que estoy a tu lado y te amo mucho, mucho.

―¿Mucho?

―Más que a mi propia vida ―aseguró el mayor―. Ahora, ¿vamos por ese helado?

―Me dio frío ―se quejó JungKook, y entrelazó su mano con la de JiMin otra vez.

―¿Y qué tal un café, entonces? ―volvieron a caminar―. ¿O qué tal si volvemos a casa y tomamos una siesta?

―¡No seas dormilón!

―Dormimos en nuestras formas animales y te dejaré dormir bajo mi vientre.

Días atrás, JungKook descubrió, en su forma ardillita, que ese era su nuevo lugar favorito en el mundo. El pelaje de JiMin allí era muy calentito, podía hacerse bolita para dormir y se sentía muy, muy protegido. Nadie le haría daño en ese lugar.

JungKook pareció pensarlo.

―Vamos por un café y luego a dormir ―ofreció, y JiMin sólo se rió, dándole la razón.

―Claro, precioso. Lo que tú quieras.

La psicóloga tenía más que razón: JungKook estaba rodeado de mucho amor.

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