21🐿️
La mañana llegó con un fuerte sol que iluminaba todo el cuarto, y entre las ropas de la cama y del pijama de JiMin, una pequeña ardillita comenzó a removerse.
JungKook se estiró, bostezando por el sueño, y sus orejitas se movieron. Contempló con curiosidad al chico que dormía junto a él, y se arrastró por debajo de las mantas, saliendo al exterior. Sin poder controlarlo un poco, comenzó a olisquear el cuello de Yoongi, atraído por el aroma que exhalaba.
―Nooo, me haces cosquillas... ―le escuchó murmurar, y JungKook se aferró a la ropa del chico cuando se volteó en la cama.
La ardillita contempló el rostro adormilado de JiMin, antes de ir a la orilla de la cama y tirarse al suelo. Una vez allí, resonó un pop, y la ardilla ya no estaba, sino que JungKook se transformó en un humano.
―Mimi ―llamó, sentándose en la cama, sin poder evitar la expresión tímida―, JiMinnie...
―¿Qué pasa, Kookie? ―masculló JiMin, arrebujándose en la cama y sin abrir los ojos―. Ven aquí, ¿vale? Todavía es temprano...
JungKook miró a su alrededor y agarró el celular. Eran las diez de la mañana.
―Por fis... ―suplicó, y eso bastó para que JiMin suspirara y abriera sus ojos, mirándole con esos bonitos orbes oscuros―. JiMin...
―¿Dormiste bien? ―le preguntó el mayor, poniendo una expresión de preocupación. JungKook le contempló, desconcertado por su pregunta―. ¿No te aplasté?
―¿Ah? ¡No, no! ―saltó JungKook, sacudiendo su cabeza―. No, JiMin, estuvo bien. De verdad... ―sintió sus mejillas coloradas―, gracias por venir anoche. No tenías...
―Claro que tenía ―le interrumpió el alfa, impaciente―. Eres mi omega, ¿no? Mi deber es protegerte, cuidarte y consolarte.
JungKook abrió la boca, pero no salió ruido alguno de ella, incapaz de hacer un sólo ruido. Lo que le estaba diciendo JiMin... ¿Era en serio? ¿O estaba bromeando? Casi esperaba que fuera una broma, que la pantera saltara y gritara un "¡sorpresa!".
Pero JiMin sólo le miró, expectante.
―¿Todavía soy tu omega? ―preguntó, atónito.
JiMin parpadeó, ahora él luciendo confuso por lo que acababa de decir.
―Por supuesto que sí, ¿por qué no lo serías más? ―habló el mayor, sacudiendo su cabeza.
―Porque... porque... ―la voz de JungKook se ahogó―, porque nosotros terminamos, JiMin.
―¿Terminar? ―farfulló JiMin, incrédulo―. Claro que no, sólo nos tomamos un tiempo. Nada más. No hemos terminado ―puso, en ese momento, una expresión dudosa―. ¿O sí?
JungKook volvió a abrir la boca, pero como ocurrió antes, no habló enseguida. Es decir, él estuvo llorando mucho todos esos días, pensando que su relación con JiMin se había acabado y el alfa ya no le iba a querer. No podía pensar en otra cosa debido al arrebato que tuvo, porque le dijo cosas muy feas a JiMin, le gritó y no quiso escucharlo. ¿Cómo el alfa iba a querer estar con alguien como él, con tantos problemas?
Pudo sentir sus ojos llorosos al recordar ese día.
La expresión de JiMin se suavizó.
―Ven aquí, Koo ―le dijo, cariñoso, y JungKook se puso a llorar, pero abrazó a JiMin con fuerza, enterrando su rostro en el pijama del mayor―, claro que no vamos a terminar, mi lindo bebé, ¿cómo puedes creer eso?
―Lo siento ―sollozó JungKook, sorbiendo por su nariz―. Yo no quería... No sé qué me pasó, JiMinie...
El híbrido de ardillita siguió llorando por un largo rato, en el que JiMin lo acurrucó bajo las mantas, abrazándolo con total cariño para consolarlo. Sólo pasados unos largos minutos logró calmarse, pero se aferraba a su pareja con desesperación.
―De verdad lo siento ―repetía JungKook, sorbiendo por su nariz―, todo lo que dije, era mentira. No te odio, no te odio para nada...
―¿No? ―bromeó JiMin, pero no fue buena idea, porque el menor volvió a lloriquear.
―¡No! ¡Te amo mucho, mucho! ―le dijo―. ¡Mucho, demasiado!
JiMin suspiró, dejando que JungKook le diera pequeños besos en la mejilla, como si pudiera demostrarle de esa forma cuánto le amaba. Ahora que estaba con él, la pantera se sentía mucho mejor, considerando que los últimos días también fueron muy tristes para JiMin. JungKook no iba al colegio, no le contestaba las llamadas y no quería verle, y a través del enlace, podía saber que estaba sufriendo mucho. Tal vez no estaban marcados como tal, pero crearon un lazo, y con eso podían sentirse de manera inevitable.
Sin embargo, JiMin no estaba muy satisfecho. En el fondo, se encontraba demasiado preocupado por JungKook y el evidente problema que tenía en cuanto a su peso. A él no le importaba, pero era algo que afectaba demasiado a su novio, y eso podía provocar que su relación también se resintiera.
Aunque tampoco sabía cómo decírselo. JungKook era demasiado paranoico (y no podía culparlo, considerando lo mal que la pasó tantos años), y quizás podía tomarse su sugerencia como algo negativo. Lo que menos quería ahora era alterarlo.
―¿Me puedes perdonar, Mimi? ―le preguntó su novio, tímido.
―¿Oh? Claro que sí, mi bebé ―le dijo JiMin, acariciándole la cabecita―. ¿Quieres unos besitos?
―¡Por favor, por favor! ―pidió JungKook, y comenzó a besar a su novio en la boca, entre emocionado y desesperado por ese contacto.
Sólo se detuvieron unos minutos después, cuando la puerta del cuarto fue tocada. Su mamá se asomó, curiosa.
―Kook, cariño ―dijo ella, luciendo un poco preocupada―. ¿Te sientes mejor?
―Sí, mami ―JungKook se acurrucó bajo las sábanas, sin soltar a JiMin―. ¡JiMinnie y yo volvimos!
―Nunca terminamos ―señaló JiMin.
―¡Mejor! ―la ardillita puso una expresión de cachorrito―. ¿Puedo quedarme en la cama, igual?
Jaehee soltó un bufido, pero JiMin pudo notar cierta preocupación en los ojos de la mujer. Lo más probable es que estuviera pensando lo mismo que él en relación a JungKook, además... Bueno, JungKook estaba actuando como si lo ocurrido esa semana no hubiera existido, a pesar de que todos allí sabían que era grave.
JungKook decidió seguir una horrible dieta estricta que, más temprano que tarde, le pasaría la cuenta. Luego, sus pensamientos fueron tan invasivos y ansiosos que terminó estallando. No suficiente con eso, después se dio atracones de comida hasta el punto de vomitar. Eso no era normal, bajo ningún punto de vista, y más aún con JungKook ignorándolo a propósito, como si las cosas estuvieran bien.
Sin embargo, Jaehee pareció llegar a un silencioso acuerdo con JiMin: por hoy, lo dejarían pasar. Mañana lo conversarían, cuando JungKook estuviera mucho mejor.
―Bueno, pero JiMin debe irse ―le dijo ella, sonriendo con broma.
―¡No, claro que no! ―reclamó JungKook, abrazando a JiMin con fuerza―. ¿Puede quedarse conmigo, mami?
―Está bien, pero dejaré la puerta abierta ―contestó, firme―. No quiero pillarlos desnudos, ¿entendido?
―¡Mamá! ―se quejó JungKook, pero la mujer lo ignoró y salió―. ¡Qué mala es, Mimi!
―Sólo está preocupada ―señaló JiMin, antes de volver a besar las mejillas de JungKook―. Te amo mucho.
―¡Yo te amo más! ―exclamó JungKook, contento por los besos recibidos.
El omega se sintió como en un sueño ese día, porque JiMin se quedó con él todo el día, incluso esa noche, aprovechando que sus padres no estaban. Permanecieron en pijamas y JiMin fue a buscar las comidas, echándole un ojo a JungKook para confirmar que tuviera sus tres comidas diarias. La ardillita no hizo ningún comentario sobre la comida, tampoco dejó ninguna sobra, pero JiMin sabía que no debía bajar la guardia. En algún momento, la intranquila mente de su novio comenzaría a hacerle pensar que debía perder kilos para satisfacerlo, a pesar de que él jamás le hubiera dado alguna señal de eso.
Aprovechó también para conocer mejor el cuarto de JungKook, que tenía un montón de redecillas en el techo y la pared, todo con la finalidad para colgarse y escalar. Incluso tenía algunas dentro del armario. Era un poco gracioso de ver, porque JungKook se transformó en ardillita y se dedicó a escalarlas, y a veces, a JiMin le entraba el pánico de que pudiera caerse, en especial por las piruetas que hacía o la manera en que se agarraba. Incluso planeó un poco, a pesar del miedo de las alturas, y tal vez sólo para hacerse el valiente frente a JiMin.
El alfa también decidió acompañarlo, transformándose en la gran pantera que era, y de pronto, JungKook saltó de la redecilla en la ventana y cayó sobre la cabeza de JiMin. La pantera subió a la cama, con la ardillita aferrada a su piel, y después el pequeño animalito bajó, comenzando a rasguñar sobre las colchas, antes de que JiMin le agarrara y se dedicara a lamerle. Hasta se pusieron a jugar: el enorme carnívoro le aplastaba con una de sus patas por el vientre, causando que JungKook se revolviera y quisiera escapar, saltando y haciéndose bolita.
―¿No te hice daño? ―le preguntó JiMin más tarde, recostado contra las piernas de JungKook. Estaban mirando una sitcom en la laptop del menor, relajados y cómodos―. A veces puedo ser brusco.
―No, estuvo bien ―afirmó JungKook, acariciando el cabello de su novio―. Oh, ¡mira! ¡Este es tu regalo de aniversario de meses, mi amor!
JiMin observó a JungKook estirándose hacia el suelo y agarrando una sudadera, donde había un bonito estampado de una pantera junto a una ardilla. Por el estilo, supo que fue HoSeok quien lo dibujó, y no tardó en probársela, admirando la sonrisita de su novio. Se veía más que feliz.
―Está perfecta ―afirmó, acariciándole una mejilla―. El tuyo te lo daré el lunes, ¿está bien? Vine tan apresurado que no lo traje.
―¡No hay problema! ―JungKook besó la punta de la nariz de JiMin―. Pero... ¿qué es?
―No, es sorpresa.
―¡Dime, Mimi, por favor!
A JungKook no le fue bien con sus súplicas, porque JiMin no soltó ninguna palabra. Al final, el chico se enfurruñó y transformó en una ardilla, ocultándose bajo la cama, y JiMin también le siguió en su forma animal, molestándolo y agarrándolo del pescuezo para que no se escapara de él.
―JiMin... ―susurró más tarde JungKook, cuando ya era más de medianoche y estaban acurrucados bajo las mantas de la cama―, ¿estás despierto?
―Por supuesto que sí ―JiMin emitió un ronroneo suave―, ¿qué ocurre, bebé?
―No quiero que nunca terminemos ―le dijo JungKook, abultando sus labios en un puchero triste―. De verdad, de verdad, ¡te amo mucho!
JungKook siempre fue meloso, pero ahora, en especial, estaba muy pegadizo a él. A JiMin le gustaba que actuara así, sin embargo, también le preocupaba demasiado. Por mucho que amara a su pequeña ardillita, lo que menos quería era que empezara a depender de él, porque si es que ellos, por cualquier motivo, llegaran a terminar...
Eso no era sano, en especial para JungKook.
―También te amo mucho ―le dijo, y le dio un beso en un moflete. JungKook suspiró por la felicidad y lo abrazó, durmiendo toda la noche pegadito a él.
💌🐿️💌
Al día siguiente les tocó ir al colegio, y JungKook se veía mucho más animado de lo normal. Se disculpó con sus amistades por lo que pasó la semana pasada, diciendo que no estuvo bien la forma en la que actuó y prometiendo que jamás iba a volver a pelear con ellos.
―¿Conversaron sobre... uh... el tema? ―le preguntó Namjoon más tarde, cuando estaban trabajando en la clase de música con el otro curso, donde estaba Jin. Su primo estaba que hacía un concierto de guitarra por el entusiasmo.
―Todavía no ―suspiró JiMin, preocupado―. Tengo miedo de que se lo tome a mal y vuelva a reaccionar así.
―Qué complicado ―comentó YoonGi, haciendo sonar el triángulo―. HoSeokie igual está muy preocupado, el otro día se puso a llorar por Kookie.
―¿Cómo que se puso a llorar? ―preguntó Jin, cortando su inspiración―. ¿Y por qué yo no me enteré?
―¡Porque es mi novio, no tuyo! ―refunfuñó YoonGi.
―Nuestro novio ―dijo Jin, rodando los ojos.
JiMin arrugó el ceño. No sabía qué mierda les pasaba a esos dos, pero no le importaba, ¡ese no era el tema principal! Estaba en medio de una crisis prematrimonial y ninguno de sus tontos amigos podía ayudarlo.
―Yo creo que lo mejor es que lo converses fuera del colegio con JungKook ―habló Namjoon―, que lo lleves a un lugar bonito y le digas que quieres que vaya a un psicólogo, que puedes acompañarlo y todo eso. De seguro lo apreciará.
JiMin no creía que fuera tan así. JungKook, lo más probable es que entrara en pánico y dijera que no era lo que necesitaba, que él se encontraba bien y sólo fue un momento de debilidad. Además, podía ponerse a llorar y eso lo haría sentir mal... Sin embargo, sabía que no podía obviarlo.
Tomó aire con cansancio, pero tenía claro lo que debía hacer. Por eso mismo, cuando tocó el timbre de salida, fue directo al salón de clases de JungKook, pillándoselo en la puerta. Su novio no tardó en ir hacia él, abrazándolo y sonriendo con felicidad.
―¿Quieres salir, bebé? ―preguntó JiMin, llamando su atención.
―¿A dónde? ―se emocionó JungKook, luciendo feliz.
JiMin le agarró la mano, dándole un apretón para que confiara en él, y salieron juntos del colegio.
JungKook, mientras, iba en una nube de amor. Nada era mejor que estar con JiMin, concluyó ayer, cuando despertó y su novio estaba al lado de él, durmiendo como si nada. Ahora, que estaba con él, lo único que quería era fingir que lo que pasó la semana pasada no existió, fue una dura pesadilla, y las cosas entre ellos estaban bien. No iban a pelear nunca más, ellos serían muy felices juntitos, más adelante se casarían y tendrían muchos bebitos. ¡Era un panorama más que perfecto!
JiMin le invitó a una placita cercana a la casa de JungKook y se compraron unos helados para comer. Se sentaron bajo un árbol y el omega le comenzó a platicar sobre cómo le fue en el colegio ese día. Desde la semana siguiente comenzarían a practicar mucho más en el taller de danza para preparar una presentación a fin de año, y JungKook estaba muy entusiasmado con eso.
―Oh, a todo esto ―habló JiMin, mordiendo el cono del helado―, mira, te traje tu regalito, Kookie...
JiMin comenzó a rebuscar en su mochila hasta sacar una bolsita rosada, entregándosela al omega. JungKook lo recibió con entusiasmo, desenvolviéndolo y chillando por la felicidad al encontrarse dos anillos: ambos eran plateados, pero uno tenía un diseño de una ardilla sosteniendo una bellota, y otro era la cabeza de una pantera.
―¡Están muy bonitos, Mimi! ―gritó JungKook, sin querer tocarlos―. ¡Te tuvo que salir muy caro!
―Eso es lo de menos ―señaló JiMin, agarrando la bolsa y sacando el anillo de pantera―. Ven, este es para ti...
El omega le extendió su mano y el mayor sostuvo el anillo, encajándolo con suavidad dentro del dedo anular de JungKook. Luego, el menor hizo lo mismo con el alfa, entregándole el anillo de ardilla.
―¡Están preciosos! ―chilló JungKook, y sin pensarlo un poco, el muchacho se lanzó contra JiMin, abrazándolo por el cuello y haciendo que cayeran al suelo―. ¡Eres el mejor, mi amor, de verdad! ¡Te amo, te amo, te amoooooooooooooo!
JiMin se rió, sintiendo los besos en su cara, y acarició el cabellito de JungKook. El omega tenía los ojos llorosos por la felicidad, y el alfa se sintió un poco culpable, porque sabía que debía hablar con él.
―Kookie ―le dijo, llamando su atención, y JungKook se acurrucó en su pecho―, tengo que hablar algo contigo...
―Mmm... ¿sí? ―suspiró el omega, feliz.
―Me gustaría... uh... ―JiMin le dio un beso entre los cabellos―, Koo, creo que deberías ir a un psicólogo.
JungKook se enderezó de golpe, atónito y desconcertado por lo que estaba escuchando. ¿Qué decía JiMin? ¿Qué es lo que acababa de hablar? ¿Un... un psicólogo? ¿Cómo? No, tuvo que haber oído mal. ¿Por qué iba a necesitar un psicólogo? JungKook no estaba loco, ¿cierto? ¡Él estaba más que bien!
―¿Cómo, JiMin? ―dijo el menor, sacudiendo su cabeza―. ¿De qué hablas? ―soltó una risita, como si estuviera escuchando una tonta broma, pero se calló al ver que el mayor estaba serio.
―Escúchame ―dijo JiMin―, lo que pasó la semana pasada...
―¡Fue una tontería y no volverá a pasar! ―saltó JungKook a la defensiva, y se enfadó consigo mismo por su tono de voz.
―No fue una tontería ―contestó el alfa―, Koo, no estoy diciendo nada malo.
―¡Claro que sí! ―JungKook arrugó los labios―. ¿De dónde sacaste eso?
JiMin frotó el puente de su nariz, mientras que el omega mordió su labio inferior. De pronto, sentía muchas ganas de llorar y no sabía exactamente el por qué. JiMin no le estaba diciendo algo grosero o malo, sólo... sólo...
Sólo que le estaba diciendo algo que no quería oír.
―Me preocupo por ti ―dijo el alfa con cariño―, y no me gustaría que lo que pasó la semana pasada, ocurra otra vez. No por mí, bebé, sino por ti.
―Yo estoy...
―Tienes un problema respecto a cómo te miras a ti mismo, Kookie ―JiMin le agarró las manos y le besó los nudillos―. Yo nunca te he dicho que eso me afecte, ¿cierto? A mí no me importa eso, jamás me ha importado, pero tú... uh... ―su voz se cortó al ver cómo JungKook se puso a llorar―, Kookie, la forma en la que te miras, eso, nos puede afectar. Puede afectar nuestra relación, y yo no quiero que eso sea así.
JungKook no podía evitarlo, sólo lloraba y lloraba por lo que escuchaba, porque, en el fondo, sabía que JiMin tenía razón. Sabía que lo que decía su novio era cierto, a pesar de que no quisiera verlo de esa manera. Tenía miedo, demasiado miedo, de que las cosas se le hicieran más difíciles y empezaran a arruinar lo que tenía con el mayor.
―Tienes un problema de ansiedad ―continuó JiMin―, un gran problema, y pienso que es necesario que... que vayas a un psicólogo para empezar a solucionarlo.
―Pero... pero... ―sollozó JungKook, limpiando sus mejillas.
―Y yo te acompañaré, si tú lo deseas ―agregó el alfa―, yo estaré contigo y te ayudaré dentro de lo posible, mi amor. Mi lindo y dulce bebé...
JungKook volvió a llorar con fuerza, dejando que los brazos del alfa lo rodearan y lo hicieran sentir a salvo.
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