O5.
Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse.
Somi, en su forma de conejito, se orinó sobre ChaeYoung. Literalmente.
ChaeYoung soltó un grito sorprendida, Lisa saltó hacia atrás y Rosé murmuró una maldición. Jennie, todavía en el suelo, comenzó a reírse. Debido a la impresión, la híbrida de lobo soltó al conejito, que cayó al suelo de forma elegante, dando unos saltos para alejarse de allí, y se transformó a su forma humana.
―¡Oh, lo siento! ―tartamudeó Somi, su rostro cubierto de escarlata por la vergüenza―. ¡Lo siento mucho, de verdad! ¡Es que me asusté demasiado y es un mecanismo de defensa!
―¡Su cara, Mimi, su cara! ―se rió Jennie, todavía riéndose en el suelo.
Somi miró al suelo, sus ojos poniéndose un poco llorosos debido a la humillación de la situación. Lisa se compadeció ante su amiga, dando un tímido paso para acercarse y consolarla, sin embargo, no pudo hacerlo porque Rosé la agarró de la muñeca.
―¿Podemos hablar? ―dijo Rosé, con su voz un poco baja.
―Um, tenemos clases ―dijo Lisa, repentinamente asustada, pero de forma inmediata ese miedo desapareció al ver la mirada triste de Rosé―. ¿Qué tal si... Si uh... ha-hablamos después del colegio?
Rosé sonrió, repentinamente feliz y entusiasmada.
―¡Sí, eso suena bien! ―aceptó Rosé, girándose para ChaeYoung, que seguía pasmada, mirando su playera húmeda―. Oye, hay que ir a clases.
―Sí, pero, eh... ―masculló la híbrida de lobo, aturdida.
―¡Déjame a-ayudarte! ―saltó Somi, todavía con expresión atormentada―. ¡Por favor...!
Lisa sacudió la cabeza, sin querer intervenir al ver a ChaeYoung sonreír como si un conejo no se hubiera meado sobre ella, y le tomó la mano a Jennie, que seguía soltando risas bajas. Ambas se despidieron de Rosé, que parecía algo fastidiada, entrando al edificio por los pasillos casi vacíos.
―Le gustas a Rosé. ―se burló Jennie, con una sonrisa pícara y divertida.
―No ―se apresuró en decir Lisa―, no, eso no es cierto. Ella...
―¡Ella te defendió de las alfas carnívoras! ―dijo Jennie, sin dejar de observarla con esa juguetona sonrisa―. ¡Te llamó su omega!
―Estaba bromeando ―trató de excusar―. ¡Quizás sólo quiere reírse de mí, como todos los alfas hacen, Jen!
Su amiga la contempló, atónita por sus palabras, y Lisa sintió ganas de llorar. Sin mentir un poco, Rosé era la primera alfa que se interesaba en ella, así que debido a eso mismo, la omega realmente sentía que todo era una broma de mal gusto.
―¿Por qué Rosé querría reírse de ti? ―preguntó Jennie, poniendo una expresión triste.
Jennie y Somi no podían verlo, pero porque ellas eran bonitas. Muy bonitas, con aromas omegas atrayentes, delgadas, sin un gramo de grasa extra en sus cuerpos. Lisa, por el contrario, estaba gordita. Odiaba, especialmente, esos momentos en los que se sentaba y podía sentir los rollitos en su estómago, cómo se formaban, sintiendo el llanto pujando en su garganta por esa sensación.
¿Cómo un alfa iba a fijarse en ella? Ni siquiera los de su misma especie, alfas ardillas, la tomaban en cuenta.
Lisa era repugnante.
No respondió la pregunta de Jennie, aprovechando que entraron al salón de clases, pidiéndole perdón al profesor por llegar atrasados. Se sentaron en sus lugares, escuchando la explicación del profesor, y unos quince minutos después llegó Somi, todo tímida y nerviosa. El profesor, un híbrido de león, la hizo pasar sin regañarla, porque sabía que la asustaría: todos ya sabían que Somi vivía con miedo. Pobrecita.
―¿Cómo te fue? ―saludó Jennie, en voz baja―. ¿No te comió una pata?
―¡Jennie! ―chistó Lisa, tratando de mantener su voz baja.
Somi sacudió la cabeza.
―Después les cuento. ―prometió.
Como era la última clase del día, no tuvieron que esperar demasiado para eso. Apenas el timbre tocó, todos sus compañeros salieron corriendo del salón para irse a sus casas, urgidos por escapar de ese infierno. Pero ellos ordenaron sus cosas con calma, empezando a escuchar la historia de la conejita.
―Llevé a ChaeYoung a mi casillero, Rosé no nos acompañó porque se puso de mal humor ―explicó Somi―, allí tenía una camisa en... casos de emergencia. No dejé de pedirle perdón muchas veces.
―¿Fue comprensiva? ―preguntó Jennie―. ¡Aún recuerdo cuando te orinaste sobre mí!
Somi volvió a enrojecer y Lisa recordó que, la primera vez que Jennie se acercó a ellas, fue cuando tenían trece años. Somi y Lisa estaban jugando en el patio del colegio en sus formas animales, entre los arbustos, cuando de pronto Jennie, que era nueva, apareció y agarró a Somi.
―¡Qué lindo conejito! ―gritó Jennie―. ¡Te voy a comer!
Más adelante, Jennie dijo que sólo estaba bromeando y que no iba a comérsela, pero Somi en ese momento no lo vio así, por lo que le orinó encima. La conejita tuvo que acompañarla también al baño para ayudarla a cambiarse.
―ChaeYoung dijo que no importaba, dijo que era comprensible ―continuó Somi―, dijo que no quería agarrarme de esa forma, que sabía qué era yo, pero que quería hablar conmigo para proponerme salir, como le dijo JiSoo.
―Eso suena bonito. ―suspiró Lisa, colgándose la mochila.
―Suena psicópata. ―replicó Jennie, enfurruñada.
Somi sonrió, tímida.
―¡Quise decirle que sí! ―agregó―. ¡Pero dijo que, si tenía miedo, podíamos intentar otra cita triple, así que acepté también!
Lisa palideció. Jennie alzó su colita.
―¡¿De verdad?! ―dijo Jennie, feliz―. ¡¿Voy a tener otra cita con JiSoo?!
―¡Sí! ―dijo Somi―. ¡Oh, mira, es Rosé!
La ardillita se giró hacia la puerta del salón, viendo a la híbrida de pantera asomando la cabeza, un poco avergonzada.
―Hey ―dijo, haciendo un mohín―. ¿Todavía quieres salir, Lili?
El primer impulso de Lisa era decir que no, pero luego dijo que no podía decirle eso, no cuando Rosé la defendió. Por lo tanto, asintió con la cabeza, despidiéndose de sus amigas, aunque Jennie seguía saltando por su cita con JiSoo.
―Hola. ―dijo Rosé, aliviada de verla salir.
―Quería darte las gracias ―dijo Lisa, bajando la vista―. Por decir eso, por... Por defenderme. No debías...
―Claro que sí ―replicó Rosé, comenzando a caminar. La omega la siguió―, esas chicas te estaban molestando, ¡No quiero que lo hagan!
―Lo hacen siempre ―respondió Lisa, y de inmediato se arrepintió al ver los ojos enfurecidos de Rosé―, ¡Pero... Uh... No es como si estuvieran diciendo una mentira!
Lisa sentía que lo arruinaba más y más a medida que abría la boca. Volvió a ponerse tan ansiosa, que rebuscó en su bolsito las bellotas que llevaba, llenándose la boca con ellas.
―No te van a molestar más ―declaró Rosé, observándola y tomándole la mano―. ¡No, nadie molesta a mi omega!
No fue buena idea comerse las bellotas en ese momento, porque se atoró con ellas. Rosé tuvo que golpearla en la espalda varias veces, ofreciéndole de su botella con agua.
―¡Qué tontería estás diciendo! ―dijo Lisa, un poco escandalizada.
―Que eres mi omega, ¡Eso no es ninguna tontería! ―Rosé parecía realmente herida.
―¡Roseanne, no te conozco! ―saltó Lisa.
La alfa aplastó sus orejitas contra su cabello, luciendo como una niña siendo regañada. A Lisa se le hizo un poco tierna la imagen.
―Pero-...
―¡Además, tú eres una carnívora! ―siguió Lisa―. ¡Yo soy una herbívora!
―¡No me importa! ―rezongó Rosé.
―¡Tú eres bonita y delgada! ―continuó Lisa, sin escucharla y ahora sintiendo ganas de llorar―. ¡Y yo fea y gorda!
―¡No, eres hermosa y preciosa y linda y una princesa! ―le interrumpió Rosé―. ¡Hueles bien, me encanta tu aroma, no me interesa nadie más, sólo tú!
Lisa se quedó en silencio, sorprendida por lo que acababa de escuchar. Las mejillas de la alfa se pintaron de rojo.
―¡Te demostraré que de verdad me gustas! ―agregó Rosé, todavía luciendo avergonzada aunque ahora con clara decisión―. ¡En la cita que tendremos, voy a demostrarte que soy una alfa digna para ti!
Lisa pensó que Rosé iba a besarla repentinamente –una parte suya lo deseó–, pero la muchacha sólo se inclino un poquito, dándole un beso rápido en la mejilla, y corriendo lejos de allí, aún algo colorada por lo que dijo.
Somi y Jennie se asomaron por la esquina.
―Woah, que chica más intensa ―dijo Jennie―. Si Lalisa no la quiere, me la pido yo.
Lisa le lanzó una bellota.
¡Gracias por leer!
—🌷
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