29
El día en que fue la graduación, Minji se aseguró personalmente de que ningún cretino siquiera pensara en molestar a su novia. Cazó a los idiotas que la molestaban uno por uno y se los comió.
Bueno, no. Solamente los amenazó personalmente, diciendo que si se les ocurría gritar o hacer una expresión grosera contra Haerin, los asesinaría con sus propias manos. Los rostros de aquellos bullies lo fue todo para Minji y quedó muy claro lo que iba a pasar si hacían alguna de sus estúpidas bromitas.
Ese día Haerin estaba muy nerviosa. Le tocó sentarse algo separada de Minji pues los puestos eran al azar, pero al menos, Hyein estaba a su lado. Además, no sólo era la graduación lo que le tenía así, sino también que sería la comida en donde sus familias iban a conocerse. Irían a casa de Minji, pues su hogar era más grande y espacioso, y Haerin estaba con ataque pensando en todo lo que podía salir mal.
―Hae, estás liberando feromonas sin control ―le susurró Hyein, preocupada, mientras el director daba un aburrido discurso sobre la importancia de los estudios―, tranquilízate.
―No puedo ―murmuró Haerin―, ¿y si todo acaba mal?
―¿Cómo va a acabar mal? ―le dio un apretón en la mano―. Ya deja de pensar que los padres de Minji se van a comer a los tuyos.
Haerin la miró con mala cara, sin poder creer que sus pensamientos hubieran sido revelados con tanta facilidad. Aunque Hyein pensaba que no había que ser una genia como para adivinar sus ideas.
―Deberías estar feliz ―prosiguió Lee, aplaudiendo cuando el director terminó, por fin, con ese horrible discurso―, es un paso más grande a su relación.
La omega mayor no pudo evitarlo y una tímida sonrisa curvó ahora sus labios. No sólo eso, porque esa graduación coincidió con su aniversario desde que eran novias: cumplían siete meses desde que oficializaron su noviazgo. Para Haerin, esos siete meses significaban todo, y más cuando pensaba que ellas irían juntas a la universidad. Minji estudiaría Arquitectura, mientras que Haerin escogió Licenciatura en Letras y Literatura. Quería trabajar en una editorial de libros más adelante y, por qué no, quizás escribir un cuento sobre una ardillita que encontraba el amor en una pantera.
De cualquier manera, ese último tiempo estaba muy feliz. Sus sesiones con la psicóloga estaban funcionando muy bien, a pesar de que tuvo que ir al psiquiatra también para tratar su trastorno de ansiedad mediante medicamentos. Al inicio le daba mucha vergüenza, pero ambos especialistas le explicaron que necesitar medicamentos no le hacía más débil o menos valiente. Que, a veces, algunas personas necesitamos otro tipo de ayuda para poder avanzar.
A eso se le sumaba que decidió ir también con una nutricionista que le ayudara a bajar de peso de una manera sana y sin dietas extremas. Llevaba un mes con ella, pero había cambiado ciertos hábitos de comida y malas costumbres que tenía desde hacía mucho tiempo.
Haerin no pudo evitar pensar, mientras decían su nombre e iba a recoger su diploma, lo bonito que era sentirse ligera con su cuerpo. Tal vez sólo había bajado unos gramos, pero ella se sentía distinta, más liviana y con menos carga encima, y era una agradable sensación que disfrutaba por completo. Ella se sentía y percibía distinta, y a pesar de que a veces todavía tuviera pensamientos intrusivos, trataba de que no dominaran su vida y le amargaran la existencia.
Una vez la ceremonia acabó, se reunió con Minji y el resto de sus amigas. Abrazó a la alfa, le dio un sonoro beso en la boca y luego se sacaron una foto juntas, cada una con su propio diploma y una gran sonrisa en el rostro. Se quedaron unos minutos más, sacándose fotografías grupales y de curso, antes de dirigirse con sus padres.
―Felicitaciones, mi linda cachorrita ―le dijo su mamá, abrazándola y besándole la mejilla―, estás tan grande, mi pequeña niña.
―No soy pequeña ―reclamó, pero no podía eliminar su sonrisa.
―Siempre serás nuestra pequeña cachorrita ―dijo su padre, también abrazándola.
Haerin enrojeció, pero pasó a recibir los abrazos de sus hermanos, especialmente de los gemelos, que se le colgaron de los brazos. Se rió unos segundos antes de tomar valor y decirle a sus padres que le presentaría a la familia de Minji.
Los Kim estaban más alejados de la multitud. Haerin logró apreciar, a medida que se acercaban, que Taehyung estaba dándole un abrazo a su hermana menor, y tuvo que tragar saliva varias veces para no entrar en pánico. Lo que menos quería era que se llevaran mal u ocurriera alguna situación incómoda entre los adultos. Minji le prometió que todo estaría bien, pero Haerin tenía esa tonta sensación de catástrofe ante las nuevas situaciones.
Minji pareció percibirlo, porque se soltó de Taehyung y se volteó, viendo cómo se acercaban, y le hizo un gesto a Haerin de tranquilidad. La omega se apresuró en ir hacia la alfa, olisqueando sus feromonas, y sirvió como un calmante para su acelerado corazón.
―Señores Kang ―dijo Minji una vez sus padres se acercaron con los niños―, ellos son mis padres. Mi mamá, Kim Haeun ―la madre de Minji sonrió con facilidad, con esa misma sonrisita que tenía su hija, y se adelantó a saludarlos―, mi padre, Kim Kyunghoon ―el hombre se acomodó los lentes, imitando a su esposa con una gran sonrisa de calma―, y mis hermanos, Taehyung y Jake.
―Es un placer conocerlos ―dijo la mamá de Haerin―, mi Hae siempre habla de lo bien que la tratan los padres de Minji. Yo soy Kang Jaehee ―se presentó, antes de mostrarles a la bebé en sus brazos―, y ella es la hermanita menor de mi Hae, Kang Canny.
―¡Es muy linda! ―dijo Taehyung.
―Yo soy Kang Yonghwa ―dijo el padre de Haerin―, un gusto. Ellos son los gemelos, Hikaru y Niki, y mi hija mayor, Ruka ―los pequeños niños corearon su saludo, ahora colgados de los brazos de su padre, y Ruka saludó a los adultos con una pequeña inclinación.
―Bueno, ¿vamos a comer? ―ofreció Haeun, sin dejar de sonreír―. Ya tenemos casi todo preparado para la cena.
―¡Será un gusto! ―respondió Jaehee, encantada.
Fueron hacia el estacionamiento, con Haerin más calmada al ver que la presentación salió bien. Minji sólo le dio un beso en la mejilla ahora, sabiendo que besarla frente a sus padres podría avergonzarla.
No tardaron en ir hacia la casa de los Kim. A los gemelos les encantó enseguida al ver el enorme patio con los árboles, preguntando si podían ir a corretear entre ellos. El padre de Minji se rió y les dio permiso, encendiendo la parrilla donde iban a preparar la carne con ayuda del padre de Haerin. Ruka, Taehyung y Jake estaban animados conversando sobre grupos de pop que seguían y debatiendo cuál era mejor. La pequeña Canny, de casi tres años, estaba luchando por transformarse en una pequeña ardillita para jugar con sus hermanos. Ambas madres se encontraban en la cocina preparando la ensalada.
―¿Ves que no debías preocuparte por nada? ―le dijo Minji, sonriendo con cariño.
―Qué pesada eres ―se quejó Haerin, pero tenía también una sonrisa en la cara―. Hyein estuvo casi toda la ceremonia hablando sobre la salida del próximo fin de semana.
Habían decidido irse de camping por unos días con su grupo de amigas. Querían acampar a orillas de un lago y disfrutar el inicio de las vacaciones de verano, en especial ahora que iban a entrar a la universidad.
―¿Vamos a compartir tienda? ―sugirió Minji.
―Por supuesto que no ―el padre de Haerin habló, sobresaltándolas―. No quiero nada de cachorros antes de tiempo, ¿lo tienes claro, Minji?
―¡Papá! ―regañó Haerin, avergonzada y viendo las mejillas enrojecidas de la alfa―. ¡No digas esas cosas!
―¿Qué cosas? ―la madre de Minji apareció, cargando algunas ensaladas que dejó sobre la mesita que acomodaron en el patio para disfrutar de la tarde fresca.
―Minji está pensando en tener cachorros ya ―dijo el padre de Minji.
―¡Claro que no! ―saltó la azabache, más avergonzada ahora―. ¡Papá, no he dicho eso!
―Tu padre tiene razón, Haerin ―su mamá habló ahora, cargando los platos―, no quiero ser abuela todavía.
―¡Mamá! ―lloriqueó la ardilla.
Los adultos se rieron y la pareja no podía creer que se hubieran puesto de acuerdo para humillarlas de tal vil forma. ¡Qué crueldad más grande! Incluso sus hermanos tenían sonrisitas burlonas.
―Tal vez fue una mala idea ―le susurró Minji―, no debimos juntarlos.
―¿Y ahora me lo dices? ―Haerin suspiró.
―Y cuidadito con los besos también ―dijo la señora Kim―, ya parecen una pareja de recién casadas, ¡no se quitan las manos de encima!
―Tal vez te compre un cinturón de castidad, Hae ―sugirió la madre de Haerin.
―¡Mamá! ―gritaron las dos chicas, enrojecidas a más no poder.
Qué malos podían ser los adultos cuando se lo proponían.
***
El siguiente fin de semana, el día viernes, se prepararon para el día de camping que prepararon con tanto ahínco. Haerin tuvo que prometerle a sus padres que no iba a hacer ninguna cochinada con Minji, y sólo con eso la dejaron ir. Que atrocidad lo que le habían hecho, y su novia le contó que con ella fue algo parecido.
―Quizás ni nos dejen irnos a vivir juntas —lloriqueó Haerin, con el ánimo desinflado, mientras iban en el auto.
Minji y Hanni tenían licencia para conducir y arrendaron una furgoneta para viajar al parque Jirisan y acamparían en la ribera de alguno de los lagos dentro del lugar. Se quedarían allí cinco días. En ese momento, Minji iba manejando y Haerin se encontraba en el asiento del copiloto.
―No te preocupes ―dijo Hyein desde atrás, asomando su cabeza―, sólo lo decían para molestarte, Hae. A los padres les encanta humillar a sus hijos. No sabes lo que dijo mamá cuando vio la marca de Danielle...
Haerin se volteó para ver el cuello de su amiga. Allí, sobre su glándula de feromonas, relucía una marca de alfa. La omega conejita fue marcada en su noche de graduación como un regalo por parte de Danielle.
Quién habría dicho que, de las tres parejas, la primera en ser marcada iba a ser Hyein, la miedosa conejita que huyó tanto de Danielle en un inicio.
―Esa marca es horrible ―bostezó Hanni―, ahora apestas a loba mojada.
―¡Pues un hámster como tú jamás me habría podido satisfacer! ―chilló Hyein, enfurruñada. Sus palabras provocaron también la indignación de Hanni y pronto inició una discusión.
Haerin sólo sonrió, pensando en lo bonito que sería tener también una marca. A veces, soñaba en cómo se sentiría eso y no podía evitar colorearse por la vergüenza. Recibir la marca de Minji implicaba también que tuvieran relaciones íntimas, y la idea le provocaba algo de ansiedad. Si bien estaba comenzando un proceso de sanación y amor propio, le ponía nerviosa que Minji le mirara completamente desnuda.
Pero ella quería tanto su marca...
Minji pareció percibir sus emociones caóticas, porque extendió su mano derecha y le dio un apretón suave en señal de cariño.
―Cuando estés lista ―le dijo en voz baja―, te daré mi marca, bebé.
Haerin le sonrió, más calmada.
Llegaron a su lugar de destino pasado una hora y media. Era un hermoso parque ubicado entre montañas, cuidado y protegido por el gobierno, donde podían encontrarse muchas especies nativas, tanto árboles como animales. Poseía varios senderos en los que se podía caminar, junto con muchos ríos y un lago en el que se podía acampar. Bajaron todo el equipaje y se apresuraron en armar sus tiendas en las que iban a pasar todos esos días. Minji y Haerin compartirían una, al igual que Kazuha y Yunjin, mientras que Hanni, Danielle y Hyein se amontonarían en otra.
Cuando Haerin abrió su bolso para sacar el bloqueador, pegó un grito de espanto. Minji se apresuró en ir con ella, y al mirar lo que había dentro, su rostro se cubrió de escarlata. Fue peor cuando sus amigas también quisieron acercarse a ver el motivo de su reacción.
―¡No lo vean! ―gritó Haerin, espantada, y Yunjin estalló en risas burlonas al darse cuenta de que era porque habían cinco cajitas con condones―. ¡¿De qué te ríes tú?! ¡Mamá escribió que son para todas!
Yunjin tuvo la decencia de sonrojarse. Bueno, en realidad, todas allí se pintaron de rojo.
―Hae ―le susurró Danielle―, ¿me das una?
Haerin le lanzó la cajita de condones a la cabeza. Hyein fingió que no la vio mientras que Hanni sonreía ampliamente.
―¿Te fijaste en que dijera "Extra grande"? ―preguntó Hanni, antes de abrazar a Minji por los hombros―. Mira que venimos de una familia dotada.
Minji estuvo a punto de lanzar a Hanni al lago para que muriera ahogada. Sólo Kazuha pudo impedirlo.
Al final echó las cajas de condones al fondo de su bolso, luego de darle una a Yunjin también. Ella no podía con la vergüenza, y menos al pensar en que sus amigas tendrían sexo esa noche.
―Alejaré nuestra tienda ―suspiró Minji―, son unas idiotas.
Haerin dejó salir una risa suave, pero no pudo evitar pensar si ellas también harían algo más tarde. Quizás no sexo con penetración (el sólo pensamiento la hizo morirse por dentro), aunque quizás otras cositas interesantes.
Como fuera. Decidió eliminar esa idea de su mente, de lo contrario, empezaría a sufrir por la ansiedad.
Luego de armar la tienda e inflar el colchón, instalando sus cosas personales, prepararon el almuerzo. El resto de la tarde la aprovecharon para bañarse en el lago y Haerin tuvo un breve momento de pánico, porque era casi estar en ropa interior frente a Minji. Se compró un lindo bikini color celeste, pero no quiso sacarse la playera blanca que llevaba encima.
―¿No quieres ir a bañarte? ―preguntó Minji, viéndola con preocupación cuando sus otras amigas se fueron a meter al lago.
―Me bañaré con la playera ―dijo Haerin, un poco tímida.
Minji le sonrió para tranquilizarle y le agarró de las mejillas, dándole un suave beso.
―Si te sientes cómoda así, pues está bien ―le aseguró la alfa―. Pero recuerda: yo te quiero sin importar cómo luzcas. Amo todo de ti.
Haerin no pudo evitarlo y le devolvió el beso con ganas. Le gustaba mucho cuando Minji le decía esas cosas, reforzándole y haciéndola sentir tan querida.
Al final, decidió quitarse la playera y agarró la mano de Minji cuando fueron a meterse al agua. La alfa no la miró con asco ni desprecio en ningún momento, e incluso dejó que se le colgara en la espalda cuando se fueron adentrando más en el agua.
Fue una bonita y divertida tarde. Luego de bañarse y descansar, se pusieron a preparar la cena y hacer una fogata, y pronto estuvieron contemplando las estrellas, comiendo malvaviscos y contando anécdotas. Cerca de las una de la mañana todas se fueron a sus respectivas tiendas.
Minji y Haerin no tardaron en acostarse. Si bien cada una llevó su propio saco para dormir, al final simplemente los abrieron y extendieron a lo largo del colchón, acostándose bajo ellas y abrazándose.
―¿Tienes frío? ―preguntó Minji unos minutos después, sintiendo un temblor por parte de Haerin y dejando la linterna que tenían encendida.
―Un poco ―dijo la omega, y la alfa agarró una de las frazadas extras que llevaron por si acaso para cubrirlas―. Minnie, um...
―¿Pasa algo? ―Minji volvió a abrazarla, feliz de olisquear sus feromonas suaves de omega.
―Yo... um... ―Haerin estaba buscando las palabras exactas para hablar, pero al final, se dio cuenta de que no había forma alguna de suavizarlo, y tomó valentía para hablar―, ¿puedo... chuparte el pene?
Minji se atragantó con su saliva y Haerin sólo quería hundir su cabeza en algún lugar por la timidez.
Ellas habían hecho un par de cosas en esos meses, aunque nada demasiado atrevido. A veces, entre los besos, se tocaban y acariciaban. Si la dejaba, Minji incluso le metía la mano por debajo del pantalón y le acariciaba su centro, y si le daba más permiso, incluso le metía un dedo. Hasta Haerin la había acariciado un par de veces con la mano.
Sin embargo, las últimas semanas había estado pensando en lo mucho que le gustaría hacerle una mamada a Minji. Le preguntó a Yunjin, que le habló superficialmente cómo eran, y eso sólo aumentó sus ganas de hacerlo. Le daba mucha vergüenza admitirlo, pero ella... ella estaba un poco obsesionada con la polla de Minji. Cuando la tocaba y veía, le parecía tan linda...
Y sabía que se debía también a su instinto más primitivo. Los colegios poseían un programa de educación sexual, en dónde una vez a la semana, los estudiantes de misma especie debían reunirse para hablar sobre la sexualidad propia de ellos. Por lo mismo, ella sabía que los híbridos de ardilla poseían una fijación oral increíble (no limitada sólo a lo sexual, por supuesto), y eso explicaba esa tendencia a llevarse cosas a la boca.
―Rinnie ―barboteó Minji cuando logró recuperarse―, ¿qué estás diciendo?
―No me hagas repetirlo o lloraré ―se quejó Haerin, apenada.
Minji estaba un poco descolocada, pero al menos, logró atinar y no seguir preguntando. Sabía lo cohibida que podía ser su novia con algunos temas y lo mucho que le costaba agarrar valor. Quizás, por eso, al final se tragó sus preguntas y aceptó.
―Está bien ―le dijo―, pero si no quieres, si te arrepientes, debes decírmelo, bebé.
―Sí, sí ―Haerin sonrió, aliviada de que Minji no le atacara a preguntas, y se estiró a besarla en la boca―. Te amo...
Minji le devolvió el beso con cariño, recostándose y dejando que Haerin se subiera encima de ella. El beso se profundizó, volviéndose un poco salivoso y caliente, y pronto estuvieron jadeando en voz baja.
Haerin siguió bajando con su boca, besándole el cuello y oyendo los suaves ronroneos que Minji emitía. Le gustaba mucho escuchar esos ruidos de su novia en clara señal de placer, y ahora sus manos fueron al pijama de la pantera, bajándolos mientras ella seguía bajando. Ya no hacía tanto frío dentro.
Por la poca luz pudo apreciar la polla de Minji: era larga y algo gruesa, pero lo que más le generaba curiosidad, era el círculo de ganchos que había en su base. Las leves protuberancias se sentían extrañas bajo su toque, sin embargo, sabía que a Minji le gustaba cuando las acariciaba, porque sus gemidos se volvían roncos y necesitados. La primera vez que le preguntó, Minji le explicó con las mejillas coloradas:
―Todos los penes de los felinos tienen púas ―le dijo, y eso Haerin lo sabía―. Los híbridos de felinos... Bueno, nuestra base las tiene. No son tan duras ni dañinas como la de los animales, y es para asegurar el nudo, para que no podamos retirarlo.
―Pero... ―Haerin titubeó―, pero ¿no me haría daño si tú me... uh...?
―¡No, no! ―le aseguró Minji―. No se entierran en la piel, Hae. Es... es una protuberancia suave. En todo caso, te provocaría más placer.
Haerin se murió de vergüenza con dicha explicación, sin embargo, al menos las cosas le quedaron más claras.
Su mano se envolvió alrededor de la polla de la alfa, comenzando a subirla y bajarla, su palma acariciándole y rozando las protuberancias antes de subir y centrarse en el glande. Su uretra no dejaba de soltar líquido preseminal, empapando la mano de la omega.
Levantó la vista para ver el rostro colorado de Minji. Mordía su labio inferior con fuerza, con los ojos brillando y las pupilas dilatadas. Sus orejas de pantera se encontraban caídas contra su cabello, y tembló cuando volvió a bajar su mano, acariciándole otra vez las protuberancias.
No pudo evitarlo y se sintió levemente desconcertada, sin poder creer por completo que Minji estuviera con ese aspecto gracias a ella. A su toque.
Lamió sus labios y se acomodó entre las piernas de la mayor. Haerin no sabía mucho sobre cómo hacerlo, sin embargo, Yunjin le dio algunos consejos sobre cómo comenzar. Por lo mismo, se inclinó y sacó su lengua, y lamió el glande, sorprendiéndose por el sabor que estalló en su boca. Olía fuerte y sabía ligeramente salado. No era muy agradable, pero tampoco desagradable. Aunque la sorpresa aumentó cuando escuchó el gruñido ronco de Minji.
Regresó su mirada a Minji, encontrándose con su boca cerrada fuertemente, pero los colmillos brillando en lo que trataba de presionar sus labios para no hablar.
Volvió a sacar la lengua, lamiendo una vez más y decidiendo que el sabor no era insoportable. Podía acostumbrarse a eso.
Acumuló un poco de saliva en su boca antes de soltarla en el glande de Minji, facilitando el deslizamiento de su mano, y su lengua se dedicó a lamer ahora su longitud un par de veces. En lo que hacía eso, se atrevió a mirar a la alfa luego de escuchar un nuevo gruñido ronco. Ahora veía su nariz ligeramente arrugada y su labio superior parecía levantarse ante sus lamidas, emitiendo aquello ruidos que, honestamente, le ponían algo caliente.
―Más ―gimió Minji cuando Haerin se detuvo―, más...
¿Realmente Minji estaba suplicando por ella? Haerin percibió una ola de poder que le golpeó, incrédula ante el hecho de que una pantera pidiera algo de ella.
Así que se lo dio. Sin embargo, ahora se inclinó y abrió su boca, y se metió la cabeza de la polla dentro. No profundo, pero sí de manera superficial. El sabor del líquido preseminal ahora estalló con fuerza, pero no se alejó y sólo chupó unos segundos, con su mano empezando a masturbarla. Minji jadeó ahogadamente, como si se estuviera conteniendo para no soltar un grito o, quizás, una maldición. Fue un poco caótico ese momento, porque incluso percibió la gran mano de la alfa deslizándose por sus cabellos, como haciendo el amago de agarrarla, aunque la retiró a último momento.
―Lo... lo si-siento... ―gimió Minji―, no... no quería...
Haerin soltó el glande con un sonoro pop. Sus labios estaban ligeramente hinchados, con sus ojos igual brillando, y la miró.
―Puedes hacerlo ―susurró Haerin―, por fa-favor, alfa...
El título caló hondo en Minji. Los dedos de su mano se apresuraron en agarrarla, otra vez, de los cabellos, y Haerin le lamió, nuevamente, antes de cerrar su boca alrededor de su polla. Tomó una respiración profunda antes de comenzar a mover su mano junto con su cabeza, con toda la intención de tomarle en su boca. ¿Cómo podía ser una ardilla y fallar en eso? Su cavidad bucal fue preparada para eso, se dijo.
―Hae... ―gimió Minji, y Haerin se percató de que tenía la mitad de su pene dentro, pero ella quería tomarlo más.
Ahuecó sus mejillas y tomó una respiración profunda, retrocediendo y sacando brevemente el miembro de su boca. Lamió sus labios antes de volver a bajar y emitió un ligero ruido de atragantamiento cuando el glande empujó contra su garganta. Sin embargo, eso mismo ocurrió la primera vez que llenó su boca con bellotas, así que no iba a ser un impedimento para ella. Además, por ser una ardilla, no tenía reflejo nauseabundo y eso ayudaba mucho a la mamada.
Volvió a respirar con profundidad y más entró en su interior. Oyó el nuevo gruñido-gemido de Minji, con el agarre en sus cabellos afianzándose y provocando un ligero empuje. Podía sentir la baba escurrir de su boca, con sus ojos llorosos por las pequeñas punzadas en su garganta. Hizo un ruido con su garganta antes de tomar nuevo valor y tratar de que entrara un poco más.
Las suaves protuberancias en la base de Minji acariciaron sus labios. Haerin se preguntó, algo ida, qué tan adentro debía estar de su boca, porque su nariz rozó los vellos de la alfa. Minji jadeaba, gimoteaba y gruñía, apretando sus cabellos y temblando bajo su toque. La omega también se preguntó, superficialmente, si es que sería capaz de también meterse las bolas de Minji en su boca. ¿Se vería cómo cuando las llenaba de comida?
Tuvo que alejarse, con un chapucero y morboso sonido de succión, ante la idea. No, no debía pensarlo, o era capaz de hacerlo. No lo haría ahora, no estaba preparada. Más adelante.
Tosió ligeramente y su mano estaba empapada en su saliva y líquido preseminal. Se apresuró en masturbar a Minji, y recién notó que un hilo de baba conectaba su boca con el glande de la alfa. Santo Dios.
De pronto, sentía muchas ganas de montar a Minji.
Se contuvo, por supuesto, pero su boca volvió a la polla de la alfa a chupar sólo de manera superficial. Eso pareció ser suficiente para que Minji, a los pocos minutos, gimiera roncamente y el orgasmo estallara en ella. El semen se derramó, en su mayoría, en la boca de Haerin, lista para probarla, y un poco cayó en la mano de la omega. El sabor no era malo, pensó la ardillita, y se acostumbraría a eso.
Lamió y limpió el miembro de Minji, que ahora gimió ahogadamente por el post-orgasmo, y procedió a hacer lo mismo con su mano. Al enderezarse, vio los ojos afiebrados de la alfa.
―Dios ―le escuchó murmurar―, eso fue...
―¿Te... te gustó? ―preguntó Haerin, con su voz algo temblorosa.
―Claro que sí ―Minji tiró de ella para que estuviera a su altura―, Dios, bebé... ¿puedo...? ―la alfa, quizás en su estado febril por el orgasmo, le lamió la mejilla. Aquel gesto no le pareció asqueroso a Haerin (por el contrario, quiso recibir otro)―. La chupas tan bien, cariño.
Y otra lamida que se transformó en un beso desordenado. Haerin emitió un chillido de ardillita cuando Minji deslizó una mano bajo su pantalón, pero le dejó hacer, pues su coño estaba algo palpitante.
Entre besos calientes, la alfa le masturbó y la omega terminó por venirse en su mano. Haerin, somnolienta, observó a Minji llevar su mano, cubierta de sus líquidos, a su boca y lamerla.
―¿Te la... la puedo chupar otras veces? ―consultó la omega, minutos después en los que buscaban nueva ropa interior y otro pantalón que usar cómo pijama. Se habían lavado las manos previamente con una de las botellas de agua que tenían.
―No debes preguntarlo ―Kim le pellizcó la nariz―. Te veías muy bonita con tus mejillas llenas... ―una risa traviesa―. ¿Recuerdas cuándo te las llenaste por primera vez, en una de nuestras primeras citas?
El recuerdo le arrancó una risa a Haerin. Claro que lo recordaba: se las llenó de maní por lo nerviosa que se encontraba y Minji se le quedó mirando largos segundos, intimidándola.
―Bueno, ahí supe que eras la chica ideal para mí ―bromeó Minji―, pensé "wow, debe hacer muy buenas mamadas, se ve como toda una ardilla salvaje". No me equivoqué.
―¡No seas atrevida! ―se escandalizó Haerin entre risas―. Sólo me querías por mis habilidades, cochina.
―¡Oigan, par de puercas, ¿qué tal si dejan dormir a la gente normal?! ―gritó Hyein desde su tienda.
Haerin pegó un grito ahogado. Minji rodó los ojos.
Se acostaron y abrazaron, dándose ahora besos más dulces, tiernos y suaves.
―Te amo ―le dijo Haerin.
―Yo también te amo ―contestó Minji, y Haerin era realmente la ardillita salvaje más feliz del universo.
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