17🐿️
La mañana del domingo, JiMin despertó feliz de la vida porque por fin, luego de tres semanas, su primo Seokjin se marchó de su hogar.
El día anterior se mudaron ya de forma definitiva a su nuevo hogar, y JiMin no cabía en su felicidad, porque ya no soportaba al irritante de Jin. Ahora, lo que necesitaba era paz, tranquilidad y silencio.
―¡Mamá, el agua del baño sale fríaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Frunció el ceño al escuchar el grito de su hermana menor, Ryujin, y quiso cubrirse con las mantas para seguir durmiendo por lo menos otra hora más. Anoche se quedó conversando hasta tarde con JungKook a través del teléfono sobre cualquier tontería. JiMin era feliz escuchando la voz de su novio hablándole de lo que quisiera.
―¡JiMin, despierta! ―la puerta de su cuarto fue abierta por su padre―. ¡Hoy es día de caza!
Gimoteó por el disgusto de verse interrumpido otra vez, y más porque olvidó totalmente que era el primer domingo de diciembre. Todos los primeros domingos de cada mes tenían día de caza, un día en que los carnívoros iban a liberar energía a los bosques. Los segundos domingos eran para los herbívoros, mientras que el tercero correspondía a los omnívoros. Ese día era para evitar que otras especies salieran en sus formas animales y pudieran terminar devoradas, siendo algo así como chipe libre para los animales que tuvieran día de caza. Un poco perturbador, pero era la única forma de mantener cierta armonía en los híbridos, pues así soltaban el instinto animal que debían reprimir tanto.
Somnoliento, se puso de pie y bajó a la cocina para desayunar, sin muchas ganas de salir.
―¿Y esa cara? ―preguntó su mamá―. ¿Con quién hablabas tanto anoche? ¡Tus risas se escuchaban por toda la cuadra!
Bufó, desviando la vista y fingiendo entretenerse mientras se servía café.
―Con nadie, sólo...
―¡JiMin tiene novio! ―saltó de pronto Ryujin, sonriendo maliciosamente―. Vieras como le hacía arrumacos, mamá, ¡JiMin tiene un corazón de azúcar!
Se coloreó ante las burlas de su hermanita, tratando de negarlo a pesar de fallar miserablemente. Su voz era un barboteo torpe y sin sentido, y por la expresión de su mamá, parecía que ella lo venía sospechando desde hacía mucho.
―¿Novio? Ya era hora, Minnie ―suspiró ella, pellizcándole la mejilla e ignorando sus quejidos―. ¿Cuándo nos lo vas a presentar?
―Mamá... ―suspiró, tratando de tomar valentía―, JungKook no es... no es una pantera.
―¿No? ―ella se veía tranquila―. ¿Y qué clase de carnívoro es?
―Uh... no es un carnívoro ―JiMin empezó a sudar.
Su mamá le miró, con un brillo de duda en sus ojos.
―¿Omnívoro?
―Herbívoro ―corrigió JiMin―. Es... es una ardilla.
Su mamá se atoró. Pobrecita. Ryujin, a su lado, tuvo que palmearle la espalda para que no siguiera tosiendo, con los ojos llorosos.
―¿Una ardilla? ¿Un animal pequeño? ―tartamudeó la mujer, sorprendida―. JiMin, ¿cómo...? ¿Y aceptó tu cortejo? Las ardillas son animales presa, ¡lo sabes bien! ¿No te comiste una cuando más pequeño?
Ahora JiMin se atoró con sus palabras, negando enseguida que lo último haya ocurrido. No recordaba nunca haber cazado ninguna ardilla, y si lo hubiera hecho, JungKook no iba a enterarse jamás de eso.
―¡Mamá, no! ―gritó, tratando de calmarla―. JungKook y yo somos novios, ¿está bien? Ya... Él ya aceptó que no es mi presa y yo lo quiero mucho.
―No dudo que lo quieras ―concedió Haeun, todavía algo preocupada―. JiMin, no estás bromeando, ¿cierto?
―Mamá... ―JiMin comenzó a enfadarse―, ¿qué tiene? Los padres de Jin...
―Me preocupa tu felicidad ―insistió ella, y en ese momento, apareció el padre de JiMin, silbando. Ryujin se mantenía en extraño silencio―. Amor, JiMin tiene novio.
―¡Ya era hora! ―exclamó el hombre―. A ver si con eso se le quita el desánimo que siempre trae encima. Ahora, ¿y si salimos? No quiero...
―¡Su novio es una ardilla! ―explicó la mujer.
Un instante de silencio entre ellos. Kyunghoon se volteó a ver a JiMin, que tenía el rostro colorado a esas alturas.
―Bueno, ¿qué tiene? ―preguntó, haciendo un gesto con su mano―. Mientras no te lo comas, no creo que haya ningún problema.
Las palabras del hombre lo aliviaron y avergonzaron un poco más, pero al menos, asumió ese noviazgo con facilidad. Al fin y al cabo, el hermano del papá de JiMin era el padre de Jin.
Su mamá no parecía demasiado contenta con la intervención de su esposo, pero al final sólo suspiró y desistió con sus intentos.
―Quiero conocerlo ―le dijo mucho más tarde, cuando volvieron de su día de caza.
JiMin tropezó y casi cayó al suelo, pero alcanzó a agarrarse de la pared.
―¡Mamá! ―dijo, escandalizado―. JungKook es una ardilla, ¡lo asustarás!
―Bueno, ¿y qué pretendes tú? ―comenzó a regañar ella―. ¿No presentarlo nunca? O... ―le miró, sospechoso―, JiMin, no es sólo una aventura, ¿cierto?
Esa idea le pareció horrible desde el inicio, porque JungKook no merecía eso. Jamás sería sólo una aventura, un ratito de entretención. JungKook era más que eso. Era su omega. Su alfa lo reconocía como omega, como su pareja de por vida. Kookie era su bonito y dulce omega ardillita al que iba a proteger de todo lo malo en el mundo.
―¡Claro que no! ―dijo, serio―. JungKook es... es mi omega. Pero mamá... ―trató de explicar―. No quiero que lo asusten, ¿está bien? Kookie es... ―apretó sus labios un instante―. Lo invitaré, pero él decidirá si venir o no. Además, si viene ―añadió―, no quiero que nadie diga algo sobre su aspecto, ¿vale? Kookie tiene un poco de sobrepeso, pero no quiero que lo molesten, o me enfadaré mucho.
Su mamá parecía algo atónita por sus palabras, pero sólo asintió con la cabeza y le prometió que se iban a portar bien. Era un poco gracioso ver la escena, sin embargo, JiMin tenía que asegurarse de que JungKook no la pasaría mal. Lo que menos quería era provocarle más inseguridades, en especial ahora que estaba tratando de bajar de peso.
A JiMin no le importaba realmente si su novio estaba un poco gordito, le gustaba sólo por ser JungKook, y le iba a querer por siempre.
💌🐿️💌
JungKook creía haber escuchado mal.
―¿Cómo? ―preguntó, con su voz temblando.
―Mis papás quieren conocerte, Kook.
No, es que debía estar escuchando mal. JiMin no podía estarle proponiendo esa idea, ¡era descabellada por cualquier lado que se le mirara! Conocer a sus padres, a su familia, considerando que eran panteras... ¿y si se lo comían?
―No entiendo ―barboteó, comenzando a ponerse nervioso. Sus manos parecieron moverse hacia el bolso donde solía llevar sus bellotas, sin embargo, estaba vacío. Estaba tratando de no comer tan impulsivamente esos últimos días.
JiMin le agarró la mano y le llevó a una de las bancas en el parque. Luego de clases le invitó a dar una vuelta, así que lo aprovechó también para hablarle sobre la invitación a su casa.
―Kook-ssi ―volvió a hablar―, mis papás te han invitado a una cena para conocerte. Sé que es un poco repentino, pero... ―vaciló un poco―, pero llevamos más de un mes saliendo, además, y nuestra relación es seria, ¿no es así?
―Sí ―concedió JungKook, con la voz temblando―, pero JiMin, no estoy listo. No...
―¿No quieres conocerlos? ―preguntó JiMin, su expresión cambiando repentinamente―. Porque yo igual quiero conocer a tus papás, bebé, pero...
JungKook miró hacia todas partes, como pensando qué tan grosero se vería si se convertía en ardilla y salía corriendo. Huir era la mejor opción en ese momento.
―... pero... uh... ¿tal vez tú no vas en serio conmigo? ―aventuró el alfa, soltándole la mano.
La ardillita lo miró y notó el triste rostro de JiMin, luciendo algo deprimido. JungKook quiso romper a llorar por lo que provocó, ¡él no quería que JiMin se pusiera así por eso!
Sin pensarlo siquiera un poco, lo abrazó de golpe.
―¡Está bien, quiero conocerlos! ―le gritó, desesperado―. ¡Pero no llores, JiMin, por favor! Ven, déjame darte besitos.
―¿De verdad que irás? ―dijo JiMin, abrazando a JungKook también por la cintura y riéndose al recibir besos en las mejillas.
―Sí, sí ―aseguró―. Voy muy en serio contigo, JiMin, ¡quiero casarme contigo!
JiMin volvió a reírse con ternura al escucharlo decir eso, pero sólo aceptó los besos con placer, tan feliz de que JungKook hubiera aceptado esa cena. Iba a poner todo de sí para que saliera bien, porque quería que sus padres aceptaran a su novio como su pareja.
Así que cuando llegó el sábado, preparó todo con extremo cuidado: le recalcó a su mamá mil veces que debía hacerle una comida vegetariana a JungKook, le insistió a su padre que no hiciera chistes malos y amenazó a Ryujin de que no lo avergonzara, pues suficiente tenía con Jin en el colegio. Para su fortuna, su hermana mayor no vivía con ellos, pues estudiaba en otra ciudad, así que no debía preocuparse por ella.
JungKook, por otro lado, estaba muy nervioso para esa cita. Ni siquiera sabía con qué vestir. ¿Debía ir muy elegante o más casual? ¿Y si decían algo relativo a su peso? Tal vez debería ver la forma de esconder su estómago, pero ¿qué iba a hacer con sus mejillas regordetas? ¿Y si se aplicaba maquillaje? ¿Los padres de JiMin serían tradicionales? ¿Les molestaría que su hijo saliera con un chico algo afeminado? ¿O con un chico gordo?
Todos esos pensamientos le estaban a punto de provocar un ataque de pánico.
―Mamá ―tartamudeó―. ¡MAMÁ!
Cinco segundos después, su mamá apareció con una expresión de preocupación.
―¿Qué ocurre, bebé?
―Necesito ayuda ―chilló―. Te-tendré una cita con los padres de JiMin y no sé con qué ir, ¡necesito ayuda! Mamá, estoy muy asustado, ¿y si no les gusto?
―Espera ―le interrumpió ella―, ¿los padres de JiMin? ¿Los conocerás? ―puso una expresión de preocupación―. ¿Y si te comen, bebé?
―¡MAMÁ!
―Vale, vale, la broma no sirvió ―suspiró ella, cerrando la puerta detrás de sí―. Vamos a ver, yo te ayudaré, bebé.
Su mamá le terminó revisando el armario para escoger su ropa, tratando de calmarlo lo suficiente y diciéndole que no tuviera miedo en pintarse los labios y las uñas. Le eligió un bonito suéter celeste con una ardilla tejida en el centro que su abuela le hizo, y unos pantalones negros. Además, le arregló el cabello para que su frente estuviera descubierta y el bonito delineado verde que se hizo se pudiera apreciar.
―Te ves muy bonito ―le halagó su mamá cuando dieron las siete―. JiMin volverá a enamorarse de ti cuando te vea.
Esas palabras le hicieron sonreír levemente, algo sorprendido por lo que significaba. JiMin enamorado de él. La idea le volvía una gelatina.
―Vamos, no debes llegar tarde ―animó su mamá.
JungKook agarró su bolsito rojo, dándole un beso a su mamá en la mejilla y gritándole las gracias antes de salir corriendo. Quedó de juntarse con JiMin a una cuadra de su casa, así que tomó un bus que le acercara, y cuando iba llegando, le avisó a su novio, que le dijo que ya le esperaba.
JiMin estaba en el paradero de buses, observándolo cuando lo vio bajar.
―¿Me veo bien? ―le preguntó, tímido y sin atreverse a tomarle la mano.
―¿Bien? ―JiMin le dio un beso, saboreando el pintalabios―. Estás más que bien, Kook. Estás muy precioso, más que un ángel.
El lindo piropo lo hizo reír, pero sólo agarró la mano de JiMin para dejarse llevar. Trató de no mostrar el miedo que sentía porque las cosas fueran mal, y es que tenía mucho miedo de no agradarles. Primero, porque era un híbrido de ardilla, algo demasiado lejos de lo que ellos esperaban, y segundo, pues estaba un poco gordito.
―Les caerás bien ―aseguró JiMin, como si pudiera leer sus pensamientos―. Y si no es así, no me importa, Kookie, porque yo no dejaré de quererte por eso.
Le quiso decir que no debía hablar sobre esas cosas, sin embargo, no pudo hacerlo, porque la verdad es que sí fue agradable aquellas palabras.
Llegaron a la casa de JiMin poco después: era una bonita casa en un barrio residencial de dos pisos, de color crema, con un elegante patio lleno de flores. A JungKook le gustó eso.
JiMin abrió la puerta, haciéndolo pasar, y olisqueó enseguida el aroma a pantera. Su lado animal se asustó de forma inmediata, revolviéndose al estar en un hogar lleno de depredadores y con la cola crispándose. Su novio pareció sentir su miedo, pues le dio un apretón con más fuerza, extendiendo feromonas alfas a su alrededor.
El mayor le llevó a la salita de estar, donde su padre estaba con su colección de estampillas. JiMin sintió como le salió un tic al verlo con eso, y es que padre era algo... ñoño con ciertas cosas.
―¡Oh, ya llegaron! Pensé que tardarían un poco más ―saltó el hombre, sorprendido―. ¿Este es tu novio, JiMin? ¡Vaya, que cola tan grande!
―¡PAPÁ! ―gritó JiMin, sobresaltando a JungKook, y se aclaró la garganta―. Uh, Kookie, él es mi padre.
―Park Kyunghoon, un gusto ―saludó el adulto, sonriendo con amabilidad y sin acercarse demasiado. Pareció olisquear el miedo de JungKook―. ¡Cariño, el novio de JiMin ya está aquí!
Casi de forma inmediata, por el umbral del comedor (era una casa enorme, se dio cuenta JungKook), apareció una elegante mujer que, honestamente, daba algo de susto.
―Hola ―saludó ella, yendo hacia él―, soy Park Haeun, la madre de JiMin.
―Hola ―JungKook hizo una inclinación―, soy... soy Jeon JungKook, un gusto conocerlos, señores Park.
―¿Quieres algo para comer mientras esperamos la cena? Ya casi está lista ―preguntó Haeun, mirando a JungKook de pies a cabeza.
―¡Oh, no, gracias! ―JungKook trató de sonreír, entrando en pánico y con el estómago cerrado―. Estoy bien así, no es necesario.
JiMin le llevó a sentarse en el sofá, poniéndose nervioso porque no sabía si eso fue una buena idea. Podía sentir, por el olor de las feromonas de JungKook, que estaba muy ansioso.
―¿Estás en el mismo curso de JiMin? ―preguntó Kyunghoon, tratando de iniciar una conversación.
―No, en uno distinto ―contestó Kookie―, nos conocimos porque unos amigos empezaron a salir.
―Lo cortejé enseguida ―agregó JiMin, observando a su mamá, que seguía callada―, le provoqué un gran susto al inicio.
―Por supuesto ―habló su mamá―, es una ardilla, JiMin, y tú una pantera. Eres su presa.
JungKook se tensó ante esas palabras. JiMin le dirigió una mirada a su mamá, que la ignoró olímpicamente. El padre de JiMin tosió, como si quisiera relajar el ambiente.
―¿Y quieres seguir estudiando después de la secundaria, JungKook? ―continuó preguntando Kyunghoon.
―Sí ―tartamudeó la ardillita, con su voz como un hilo―, me... uh... me gustaría ir a una Academia de Baile.
―¡JungKook baila muy bien! ―dijo JiMin, queriendo animarlo y dirigiéndole otra mirada a su mamá cuando vio que iba a abrir la boca―. Es uno de los mejores de su clase.
No sabía si ella iba a decir algo respecto a su peso o no, pero JiMin no quería oírlo. No entendía por qué ella actuaba así, siendo grosera con su novio, ¡le prometió que iba a comportarse!
―Haeun ―habló su padre, llamando la atención de su novio―, vamos a ver la comida, ¿te parece?
Esas palabras relajaron a JiMin, sabiendo que su papá consideró necesario hablar con su esposa. En silencio, se lo agradeció.
Una vez quedaron a solas, JiMin se volteó a JungKook. Notó sus ojos lagrimosos.
―Oh, Kookie...
―No le agradé ―balbuceó, y el alfa le acarició las mejillas―, ¿hice algo mal? ¿Es mi aspecto? ¿No le gusto como me veo? ¿Es...?
―No, no hay ningún problema sobre ti ―le aseguró JiMin, suspirando―. Mamá es un poco complicada, pero tú no tienes nada de malo, ¿está bien? ―sin importarle si sus padres los veían, le dio un suave beso en la boca―. Te amo ―le soltó.
JungKook abrió su boca ligeramente ante esas palabras. JiMin sintió sus mejillas coloradas, pero volvió a darle otro beso.
―Te amo ―le repitió―, y nadie me va a separar de ti, ¿sí, bebé?
Ahora los ojos de JungKook volvieron a brillar, pero no parecía que fuera por las lágrimas, sino por la felicidad.
―También te amo ―le confesó JungKook, sorprendiéndose al notarse más calmado con esas palabras.
A los pocos minutos, el padre de JiMin apareció otra vez, diciendo que la comida estaba lista. En ese instante apareció Ryujin, que saludó amablemente a JungKook y sin dirigirle una mala mirada. Incluso le preguntó dónde se consiguió ese bonito delineador, por lo que con su pareja empezaron a hablar de maquillaje.
La mamá de JiMin le preparó a JungKook un elaborado salteado de papas con verduras, mientras que los carnívoros tenían lo mismo, sólo que con carne agregado.
―No sé si te gustan las papas ―dijo la mujer, sirviéndole―, o si quedó bueno, es mi primer plato vegetariano...
―¡No se preocupe! ―dijo JungKook―. Se ve delicioso, señora Park.
Haeun asintió con la cabeza. JiMin no sabía qué pudo haber conversado su papá con ella, pero fue lo suficiente para que luciera un poco más relajada.
JungKook preguntó sobre Chaerin y los padres de JiMin empezaron a hablar de su hija mayor, antes de preguntar sobre la familia del híbrido de ardilla. La cena transcurrió con bastante normalidad, e incluso hubo algunas risas cuando Ryujin empezó a contar anécdotas de JiMin. El chico lo permitió sólo porque sirvieron para hacer reír a su novio, relajándolo a pesar de todo.
JungKook se comió todo sin decir alguna palabra negativa, lo que bastó para darle una mejor impresión a su mamá. Después de eso, llegó el momento del postre y Haeun sirvió bingsu. Sin embargo, el rostro de JungKook se llenó de duda ante el helado.
―¿Pasa algo? ¿No te gusta? ―preguntó de forma inmediata la mujer.
―No, no, no es eso ―se apresuró en decir Hoseok, enrojeciendo―. Es sólo que... um... E-estoy a dieta.
―¿Por tus clases de baile? ―dijo Haeun.
―No ―trató de reírse, como si quisiera sacarle el peso de encima. Pero, por el contrario, su risa sonó demasiado forzada y falsa―, es que estoy con un poco de sobrepeso, así que...
JiMin le agarró la mano por debajo de la mesa, pero JungKook parecía a punto de tener una crisis de llanto.
―Está bien ―Haeun, con amabilidad, retiró el postre―, pero no deberías preocuparte tanto, JungKook. Si quieres una porción, me avisas y te sirvo. ¿Quieres un té? ¿O un café?
―Un té estaría bien ―tartamudeó JungKook, aliviado de que no hubiera hecho preguntas incómodas o le insistiera en comer. Incluso JiMin se veía más tranquilo.
―Comeré más tarde el postre, mamá ―dijo JiMin, y ella asintió, relajada.
―¡Oppa, no me di cuenta, pero qué lindas uñas tienes! ―gritó de pronto Ryujin, y con eso, JungKook se olvidó de lo recién ocurrido.
Cuando dieron las nueve y media, JiMin estimó conveniente ir a dejar a JungKook a su casa. No quería que se fuera solo a esas horas de la noche, así que la la ardilliardillita se despidió de todos, ya sin ese latente miedo que sintió antes. Incluso la madre de JiMin lucía más cómoda.
―¿Crees que al final le agradé, Minnie? ―le susurró JungKook una vez tomaron el bus.
―Claro que sí ―JiMin pasó un brazo por el cuello del omega, dándole un beso en la coronilla―. Supongo que sólo estaba algo nerviosa porque somos de distintas especies. Debió pensar que nosotros no estábamos en algo serio.
―Tal vez ella quería a una pantera como tu pareja ―dijo Kookie con voz triste―, una bonita, elegante y delgada pantera...
―Y, en cambio, tiene a una preciosa, linda y amorosa ardillita como pareja de su hijo ―corrigió JiMin, con un nuevo beso―. Te amo.
JungKook se rió levemente, abrazándolo por el costado y dejándose envolver por el dulce aroma alfa.
―También te amo, panterita gruñona ―contestó JungKook, escuchando las risas de JiMin.
―¿Puedo comerte? ―bromeó el alfa, frotando su nariz contra los cabellos del omega.
―Puedes comerme cuando quieras ―coqueteó JungKook.
―Cosita provocadora ―se rió JiMin, feliz.
JungKook también estaba muy feliz, encantado de ser la pequeña cosita provocadora de JiMin.
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