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25.

Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse.

Lisa no esperaba que Rosé pasara a buscarla al día siguiente, aunque no verla en la puerta de su casa hizo que su corazón se apretara en pena. Se dijo, de todas formas, que eso era lo mejor debido a lo ocurrido el día anterior.

Lo estuvo pensando mucho esa noche, dándole vueltas a lo ocurrido entre ellas. El consejo de su mamá resonó demasiado en su cabeza, y finalmente concluyó que debía hablar con Rosé de lo ocurrido. Sobre todo, era momento de aclarar lo que pasó con las dos, explicarle bien a Rosé cómo se sentía, y decirle que ella también comprendió sus celos.

Tal vez no debió aceptar ese regalo, pensaba, o decirle directamente a Mina que lo agradecía, pero no lo aceptaba. Su alfa tuvo que sentir demasiados celos, ¿No era comprensible? Ella también los sintió cuando ese omega tigre le coqueteó en el gimnasio, y Rosé le hizo saber que era la única en su corazón.

Entonces, ese día, haría lo mismo por ella. Le escribió una bonita carta donde le explicaba sus sentimientos y, además, hizo un dibujo de ellas dos en sus formas animales. No era la mejor dibujando esas cosas, por el contrario, de seguro cuando lo viera, Rosé se iba a reír por los trazos infantiles. Sin embargo, lo hizo con todo el amor del mundo, con ellas dos fuera de su futura casita y con muchos árboles rodeándolas.

Esperaba verla en la entrada del colegio, quizás con sus amigas, pero tampoco se la encontró. Había llegado un poco atrasada, así que no tuvo la oportunidad de buscarla por los pasillos. ¿Y si ese día no había ido al colegio? ¿Y si Rosé de pronto se enfadó más con ella por lo de ayer y ya no quería verla? ¿Y si...?

El hilo de pensamientos se cortó de su cabeza cuando, al entrar al salón de clases, vio sobre su mesita un bonito arreglo de... De... De piñas de pino.

Piñas de pino pintadas en muchos lindos colores pasteles, con pequeños tallos de madera pegados en un extremo y dentro de un canastito de mimbre. Su corazón dio un vuelco loco, porque ese regalo... Ese debía ser el regalo de cortejo más grande que recibió alguna vez, y el que significaba una propuesta de compromiso para una ardillita. Un regalo de piñas de pino era un presente importante para ellas.

Se volteó enseguida hacia Mina, que le contemplaba con una expresión indescifrable en su puesto.

―Mina ―habló, y fue hacia ella―, agradezco mucho el regalo, de verdad, pero no puedo aceptarlo.

―¿Lili...? ―preguntó la alfa, arrugando sus cejas.

―No quiero que me cortejes ―añadió, y sus mejillas se colorearon de rojo―, es que yo ya tengo una novia a la que amo mucho, y no quiero dejarla. ¿Puedes entenderlo?

Ah ―Mina sacudió su cabeza, ahora viéndose confundida―, lo entiendo, Lisa, pero yo... Yo no te hice ese regalo.

Lisa parpadeó, desconcertada por sus palabras y tratando de encontrarle sentido a ellas. ¿Cómo? ¿No había sido Mina? ¿Entonces quién...?

Fue hacia el bonito arreglo. En ese momento, sus amigas aparecieron.

¡Wow! ―exclamó Somi sorprendida―. ¡Qué bonito es, Lisa! ¿Es tuyo?

―¡Está muy hermoso! ―apoyó Jennie, con su colita agitándose por la emoción.

Lisa no respondió, admirando el hermoso regalo y notando entonces un sobre entremedio de las piñas. Lo agarró y vio su nombre escrito elegantemente fuera, por lo que mientras la profesora aparecía y luego de bajar el canasto al suelo, lo abrió.

Mi muy linda y preciosa Lili:

Hice este regalo con la esperanza de que puedas perdonar mi idiotez el día de ayer. ¿Podemos almorzar juntas en el patio después? Me gustaría hablar contigo y tratar de obtener tu perdón. Si no quieres venir, no voy a enfadarme y respetaré tu decisión sin insistir más, pero me sentiría muy feliz si puedo explicarme una última vez.

Te amo mucho, mi linda ardillita traviesa.

RoRo.

Su corazón se apretó y estrujo en amor, con los ojos lagrimosos por la emoción y felicidad que le invadió a medida que leía esa carta. Quería abrazarla y presionarla con fuerza contra ella, imaginando que era Rosé a la que estaba abrazando, pero no quería arrugarla o romperla. La dobló cuidadosamente y volvió a poner en su sobre, y la llevó a su nariz. Olía a su alfa.

―¿Fue Rosé? ―susurró Jen―. ¡Realmente está loca por ti!

―Sí ―Lisa sonrió con alegría―, yo también estoy loca por ella.

Más que loca, estaba claro con que la amaba y quería estar con ella para siempre. No importaba si era una pantera y Lisa una ardilla, ellas se la iban a arreglar para que las cosas funcionaran y así ser felices juntas.

Rosé era su alma gemela.

En los pequeños recesos tuvo que aguantarse para no ir en busca de Rosé, sabiendo que los diez minutos que poseían entre clase y clase quizás no serían suficientes para hablar. Aún así, aunque no pudieran conversar, todavía quería verla y llenarle su bonita carita de besos, hasta que se quejara y tratara de detenerla, pero siempre rindiéndose ante ella. Lisa tenía muchas ganas de consentir a su alfa y hacerla tan feliz como la hacía feliz a ella.

El almuerzo pronto llegó y partió hacia el patio, a las mesas de madera donde se podía comer, y vio a Rosé sentada en una de ellas, dándole la espalda. Se le acercó con rapidez.

―Rosie. ―le dijo, y la alfa se volteó con rapidez.

―Viniste. ―barboteó Rosé.

―Claro que sí ―Lisa se sentó a su lado, sonriendo y dejando su regalo sobre la mesa―. Está muy hermoso, Rosie, muchas gracias. Me gustó mucho tu regalo.

―¿De verdad? ―pudo notar los nervios en su voz y Lisa se sintió un poco atónita, porque era la primera vez que la veía así de insegura y ansiosa―. No estaba segura de si debía dártelo, Lili, con lo que hice ayer...

―Lo amo ―le aseguró―, es el mejor regalo de cortejo que he recibido alguna vez. ¿Fue tuya la idea?

―Busque información sobre ustedes ―explicó Rosé, con las mejillas coloradas y una clara expresión tímida―, sobre las ardillitas, todo lo posible para... Para poder ser la pareja que mereces, Lili. Cuando leí que era un regalo de cortejo, fui con JiHyo al bosque para recolectar piñas.

Lisa escuchaba eso en asombrado y enternecido silencio, sin poder creer que Rosé hubiera hecho eso por ella. Las ganas de besarla sólo aumentaron y quería rodearla con sus brazos para nunca soltarla.

―Quería... Quería pedirte perdón ―continuó Rosé, cabizbaja―, lo que te hice ayer no estuvo para nada bien. No... No debí gritarte ni quitarte tu regalo, Lils, ni mucho menos romperlo. Mira, también te... Te compré este nuevo florero para que pongas tus girasoles, si quieres puedo... Ayudarte a plantarlos y cuidarlos. ―y, de su mochila, sacó un bonito macetero de cerámica, color amarillo y con un bonito diseño de soles negros a su alrededor.

―Rosé... ―Lisa se le acercó y la alfa pareció entrar en pánico.

―Por favor, por favor, no termines conmigo ―notó como sus ojos se llenaron de pavor y brillaron, como si quisiera llorar―, no se volverá a repetir jamás, aprenderé a controlar mi instinto de pantera y no te haré nunca más...

Lisa le agarró las manos y se inclinó a besarla en la boca, callando su barboteo desesperado. Rosé le devolvió el beso, lento al inicio, pero al darse cuenta de que la omega no se alejaba, la besó con más deseo.

―Te perdono ―le dijo Lisa al alejarse―, te perdono, mi linda bebé. Y yo también quería pedirte perdón.

―No hiciste...

―No tuve que aceptar el regalo de Mina ―le interrumpió Lisa, y Rosé le agarró las manos―, sólo pensé en mí y no en ti, RoRo. No se me ocurrió que te pondría insegura y te haría daño, fue irresponsable de mi parte, y quiero disculparme por eso. Eres mi novia, mi alfa, y lo que menos quiero es herirte de cualquier forma.

Rosé asintió con la cabeza y le besó los dedos de las manos, con tanto cariño en sus ojos que Lisa sintió como su corazón se volvía a apretar.

―Está todo perdonado ―aceptó la alfa―, yo... Yo entiendo que se tuvo que sentir bonito para ti, bebé, y arruiné ese regalo. Además, he sido una mala novia contigo, no preguntarte acerca de sus cortejos...

―Ya, bebé, ya ―Lisa otra vez la abrazó con fuerza―, no has sido una mala novia. Mira, yo también te tengo algo. No es tan lindo como lo tuyo, pero...

Se separó de la alfa y agarró su mochila, rebuscando en el interior la cartita que le hizo y entregándole el dibujo. De pronto, la vergüenza la sacudió, sabiendo que su regalo era demasiado infantil, Rosé de seguro se reiría por ella. Ahora, lo único que quería era quitarle ese dibujo y botarlo al basurero. ¡Qué cosa tan horrible había hecho!

Rosé desdobló el dibujo y pareció enmudecer al observar los trazos tiernos y aniñados de Lisa en el papel. Las mejillas de la omega se colorearon de rojo con fuerza y quería hundirse en su lugar, tan humillada por su dibujo, ¡Eso no era un regalo digno de cortejo! Rosé le regaló ese canastito tan bonito y ella...

―Está muy hermoso, Lili. ―le dijo Rosé, sonriéndole con una enorme sonrisa donde mostraba sus encías, y ella bajó la vista, tan tímida como debió estar Rosé minutos atrás.

―No lo está... ―sintió sus labios temblar―, te voy a... A regalar algo más bonito, un regalo de cortejo, será...

―Este es el mejor regalo que me pudiste haber dado ―Rosé se acerca para levantar su rostro y darle un beso en la boca―, lo voy a enmarcar para dejarlo sobre mi velador.

―¿Hablas en serio? ―preguntó Lisa.

―Claro ―Rosé le dio otro besito antes de volver a observar el dibujo―, ¿Eso que sostienes allí es una flor?

―Es tu patita, Rosé.

Ah... ¿Y me estoy comiendo un trozo de carne?

―¡Es tu lengua lamiéndome, Rosé! ―y Lisa rompió a llorar.

La alfa sólo la abrazó y consoló, diciéndole que de todas formas le enmarcaría para verlo cada vez al despertar.

Al final, a los pocos minutos, dejó de llorar y se pusieron a comer, además de darse muchos besos entre bocado y bocado. Todo lo ocurrido el día anterior pareció quedar olvidado entre ellas, y Lisa se dijo que jamás haría sentir mal a su novia otra vez. No de esa forma.

―¿Quieres que te ayude a plantar tus girasoles más tarde? ―le preguntó Rosé cuando comenzaron a guardar sus cosas para volver a clases.

―Pensaba en botarlos, no quiero...

Oh, no, no ―Rosé le dio la mano y fueron hacia el interior del colegio―, los cambiaremos de macetero a este, y los vas a cuidar. Y te ayudaré también a cuidarlos, mi amor. ¿Te parece si compramos unos más y los agregamos a los otros?

―¡Bueno, bien, bien! ―Lisa no pudo evitar enternecerse ante sus palabras y la abrazó por el cuello―. ¡Te amo, te amo mucho!

Rosé se rió con fuerza, besándola otro par de veces antes de despedirse de ella e ir a clases. Lisa se moría por verla más tarde para poder mimarse, era quizás una de las cosas que más le gustaba hacer con su novia.

Mientras iba hacia la clase, se encontró con JiHyo, que la detuvo para saludarl.

―¡Vaya, realmente quedó bonito! ―comentó JiHyo, observando su canasta con piñas―. ¿Te contó que se quedó hasta las tres de la mañana haciéndolo?

La sonrisa que llevaba Lisa en el rostro titubeó ante esas palabras, parpadeando con desconcierto.

―¿Ella te dijo? ―preguntó la omega.

―Me llamó a las siete de la tarde para que la acompañara al bosque ―comenzó a quejarse JiHyo―, y nos quedamos hasta medianoche, ¡Había por montones, pero sólo quería recoger las que eran más perfectas para ti!

El alma de Lisa cayó a sus pies ante esa declaración, sin poder creer que Rosé realmente hubiera sido capaz de hacer eso por ella. ¿De verdad salió al exterior y se quedó hasta tarde recogiendo esas piñas, y luego hasta la madrugada armando su regalo? Ahora, de pronto, sentía más ganas de ir hacia ella, abrazarla y llenarla de todo el amor posible. Mientras, cuidaría ese bonito regalo para que nada malo le pasara.

Uh... Gracias JiHyo ―Lisa, de pronto, la abrazó―, ¡Quedó muy hermoso! No sabía que Rosé era tan habilidosa para las manualidades.

―Te lo digo yo ―JiHyo puso una expresión engreída―, los Park tenemos grandes habilidades con las manos.

Lisa chilló y estuvo a punto de golpearla con la canasta de piñas.

Pensó muchas horas si preguntarle o no a Rosé sobre cómo hizo su regalo, pero a fin de cuentas, se dijo que lo mejor era guardárselo para sí. Conocía muy bien a su novia, y de seguro, la iba a avergonzar.

Se fueron juntas a la casa de Lisa, de la mano y conversando como estuvo su día de clases. Sus padres y hermanos no se encontraban en casa, por lo que acomodaron los girasoles dentro del nuevo jarrón. Rosé volvió a pedirle perdón por lo que hizo, pero Lisa sólo le dio un beso prometiéndole que estaba todo disculpado.

Salieron al patio trasero para echarse en el césped, y pronto se transformaron en sus formas animales, correteando por los arbustos y árboles. El instinto animal de Lisa la mandaba a huir de Rosé, pero la pantera la atrapaba en segundos y comenzaba a lamerla. La omega sólo chillaba y se retorcía para ser liberada, y cuando escapaba, el juego comenzaba de nuevo.

Al menos, hasta que Rosé la atrapó y sin medir un poco su jugueteo de pantera, le mordió la cola. Lisa sólo chilló antes de transformarse en humana otra vez.

―¡Rosé! ―lloriqueó―. ¡Me... Me mordiste mi colita!

―¡Lo siento! ―Rosé también se volvió a su forma humana―. ¡Ay, lo siento, amor!

―¡Me dolió! ―Lisa comenzó a llorar, abrazando la cola contra su cuerpo―. ¡Eres... Eres un monstruo!

―¡Yah, bebé! ―Rosé la abrazó, queriendo consolarla―. ¡Fue un accidente, te lo juro! No fue adrede...

―¡Esta si que no te la perdono! ―sollozó Lisa―. ¡No vuelvas a tocarme, Roseanne Park!

―¡Pero bebé-...

Lisa sólo acarició su babeada colita mientras que Rosé trataba de explicarle lo ocurrido. Al parecer, algunas diferencias entre especies no podrían ser superadas.

¡Gracias por leer!

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